Dos siglos de c¨®mics: un arte que naci¨® para narrar los fracasos amorosos y que acab¨® contando el mundo
Caixaforum dedica una exposici¨®n en Madrid al origen y la evoluci¨®n de los tebeos en la sociedad occidental, desde Pr¨ªncipe Valiente o Betty Boop hasta las novelas gr¨¢ficas m¨¢s recientes
En el fondo, es la misma historia. Y sin embargo, a la vez, cambia todo. Porque el arranque es un folio blanco, con unas cuantas palabras. Ah¨ª se lee: ¡°Exterior ma?ana. Jaime en el campamento entrenando con Campe¨®n¡±. En el segundo papel, que se expone justo al lado, la frase empieza a tomar vida: un hombre esbozado propina un pu?etazo a otro, dentro de una vi?eta. En una tercera versi¨®n, m¨¢s abajo, los dos tipos ya tienen silueta, colores y detalles. Se descubre que ambos pelean a pecho desnudo. Y que, de fondo, dos militares los observan y charlan. Palabras e im¨¢genes, aliadas para narrar. A ...
En el fondo, es la misma historia. Y sin embargo, a la vez, cambia todo. Porque el arranque es un folio blanco, con unas cuantas palabras. Ah¨ª se lee: ¡°Exterior ma?ana. Jaime en el campamento entrenando con Campe¨®n¡±. En el segundo papel, que se expone justo al lado, la frase empieza a tomar vida: un hombre esbozado propina un pu?etazo a otro, dentro de una vi?eta. En una tercera versi¨®n, m¨¢s abajo, los dos tipos ya tienen silueta, colores y detalles. Se descubre que ambos pelean a pecho desnudo. Y que, de fondo, dos militares los observan y charlan. Palabras e im¨¢genes, aliadas para narrar. A esa magia, que realiz¨® Jaime Mart¨ªn en 2016 para una p¨¢gina de Jam¨¢s tendr¨¦ 20 a?os, se la llama c¨®mic. Y miles de creadores repiten el hechizo cada d¨ªa, desde hace dos siglos, en todo el mundo. Ahora, hasta el 28 de agosto, m¨¢s de 300 p¨¢ginas originales cuelgan de las paredes del Caixaforum de Madrid para resumir el origen y evoluci¨®n del tebeo occidental. Aunque, en realidad, la muestra contiene muchas m¨¢s historias: hay una en cada vi?eta.
Por ejemplo, la de Rodolphe T?pffer. Varios expertos ¡ªy la exposici¨®n¡ª le atribuyen a este profesor suizo el honor de haber inventado el c¨®mic, en 1837, para entretener a sus alumnos. Pintor y escritor, intent¨® amenizar la vida de los ni?os de un internado con Los amores del se?or Vieux Bois. Retrat¨® con l¨¢piz el fracaso de un hombre enamorado, pero repetidamente derrotado. Aunque, en realidad, termin¨® por dibujar el comienzo de un ¨¦xito. Personal, porque recibi¨® reconocimiento y elogios. Pero, sobre todo, fundacional: C¨®mic. Sue?os e historia, comisariada por el experto y coleccionista Bernard Mah¨¦, sigue el avance de los tebeos desde entonces hasta convertirse en el llamado noveno arte.
Un camino largo que se desliza por una decena de salas y, seguramente, por la memoria de m¨¢s de un asistente. ¡°Mi amigo Manolo los ten¨ªa todos¡±, suspira un visitante de unos 60 a?os ante una enorme l¨¢mina de Pr¨ªncipe Valiente, creado por Harold Foster en 1937. Al espadach¨ªn le acompa?an, muy de cerca, iconos como Betty Boop, Popeye o Mandrake. En una p¨¢gina, el inspector Dick Tracy afronta el caso de un extra?o barco. Unos metros m¨¢s all¨¢, el Pato Donald se sube a unos patines para robar una manzana y acabar, sin embargo, precipit¨¢ndose por una alcantarilla. Una galer¨ªa de mitos de los a?os treinta que todav¨ªa lo son hoy, tanto que muchos sellos los rescatan. Entonces en blanco y negro, ahora en color. Y todos, adem¨¢s, con puntos de partida parecidos: ¡°Narraci¨®n secuencial¡±, resume la muestra. Es decir, tiras peri¨®dicas en revistas, prensa, publicaciones infantiles o libelos sat¨ªricos. Tanto que, casi siempre, la ¨²ltima p¨¢gina terminaba con un anuncio: ¡°La semana pr¨®xima¡¡±.
A fuerza de entregas, el tebeo ha ido sumando casi dos siglos de vida. Y cada vez m¨¢s lectores se han rendido a sus encantos. Adentr¨® a los europeos en la jungla que apenas conoc¨ªan con Tarz¨¢n, o ayud¨® a los migrantes de EE UU a acercarse al ingl¨¦s a principios de 1900. Permiti¨® olvidar un rato el trauma de la Segunda Guerra Mundial para seguir a Tint¨ªn, de Herg¨¦, en sus descubrimientos. O sum¨® miles de lanzas a la resistencia de Ast¨¦rix y Ob¨¦lix, ideados por Albert Uderzo y Ren¨¦ Goscinny: tanto que, d¨¦cadas despu¨¦s, su ¨²ltima historia, Tras la huella del grifo, fue el tebeo m¨¢s vendido en Espa?a en 2021.
Seguir la epopeya del c¨®mic, en realidad, sirve tambi¨¦n para trazar la de la sociedad occidental. Era 1896 cuando Richard Felton Outcault dibuj¨® a un chiquillo desdentado que gritaba a trav¨¦s de unos bocadillos: pero todav¨ªa hoy, por sus chillidos y el color de su camis¨®n, se habla de ¡°prensa amarillista¡±. Cuatro d¨¦cadas m¨¢s tarde, Superman ¡ªcreado por Jerry Siegel y Joe Shuster¡ª apareci¨® para rescatar a los estadounidenses de la Gran Depresi¨®n. Y triunf¨® tanto que la sed de h¨¦roes tuvo que ser saciada con Batman, Wonder Woman o Capit¨¢n Am¨¦rica. Quiz¨¢s alg¨²n visitante especialmente joven descubra aqu¨ª que sus ¨ªdolos cinematogr¨¢ficos no nacieron en la pantalla, sino sobre un papel blanco.
A la vez, las vi?etas de C¨®mic. Sue?os e historia cuentan tambi¨¦n lo que no muestran. Durante d¨¦cadas apenas hay firmas femeninas, y demasiadas veces se retrat¨® a chicas salvadas por alg¨²n h¨¦roe o empe?adas en seducirlo. Todav¨ªa sucede, alguna vez, pero ah¨ª est¨¢n ¡ªen la muestra y en la vida¡ª creadoras como Laura P¨¦rez Vernetti, Ana Galva? o Mar¨ªa Medem, para que el tebeo ya no dibuje nunca m¨¢s solo la versi¨®n de una mitad del mundo.
En dos siglos de c¨®mics tambi¨¦n caben debates sobre la propiedad de los personajes, entre los robos que denuncia desde hace a?os Alan Moore o la pelea en los tribunales de Isabelle Franquin, hija de Andr¨¦, creador de Gast¨®n Lagaffe. Si el personaje tendr¨¢ nuevas aventuras, como quiere la editorial Dupuis en contra de su heredera, debe decidirlo un juez: mientras, en la exposici¨®n puede verse alguna de las antiguas.
Entre tantos villanos, los creadores tambi¨¦n han lidiado con la censura, como le sucedi¨® alguna vez al espa?ol Capit¨¢n Trueno: al r¨¦gimen le preocupaba que el caballero andante caminara demasiado lejos de los valores familiares y de su amor eterno. Aunque, a la vez, el fin del franquismo impuls¨® en Espa?a una revoluci¨®n en el tebeo: Paracuellos, de Carlos Gim¨¦nez, Makoki, de Miguel Gallardo, y revistas como El V¨ªbora mostraron a los ciudadanos que otro relato era posible. El tebeo, al fin y al cabo, habla a las masas y a los nichos.
Hoy, la mitad de las ventas en Espa?a proceden del manga ¡ªsu reciente producci¨®n occidental, por cierto, no aparece en la muestra¡ª, pero autores como Charles Burns o Chris Ware siguen reivindicando los m¨¢rgenes. La exposici¨®n recuerda revistas como Raw o Alter alter, y creadores tan decisivos como Andrea Pazienza, Moebius o Will Eisner, considerado el inventor del concepto de novela gr¨¢fica. Porque, poco a poco, el tebeo fue dejando atr¨¢s las entregas para ganarse sus propios libros. Y el derecho a hablar de todo: donde un d¨ªa hubo sobre todo escapismo, en 1975 la artista transexual Jeffrey Catherine Jones retrat¨® a una mujer que debat¨ªa sobre la evoluci¨®n con una almeja. Y Daniel Clowes se dibuj¨® en 1992 colgando de una horca.
Al fin y al cabo, ya desde sus inicios, el c¨®mic mostraba sus ganas de trascender las reglas. En 1940 Fran Godwin romp¨ªa en Connie el esquema m¨¢s habitual y uniforme de vi?etas: si una secuencia merec¨ªa un tama?o mayor, o distinto, que as¨ª fuera. Y la p¨¢gina con la que Milton Caniff inaugur¨® en 1947 su nueva serie, Steve Canyon, mereci¨® hasta un an¨¢lisis semi¨®tico de Umberto Eco, que la consider¨® ejemplar en el uso del fuera de campo o la gesti¨®n de las expectativas. He aqu¨ª uno de los primeros ladrillos que construyeron la dignidad y reputaci¨®n del c¨®mic, hoy casi universalmente reconocida. Todav¨ªa existen, eso s¨ª, lectores que cuestionan incluso estos fundamentos. Tal vez una visita a la exposici¨®n pueda desdibujar sus prejuicios.