Muere el bailaor Manolete, figura del flamenco moderno, a los 77 a?os
El core¨®grafo y bailar¨ªn era miembro de la m¨¢s brillante generaci¨®n de bailaores flamencos
Manolete, que ha fallecido hoy lunes 12 de madrugada en Granada, perteneci¨® a esa generaci¨®n de bailaores flamencos que tuvo que llenar las formas. Cuando los de su generaci¨®n comenzaron a bailar profesionalmente a mediados de los a?os cincuenta (efectivamente¡ de ni?os), el flamenco ya ten¨ªa su estructura moderna (¡°cl¨¢sica¡±, podr¨ªamos ya decir): los palos, as¨ª como la mayor parte de la infinidad de los estilos que existe en cada uno de ellos, estaban ya conformados. Sin embargo, esto era m¨¢s cierto para el cante que para el baile o el toque. En el caso del baile, el bailaor flamenco era gregario de los bailes de la escuela bolera, del cl¨¢sico o las danzas folcl¨®ricas, con los que compart¨ªa mercado y c¨®mo no, tambi¨¦n formas y recursos. Las compa?¨ªas importantes, como las de Pilar L¨®pez, Antonio o La Chunga, contaban con el flamenco como una parte m¨¢s, si bien cada vez m¨¢s importante, de sus espect¨¢culos. De hecho, todos los bailarines de sus compa?¨ªas ten¨ªan que contar con rudimentos en todos ellos. No era raro que G¨¹ito, Paco Romero o Gades tuvieran que salir a escena a bailar una jota antes o despu¨¦s de hacer su n¨²mero flamenco.
Pero la generaci¨®n de Manolete ¡ªManuel Santiago Maya¡ª (Granada, 1945) afront¨®, con respecto a todas las anteriores, un hecho diferencial: fue la primera en la que el bailaor pudo especializarse. ¡°Cuando empec¨¦ a salir fuera, Manuela Vargas me llev¨® de especialista de flamenco¡±, dec¨ªa Manolete en una entrevista.
Esta especializaci¨®n fue la tarea de su generaci¨®n. Para G¨¹ito, Farruco, Maya, Chunga, Gades, Tati y el mismo Manolete, los rudimentos de flamenco que Pilar y Antonio les daban, los que todos ellos aprendieron en la escuela madrile?a del malogrado Antonio Mar¨ªn, no eran suficientes. No lo era, porque el flamenco ya se hab¨ªa emancipado por completo como g¨¦nero. Se estaba, de hecho, emancipando en estos momentos. Como ocurr¨ªa con el toque, los recursos espec¨ªficos para cada palo no eran abundantes, incluso, en muchos casos, ni siquiera exist¨ªan. Con eso tuvo que lidiar el tocaor Perico el del Lunar a la hora de grabar la Antolog¨ªa de Hispavox y con eso tambi¨¦n tuvieron que lidiar todos estos bailaores. Tuvieron que crear recursos, pues, que les permitieran lidiar con bailes noche tras noche en un ambiente muy especializado. Crearon: lo que llevaban puesto, lo que les hab¨ªan ense?ado, era insuficiente.
Zambas granadinas
Manolete naci¨® en una familia que se ganaba la vida en las zambas granadinas, es decir, en una familia de profesionales flamencos. Comenz¨® a bailar en espect¨¢culos siendo tan solo un ni?o (hacia los 8, recordaba ¨¦l). A los quince a?os, junto a su hermano, el tocaor Manuel Maya, Marote, sale para Madrid en busca de un horizonte profesional m¨¢s amplio. En Madrid coincide en la citada escuela de Antonio Mar¨ªn literalmente con todas las figuras y las promesas de su tiempo, como muy bien ha investigado Jos¨¦ Manuel Gamboa en su reciente monograf¨ªa sobre El G¨¹ito (El flamenco vive, 2022). Pocos a?os despu¨¦s de su llegada a Madrid, en 1960, se abre el tablado Torres Bermejas. En ¨¦l comienza en seguida a trabajar. Es por esa ¨¦poca por la que comparte piso con Camar¨®n, Turronero y Pansequito.
Por entonces, en Madrid estaban todos los que quer¨ªan vivir del flamenco. All¨ª, un granadino como Manolete pod¨ªa conocer el baile festero de jerez, el bufo de Triana, escuchar estilos de sole¨¢ jiece?os, tangos extreme?os, rumbas catalanas, escuchar el toque de Mor¨®n¡ Entre Granada y Utrera hab¨ªa m¨¢s distancia que entre Granada y Madrid. La competencia, por amistosa que fuera, era tan feroz como intenso era el aprendizaje. La formaci¨®n de todos los flamencos de esa ¨¦poca se convirti¨® en enciclop¨¦dica. Todos comenzaron a conocer tantos o m¨¢s estilos que los Marchena y Mairena de las generaciones anteriores conocieron tras muchos a?os viajando. Ese contacto y choque desarroll¨® el flamenco como nunca antes (ni despu¨¦s) se ha desarrollado. La disciplina diaria, de noche tras noche, en los tablaos, hizo que todos ellos tuvieran que desarrollar infinidad de recursos y estrategias. Sustanciaron los palos. Sobre todo, como decimos, en baile y toque.
Pero esa misma competencia (sana o no, eso es a este respecto un poco indiferente) obr¨® otro hecho in¨¦dito: que todos ellos, adem¨¢s de conocerlo todo, tuvieran que diferenciarse entre s¨ª.
Baile ¨²nico
Es as¨ª que el baile de Manolete es ¨²nico. En una ¡°cata¡± a ciegas de estilos ser¨ªa imposible confundirlo con el Gades o Farruco, con el G¨¹ito o Maya. Sus desplazamientos, casi de patinaje, sus pies, de una contundencia y complejidad muy avanzada a su tiempo. Su baile, aunque necesitaba, como el de Farruco, de espacio, la forma que ambos ten¨ªa de habitarlo era muy distinta, en este caso, pr¨¢cticamente antag¨®nica. Sus peteneras y alegr¨ªas son una referencia magistral. Sus apuntes por sole¨¢, de una originalidad y eficacia sumas.
Luego vino su periplo internacional. Ha viajado por todo el mundo, ha estado en todos los teatros y salas importantes, ha trabajado en multitud de ocasiones para la Compa?¨ªa de Ballet Nacional (llegando a montar varios espect¨¢culos), ha recibido todos los premios que merece, se le ha reconocido incluso en la misma Granada.
Pero, adem¨¢s de ser uno de los grandes bailaores de su generaci¨®n (lo que es lo mismo que decir que de todos los tiempos) ha sido uno de los grandes maestros. Pas¨® muchos a?os ejerciendo de maestro en la ic¨®nica Escuela de Amor de Dios, de Madrid, por la que han pasado la mayor¨ªa de los grandes bailaores de su generaci¨®n y en la que todav¨ªa imparte clases una coet¨¢nea suya, la Tati, otro de los iconos vivos del baile flamenco. Desde hace 13 a?os, 2009, lo hac¨ªa en una escuela bautizada con su nombre: la Escuela Internacional de Flamenco ¡°Manolete¡±, situada en La Chumbera, Granda. Parte de esta generaci¨®n ha desarrollado una pasi¨®n por la docencia. Y es verdad que en muchos casos se puede tratar de una pasi¨®n generada a la fuerza por necesidades econ¨®micas, pero no parec¨ªa ser as¨ª en Manolete. El bailaor era de los pocos, si no ¨¦l ¨²nico, de su generaci¨®n que no aborrec¨ªa el flamenco moderno. Evidentemente, criticaba la homogeneizaci¨®n en el baile, se?alando que ¡°los ni?os¡± bailan ya todos de igual modo, con un estilo basado en la fuerza, violento, diferenci¨¢ndose solo por las coreograf¨ªas, pero no les hac¨ªa de menos, no consideraba que la cosa estuviera degenerada ni perdida. Quiz¨¢ por eso fue el generoso maestro que fue. Hasta el final daba clases de, pr¨¢cticamente, iniciaci¨®n (cuando bien podr¨ªa haberse quedado dando alguna espor¨¢dica master class, como otros) adem¨¢s de perfeccionamiento.
Fue un bailaor que al talento a?adi¨® una cantidad de trabajo casi impensable ahora mismo y que, consciente de ello, quiso facilitar el camino a los que ven¨ªan detr¨¢s. Era un bailaor ¨²nico dentro de una generaci¨®n extraordinaria que plant¨® lo que ahora se est¨¢ cosechando.
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