Una visita a la guarida del gran coleccionista: Caravaggio, Rubens, Warhol, Bacon, Picasso...
J. Tomlinson Hill, uno de los mayores compradores de arte del mundo, abre las puertas de su casa a EL PA?S para mostrar algunas de sus mejores obras

Judith y Holofernes (1607), de Caravaggio, un subyugante lienzo descubierto en 2014 en un desv¨¢n cerca de la ciudad francesa de Toulouse, y que fue adquirido en 2019 por un comprador misterioso poco antes de que saliera a subasta, est¨¢ en casa de J. Tomlinson Hill, un espectacular apartamento con vistas a Central Park y la Quinta Avenida de Nueva York. ¡°No confirmo ni desmiento la compra¡±, explica el due?o de la vivienda con una sonrisa no exenta de picard¨ªa ante uno de los cuadros m¨¢s buscados del planeta.
Hill es uno de los mayores coleccionistas de arte del mundo, como comprueba el visitante de este exclusivo lugar tras un paseo por las estancias de la casa. Hombre de impecable estampa y poca afici¨®n a conceder entrevistas, recibi¨® a EL PA?S el pasado mes de julio para hablar de sus joyas y permitir que se fotografiaran sus tesoros.

Casi todos sus tesoros: el caravaggio, con el que se coloc¨® en el centro de toda clase de especulaciones hace tres a?os, tras una venta privada que se valora entre 100 y 150 millones de euros, qued¨® fuera del trato. El caso (y su secretismo) recuerda al del ecce homo de la misma ¨¦poca del pendenciero genio milan¨¦s que apareci¨® el a?o pasado en Madrid en la sala de subastas Ansorena por 1.500 euros. En ambos casos tambi¨¦n hubo dudas sobre su autor¨ªa.
Administrador de fondos, lleg¨® a ser vicepresidente de la inversora Blackstone. Es un dedicado estudioso de la historia de la pintura, miembro de los patronatos de varios museos importantes y cuenta con su propio centro de arte privado, la Hill Art Foundation en el barrio de Chelsea. En su apartamento tiene ciertamente con muchas piezas que har¨ªan suspirar a cualquier museo. ¡°Yo quer¨ªa comprar la Silla el¨¦ctrica roja, pero mi mujer, Janine, la vet¨®¡±, cuenta divertido sobre una de ellas. ¡°Dijo que no quer¨ªa que en nuestra casa convivieran con esa imagen tan impactante ni?os que entonces eran muy peque?os. Pero todo llega, y una vez que mis hijas comenzaron a ir a la universidad, adquir¨ª, tal como acord¨¦ con ella, esa obra magn¨ªfica de Andy Warhol, que hoy dialoga con otra obra emblem¨¢tica del artista, de la serie Car Crash¡±.

Warhol es solo uno de los nombres de una extraordinaria lista que sorprende en cada esquina del apartamento, dise?ado por el influyente interiorista Peter Marino, e incluye bacons, rubens (con una obra que pint¨® encima de un retrato de Vel¨¢zquez del hermano de Felipe IV), picassos, twomblys¡ Aqu¨ª, los maestros hist¨®ricos, m¨¢s propios de museos que de casas particulares, dialogan con fluidez con bronces del barroco y con pintores que se consagraron tras la Segunda Guerra Mundial.
Pero Hill asegura durante una conversaci¨®n honda y amable que no compra solo guiado por los nombres altisonantes, sino que busca obras cuidadosamente seleccionadas por su relevancia en la historia del arte. Y en ocasiones lo hace atendiendo a curiosas reglas: ¡°Nunca deb¨ª haber vendido el rothko del que me deshice en 2007. Me equivoqu¨¦¡±, recuerda. ¡°Pero lo hice porque no pude encontrar otros tres rothkos que lo complementaran, con lo cual me result¨® imposible cumplir con mi ¡®regla de los cuatro¡¯, que es fundamental porque fortalece el di¨¢logo entre la colecci¨®n ¨Dpor ejemplo, entre el mundo abstracto y el figurativo¨D y, as¨ª, evita la l¨®gica seg¨²n la cual una persona puede comprar cuadros aislados como quien va a un centro comercial¡±.

Sobre c¨®mo organiza los tesoros en su cueva de las maravillas, explica: ¡°Me cuesta decidir d¨®nde va cada pieza, pero una vez que lo decido, no cambia m¨¢s de lugar¡±.
En 2019 inaugur¨® la Hill Art Foundation. Museo privado sin fines de lucro con m¨¢s de 7.000 pies cuadrados, se trata de un espacio tambi¨¦n concebido en tonos de blanco y negro por Marino. ¡°Todas mis obras dialogan entre s¨ª y establecen conexiones que al principio no parecen obvias¡±, contin¨²a. ¡°[Janine y yo] coleccionamos a ciertos maestros en profundidad, y de cada uno de ellos tenemos al menos cuatro obras mayores. Por ejemplo, la pared que ve all¨ª est¨¢ destinada exclusivamente a dibujos de [Willem] De Kooning¡±.

¡ª?Y c¨®mo concibe el arte de coleccionar?
¡ªNo pienso demasiado en el coleccionismo de un modo convencional. Yo no colecciono. M¨¢s bien, busco obras de arte que me interpelen y que, luego, puedan conversar con las dem¨¢s piezas que tengo. Esta es una visi¨®n que en buena parte le debo a mi madre, quien, a pesar de no haber vendido una sola obra, fue artista y trabaj¨® con fluidez la pintura, el dibujo y la escultura en bronce y en terracota. Ella realmente amaba el arte, ten¨ªa un gran ojo y me llevaba a visitar museos. Y gracias a esa inspiraci¨®n, cuando yo no ten¨ªa dinero, igualmente pude adquirir objetos con los cuales me interesaba vivir. Desde Londres a Arabia Saud¨ª, he vivido rodeado de objetos, que siempre han sido un est¨ªmulo edificante; me hacen sentir mejor. Porque una colecci¨®n, ya sea de pintura, de sellos o de cuadros, implica una declaraci¨®n de principios. Y para m¨ª, en cada objeto, y en el modo en que este se relaciona con los que colecciono, est¨¢ esa declaraci¨®n. Hay mucha gente que, en lugar de ver obras con los ojos, las ve con los o¨ªdos, bas¨¢ndose en lo que la gente dice, o especulando respecto a su valor futuro. Yo jam¨¢s pens¨¦ si lo que estaba adquiriendo se cotizar¨ªa. No me importa.

A la pregunta de c¨®mo empez¨® su propia colecci¨®n, responde: ¡°Fue en los ochenta, cuando ten¨ªa poco dinero, coleccion¨¦ naturalezas muertas, sobre todo holandesas, del siglo XVIII. No solo me atra¨ªan, sino que todav¨ªa las tengo¡±. Tambi¨¦n fue importante en la forja de su gusto Jim Demetrion, que model¨® durante d¨¦cadas el museo Hirshhorn, en Washington, y que fue una gran influencia, recuerda, al introducirle en artistas como De Kooning o [Jean] Dubuffet.
Entre sus pr¨®ximos proyectos figura, como presidente del patronato del Guggenheim, la construcci¨®n de una nueva sede en Abu Dabi, cuyo edificio ha encomendado a Frank Gehry. ?l es un privilegiado testigo de la relaci¨®n entre lo p¨²blico y lo privado en el arte. Sobre eso, advierte: ¡°Actualmente es muy dif¨ªcil para los museos armar colecciones competitivas en un mundo en el que el bienestar privado ha explotado, y en el que el mercado del arte est¨¢ por las nubes. ?Cu¨¢l es la respuesta a ese desaf¨ªo tan inquietante? Para m¨ª, que los privados donemos. Y tengo otra cosa clara: cuando mi esposa y yo no estemos m¨¢s en este mundo, no solo nuestras mejores obras estar¨¢n en museos importantes, sino que nuestra fundaci¨®n dejar¨¢ de existir. Creo que el arte llena un vac¨ªo, hace que la gente interact¨²e, se una y se sienta mejor respecto a s¨ª misma y a su comunidad. Es que algunos se quejan de que los museos est¨¢n llenos, pero no consideran que en los sesenta uno ve¨ªa obras de Pollock o de Monet en museos vac¨ªos. Por eso creo en las l¨ªneas que sostienen la historia del arte ¨Dpues sin Vel¨¢zquez no habr¨ªa Bacon ni Manet; sin Manet no habr¨ªa C¨¦zanne, y sin Duchamp no habr¨ªa Warhol¨D, creo en los museos, creo en mi pa¨ªs y creo mucho, tambi¨¦n, en Nueva York, mi ciudad¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.