Izal lo deja en lo m¨¢s alto con un emocionante concierto en Madrid
El grupo ofrece un vibrante directo en un repleto WiZink Center. Hoy repetir¨¢n en el que ser¨¢ el ¨²ltimo recital de su carrera
Fue un concierto emocionante, vibrante. Se cerr¨® con La mujer de verde, un tema que habla sobre la vulnerabilidad del ser humano, que, apelando al instinto de supervivencia, se intenta agarrar a alguien (algo) que le saque de la oscuridad. La mujer de verde, cada uno con la suya. Pobre del que no la tenga. El grupo se la dedic¨® a los sanitarios, ¡°que nos salvaron la vida durante la pandemia¡±, e hizo una defensa de la sanidad p¨²blica. La gente la core¨® hasta la afon¨ªa.
Izal lo deja con dos conciertos (ayer viernes y hoy s¨¢bado) en el WiZink Center de Madrid, la ciudad donde nacieron en 2010, con las entradas agotadas: 15.000 espectadores por noche. Existen varios precedentes de bandas espa?olas que se separaron en la cima de su popularidad. Sin pensarlo mucho surgen los nombres de Radio Futura, El ?ltimo de la Fila, El Canto del Loco o Pereza. Los motivos suelen ser los mismos: la ambici¨®n del l¨ªder por lanzarse en solitario, adem¨¢s de tensiones internas de mayor o menor nivel, seg¨²n los casos. No hay que tener informaci¨®n privilegiada para asumir que Mikel Izal, cerebro de este grupo, arrancar¨¢ una carrera en solitario. Lo veremos en los pr¨®ximos meses¡ Sin embargo, lo m¨¢s dif¨ªcil no es dejarlo en lo m¨¢s alto; lo complicado es resistirse a resucitar al muerto, posibilidad que llegar¨¢ con el paso del tiempo.
Desde el fondo del recinto la imagen anoche est¨¦ticamente resultaba atrayente. Elevados sobre las cabezas de los m¨²sicos, colgaban cinco enormes marcos de cuadro (simulando la portada de su ¨²ltimo trabajo, el excelente Hogar) que serv¨ªan como pantallas. En ellos se alternaron im¨¢genes de los miembros del grupo, dise?os creativos que remit¨ªan a la canci¨®n que tocaban, o nada, que tambi¨¦n ten¨ªa su atractivo visual.
Todo gravit¨® alrededor de Mikel Izal, un tipo de 1,95 de altura, melena rizada y barba, que afronta el escenario sin disfraces: vaqueros negros, camiseta de manga corta del mismo color y deportivas, como si fuera a pasear al perro. Esa falta de pretensiones encaja con una actitud poco estilosa a la hora de operar sobre el escenario. Y es precisamente ah¨ª donde radica su encanto. Es como ver a tu colega (el alto) en un escenario, encandilado a 15.000 personas. Te alegras por ¨¦l, te conmueve que sea precisamente ¨¦l. Incluso le disculpas que hable demasiado entre canciones, cortando el ritmo del recital en algunos momentos. En un discreto segundo plano se muestran los otros cuatro izales, concentrados en sus instrumentos y ejerciendo de banda potente y elegante. A destacar la labor del guitarrista, Alberto P¨¦rez, uno de esos impagables instrumentistas que extraen oro de la econom¨ªa de punteos. Breves solos, hermosos arpegios. Gran labor la suya.
Izal ofreci¨® dos horas de esas canciones suyas que te endurecen emocionalmente. Los desastres aguardan a la vuelta de la esquina, nos queda la capacidad de resistir. Mikel Izal escribe con cierto razonamiento l¨®gico, pero acaba top¨¢ndose con argumentos emocionales. La palabra ¡°miedo¡± o sensaciones equivalentes se repiten a lo largo de un cancionero para rumiar sin prisa. Aunque anoche, la gente acudi¨® con la lecci¨®n aprendida y lo que quer¨ªa era bailar en este pen¨²ltimo acto del grupo.
Un p¨²blico, con mayor¨ªa de treinta?eros, entregado y empe?ado en que la entrada de asiento en grada no se diferenciara en nada de la de pista, de pie. Nadie se sent¨® anoche en el WiZink Center, nadie reserv¨® energ¨ªas. Pocos conciertos en los que se coreen todas (y es literal) las canciones. Sonaron en el primer tramo El pozo, Copacabana, Meiuq¨¨r, He vuelto (seguramente la mejor canci¨®n de su repertorio)... En Peque?a gran revoluci¨®n habl¨® el guitarrista: ¡°Esta canci¨®n me hace mucha ilusi¨®n porque hace cinco meses naci¨® nuestro segundo hijo, Alberto. Est¨¢ dedicada a todos los que les ha cambiado la vida por ser padres¡±. El tema lo escribi¨® Mikel Izal en su momento para su sobrina.
El cantante se pas¨® todo el concierto agradeciendo la suerte que han tenido: ¡°Gracias a todos por acompa?arnos y saltar a la piscina sin saber que hab¨ªa agua¡±, ¡°es un lujo para nosotros terminar 12 a?os de carrera de esta manera¡± o ¡°ha sido la aventura m¨¢s acojonante de nuestras vidas¡±. Efectivamente, 12 a?os de carrera y cinco discos que les han aupado a la primera divisi¨®n del pop espa?ol. Un grupo por el que suspiran los festivales: por su poder de convocatoria y por su propuesta intensa e inteligente. Ser¨¢ dif¨ªcil sustituirlos. Ya en el tramo final tocaron Qu¨¦ bien, donde el grupo baj¨® a cantar entre el p¨²blico. Nadie les agarr¨® ni se produjeron escenas de histerismo. Tus colegas, ya saben.
Hoy s¨¢bado ser¨¢ el ¨²ltimo concierto. Fin de la historia de Izal. Solo que su historia no acaba ah¨ª: quedan las canciones, siempre quedan ellas.
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