?Socorro! El triunfalismo del p¨²blico y la connivencia presidencial pueden ser la puntilla para la fiesta de los toros
Tras dos a?os de pandemia, la generosidad extrema se abre paso frente al rigor inherente a la tauromaquia
Se acab¨® el rigor y la exigencia, adi¨®s a la seriedad. La tauromaquia de la normalidad est¨¢ desconocida. No solo ha desaparecido la afici¨®n, sino que el p¨²blico est¨¢ seriamente contagiado por el virus del triunfalismo, que afecta, adem¨¢s, a los presidentes de los festejos, y entre unos y otros pueden inferir una grav¨ªsima cornada a la fiesta.
Algo muy serio y muy grave est¨¢ sucediendo en estos primeros espect¨¢culos de la temporada en Madrid y Sevilla, las dos plazas m¨¢s importantes del mundo. Ya es extra?o que a estas alturas de la pel¨ªcula se haya abierto la Puerta Grande de Las Ventas en dos ocasiones para homenajear a dos novilleros, y cuatro la Puerta del Pr¨ªncipe sevillana. Hasta esta ma?ana de viernes (y a¨²n quedan tres corridas) se han cortado en la Feria de Abril 25 orejas, una cifra in¨¦dita en la historia de este ciclo.
Y lo que pudiera ser la muy grata noticia de la grandeza y la efervescencia de la fiesta no parece m¨¢s que la nefasta consecuencia de la pandemia, la progresiva desaparici¨®n de aficionados, la ¡®toma del poder¡¯ por los espectadores, empe?ados en destacar lo divertido que puede llegar a ser un festejo taurino cuando se rentabiliza el alto precio de las entradas con muchas orejas y salidas a hombros, y la colaboraci¨®n imprescindible de los presidentes.
Los presidentes de Las Ventas y La Maestranza no pueden olvidar que sus decisiones determinan el devenir de la tauromaquia moderna.
La covid no solo ha dejado a la cuarta pregunta a muchos ganaderos, empresarios, toreros y gente del toro en general; a causa del virus han fallecido muchos y buenos aficionados, veteranos en su gran mayor¨ªa, y otros a¨²n no han superado el miedo a volver a las plazas y mezclarse con la multitud de anta?o. Y esa ausencia se nota, vaya que si se nota, en el desarrollo de los espect¨¢culos y en el balance art¨ªstico final.
En la fiesta de los toros se muere de verdad, el dolor y la sangre son aut¨¦nticos; y el esfuerzo, el sacrificio, las noches en vela, los sue?os, el fracaso y la gloria determinan las vidas de esos locos que pretenden alcanzar la felicidad jug¨¢ndose la existencia delante de un toro.
Vestirse de luces es algo muy serio y puede ser hasta insensato; desde luego, no es una diversi¨®n, del mismo modo que la de torero no es una profesi¨®n al uso, sino una forma de ser y de sentir en la vida, una grandeza a la que solo tienen acceso unos pocos privilegiados.
La corrida de toros es un acontecimiento, un rito solemne que demanda de los espectadores una actitud severa y una exigencia generosa para engrandecer hasta el endiosamiento al ser humano capaz de salir triunfante en la lucha aut¨¦ntica contra un toro. Por todo ello, perseguir la pureza, la integridad y seriedad de este espect¨¢culo es respetar a quienes se visten de luces.
¡°Aquello de que a los toros hay que ir a divertirse es una falsedad¡±, escrib¨ªa el maestro Joaqu¨ªn Vidal. Y a?ad¨ªa: ¡°A los toros hay que ir dispuesto a sufrir; provisto de lupa para comprobar la casta y fortaleza de las reses, la integridad de sus astas, el discurrir de la lidia, el m¨¦rito de los lidiadores, la calidad de los lances¡ Y si algo de todo esto falla, el aficionado conspicuo lo exigir¨¢ con la vehemencia que sea del caso; y si se cumple cabalmente, lo celebrar¨¢ gozoso, e, incluso, puede que entre en trance y crea que se le ha aparecido la Virgen¡±.
Los tiempos han cambiado una barbaridad; la pasi¨®n ha dejado paso al regocijo, y la emoci¨®n al soso aburrimiento. Es verdad que son cada vez m¨¢s infrecuentes las tardes de conmoci¨®n y arrebato, pero nada de ello justificar¨ªa que desaparezcan el rigor y la seriedad del espect¨¢culo taurino.
Vamos a ver: aun teni¨¦ndose en cuenta el respeto a la subjetividad y a los gustos de cada cual, las Puertas Grandes de Madrid a los novilleros V¨ªctor Hern¨¢ndez, el pasado 27 de marzo, y Diego Garc¨ªa, el 1 de este mes, carecen de toda l¨®gica; pero del mismo tenor han sido los resonantes triunfos sevillanos, a excepci¨®n del alcanzado por Daniel Luque.
?Qu¨¦ est¨¢ pasando? Ojal¨¢ los novilleros Hern¨¢ndez y Garc¨ªa demuestren que lo suyo no ha sido flor de un d¨ªa; ojal¨¢ el rejoneador Guillermo Hermoso se acerque a la grandeza de su padre, Tom¨¢s Rufo alcance el sue?o al que parece predestinado, y El Juli imparta nuevas lecciones magistrales, pero nada de ello justifica en modo alguno que se rebaje el nivel de la exigencia debida para desvirtuar la fiesta y ofrecer una falsa imagen de la realidad.
Sevilla ya no es Sevilla, ni Madrid es Madrid; el virus nos ha reblandecido a todos
Lo que sucede es que ¡°el toreo de hoy es tan superficial como los tiempos que corren¡±. La frase tambi¨¦n pertenece a Joaqu¨ªn Vidal. Pero lo m¨¢s preocupante es que est¨¦n contagiados tambi¨¦n los presidentes de las plazas m¨¢s importantes.
Hoy por hoy, son temibles los palcos de Madrid y Sevilla; hay que echarse a temblar cuando aparecen cuatro pa?uelos en los tendidos. Los presidentes son tan pol¨ªticamente correctos que no parecen dispuestos a aguantar una bronca del respetable para defender el prestigio de una plaza. Saben, eso s¨ª, que, en general, no ser¨¢n respaldados por sus superiores pol¨ªticos en caso de conflicto, porque los que mandan son m¨¢s superficiales que el p¨²blico en materia de integridad taurina.
Los presidentes no pueden olvidar que sus decisiones determinan el devenir de la tauromaquia moderna. Porque Madrid y Sevilla son los faros de la fiesta en el mundo. Ellas marcan para bien o para mal el rumbo del espect¨¢culo.
No puede valer todo. Aunque el tendido aplauda a toros mansos en el arrastre, vitoree a picadores por no picar, solicite una oreja tras un sablazo y crea que est¨¢ viendo a Manolete en una faena mediocre, alguien -el presidente- debe mantener el tim¨®n firme para que la fiesta no se vaya a la deriva.
La enfermedad ya hab¨ªa dado la cara antes, pero despu¨¦s de dos a?os de pandemia, hay que admitir que Sevilla ya no es Sevilla, ni Madrid es Madrid. El virus nos ha reblandecido a todos, y ha permitido que se abra paso el triunfalismo populista, que es la antesala de la degeneraci¨®n.
¡°Hoy vivimos en la perfecci¨®n total¡±, insist¨ªa el maestro Vidal, ¡°el limbo¡±.
Pues, anda que¡
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.