¡®Fieras familiares¡¯, las divertidas memorias del joven naturalista perseguido por una foca y atacado por su propia pit¨®n
En la estela de Gerald Durrell, el zo¨®logo mexicano Andr¨¦s Cota Hiriart publica un entretenido libro sobre su relaci¨®n con los m¨¢s pintorescos animales, incluido el cocodrilo ¡®Lupe¡¯
Es (y se reclama) de la estirpe de Gerald Durrell, el inolvidable autor de Mi familia y otros animales. Aunque el zo¨®logo y escritor mexicano Andr¨¦s Cota Hiriart (Ciudad de M¨¦xico, 40 a?os) luce un pendiente en la nariz, diversos tatuajes ¨Dentre ellos los de un varano y una serpiente, espectaculares¨D y un desconcertante bigotito a lo Errol Flynn o Cantinflas, el brillo de sus ojos al hablar de los m¨¢s variados bichos es inconfundible. Cota, cuyo Corf¨² era Coyoac¨¢n, es una de esas personas para las que los animales y en su caso especialmente los anfibios y reptiles son inseparables de su vida no s¨®lo profesional sino personal. Desde ni?o se sinti¨® fascinado por todo tipo de criaturas, las descubri¨®, recolect¨®, estudi¨®, cuid¨® y crio, viviendo muchas aventuras con ellas. En su libro de geraldurrelliano t¨ªtulo Fieras familiares (Libros del Asteroide, 2022, finalista del I Premio de No Ficci¨®n de la editorial), recoge sus relaciones con diversas especies en una primera parte de deliciosas memorias y en la segunda una serie de viajes para observar en su h¨¢bitat, y con una perspectiva conservacionista, criaturas tan particulares como los dragones de Komodo, el tarsio espectral de las C¨¦lebes o el orangut¨¢n de Borneo.
Entre los grandes momentos del libro (y la vida de Cota), aquel en el que le persigui¨® un le¨®n marino macho mientras nadaba en las Gal¨¢pagos (probablemente, reflexiona, por haber orinado en el agua) y la ocasi¨®n en que, de adolescente, buscando desesperadamente ayuda para librarse del mordisco y abrazo de una pit¨®n albina de cuatro metros, se meti¨® con el bicho encima en el ba?o de su madre divorciada para encontr¨¢rsela desnuda duch¨¢ndose con su novio: una escena que habr¨ªa hecho las delicias de Freud. Pasada la natural sorpresa, entre los tres humanos consiguieron soltar los anillos del poderoso ofidio, a la saz¨®n mascota del chico y llamada (era una hembra) La G¨¹era Rodr¨ªguez, en recuerdo de un personaje emblem¨¢tico de la historia colonial mexicana, Mar¨ªa Ignacia Rodr¨ªguez de Velasco de Osorio Barba y Bello Pereyra (para la pit¨®n usaron la abreviaci¨®n), la primera feminista de M¨¦xico, que tuvo relaciones amorosas con el general Agust¨ªn de Iturbide y, se cuenta, con los mism¨ªsimos Bol¨ªvar y Alexander von Humboldt.
¡°Los reptiles generan aversi¨®n en mucha gente, yo dir¨ªa que en el 50% de la poblaci¨®n mundial¡±, apunta en una entrevista en Barcelona el autor, que no entiende esa aversi¨®n, pues a ¨¦l las serpientes le gustan. Se sorprende un poco al ver que a su interlocutor tambi¨¦n, lo que lleva a un intercambio de experiencias en el que el mexicano se lleva la palma, no en balde su pa¨ªs tiene una de las mayores diversidades del mundo en serpientes venenosas. ¡°Mi familia es de Sinaloa, tierra de anfibios y reptiles, y no sabes lo que es aquello, hay 35 especies de serpientes (393 en todo M¨¦xico) y cuatro potencialmente mortales, entre ellas la tremenda cascabel diamante (crotalus atrox), la pichicuata o cantil, y la burila¡±. En el campo, explica, se las teme mucho y se mata a las serpientes sin distinci¨®n. ¡°Mi propia abuela sinaloense era de rancho y nunca la convenc¨ª de que hay serpientes peligrosas, pero otras que no lo son en absoluto. ¡®No voy a ponerme a ver qu¨¦ es¡¯, me contestaba¡±. El zo¨®logo es de la opini¨®n, contraria a algunas teor¨ªas actuales, de que el miedo a las serpientes no es natural sino adquirido culturalmente (tambi¨¦n entre los simios). Cree que en el caso de los humanos tiene que ver con valores religiosos.
A ¨¦l le gustan mucho no s¨®lo las serpientes ¨Dbueno, menos la cobra real de tres metros que confundi¨® con una manguera durante un viaje por el estado malayo de Sabah¨D sino otros bichos de mala fama. Le viene de la infancia, dice, que es el territorio en el que suelen nacer la curiosidad y la pasi¨®n genuina por los animales. Tambi¨¦n de los libros, y Cota recuerda sus encuentros literarios con Konrad Lorenz, Redmond O¡¯Hanlon, Birute Galdikas, el Douglas Adams de Ma?ana no estar¨¢n ¨Duna idea que quiere continuar¨D o el Kenneth Cook de los koalas cabrones. En su libro, que tiene su origen en una serie de cr¨®nicas que escrib¨ªa bajo el ep¨ªgrafe Distrito Feral, el autor mexicano relata experiencias con escorpiones (¡°biomec¨¢nica en todo su esplendor¡±), camaleones y axolotes ¨Dlas salamandras neotenias (sin metamorfosis) mexicanas a las que Cort¨¢zar dedic¨® su famoso cuento¨D, y explica c¨®mo su trato con serpientes y otros reptiles le granje¨® respeto en el colegio cuando pas¨® de ser ¡°el gordito indefenso al inadaptado extra?o que intimaba con las v¨ªboras¡±.
De padre y madre bi¨®logos, desde peque?o transgredi¨® ¡°los l¨ªmites del contacto digamos sensato con la fauna silvestre¡± y recogi¨® espec¨ªmenes en frascos y terrarios. De adolescente lleg¨® a pasar serpientes ocultas bajo la ropa en viajes en avi¨®n y obtuvo un permiso oficial para criar en casa especies en peligro, convirtiendo la vivienda familiar en algo semejante al zoo de Jersey de Gerry Durrell, incluido el cocodrilo confiscado Lupe que creci¨® hasta entablar un verdadero duelo contra la empleada de hogar armada de escoba y recogedor. Su novia de los 19 a?os le regal¨® a Cota dos grandes alacranes del g¨¦nero Pandinus, ¡°el mejor regalo de San Valent¨ªn que he tenido¡±.
En Fieras familiares, junto a las historias personales (no s¨®lo de fauna: revela que tuvo algunos problemas con las drogas), ofrece datos como que el 26 % de los cazadores recolectores agta de Filipinas, que son bajitos, ¡°han sido atacados por pitones reticuladas con intenciones alimentarias¡±. El libro, con pasajes muy literarios (no en balde el autor, que ha vivido en Londres y en Berl¨ªn, es sobrino del famoso escritor y acad¨¦mico mexicano Hugo Hiriart) incluye un excurso humor¨ªstico que no tiene desperdicio sobre c¨®mo sobrevivir al ataque de una anaconda en la selva¡
Andr¨¦s Cota, que se adhiere al g¨¦nero de la liternatura y ha estado estos d¨ªas con Gabi Mart¨ªnez pastoreando toros en el Delta del Ebro, considera que el humor no es s¨®lo imprescindible en la escritura sino en todo en la vida. ¡°Tengo claro que hay que hablar de la ciencia y divulgarla lejos de la solemnidad, lo que no quiere decir que no haya que echar mano de la poes¨ªa y el sentido de la maravilla¡±. De Gerald Durrell, uno de sus ¨ªdolos, lo aplaude todo menos que ¡°me robara el t¨ªtulo de mi libro¡±, bromea. Cuida de dos gatos (aunque es muy consciente de la amenaza a la biodiversidad de los gatos ferales) y del pez de su hija peque?ita. Revela que tiene miedo a los perros y los caballos, con los que ha tenido malas experiencias, explica que su animal favorito es el varano (¡°son muy brillantes¡±), que lo m¨¢s impresionante que ha visto en su vida son los dragones de Komodo en su ambiente y ¡°un frenes¨ª alimenticio de tiburones devorando una presa en la Baja California¡±. Que el peor momento de su vida fue al infect¨¢rsele una pierna tras una ca¨ªda en moto en Sulawesi, y, con animales, la vez en que le mordi¨® una serpiente de cascabel. ¡°Me mordi¨® en el pulgar al meterla en un saco, afortunadamente fue una mordedura seca, sin veneno, pero ?qu¨¦ mal rato!¡±.
Babelia
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