?A qui¨¦n pertenece un personaje? La disputa por los derechos morales suspende la resurrecci¨®n de Gaston Lagaffe

Antes de que el historietista belga Andr¨¦ Franquin falleciera en 1997, declar¨® expresamente que no quer¨ªa que su personaje m¨¢s popular, Gaston Lagaffe (Tom¨¢s el Gafe en espa?ol), le sobreviviera. Para asegurarse de que nunca llegara a suceder, cedi¨® a su hija Isabelle los derechos morales de su creaci¨®n. Mientras que dentro de las vi?etas Gaston hace lo posible para escaquearse de su trabajo como aprendiz en la revista Spirou, en la vida real la editorial Dupuis ha vuelto a ponerlo manos a la obra. Pero la historia, como todo lo que rodea al Gafe, ha terminado por torcerse. La compa?¨ªa anunci¨® el pasado 17 de marzo que ten¨ªa preparado un ejemplar con nuevas tramas de Gaston, Retour de Lagaffe (El regreso de Lagaffe), 30 a?os despu¨¦s de que sus ¨²ltimas andanzas vieran la luz. Pero la hija del autor, con la intenci¨®n de cumplir con la voluntad de su padre, ha recurrido a la justicia belga para detener su publicaci¨®n. El juez, que la ha suspendido hasta tomar una decisi¨®n firme en septiembre, tendr¨¢ que decidir qu¨¦ pesan m¨¢s: los derechos morales, en potestad de la heredera, o los de publicaci¨®n, en manos de Dupuis.

Franquin, uno de los grandes autores del c¨®mic europeo, destac¨® por su trabajo en la revista Spirou y por el desarrollo de algunos de sus personajes e historias, como El marsupilami o Spirou y Fantasio, publicaci¨®n central de la cabecera. Pero esta ¨²ltima pareja de j¨®venes reporteros ¡ªque Franquin hered¨® de su maestro Jij¨¦ en 1946 por los buenos resultados que hab¨ªa conseguido con su primera vi?eta al cargo, El tanque¡ª no era una creaci¨®n suya, sino de Rob-Vel en 1938. El historietista s¨ª fue el responsable de crear en 1957, y con mucho mimo, a Gaston Lagaffe. Sus constantes intentonas por no trabajar, que casi siempre acababan mal, y su punto de vista sobre la vida cotidiana se ganaron un hueco en el coraz¨®n de los lectores. Tanto que el Gafe poco a poco fue adquiriendo un mayor espacio en el papel. Y finalmente, en 1968, Franquin abandon¨® a Spirou y Fantasio para dedicarle m¨¢s tiempo a Gaston, que se public¨® en la cabecera hasta pocos meses antes del fallecimiento del belga.

El autor consider¨® la obra completa. Y as¨ª fue hasta que este a?o Dupuis, ampar¨¢ndose en los derechos de publicaci¨®n, anunci¨® que Gaston volv¨ªa, bajo el pincel del quebequense Marc Delaf. Isabelle Franquin consider¨® ¡°ilegal¡± este proyecto y exigi¨® la ¡°suspensi¨®n urgente y provisional de cualquier prepublicaci¨®n, promoci¨®n o distribuci¨®n de las nuevas vi?etas¡±. Public¨® una carta abierta en la que ped¨ªa que se respetaran los derechos morales de los autores, independientemente de si est¨¢n vivos o muertos. ¡°Al despreciar sus derechos morales, se pone en peligro la creaci¨®n de ayer, la de hoy y se hipoteca la de ma?ana; el c¨®mic no puede limitarse a un oficio tradicional o a un producto industrial¡±, reza la misiva, que ya ha recibido el apoyo de m¨¢s de 800 personalidades, entre las que destacan otros dibujantes como Philippe Geluck o Beno?t Peeters.

La editorial, a modo de respuesta, anunci¨® sus intenciones de aplazar la publicaci¨®n del nuevo c¨®mic ¡ªdel que esperaba vender 1,2 millones de ejemplares¡ª ¡°para permitir un debate sereno y objetivo y para preservar la calidad de las relaciones con la se?ora Franquin a la espera de la decisi¨®n judicial¡± en firme, seg¨²n expres¨® en un comunicado.

Ya con las cartas sobre la mesa, en septiembre, la justicia belga tendr¨¢ que priorizar los derechos morales o de publicaci¨®n. Ambos forman parte de un mismo total, la propiedad intelectual, aunque cada uno est¨¢ en una rama distinta de las dos que lo componen. Marta C. Dehesa, abogada especializada en este ¨¢mbito, explica: ¡°Dejando de lado la propiedad industrial, el derecho de autor¨ªa en el derecho continental ¡ªque se aplica de manera similar en Europa y que es distinto del copyright anglosaj¨®n¡ª integra dos tipos de derechos: uno de car¨¢cter m¨¢s personal y otro m¨¢s patrimonial. De car¨¢cter personal digamos que existen los derechos morales, y de car¨¢cter patrimonial, los de explotaci¨®n¡±.

?Adaptaci¨®n o transformaci¨®n?

Dupuis mantiene que, en el contrato de adquisici¨®n que firmaron con el autor en 2013, ¡°Franquin estipul¨® el derecho a hacer nuevos usos de sus personajes y su obra¡±, seg¨²n declar¨® Alain Berenboom, abogado de Dupuis, al diario franc¨¦s Le Soir. ¡°Andr¨¦ Franquin y su esposa hab¨ªan creado la S. A. Franquin, a la que el autor hab¨ªa trasladado sus personajes. Esta empresa fue vendida primero a Marsu Productions, que luego la vendi¨® a Dupuis¡±, agreg¨® el letrado. Seg¨²n ¨¦l, una de las cl¨¢usulas que incluye el contrato ¡°limita¡± la aplicaci¨®n de los derechos morales: la familia solo puede rechazar una adaptaci¨®n ¡°por razones ¨¦ticas o art¨ªsticas¡±, condiciones que no se dan, esgrime.

Dehesa cree que ¡°la discusi¨®n va a estar entre si es una modificaci¨®n de la obra, de tal forma que la generaci¨®n de un nuevo c¨®mic supone modificar la integridad de esa obra, o una adaptaci¨®n. Transformar es convertir una obra en otra obra derivada, una nueva. De un c¨®mic, una pel¨ªcula¡±. De hecho, Gaston Lagaffe ha sido trasladado a otras plataformas en los ¨²ltimos a?os: se ha llevado al cine en acci¨®n real en dos ocasiones, en 1981 y en 2018; en 1987 se lanz¨® M¡¯enfin, un videojuego similar a Cluedo pero en la redacci¨®n de Spirou; dos a?os m¨¢s tarde se adaptaron algunas vi?etas con actores para la televisi¨®n; e incluso se public¨® un libro-disco en 1983 que inclu¨ªa dos canciones sobre Gaston. Pero en cuanto a los c¨®mics, explica Dehesa, la historia es muy diferente: ¡°Para m¨ª generar un nuevo tebeo, sin conocer al detalle esas cl¨¢usulas, supone no un derecho de adaptaci¨®n o de transformaci¨®n, sino de ampliaci¨®n de esa obra, con lo cual la original pierde su unidad¡±.

La experta pone como ejemplo una escultura como el David de Miguel ?ngel: si se a?adiera una pierna o tres brazos, se estar¨ªa modificando la integridad de la obra. El problema aqu¨ª lo tenemos en cuanto a la consideraci¨®n de obra de arte en el c¨®mic. ?l dej¨® una obra completa, con principio y con final. A?adir ahora sin su autorizaci¨®n nuevas ediciones supone modificar su obra y la integridad de su obra, que era un todo hasta donde ¨¦l la dej¨® y como la dej¨® hace 30 a?os¡±.

Jos¨¦ Manuel Tourn¨¦e, abogado experto tambi¨¦n en la materia, considera sin embargo que cada una de las historietas supone una obra como tal. Por lo que, ¡°a falta de ver el contrato¡±, cree que Dupuis podr¨ªa tener una baza a su favor: ampararse en el derecho de uso del personaje, distinto del de cada una de las historietas. ¡°El uso del personaje puede haberse cedido, y ya no estar¨ªamos hablando solo de propiedad intelectual, eso ser¨ªa propiedad industrial tambi¨¦n, para temas de merchandising o para lo que sea que hagan. En esos casos podr¨ªamos estar ante un derecho cedido y que no est¨¦ en los derechos morales. Los herederos han buscado un argumento s¨®lido y que est¨¢ en la ley, pero puede que impere el derecho de la editorial a seguir utiliz¨¢ndolo¡±, explica Tourn¨¦e.

Desde la editorial mantienen un mensaje de seguridad ante el litigio. En su comunicado, transmiten que est¨¢n ¡°seguros de que las pr¨®ximas semanas permitir¨¢n demostrar¡± su derecho. En cualquier caso, creen que lo mejor para todas las partes ser¨ªa buscar ¡°una soluci¨®n que permita que la obra de Franquin siga viva para perpetuar el legado de este genio del c¨®mic¡±. Ser¨¢ el juez quien lo decida en septiembre.