¡®Entre la vida y la muerte¡¯, la solidez de Antonio de la Torre en la Europa criminal globalizada

De noche y en una estaci¨®n solitaria de Bruselas, un conductor del metro atisba en el and¨¦n a un joven de extra?a actitud que acaba lanz¨¢ndose a las v¨ªas al paso del convoy. ?Uno m¨¢s de los desgraciados dramas personales y an¨®nimos en la Europa de la depresi¨®n? No, el suicida es el hijo del conductor, un espa?ol al que interpreta Antonio de la Torre. Ah¨ª hay pel¨ªcula. Apenas han pasado unos minutos y Entre la vida y la muerte te ha cogido. Lo que viene despu¨¦s es un intrincado, interesante y s¨®lido policiaco en forma de coproducci¨®n, que demuestra c¨®mo la Europa cinematogr¨¢fica puede aliarse para contar historias sobre la Europa criminal globalizada.

Giordano Gederlini, nacido en Chile y de nacionalidad belga, es su director y guionista, adem¨¢s de reputado escritor de Los miserables (2019), de Ladj Ly, premio del jurado en Cannes y C¨¦sar a la mejor pel¨ªcula. De la Torre, en un registro en modo alguno extra?o para ¨¦l, interpreta a un solitario de oscuro pasado que esconde no solo un car¨¢cter hura?o sino quiz¨¢ tambi¨¦n una identidad desconocida. Y el segmento policial que empieza a investigar el caso, pues el chaval no muri¨® como consecuencia de las ruedas del metro sino por un disparo anterior, est¨¢ encabezado por la francesa Marine Vacht y el tambi¨¦n belga, aunque habitual del cine franc¨¦s, Olivier Gourmet. Int¨¦rpretes de personalidad, carisma y prestigio en cada uno de sus pa¨ªses, que aglutinan la financiaci¨®n com¨²n de un proyecto filmado en franc¨¦s (con alg¨²n pasaje m¨ªnimo en espa?ol), que acaba hablando de todos nosotros: en lo social, en lo pol¨ªtico, en lo legal, en lo judicial.

Que detr¨¢s de Entre la vida y la muerte hay un escritor con consistencia da cuenta la enorme cantidad de bifurcaciones, tramas y subtextos a su alrededor: las relaciones entre padres e hijos; la exigencia hacia ellos y la autoexigencia; el terrorismo yihadista; la conversi¨®n religiosa; el robo como m¨¦todo de financiaci¨®n de bandas criminales con otros objetivos; la colaboraci¨®n judicial entre pa¨ªses; el amor y las relaciones laborales; la infiltraci¨®n policial en bandas organizadas, e incluso B¨¦lgica como refugio para los terroristas de ETA. No todos ellos se presentan con igual hondura, y algunos son meros apuntes sin desarrollo, pero Gederlini, casi siempre milim¨¦trico, va aportando informaci¨®n al espectador con notable cadencia de profesional.

Los hilos sentimentales y emocionales se van cruzando en una pel¨ªcula en la que los silencios, de todos modos, siempre son m¨¢s relevantes que los di¨¢logos, y en la que las secuencias de acci¨®n, sin ser espectaculares, mantienen el necesario br¨ªo. Y De la Torre, tan convincente como siempre, esta vez en franc¨¦s, compone un personaje que lo mismo puede ser un simple currante de clase trabajadora que un exterrorista vasco que un agente de los servicios secretos que un padre despechado que saca toda su rabia a la hora de la muerte. En esa indeterminaci¨®n, y en la contemporaneidad de sus tem¨¢ticas, la pel¨ªcula se hace fuerte de principio a fin.