El noble y valiente jefe shawnee Tecumseh lidera la nueva incursi¨®n de libros sobre los indios norteamericanos
Peter Cozzens, bi¨®grafo del caudillo nativo, afirma que de no haber muerto en combate en 1813 contra los colonos podr¨ªa haber cambiado la historia de EE UU
?Qui¨¦n ha sido el m¨¢s grande l¨ªder indio? ?Toro Sentado? ?Caballo Loco? ?Nube Roja? ?Cochise? ?Jer¨®nimo? ?Quanah Parker? ?Pontiac? En EE UU mucha gente dar¨¢ una respuesta que puede sorprender en otros pa¨ªses: Tecumseh. El jefe shawnee fue un personaje crucial de la resistencia de las tribus de nativos norteamericanos contra la agresiva expansi¨®n de la reci¨¦n nacida rep¨²blica estadounidense a inicios del siglo XIX. Guerrero legendario y gallardo caudillo admirado hsta por sus enemigos, Tecumseh form¨® una ins¨®lita e irresistible pareja pol¨ªtico-religioso-militar con su hermano, un turbio cham¨¢n tuerto llamado Tenskwatawa y conocido como El Profeta. Juntos, tuvieron en jaque a los EE UU creando la m¨¢s poderosa confederaci¨®n india de la historia y reuniendo el doble de guerreros de los que Toro Sentado y Caballo Loco desplegaron tres generaciones m¨¢s tarde en Little Bighorn. Su bi¨®grafo Peter Cozzens (Wheaton, Illinois, 65 a?os), autor de Tecumseh y el Profeta, los hermanos shawnees que desafiaron a Estados Unidos (Desperta Ferro, 2021), recalca en una entrevista con EL PA?S que el l¨ªder incluso pudo haber cambiado la historia de Norteam¨¦rica de no haber ca¨ªdo en combate en 1813 durante una batalla en la denominada Guerra Angloestadounidense de 1812, en la que apoyaba con su contingente indio a los brit¨¢nicos.
Nacido en 1768 en Piqua, un poblado shawnee cerca de lo que hoy es Springfield (Ohio), y que fue arrasado por la milicia de Kentucky, Tecumseh era hijo de un gran guerrero y fue un arrojado combatiente ¨¦l mismo desde los 12 a?os, s¨ª como h¨¢bil cazador. Su nombre se relaciona con una estrella fugaz y un puma tot¨¦mico, significando algo as¨ª como ¡°puma celestial que se cruza en el camino¡±. Cozzens resigue su vida marcada por la inquietud de los indios de los bosques al avance de los colonos y las continuas batallas entre unos y otros, ante la duplicidad de los brit¨¢nicos y el oportunismo de algunas tribus como los potawatomis. Por ah¨ª aparecen personajes apasionantes como Daniel Boone, un joven Halc¨®n Negro, el naturalista Audubon o el jefe hechicero Main Poc, Mano marchita, que llevaba un cinto de cabelleras humanas. Pese a que los shawnee, famosos por su ethos militar, practicaban de las maneras m¨¢s imaginativas la tortura ritual (en cambio ten¨ªan prohibida por religi¨®n las violaciones), Tecumseh fue siempre contrario a maltratar a los prisioneros, aunque a veces se le desmadraban los guerreros.
El ensayo de Cozzens, una inmersi¨®n pormenorizada y apasionante por un mundo de tribus, cinturones wampum, pinturas de guerra, mosquetes y tomahawks (como en El ¨²ltimo mohicano o Fort Wheeling pero un poco m¨¢s tarde), de enfrentamientos sangrientos en bosques interminables, y sobre todo una cr¨®nica del choque de dos culturas y dos formas de vida, es una de las obras m¨¢s notables de toda una serie de libros dedicados a los indios que nos est¨¢n llegando en los ¨²ltimos a?os y que manifiestan un nuevo inter¨¦s por el tema. Entre esos libros, la considerada la gran obra sobre los kiowas (otro pueblo tradicionalmente denostado y al que llega su hora de reivindicaci¨®n, como sucedi¨® hace unos a?os con sus grandes aliados los comanches): El camino a Rainy Mountain (N¨®rdica, 2022), de Navarre Scott Momaday, nativo kiowa y ganador del Pulitzer de ficci¨®n en 1969. El libro, que su autor abre y cierra con la peregrinaci¨®n a la tumba de su abuela india, es una emotiva inmersi¨®n personal en el mundo y la cosmogon¨ªa kiowa, con fragmentos de la historia y de los mitos y leyendas de un pueblo de guerreros que lleg¨® a las Grandes Llanuras meridionales de Norteam¨¦rica desde el norte cargando con su ¨ªdolo sagrado de la danza del sol y adoptando por el camino el caballo, Preciosa cr¨®nica po¨¦tica de la gran aventura vital de los kiowas, El camino a Rainy Mountain tiene momentos de alto lirismo (¡°La lengua kiowa es dif¨ªcil de entender, pero el esp¨ªritu de la tormenta la entiende¡±, la ma?ana de primavera era honda y hermosa y nuestros corazones lat¨ªan acelerados, y en ese momento supimos lo que era estar vivo¡±). Y tambi¨¦n impagables datos pr¨¢cticos como que la forma de saber si una flecha est¨¢ bien hecha (los kiowas las hac¨ªan excepcionales, m¨¢s de una de sus v¨ªctimas dar¨ªa fe de ello, si pudiera) es porque tiene marcas de dientes: las enderezaban con ellos. Entre las historias hermosas, la del caballo que muri¨® de verg¨¹enza por la cobard¨ªa de su jinete.
En otro registro, el narrativo, que ha dado en los ¨²ltimos tiempos t¨ªtulos como Ni aqu¨ª ni all¨¢ ¡ªalabado por Colm Toib¨ªn y Margaret Atwood¡ª, del miembro activo de las tribus cheyene y arapaj¨® Tommy Orange, sobre las vidas de doce nativos que acuden a un gran powpow, cada uno con su raz¨®n personal, un poco a lo Thornton Wilder, o D¨ªas sin final, de Sebastian Barry, sobre dos soldados de caballer¨ªa en las guerras sioux (ambas de 2018 y en las dos en AdN Alianza de Novelas), saludar con entusiasmo Los cazarrecompensas (2022), una arrebatadora historia a lo La venganza de Ulzana de b¨²squeda de un turbulento apache (Soldado), obra de Elmore Leonard y publicada por Alfredo Lara en su colecci¨®n Frontera de Valdemar.
Rese?ar tambi¨¦n el inolvidable Ahora me rindo y eso es todo, de ?lvaro Enrigue (Anagrama, 2018), probablemente la mejor novela literaria sobre los apaches que se ha escrito, y aprovechar para recordar que la mejor historia de esas gentes adustas es el magn¨ªfico Las guerras apaches, de David Roberts (Edhasa, 2005), convertido en un gran cl¨¢sico como ya lo es, con referencia a otra tribu vilipendiada, El imperio de la luna de agosto, auge y ca¨ªda de los comanches (Turner, 2011), de S. C. Gwynne. En 2019 Capit¨¢n Swing public¨® La historia ind¨ªgena de EE UU, de Roxane Dunbar-Ortiz, un recorrido desde el punto de vista del activismo indio. Con perspectiva de g¨¦nero, es muy interesante Prisioneras salvajes, relatos y confesiones de mujeres cautivas de los indios de Norteam¨¦rica (Universidad de Valencia, 2012), de Elena Ortells.
Por supuesto, si un libro sobre los indios destaca por su alcance e influencia en los ¨²ltimos a?os es el extraordinario La tierra llora, la amarga historia de las guerras indias por la conquista del oeste (Desperta Ferro, 2017), del propio Cozzens, un libro capaz de revitalizar o despertar el inter¨¦s por los nativos norteamericanos y su historia de la manera que lo hizo hace la friolera de 46 a?os Enterrad mi coraz¨®n en Woundek Knee, de Dee Brown. Tengo mi ejemplar de 1976 ante los ojos (Bruguera Libro Amigo), de p¨¢ginas amarillentas como si hubiera pasado todo este tiempo con el teniente Dunbar en el remoto Fort Sedgwick (s¨®lo le falta una flecha pawnee clavada en la cubierta). En todo caso, a Cozzens, que nunca conoci¨® personalmente a Dee Brown, fallecido en 2002 con 94 a?os, sorprendentemente no le gusta demasiado la comparaci¨®n entre sus libros. ¡°Enterrad mi coraz¨®n en Wounded Knee no hizo intento alguno de una visi¨®n hist¨®rica equilibrada, que es un objetivo clave de La tierra llora¡±, justifica. ¡°Dee Brown estableci¨® como prop¨®sito de su libro la presentaci¨®n de ¡®la conquista del Oeste americano como las v¨ªctimas la experimentaron¡¯, de ah¨ª el subt¨ªtulo, Una historia india del Oeste americano. La definici¨®n de Brown de v¨ªctimas fue severamente circunscrita. Muchas tribus, notablemente los crows, shoshones y pawnees unieron su destino a los blancos. Enterrad mi coraz¨®n en Wounded Knee descart¨® a eses tribus como ¡®mercenarios¡¯ sin ning¨²n intento de entenderlas o explicar sus motivos. Semejante enfoque unilateral en el estudio de la historia al final no sirve para nada bueno; es imposible juzgar honestamente la verdadera injusticia hecha a los indios sin una comprensi¨®n profunda y matizada de la perspectiva blanca, as¨ª como la de todas las tribus indias¡±.
Del renovado inter¨¦s por los indios y el suyo propio, el estudioso se?ala: ¡°Hace mucho tiempo que siento que ning¨²n otro periodo de la historia de EE UU ha estado tan empapado de mito o mal caracterizado como la conquista de las tierras nativas por la rep¨²blica estadounidense que marchaba hacia el oeste en los siglo XVIII y XIX. He tratado de hacer mi mejor esfuerzo para presentar la historia en todos sus complejos matices y tragedia¡±.
Volviendo a Tecumseh, al que los diarios estadounidenses pintaban como un Robin Hood rojo, Cozzens recuerda que los shawnees eran una de las m¨¢s de doce peque?as tribus que ocupaban lo que hoy es el medio oeste americano y la regi¨®n de los Grandes Lagos. ¡°Todas eran culturalmente similares, pero los shawnees son ¨²nicos en que produjeron a dos de los l¨ªderes m¨¢s influyentes en la historia de los indios norteamericanos, que result¨® que eran hermanos. Tecumseh y Tenskwatawa deben ser considerados dos de los m¨¢s destacados hermanos en la historia de EE UU considerada en toda su extensi¨®n¡±.
?Pod¨ªa Tecumseh haber cambiado la historia de EE UU? ¡°Absolutamente, la alianza intertribal que ¨¦l y su hermano crearon fue la m¨¢s formidable a la que tuvieron nunca que enfrentarse los EE UU. De no haber estado los brit¨¢nicos preocupados luchando contra Napole¨®n al mismo tiempo que libraban la guerra de 1812 contra los estadounidenses hubieran podido enviar m¨¢s tropas al Canad¨¢, suficientes sin duda para haber inclinado la balanza en favor de los brit¨¢nicos y sus aliados, los hermanos shawnee. Si brit¨¢nicos e indios hubieran prevalecido, los modernos Estados de Wisconsin y Michigan probablemente se habr¨ªan convertido en tierra india, cambiando la cara de los EE UU y el curso del asentamiento en el Oeste¡±.
A la cuesti¨®n de si Tecumseh era realmente un personaje tan noble (en lo p¨²blico, en lo privado parece que era mal marido de sus varias esposas y mal padre), responde categ¨®ricamente: ¡°Si, lo fue, con cualquier criterio que se mire. Se opuso a la pr¨¢ctica de los indios del bosque de torturar a los prisioneros, no hac¨ªa la guerra contra mujeres y ni?os, y rescat¨® de la masacre a varios centenares de prisioneros estadounidenses que sus guerreros hab¨ªan capturado en batalla en la Guerra de 1812. Encarn¨® para EE UU todo cuanto hab¨ªa de grande y noble en el car¨¢cter indio¡±. ?Qu¨¦ nos hubiera sorprendido m¨¢s de Tecumseh de haberlo podido conocer? ¡°Creo que su gran sentido del humor. Su habilidad para superar injusticias pasadas cometidas contra ¨¦l y su pueblo hasta que lo empujaban al l¨ªmite. ?l y su gente aguantaron grandes provocaciones y la p¨¦rdida de mucha de la tierra que era su hogar antes de ir a la guerra¡±.
Al preguntarle a Cozzens qu¨¦ queda por reconocer y qu¨¦ reparaciones por hacer en relaci¨®n con el genocidio de los nativos norteamericanos, responde: ¡°Har¨ªa falta un libro para responder. Sin embargo, quiero matizar que no considero la palabra genocidio una etiqueta apropiada cuando tratamos con los muchos errores cometidos con los indios. El Gobierno estadounidense nunca persigui¨® una pol¨ªtica de genocidio f¨ªsico; incluso los m¨¢s ardientes partidarios de los derechos indios, sin embargo, no cre¨ªan que la cultura o la sociedad indias merecieran ser preservadas. En ese sentido podr¨ªamos hablar de genocidio cultural¡±.
Si eras indio, ?qui¨¦nes eran peores, los estadounidenses, los brit¨¢nicos, los franceses, los espa?oles¡? ¡°Depende de la ¨¦poca. Sin duda, no hubiese querido yo ser azteca o inca enfrentado a los espa?oles. Por otro lado, los gobernadores espa?oles de Florida trataron bien a los indios dos siglos despu¨¦s. Los brit¨¢nicos formaron repetidas alianzas con las tribus de los bosques contra los estadounidenses s¨®lo para acabar traicion¨¢ndolos. Los estadounidenses se contuvieron muy poco para arrancar a los indios sus tierras, pero al menos el Gobierno nunca toler¨® el genocidio f¨ªsico¡±.
De todos los hechos y personajes de la historia de los indios, ?cu¨¢les le parecen m¨¢s relevantes o le conmueven en mayor medida? ¡°Encuentro la revitalizaci¨®n cultural y religiosa de las doctrinas del profeta shawnee, Tenskwatawa, particularmente interesantes, junto con su transformaci¨®n personal de inadaptado alcoh¨®lico a poderoso orador y l¨ªder espiritual, demonizado por sus enemigos al rev¨¦s que su hermano. Tambi¨¦n encuentro muy fascinante y dram¨¢tico el fracaso de las tribus del Oeste norteamericano por unirse de manera significativa (con la excepci¨®n de sioux y cheyenes) contra la expansi¨®n estadounidense¡±.
Por inter¨¦s personal, ?hay novedades de Little Bighorn? ¡°Me parece que la historia est¨¢ bastante explicada. Los hechos, hasta el punto que pueden ser conocidos, han sido repetidamente regurgitados. Es en gran medida una cuesti¨®n de decidir cada uno si Custer actu¨® juiciosamente o no¡±.
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