Hilario Galguera: ¡°El mercado corrompe el arte¡±
El galerista mexicano inaugura espacio en Madrid con una exposici¨®n de Peter Buggenhout
De riguroso negro, como siempre, con anillos de calaveras y pulseras de perlas, baja de un taxi en la calle Doctor Fourquet, hogar de varias galer¨ªas en el barrio de Lavapi¨¦s. Se quita las gafas de sol, se pone las de ver, y abre la puerta de su flamante espacio. El mexicano Hilario Galguera (Ciudad de M¨¦xico, 66 a?os), que trabaja con creadores como Damien Hirst, James Brown o Daniel Buren, inaugura sede en Madrid con una exposici¨®n del belga Peter Buggenhout. Este fin de semana coincide con Apertura, el inicio de temporada de las galer¨ªas de la capital.
Pregunta ?Por qu¨¦ Madrid?
Respuesta. Desde que vine por primera vez, de ni?o, comprob¨¦ que es una ciudad con muchas reflexiones visuales, sonoras, del gusto. Espa?a y M¨¦xico son dos pa¨ªses que van de la mano en muchas cosas. M¨¦xico, m¨¢s que una colonia, fue parte del reino de Espa?a, se trat¨® de hacer un nuevo pa¨ªs, con todas las implicaciones que tiene de construcci¨®n, destrucci¨®n¡ parte del curso natural de la historia. Se cre¨® un sincretismo apasionante y ¨²nico en el mundo.
P. ?Es otro mundo o es el mismo?
R. Es un mundo dif¨ªcil de coger. Por un lado, en una primera instancia, parece europeo, los caf¨¦s, los cines, los restaurantes, las casas. Luego, al indagar en otros estratos m¨¢s profundos, es cuando sale todo ese pasado prehisp¨¢nico y donde ya nadie entiende nada. Es ¨²nico para la experimentaci¨®n, por eso atrajo a tantos artistas, poetas, cineastas¡ Tomaron inspiraci¨®n, pero como en M¨¦xico no hab¨ªa, ni hay, una estructura cultural que pudiera recibir esas nuevas visiones del mundo, pues se volv¨ªan a su casa. Bu?uel, Josef Albers, Robert Smithson¡ La calavera de diamantes de Damien Hirst es una calavera azteca desde el primer boceto.
P. Se debate sobre si Espa?a debe pedir perd¨®n a M¨¦xico por la conquista.
R. Tra¨ªamos miles de a?os de tradici¨®n con reinos e imperios que tuvieron esplendor y decadencia. Y luego se produce el encuentro con la Espa?a renacentista, que era el centro de poder mundial. Lo del perd¨®n me parece una estulticia. Si digo que es una ocurrencia de un ni?o de primaria, ser¨ªa como insultar a los ni?os. ?Tienen que pedir los sapiens perd¨®n a los neandertales? ?Roma a Grecia?
P. No est¨¢ claro que el ciudadano de a pie sepa lo que es una galer¨ªa de arte.
R. Podr¨ªamos platicar much¨ªsimo sobre eso, pero, b¨¢sicamente, el galerista es el intermediario entre el creador y el p¨²blico. Lamentablemente en los ¨²ltimos a?os este concepto se ha corrompido por el empuje del mercado, lo que ya nos lleva a otro problema. O hablamos de arte, o hablamos de mercado. Son dos cosas totalmente diferentes.
P. ?C¨®mo diferenciarlas?
R. Hay galer¨ªas que son leg¨ªtimamente comerciales, tienen todo el derecho. Pero la galer¨ªa, tal y como deber¨ªa entenderse, es ese recept¨¢culo en el que los galeristas deben explorar, estudiar, buscar aquellas propuestas que van a ser significativas para el p¨²blico en general. En sentido amplio: desde la persona que pasa por la calle, hasta el aficionado, el coleccionista o el museo. No solo debe centrarse en el negocio.
P. ?Pesa cada vez m¨¢s el mercado en el mundo del arte?
R. Es que ahora se trata de eso. Y eso ha corrompido no solo la producci¨®n art¨ªstica, sino a los propios artistas. Hay artistas que mientras toman el caf¨¦ por la ma?ana ya est¨¢n revisando el cat¨¢logo de los Bentleys [marca de coches de lujo]. No estoy en contra del dinero, todos lo necesitamos, pero el objetivo final debe ser la producci¨®n del arte.
P. ?Por qu¨¦?
R. Lo que aprecio es estar enfrente de una pieza que me conmueva, que pueda modificar mi visi¨®n del mundo. Prefiero eso a estar ante una obra que no me transmita nada, solo que alguien aparentemente autorizado me diga: ¡°Oiga, es que se vendi¨® por 300 millones de euros¡±. Al final se obliga a los artistas a crear obras que sirvan para invertir. No se puede disociar completamente el arte del mercado, pero se deben discutirse en mesas distintas.
P. Hablando de dinero, usted estuvo en bancarrota despu¨¦s de sus primeros a?os en el mundo del galerismo.
R. Yo soy arquitecto. Ten¨ªa mi estudio, pero adem¨¢s una productora audiovisual y una empresa que organizaba eventos masivos, como la visita del Papa a M¨¦xico. Me iba muy bien, ten¨ªa la vida resuelta. Un d¨ªa, en 1990, le dije a mi mujer: ¡°Rosa, me voy a volver galerista y lo dem¨¢s lo voy a cerrar¡±.
P. ?Y qu¨¦ le respondi¨®?
R. Me dijo: ¡°Muy bien, pues mucha suerte¡±. Yo hab¨ªa entrado en contacto con una galer¨ªa estadounidense, Ace Gallery, en Los ?ngeles, y comenc¨¦ a trabajar con ellos como director asociado. As¨ª trabaj¨¦ con artistas como Roy Litchtenstein, Sol LeWitt, Ed Ruscha o Michael Heizer, en espacios gigantescos, de m¨¢s de 3.000 metros cuadros. Fue mi escuela. Con el tiempo abrimos una sede en M¨¦xico.
Perd¨ª todo y decid¨ª no volver a tener nada que ver con el arte. A duras penas ten¨ªa para comerHilario Galguera, galerista
P. ?Qu¨¦ pas¨®?
R. Despu¨¦s de diez a?os luchando, lleg¨® el d¨ªa en que no pude aguantar m¨¢s, mis recursos se terminaron. Perd¨ª todo y decid¨ª no volver a tener nada que ver con el arte. A duras penas ten¨ªa para comer.
P. Pero un d¨ªa regres¨®.
Fue el artista Damien Hirst, que es amigo, quien insisti¨® en que deber¨ªa abrir otra galer¨ªa. Yo no lo ve¨ªa claro. ?l estaba en la c¨²spide y yo en la bancarrota absoluta. Pero un d¨ªa, estando los dos en la playa, me dijo: ¡°?Me dejar¨ªas exponer en tu galer¨ªa?¡±, y se fue a correr. Eso cambiaba las cosas. Durante los 15 minutos que estuvo corriendo me lo pens¨¦ y decid¨ª que abrir¨ªa la galer¨ªa. ?l mismo le puso el nombre, que es mi nombre.
P. ?C¨®mo fue la exposici¨®n?
R. Fue la primera de la galer¨ªa y fue un ¨¦xito. No solo me cambi¨® la vida, sino que cambi¨® el curso de la historia del arte contempor¨¢neo en M¨¦xico. Fue a partir de ah¨ª cuando se destap¨® esa especie de reticencia a mirar hacia fuera. Eso fue el detonador definitivo. 70.000 visitantes.
P. En Madrid su espacio est¨¢ en una calle con gran densidad de galer¨ªas, cerca del Reina Sof¨ªa, del Prado¡
R. Madrid fue en alg¨²n momento el centro del universo conocido. Ahora estoy a doscientos metros del Prado, que creo que es el museo m¨¢s importante del mundo, porque contiene el canon occidental, salvo unas piezas faltantes. Si el arte es la expresi¨®n espiritual m¨¢s alta, el Prado se vuelve una m¨¢quina infernal, es un museo imposible, porque no es posible que entres en cada sala y haya una obra ic¨®nica.
P. ?Qu¨¦ es Cuarto de m¨¢quinas?
Un espacio de experimentaci¨®n, algo diferente que la galer¨ªa propulsa en Ciudad de M¨¦xico. Invitar a curadores, m¨²sicos, poetas, artistas, que se unan y hagan proyectos distintos.
P. ?Por qu¨¦ se llama as¨ª?
R. Una vez, en una cena con amigos, me preguntaron cu¨¢ndo iniciaba mi laboratorio art¨ªstico. Al salir del ba?o del restaurante vi una sala que dec¨ªa machine room. Y pens¨¦ que era un buen nombre: los laboratorios son lugares de experimentaci¨®n donde cabe el error y el acierto, pero en un cuarto de m¨¢quinas no hay cabida para el error.
P. ?Y todo funciona perfectamente en Cuarto de m¨¢quinas?
R. En realidad no (risas), ser¨ªa una arrogancia decir eso. Pero suena bonito.
P. ?Por qu¨¦ viste siempre de negro?
R. Cuando estuve en bancarrota siempre ten¨ªa que estar preparado por si me llamaban. ¡°C¨®mpratelo todo negro¡±, me aconsej¨® mi mujer. A partir de entonces me qued¨¦ as¨ª, porque comprend¨ª que el mundo no siempre tiene tantas cosas que festejar. Mi mujer falleci¨® hace solo unos d¨ªas.
Babelia
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