Muere a los 87 a?os Paula Rego, la pintora de la inocencia siniestra
La artista, que ha fallecido en Londres, era una de las m¨¢s relevantes creadoras portuguesas en la escena internacional
La pintora Paula Rego muri¨® este mi¨¦rcoles en Londres a los 87 a?os y el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, calific¨® su fallecimiento de ¡°p¨¦rdida nacional¡±. El Gobierno luso ha declarado un d¨ªa de luto oficial. El pasado 26 de abril Rebelo de Sousa acudi¨® a M¨¢laga para inaugurar la gran muestra que el Museo Picasso de la ciudad andaluza dedica hasta el 21 de agosto a la artista lisboeta. Ella, muy mermada ya de salud, no acudi¨®. Lo hicieron Nick, el ¨²nico var¨®n de sus tres hijos, y Elena Crippa, conservadora de pintura brit¨¢nica de la Tate Britain y comisaria de la exposici¨®n que el museo londinense le dedic¨® en 2021. Aquella fue la consagraci¨®n absoluta de la m¨¢s inglesa de las artistas continentales. O viceversa.
Rego pas¨® en Gran Breta?a la mayor parte de su vida, pero su obra es incomprensible sin su pa¨ªs natal. De hecho, los tres pilares de la dictadura de Salazar ¨D¡±Dios, Patria y Familia¡±¨D servir¨ªan, convenientemente pervertidos, para definir su pintura. Maria Paula Paiva de Figueiroa Rego naci¨® en Lisboa el 26 de enero de 1935, es decir, dos a?os despu¨¦s de que el dictador consolidara el Estado Novo, el r¨¦gimen totalitario que durar¨ªa hasta la Revoluci¨®n de los Claveles de 1974. Era la hija ¨²nica de una pareja angl¨®fila, antifascista y anticlerical que con 16 a?os la envi¨® a Kent para ahorrarle el adoctrinamiento de la escuela salazarista. Un a?o m¨¢s tarde, ya en la Slade School of Fine Arts de Londres, conoci¨® a un estudiante de pintura llamado Victor Willing, Vic, con el que terminar¨ªa cas¨¢ndose y, hasta la muerte de ¨¦l, manteniendo una relaci¨®n estable pero salpimentada de amantes por ambas partes.
Durante la visita a la exposici¨®n del Museo Picasso, Elena Crippa analiz¨® las claves est¨¦ticas de una de las pintoras m¨¢s importantes del arte europeo reciente, la mujer que ¨Dcomo Francis Bacon o Lucian Freud¨D mantuvo viva la llama de la figuraci¨®n en tiempos en que la abstracci¨®n y el arte conceptual se convirtieron en tendencia hegem¨®nica hasta casi certificar, por en¨¦sima vez, la muerte de la pintura. A su lado, Nick Willing Rego desvelaba las claves biogr¨¢ficas. Si ella destacaba el paso del ¨®leo al collage y de este al pastel ¨Dla t¨¦cnica que la hizo famosa¨D, ¨¦l explicaba el qui¨¦n es qui¨¦n en tri¨¢ngulos amorosos representados por animales o en dram¨¢ticas escenograf¨ªas ¨Dentre manieristas y expresionistas¨D surgidas de la depresi¨®n que arras¨® a su madre en 1966. Si ella hablaba de la influencia de Jean Dubuffet, el art brut, Goya, el c¨®mic o un Walt Disney pecaminoso, ¨¦l subrayaba el compromiso pol¨ªtico que impuls¨® lienzos como Salazar vomitando la patria (1960) o el sentimiento de culpa que subyace en series como El contrato matrimonial (1999).
La obra de Paula Rego est¨¢ llena de versiones retorcidas de cuentos infantiles e historias para no dormir, ilustraciones para obras literarias de Jean Genet o E?a de Queir¨®s y manifiestos feministas por el derecho al aborto o contra la trata de mujeres. ¡°Yonki de los relatos¡±, como la describi¨® su hijo, no es casual que el fascinante museo que lleva su nombre en Cascais, a media hora de Lisboa, sobre la costa atl¨¢ntica, se llame Casa das Historias. Lo proyect¨® el portuense Eduardo Souto de Moura, premio Pritzker de arquitectura, y se inaugur¨® en 2009. De ese a?o datan sus ¨²ltimas obras presentables, entre ellas Fuga, una maternidad convertida en icono a ra¨ªz del drama de los refugiados de la guerra de Siria y de los desplazados por la guerra de Ucrania.
Entre muestras en marcha y proyectos futuros, hoy en d¨ªa circulan por el mundo 26 exposiciones que cuentan con la obra de Rego. Entre ellas, con honores de estrella, la colectiva The Milk of Dreams, n¨²cleo duro de la Bienal de Venecia inaugurada hace dos meses. Seg¨²n la propia artista, todo empez¨® en 2007, cuando el Museo Reina Sof¨ªa le dedic¨® una monumental retrospectiva que lanz¨® a la palestra internacional una obra inc¨®moda y fascinante que supo sintetizar las grandes tensiones del arte moderno: la forma y el dolor, lo bello y lo siniestro. ¡°Algo extra?o que reconoces como familiar¡±. As¨ª calific¨® el hijo de Paula Rego la obra de su madre, cuyas manos conectaban, lo dijo ella misma, el lienzo con ¡°las tripas¡±. Por eso, porque prefer¨ªa la fiereza a la delicadeza, cambi¨® el pincel por la barra de pastel.
Pintar era su manera de pensar, de gritar, de llorar, de analizarse. En 1988 se embarc¨® en un lienzo de casi tres metros de anchura, El baile, una escena nocturna a orillas del mar en el que, a modo de pel¨ªcula de un solo fotograma, aparece ella en todas las edades: de ni?a, bailando embarazada con su prometido, de adulta con su amante y sola. En medio del proceso muri¨® su marido, afectado de esclerosis m¨²ltiple durante dos largas d¨¦cadas. Desolada, solo pudo salir de s¨ª misma el d¨ªa en que se levant¨® de la cama y dijo a los suyos: ¡°Vamos a terminar el cuadro¡±. Y puso a su hijo a posar para una de las figuras masculinas. As¨ª era Paula Rego, la artista en la que se mezclan crueldad e inocencia, la mujer que describi¨® el acto de parir como ¡°echar un gran polvo¡±. Y donde dice parir vale decir pintar.
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