Las chicas no est¨¢n bien: el terror cotidiano de ser mujer se expresa en cuentos
Una nueva generaci¨®n de escritoras explora en ficciones cortas la alienaci¨®n femenina bajo el inquietante manto de la rutina
Parece que no pasa nada, pero aqu¨ª ocurre de todo: una mujer vuelve a casa de trabajar y un marido holgaz¨¢n y un padre borracho la involucran en un p¨¦rfido juego bajo la mirilla de una escopeta. Una cr¨ªa obligada a huir de un maltratador vaga sola por el desierto de los Monegros hasta encontrarse con un grupo de fiesteros empastillados. La pegajosa placidez de una urbanizaci¨®n de casas y matrimonios cl¨®nicos se desestabiliza ante los ojos de una vecina ad¨²ltera en un eclipse de sol. Una embarazada con espinillas y el flequillo aceitoso por un trabajo tedioso se encierra en un ba?o en la campa?a de Navidad.
¡°La normalidad nunca sale gratis¡±, concluye una presentadora del telediario en uno de los cuentos de Mar¨ªa Bastar¨®s (Zaragoza, 35 a?os). La frase funciona como la amarga lecci¨®n que atraviesa las tramas de todos estos relatos, recopilados en No era esto a lo que ven¨ªamos, la antolog¨ªa que public¨® el pasado mes de noviembre la editorial Candaya y que la autora escribi¨® durante el confinamiento desde Valencia, donde reside. Los hilos invisibles que tejen la asfixiante rutina de estas ficciones cortas molestan y pican a sus protagonistas, como un jersey de lana heredado y ro¨ªdo en sus codos. Historias que saben a tierra seca de las B¨¢rdenas Reales y de los no lugares que rodean a Zaragoza, espacios en los que se desarrollan la mayor¨ªa de episodios de estas madres e hijas alienadas, cuya banda sonora suena a zumbido del desierto y al pitido constante de una olla a presi¨®n.
¡°La distop¨ªa, el terror, la ciencia ficci¨®n, el ensayo, la poes¨ªa, todo g¨¦nero literario tiene sus propias herramientas de exploraci¨®n. A m¨ª me interesa lo cotidiano porque quiero hablar de nuestras vidas, que a veces parecen una pel¨ªcula de terror o a una fantas¨ªa lis¨¦rgica¡±, explica Bastar¨®s sobre el porqu¨¦ de adentrarse en las violencias y tensiones que subyacen en nuestro d¨ªa a d¨ªa. Inspirada por maestras del relato como Lorrie Moore, Lydia Davis, Lucia Berlin o Amy Hempel, para esta gestora cultural e historiadora del arte, todas pagamos un precio al sostener los pilares que invocan al orden social: ¡°Nos han ense?ado a perseguir anhelos prefabricados como la pareja mon¨®gama, el trabajo asalariado o la maternidad. Adaptarse a la norma no sale gratis; desviarse de ella, tampoco. Somos nuestros propios polic¨ªas y nos condenamos a la frustraci¨®n¡±, asegura.
La autora, que debut¨® con Historia de Espa?a contada a las ni?as (Fulgencio Pimentel, 2018), analiza en su ficci¨®n el estado de alerta en el que se sustenta lo femenino. ¡°Escribo de lo que conozco, y conozco el miedo y la rabia que implica a menudo la experiencia de ser mujer. Desde la adolescencia, una de las actividades principales es la hipervigilancia a potenciales amenazas dentro de la familia, de la pareja, en el espacio p¨²blico o en el trabajo. Las mujeres somos receptoras de numerosas violencias; f¨ªsicas, simb¨®licas, intelectuales. Tambi¨¦n interiorizamos una mirada masculina censora ¡ªesa de la que habla John Berger en Modos de ver¡ª, que nos lleva a vigilarnos a nosotras mismas, a ejercer violencia en nuestra contra¡±, sentencia, apelando a una asfixia de g¨¦nero de la que no parece que exista escapatoria posible.
Brillantes pero nihilistas
Bastar¨®s no est¨¢ sola narrando lo macabro de la cotidianidad femenina. Al comp¨¢s de la cuarta ola feminista, una generaci¨®n de autoras conjuga rutina y desconcierto en cuentos sobre hero¨ªnas desapegadas, chicas list¨ªsimas que descubren las grietas y reniegan de los imperativos sociales.
¡°Nada me hac¨ªa feliz. Sal¨ª a la piscina, roc¨¦ con la mano la superficie de agua mientras rezaba para que uno de los dos, mi novio o yo, nos muri¨¦semos¡±, invoca la protagonista de Los raritos, uno de los relatos que integran Nostalgia de otro mundo, la antolog¨ªa de Ottessa Moshfegh (Boston, 41 a?os) que se public¨® originalmente en ingl¨¦s en 2017 y que ahora traduce Inmaculada C. P¨¦rez de Parra en Alfaguara. Una recopilaci¨®n que no defraudar¨¢ a las devotas del culto de la protagonista desapegada y nihilista que estereotip¨® la misma autora con Mi a?o de descanso y relajaci¨®n (Alfaguara, 2019), hito para el g¨¦nero de la desafecci¨®n femenina ¨Cpor algo se apoda con su apellido, ¡°moshfehgiana¡±¨C y en el que tambi¨¦n militan las novelistas Alexandra Kleeman, Kristen Roupenian o Luc¨ªa Lijtmaer.
Anestesiadas y extra?adas
En el relato, y en castellano, es donde mejor se est¨¢n manipulando las posibilidades de este arquetipo generacional. As¨ª lo hace Camila Fabbri (Buenos Aires, 33 a?os), que acaba de editar el compendio de cuentos Estamos a salvo en Temas de hoy. La escritora, dramaturga y actriz, la ¨²nica argentina seleccionada por Granta en su lista de los mejores narradores en espa?ol menores de 35 a?os en 2021, firma una antolog¨ªa en la que las chicas tampoco andan satisfechas. J¨®venes que toman antidepresivos para anestesiar los recuerdos, muchachas asqueadas de sus novios, que se ven como ¡°fantasmas¡± con ¡°ausencia total de convicci¨®n y apoyatura¡±; mujeres que sienten p¨¢nico el d¨ªa que escuchan en la televisi¨®n que nadie ha muerto o que experimentan una de las peores pesadillas en la traves¨ªa del solitario y temido regreso a casa de madrugada: que un taxista decida no llevarte a tu destino y siga conduciendo, sin dar m¨¢s explicaci¨®n, hacia las afueras de la ciudad.
¡°En lo cotidiano est¨¢ todo, justamente, todo lo que a simple vista no se ve. Servirnos un caf¨¦, sentarnos en la computadora, llorar con un v¨ªdeo de YouTube de un perro rescatado o de un ni?o que escucha por primera vez cuando le ponen aud¨ªfonos. Hay tanta met¨¢fora ah¨ª, en esas cosas que aparentemente pasan desapercibidas y despojadas de espectacularidad. En esos lugares es donde suelo ponerme a pensar y a imaginar sucesos peque?os, medianos o inmensos¡±, explica esta autora que escribi¨® esta antolog¨ªa entre 2016 y 2021, tras publicar su primer libro de cuentos, Los accidentes.
Para Fabbri, el peligro acecha m¨¢s a las mujeres. ¡°El motivo est¨¢ a la vista. Una mujer que no puede maternar es una hereje; en cambio, un padre ausente es alguien que simplemente no pudo y est¨¢ perdonado e incluso sentimos l¨¢stima por ¨¦l. ?Qu¨¦ hacemos con estos vestigios, estas peque?as cosas que todav¨ªa est¨¢n tan enquistadas? ?Por qu¨¦ es tan cuestionada una mujer exitosa y un hombre que logr¨® llegar a las primeras planas es un h¨¦roe? Son todas peque?as esquirlas que est¨¢n ah¨ª y siguen y siguen¡±, apunta.
El ¡®Unheimlich¡¯ femenino
Sobre esas astillas tambi¨¦n escribe Eider Rodriguez (Errenteria, 44 a?os), una escritora que con su brillante libro de cuentos Un coraz¨®n demasiado grande (Literatura Random House, 2019), un compendio que tradujo ella misma del euskera original, se propuso cuestionar la espeluznante normalidad de mujeres que repel¨ªan el deseo por oler a ¡°merienda de ni?o¡±, hu¨ªan de los porrazos de la polic¨ªa o guardaban hipnotizadas su mioma extirpado en un bote. ¡°M¨¢s que lo cotidiano, lo que se ha vuelto terror¨ªfico es el sistema sobre el que se apoyan la mayor¨ªa de nuestras vidas. Nos despertamos cansadas, nos acostamos cansadas. Producimos para poder consumir y para poco m¨¢s, y adem¨¢s, somos afortunadas por formar parte de esta locura absurda e insana. Nuestra civilizaci¨®n se ha convertido en un h¨¢mster gigante dentro de una rueda a¨²n m¨¢s gigante que es lo cotidiano, que va tan deprisa que se ha vuelto dif¨ªcil parar para poder preguntarnos si queremos seguir en ella¡±, apunta, y destaca que, en su caso, ¡°escribir puede ser una manera de bajar de la rueda, al menos durante un rato¡±.
Si Mar¨ªa Bastar¨®s asegura que su libro ¡°desprende unheimlich¡±, un t¨¦rmino alem¨¢n para describir lo aterrador (¡°Mientras heimlich significa familiar, el unheimlich ser¨ªa mirarlo desde una perspectiva inquietante, como cuando una palabra usual se ha repetido cien veces y muestra sus costuras, result¨¢ndonos extra?o, repentinamente desconcertante¡±, cuenta), Rodr¨ªguez expresa esa idea casi con las mismas palabras: ¡°Lo que pasa con el d¨ªa a d¨ªa es que a fuerza de repetirlo se vuelve absurdo, pierde su sentido, y como una palabra dicha cien veces, deja a la vista la tramoya, y eso da miedo¡±.
La escritora vasca ve l¨®gica esta explosi¨®n de relatos sobre la inquietante normalidad femenina: ¡°Es terror¨ªfico ver que debajo del cansancio, de la tristeza, de la enajenaci¨®n, del miedo, de la ansiedad, de la pobreza, del ruido... bajo la alfombra de Ikea est¨¢n los cables de este sistema en apariencia tan dif¨ªcil de vencer. Pero hay que levantar la alfombra e ir provocando peque?os cortocircuitos y resetearnos¡±, explica. Y sentencia con una llamada a la acci¨®n: ¡°Est¨¢ bien hablar del terror de ser mujer, pero ahora que ya tenemos el mapa de lo que nos pasa bien clarito, creo que tambi¨¦n va siendo hora de hablar del poder real que tenemos para poner el mundo patas arriba¡±.
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