El ¡®caso Ana Frank¡¯ sigue abierto: todas las hip¨®tesis sobre la traici¨®n a la autora del famoso diario
Historiadores holandeses descartan que un notario jud¨ªo traicionase a la ni?a y a su familia como se?ala una nueva investigaci¨®n internacional
Han pasado casi 78 a?os desde que los nazis descubrieran el 4 agosto de 1944 el refugio de Ana Frank, sus padres y su hermana, y otras cuatro personas. Ocultos en el anexo de una casa de los canales de ?msterdam, fueron deportados a los campos de exterminio y solo regres¨® el padre, Otto. Ana y su hermana, Margot, perecieron en 1945 en Bergen-Belsen. La madre, Edith, fue asesinada en Auschwitz. Hasta ah¨ª su tr¨¢gica historia es similar a la de los cerca de 28.000 jud¨ªos holandeses que, seg¨²n los historiadores, se escondieron en Pa¨ªses Bajos durante la ocupaci¨®n alemana en la Segunda Guerra Mundial. Unos 12.000 de estos perseguidos fueron hallados por los nazis y corrieron una suerte similar a la de los Frank y sus amigos. El Diario escrito por la adolescente, sin embargo, se ha convertido en uno de los s¨ªmbolos m¨¢s reconocibles del Holocausto y su nombre es sin¨®nimo de un caso sin resolver. No se conservan documentos sobre el registro durante el que fueron detenidos, y circulan por lo menos una treintena de teor¨ªas sobre qui¨¦n pudo delatarles, si se trat¨® de una denuncia o si bien los encontraron en el curso de una operaci¨®n relacionada con el mercado negro de cartillas de racionamiento.
El libro titulado ?Qui¨¦n traicion¨® a Ana Frank? (HarperCollins, a la venta en Espa?a el 9 de febrero), firmado por la escritora canadiense Rosemary Sullivan, narra los seis a?os de trabajo de una investigaci¨®n internacional que apunta a un notario jud¨ªo ¡ªArnold van den Bergh¡ª como el posible traidor. Su nombre aparece en una nota an¨®nima recibida por Otto Frank despu¨¦s de la contienda y este estudio cree que lo hizo para salvar a su familia. El equipo ha contado con la colaboraci¨®n de Vince Pankoke, un exagente del FBI. El notario era miembro del Consejo Jud¨ªo, un organismo que dispon¨ªa de listas de los escondidos y las puso a disposici¨®n de las fuerzas ocupantes. Sin embargo, se trata de unas conclusiones que no convencen a los historiadores holandeses expertos en este periodo.
Otto y Edith Frank emigraron en 1933 a los Pa¨ªses Bajos desde Alemania junto con sus dos hijas, Margot y Ana ¡ªde siete y cuatro a?os, respectivamente¡ª tras la llegada de Hitler al poder. Una vez en ?msterdam, se instalaron en un barrio de nueva planta donde viv¨ªan otras familias jud¨ªas en sus mismas circunstancias. En la ciudad holandesa, Otto Frank dirigi¨® una sucursal de Opekta, una firma europea que vend¨ªa pectina de fruta para hacer mermelada y ten¨ªa su sede en el n¨²mero 263 de la calle Prinsengracht. Casi una d¨¦cada despu¨¦s, el anexo trasero de esta misma casa sirvi¨® de escondite a su familia y tambi¨¦n al matrimonio formado por Hermann y Auguste van Pels, y su hijo, Peter. El dentista Fritz Pfeffer complet¨® el grupo de ocho perseguidos que se cobijaron juntos en el coraz¨®n de la ciudad.
El Ej¨¦rcito alem¨¢n invadi¨® Holanda el 10 de mayo de 1940, y el padre de Ana empez¨® muy pronto a preparar su posible traslado al anexo, de unos 50 metros cuadrados, que se produjo dos a?os despu¨¦s. Seg¨²n Johannes Houwink ten Cate, especialista en el estudio del Holocausto, Otto Frank ¡°hizo correr la voz de que se hab¨ªan marchado a Suiza y se enclaustr¨® con toda su familia en julio de 1942¡å. ¡°Fue un acto at¨ªpico, pues los ni?os sol¨ªan ser separados de sus progenitores porque as¨ª ten¨ªan m¨¢s posibilidades de sobrevivir¡±, se?ala en conversaci¨®n telef¨®nica. Se trasladaba a los menores jud¨ªos a lugares alejados de sus hogares en funci¨®n de su aspecto. As¨ª, ¡°un ni?o m¨¢s moreno pasar¨ªa desapercibido en el sur, y otro m¨¢s rubio en el norte del pa¨ªs, y Otto Frank corri¨® un riesgo manteniendo a todos juntos. Aunque es verdad que lograron esconderse dos a?os seguidos¡±, prosigue.
La ma?ana del 4 de agosto de 1944, polic¨ªas alemanes y holandeses, a las ¨®rdenes de Karl Silberbauer, un agente austriaco miembro de las SS destinado en ?msterdam, descubrieron a los ocho perseguidos. La Casa de Ana Frank, el museo abierto actualmente en el mismo edificio de la calle Prinsengracht, se?ala que no hay documentos oficiales del arresto, pero tanto Otto Frank como las cinco personas que les ayudaron a ocultarse reconocieron en 1945 a los dos agentes holandeses del grupo en unas fotos.
En su biograf¨ªa sobre el progenitor, la autora Carol Ann Lee sugiere que Tonny Ahlers, miembro del Movimiento Nacional Socialista holand¨¦s (NSB en sus siglas neerlandesas), denunci¨® a los escondidos a la polic¨ªa secreta alemana. Seg¨²n Houwink ten Cate, en cambio, ¡°no se ha podido demostrar que Ahlers conociese el anexo¡±. ¡°Pasa igual con Lena Hartog, esposa de un trabajador de la empresa. Melissa M¨¹ller, bi¨®grafa de Ana Frank, la presenta como sospechosa de la delaci¨®n, y tampoco hay pruebas¡±, se?ala. Otro tanto ocurre con Ans van Dijk, una mujer jud¨ªa que revel¨® el escondite de muchas v¨ªctimas despu¨¦s de haberse ocultado ella misma, y fue ejecutada por colaboracionista en 1948. ¡°Tampoco se ha podido comprobar. Una cosa es el deseo de saber y otra distinta saber de verdad¡±, sostiene el estudioso holand¨¦s. Admite la buena labor del equipo internacional para analizar y descartar una treintena de estas teor¨ªas, incluida la llamada de un informante policial recibida por Willy Lages, que era el jefe de la polic¨ªa secreta alemana. Pero mantiene que se equivocan al se?alar a Arnold van den Bergh.
El nuevo libro se centra en una nota an¨®nima enviada a Otto Frank despu¨¦s de la contienda que se?alaba al notario como responsable de haber desvelado el escondite por su labor en el Consejo Jud¨ªo de ?msterdam. Los nazis elaboraron un registro con todos los jud¨ªos holandeses, y los investigadores suponen que Van den Bergh tuvo acceso en el Consejo a las listas de los escondidos. ¡°Sostienen que las habr¨ªa cedido para proteger a su familia¡±, asegura Houwink ten Cate. ¡°Es ingenuo pensar que el invasor respetar¨ªa a un jud¨ªo por pasar informaci¨®n, mientras los nazis ejecutaban el mayor genocidio de la historia. Si bien Van den Bergh falsific¨® papeles para hacerse pasar por medio jud¨ªo y evitar la deportaci¨®n, cuando se supo tuvo que ocultarse con su familia. Era febrero de 1944 y Ana Frank fue descubierta en agosto de ese a?o. No creo que fuese el notario, fallecido en 1950, pero su reputaci¨®n ya est¨¢ da?ada para siempre. El Consejo Jud¨ªo fue muy criticado despu¨¦s de la guerra por su papel como instrumento en manos del ocupante, pero no he o¨ªdo nunca que tuviesen listas de jud¨ªos escondidos¡±. El problema, puntualiza, es que la m¨¢quina publicitaria se ha puesto en marcha ¡°porque tambi¨¦n Netflix va detr¨¢s de esto; cuando en realidad la vida durante la ocupaci¨®n nazi de Pa¨ªses Bajos fue tan compleja que sobrepasa cualquier fantas¨ªa¡±, indica.
Otra de las pistas seguidas a lo largo de los a?os apunta a una traici¨®n de Willem van Maaren, un mozo del almac¨¦n de Opekta. Se investig¨® despu¨¦s de la guerra sin resultado. Sin olvidar que dos personas relacionadas con los protectores de los Frank fueron arrestadas por estar implicadas en el mercado negro.
Para el historiador Bart van der Boom, el Diario sali¨® a la venta en 1947, pero la figura de Ana Frank se dispar¨® desde que se estrenaron en los a?os cincuenta la obra de teatro y la pel¨ªcula de George Stevens sobre su escondite. ¡°Para un estadounidense, la historia del Holocausto es la de esta ni?a, pero no es m¨¢s valiosa que otros jud¨ªos en su misma situaci¨®n. Hoy es casi una marca, y es tentador presentar una conclusi¨®n espectacular tras una nueva b¨²squeda de posibles delatores¡±, asegura al tel¨¦fono. Y contin¨²a: ¡°Despu¨¦s de la guerra, el Consejo Jud¨ªo ten¨ªa mala fama, y los criminales de guerra alemanes dijeron que sus miembros hab¨ªan sido unos traidores para defenderse. Por eso, la acusaci¨®n contra el notario y el propio Consejo es irresponsable sin pruebas firmes. Es posible que ni siquiera fuese una traici¨®n, pero ahora nos dicen que un jud¨ªo delat¨® a otro y eso puede aprovecharse como un estereotipo antisemita¡±.
La posibilidad de que alguien observara movimientos extra?os en el anexo desde el patio trasero y llamase a la polic¨ªa tampoco es descartable. El historiador David Barnouw se?ala por tel¨¦fono que ocho personas metidas en una casa durante dos a?os pudieron ser vistas por alg¨²n vecino. ¡°En las ¨²ltimas d¨¦cadas, m¨¢s de 20 sujetos han sido se?alados como el posible traidor. Porque necesitamos un traidor. La nueva investigaci¨®n cifra en un 85% su seguridad sobre la autor¨ªa del notario. Para un historiador eso es rid¨ªculo¡±, afirma. Barnouw augura nuevas teor¨ªas sobre la tragedia de Ana Frank, y comparte esta reflexi¨®n sobre los escondidos: ¡°?De no haber sido descubiertos, habr¨ªan sobrevivido al invierno del hambre en 1944?¡±. Se refiere a la hambruna provocada por el bloqueo del transporte de comida impuesto por los nazis al oeste del pa¨ªs, cuando el sur ya hab¨ªa sido liberado por los aliados. Se calcula que hubo unos 22.000 muertos. ¡°Hay muchas cosas que posiblemente no sepamos nunca en este caso¡±, insiste.
Babelia
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