La b¨²squeda del delator de Ana Frank enfrenta a los investigadores del Holocausto
La teor¨ªa que se?ala a un notario jud¨ªo, Arnold van den Bergh, como el posible denunciante de la ni?a que escribi¨® el famoso diario provoca una agria pol¨¦mica entre los historiadores
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
Los visitantes de la casa museo de Ana Frank, dedicada en ?msterdam a la autora del diario m¨¢s famoso del Holocausto, repiten desde hace d¨¦cadas una misma pregunta: ?qui¨¦n la denunci¨® en 1944? Un libro publicado este enero en Holanda se?ala a un notario jud¨ªo, Arnold van den Bergh, como el posible delator de la ni?a, escondida de los nazis en el anexo de ese mismo inmueble, junto a su familia y otras cuatro personas.
La pertenencia del notario a la misma comunidad hebrea que los Frank ha generado revuelo, pero el choque se ha producido entre el m¨¦todo policial y forense aplicado en esta nueva indagaci¨®n del caso Frank y el rigor acad¨¦mico reclamado por los historiadores. Titulada en espa?ol ?Qui¨¦n traicion¨® a Ana Frank? La investigaci¨®n que revela el secreto jam¨¢s contado, la obra ha sido publicada por la editorial estadounidense HarperCollins en una veintena de idiomas.
En Pa¨ªses Bajos, la versi¨®n neerlandesa estaba en manos de otro sello, Ambo Anthos, que la retir¨® el pasado febrero pidiendo disculpas ¡°a cualquiera que se haya ofendido¡±. Sin fecha de salida por ahora en Alemania, el libro no ha tenido problemas en el resto del mundo. Est¨¢ firmado por la bi¨®grafa y poeta canadiense Rosemary Sullivan. Ella ha interpretado el trabajo del equipo formado por un periodista y un cineasta holandeses, guiados por el estadounidense Vince Pankoke, un exagente del FBI.
El grupo se propuso abordar la suerte de Ana Frank como un caso abierto ¡ªun cold case, en la versi¨®n original en ingl¨¦s¡ª y han utilizado la inteligencia artificial y el procesado de datos (big data). Tambi¨¦n han consultado, entre otros, con un psic¨®logo del conductual. Quer¨ªan saber por qu¨¦ un respetado notario jud¨ªo pudo haber informado a los nazis del escondite de la familia Frank, en el n¨²mero 263 de la calle Prinsengracht, de la capital holandesa. Durante seis a?os, han ido descartando a cerca de 30 sospechosos y una veintena de posibilidades. Tambi¨¦n han especulado, a la vista del tiempo transcurrido y las lagunas en la informaci¨®n sobre el arresto. De los campos de exterminio solo regres¨® el padre, Otto Frank. Su hija no solo simboliza la inocencia en la tragedia, Ana Frank es un icono tan conocido como una marca internacional.
Seg¨²n el libro, es ¡°casi seguro¡± que los empleados del Consejo Jud¨ªo holand¨¦s dispon¨ªan de una lista de direcciones de los que estaban escondidos, y entre ellas, ¡°pod¨ªa figurar la de la familia de Ana Frank¡±. Era un organismo creado por los nazis en los pa¨ªses ocupados para que atendieran a sus comunidades, apartadas a la fuerza de la vida regular, y se a?ade que Arnold van den Bergh, uno de sus miembros, ¡°ten¨ªa contactos en las altas esferas nazis¡±. De modo que ¡°pudo haber cedido ese inventario en cualquier momento¡±.
Un cold case se aborda revisando todos los trabajos anteriores para hallar nuevas pistas, y Pankoke subraya ¡°que es apropiado especular sobre lo que pudo haber pasado, y analizar la personalidad y situaci¨®n de los sospechosos. Pero siempre en busca de las pruebas que demuestren, o no, tu conjetura¡±. En conversaci¨®n telef¨®nica, reconoce: ¡°No estamos seguros al 100%, pero desde nuestra perspectiva, este notario fue el probable causante de la redada que dio con los Frank¡±. Le parece que lo hizo para salvar a su familia y a s¨ª mismo, es decir, ¡°fue una v¨ªctima, porque los criminales eran los nazis¡±. Y dice que se sintieron ¡°obligados a presentar nuestras conclusiones, aunque no podemos demostrarlo m¨¢s all¨¢ de toda duda razonable¡±. Callarse no era una buena idea ¡°porque podr¨ªa haber sido una bomba de relojer¨ªa de descubrirlo grupos antisemitas o neonazis¡±.
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La especulaci¨®n ha soliviantado a varios de los historiadores holandeses especializados en el Holocausto y en el propio Consejo Jud¨ªo. Bart van der Boom, docente de la universidad de Leiden, forma parte del grupo de expertos que ha refutado la tesis del libro, y asegura que ¡°no hay pruebas de que ese organismo tuviera las direcciones¡±. Describe a sus miembros como gente respetada en su comunidad: ¡°Ellos cre¨ªan que oponerse a los nazis ser¨ªa mucho peor. La idea de que dar¨ªan un listado a los nazis es rid¨ªcula. Los l¨ªderes jud¨ªos no decid¨ªan qui¨¦n ser¨ªa deportado y tampoco se encargaban de reunir a la gente para ello. Eso es uno de los numerosos errores de la autora del libro¡±. Sigue diciendo que el Consejo Jud¨ªo ¡°fue criticado por todos tras la guerra por haber colaborado con el ocupante, y hubo nazis que trataron de echarle la culpa para salvarse ellos¡±.
El equipo del cold case se?ala la declaraci¨®n de un traductor alem¨¢n que hab¨ªa o¨ªdo mencionar las listas, ¡°pero ese dato no es cre¨ªble¡±, abunda. En su opini¨®n, ¡°se ha dado publicidad a un trabajo de aficionados; es todo humo¡±. Ha escrito por su cuenta a Rosemary Sullivan ¡°apelando a su conciencia acad¨¦mica, pero ella solo dice que conf¨ªa en la investigaci¨®n¡±.
Tanto ¨¦l como su colega, Bart Wallet, catedr¨¢tico de Historia Jud¨ªa en la Universidad de ?msterdam, deploran una frase de la autora en la versi¨®n en ingl¨¦s. Despu¨¦s de afirmar que el notario, fallecido en 1950, ¡°salv¨® a su familia dando a los nazis direcciones, incluida la del n¨²mero 263 de Prinsengracht¡±, escribe lo siguiente: ¡°Tal vez tambi¨¦n pag¨® un precio. Muri¨® de c¨¢ncer de garganta. De manera extra?a, fue algo apropiado: perdi¨® la habilidad de hablar¡±. Wallet sostiene que, ¡°con un proceso apropiado de revisi¨®n por pares (expertos), el libro no se habr¨ªa publicado as¨ª¡±. ¡°En el cold case mantienen que debi¨® ser el fedatario hasta que no se demuestre lo contrario. Al rev¨¦s de lo que se espera de un argumento v¨¢lido¡±.
Pieter van Twisk, el periodista holand¨¦s que lider¨® las investigaciones, admite que esperaban cr¨ªticas, en especial en Pa¨ªses Bajos. ¡°No estaba preparado, sin embargo, para la atm¨®sfera t¨®xica creada. No busc¨¢bamos a un traidor jud¨ªo, como se ha sugerido, y creemos que Otto Frank sab¨ªa o sospechaba qui¨¦n les delat¨®, porque dijo que no quer¨ªa que sus hijos sufrieran por ello. Hay especialistas que est¨¢n de acuerdo con nosotros y no se atreven a hablar para preservar su reputaci¨®n. Es rid¨ªculo¡±. Le parece, adem¨¢s, que la editora holandesa Ambo Anthos ¡°ha podido dejar caer el libro por temor a una demanda por parte de miembros de la familia Van den Bergh¡±; no quer¨ªa ir a los tribunales con v¨ªctimas del Holocausto¡±.
Pankoke, por su parte, indica que el libro ¡°es la interpretaci¨®n de Rosemary Sullivan de las entrevistas que nos hizo y de los informes de nuestro trabajo. Hay una diferencia entre lo que ella interpreta y la investigaci¨®n misma¡±. Luego expone si todo esto no ser¨¢ porque ¡°la colaboraci¨®n con los nazis y la suerte de Ana Frank toca una fibra sensible¡±, en Pa¨ªses Bajos.

La otra prueba principal presentada en la obra es una nota an¨®nima sobre la supuesta delaci¨®n, remitida despu¨¦s de la guerra a Otto Frank. El original no se ha encontrado, pero una copia del escrito, conocido por los acad¨¦micos, estaba entre los documentos de un investigador de la polic¨ªa holandesa, Arend van Helden, que indag¨® en el asunto entre 1963 y 1964. El papel dice que el notario Van den Bergh revel¨® el escondite de los Frank a los nazis, y que el departamento que recibi¨® el chivatazo ¡°ten¨ªa una relaci¨®n de direcciones (de jud¨ªos escondidos) proporcionadas tambi¨¦n por ¨¦l¡±.
El examen forense llevado a cabo por el equipo de Pankoke confirm¨® que la copia ¡°hab¨ªa salido de la m¨¢quina de escribir de Otto Frank un par de a?os antes de 1959¡å. Seg¨²n el exagente del FBI, se preguntaron ¡°si la nota se tom¨® en serio en su d¨ªa y si la pista era buena¡±. Ellos as¨ª lo consideran, tras descubrir ¡°que no se hab¨ªa aplicado la diligencia debida, una revisi¨®n adecuada, para confirmar esas alegaciones¡±. Para Bart Wallet, la persona que la escribi¨® ¡°cita mal a las instituciones nazis, mostrando falta de conocimiento interno como para afirmar algo as¨ª sobre el notario¡±. Este tipo de notas, contin¨²a, eran frecuentes despu¨¦s de la guerra ¡°como murmuraciones, o bien para ajustar cuentas¡±. En su opini¨®n, de ser cierta la lista de jud¨ªos escondidos, ¡°estar¨ªamos ante uno de los mayores traidores de la guerra y se habr¨ªa sabido, impidiendo su regreso a la vida civil¡±.
A todo lo anterior, se suman las dudas sobre el paradero del notario desde principios de 1944. Ana Frank y los suyos fueron encontrados por los nazis en agosto de ese a?o. Pankoke apunta que Van den Bergh ¡°trataba de pasar desapercibido o bien se escondi¨®, porque faltan detalles aqu¨ª¡±. Sin embargo, otro historiador holand¨¦s acaba de encontrar un diario del tiempo de la guerra con una entrada que le sit¨²a en la localidad de Laren, cercana a ?msterdam. Van den Bergh obtuvo la documentaci¨®n necesaria para hacerse pasar como un jud¨ªo que solo lo era en una cuarta parte, y ten¨ªa, por tanto, libertad de movimiento. Pero un colega nazi que quer¨ªa su despacho logr¨® que le anularan esa circular. Debido a ello, y con sus tres hijas ocultas desde finales de 1943, los dos historiadores consultados creen que ¨¦l y su esposa se escondieron a principios de 1944. Eso mismo rememoraron sus descendientes en los a?os setenta, puesto que la familia sobrevivi¨®. ¡°Un amigo m¨ªo, que es catedr¨¢tico, ha descrito esta pol¨¦mica como un caso de arrogancia acad¨¦mica. Cuando a los historiadores no les encajan nuestros hallazgos, los rechazan. Que el notario se ocultara no prueba que no diese antes, o despu¨¦s, las listas a los nazis. Adem¨¢s, los acad¨¦micos manifiestan que era una buena persona. S¨¦ por experiencia que la gente decente puede hacer cosas terribles¡±, concluye Pankoke.
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