El fantasma del comunismo recorre un sello
La emisi¨®n de una estampilla de Correos por el centenario del Partido Comunista de Espa?a provoca un debate sobre la importancia de esa formaci¨®n pol¨ªtica en el establecimiento de la democracia espa?ola
Un sello de correos de 28,8 por 40,9 mil¨ªmetros. Valor postal: 0,75 c¨¦ntimos. Papel engomado, estucado y fosforescente. Impresi¨®n offset y una tirada de 135.000 ejemplares. Hasta ah¨ª todo normal. Lo que pasa es que lo que va impreso en este peque?o cuadrado de papel es una hoz, un martillo y una estrella roja, porque el sello conmemora el centenario del Partido Comunista de Espa?a (PCE). Con algo de retraso, porque se celebr¨® el a?o pasado: 1921-2021. La emisi¨®n del sello ha causado el rechazo de los partidos del flanco derecho del espectro (PP, Ciudadanos y Vox), mientras que la asociaci¨®n Abogados Cristianos ha pedido la paralizaci¨®n cautelar de la edici¨®n sello, que fue aceptada por la jueza Carmen Casado el pasado s¨¢bado y se ha levantado este viernes. Y ha abierto un debate sobre el papel de esa organizaci¨®n pol¨ªtica en la historia reciente espa?ola.
¡°La pregunta no es por qu¨¦ dedicar un sello al PCE, sino por qu¨¦ no dedic¨¢rselo, si es un partido perfectamente imbricado en el juego democr¨¢tico¡±, explica la historiadora Pilar Mera, autora de 18 julio 1936 (Taurus), ¡°me parece tan normal como los sellos que se dedican a Roc¨ªo Jurado, a los equipos de f¨²tbol o, por poner un ejemplo pol¨¦mico, a la Legi¨®n Espa?ola, tambi¨¦n en su centenario¡±. En otros pa¨ªses del entorno, donde los partidos comunistas occidentales entraron en las democracias (no como, por la influencia sovi¨¦tica, pas¨® con los orientales), es com¨²n que se dediquen sellos a estas organizaciones o a sus l¨ªderes hist¨®ricos, como ha pasado en Portugal o el Italia. ¡°Sacar un sello del PCE no es sacar un sello de los jemeres rojos o del estalinismo, que a nadie en su sano juicio se le ocurrir¨ªa¡±, a?ade Mera.
¡°El ruido que se ha levantado y la acci¨®n de una asociaci¨®n de abogados cristianos para detener la difusi¨®n de ese sello son una manifestaci¨®n m¨¢s de lo dif¨ªcil que les resulta digerir la historia de Espa?a del siglo XX a los herederos ideol¨®gicos de una larga y violenta dictadura que nunca han condenado¡±, opina el historiador Juli¨¢n Casanova, autor de libros como Espa?a partida en dos o Una violencia ind¨®mita. El siglo XX europeo, ambos publicados por Cr¨ªtica.
Un frecuente argumento contra el sello es la resoluci¨®n de 2019 del Parlamento Europeo, no vinculante, que rechaza los s¨ªmbolos nazis y comunistas. En defensa de la estampilla se ha se?alado que el texto se centra m¨¢s concretamente en los reg¨ªmenes totalitarios y sus cr¨ªmenes, como los de Hitler o Stalin. Literalmente, expresa ¡°su preocupaci¨®n por el hecho de que se sigan usando s¨ªmbolos de los reg¨ªmenes totalitarios en la esfera p¨²blica y con fines comerciales¡±, y tambi¨¦n ¡°recuerda¡± que ¡°varios pa¨ªses europeos han prohibido el uso de s¨ªmbolos nazis y comunistas¡±, sobre todo aquellos que han sufrido alguno de los citados reg¨ªmenes. El problema que parece radicar en la hoz y el martillo, y que genera la controversia, es que puede simbolizar varias cosas a la vez: desde el delirio criminal del estalinismo hasta los partidos comunistas que funcionan con normalidad en las democracias occidentales. Pero lo cierto es que el sello en cuesti¨®n se explicita que lo que se recuerda es el centenario del PCE y no otra cosa.
Los partidarios de la estampilla postal de la hoz y el martillo hacen hincapi¨¦ en la importancia del partido en la historia reciente de Espa?a, sobre todo como aglutinador de la lucha antifranquista, catalizador del sindicalismo de Comisiones Obreras y participante de la Transici¨®n y la Constituci¨®n. ¡°El PCE sacrific¨® tantas cosas por la democracia que hasta se inmol¨®¡±, explica el historiador Fernando Hern¨¢ndez, autor de varias obras sobre el comunismo espa?ol. El PCE, en efecto, despu¨¦s de aceptar asuntos delicados para su tradici¨®n pol¨ªtica como la monarqu¨ªa o la bandera rojigualda, llegadas las elecciones perdi¨® apoyo masivamente, como si ya hubiese cumplido su misi¨®n hist¨®rica, y pas¨® a ocupar un puesto subalterno a la izquierda del PSOE. ¡°Lo que me llama la atenci¨®n es que el conservadurismo parece que se funda en la Constituci¨®n del 78 y no tiene pasado, mientras quieren retrotraer a los dem¨¢s hasta 1936¡å, reflexiona Hern¨¢ndez.
La reconciliaci¨®n nacional
Ya en 1956 el Partido Comunista inicia la propuesta de reconciliaci¨®n nacional, que deja de apoyar a las guerrillas antifranquistas y anticipa el esp¨ªritu de la Transici¨®n. En los a?os 60 comienza a practicar el ¡°entrismo¡± en el Sindicato Vertical franquista y comienza a ser la parte nuclear de asociaciones de vecinos, estudiantes o de cristianos de base, el fermento del cambio pol¨ªtico que muchas veces se ignora cuando hablamos de los grandes nombres y hombres de la Transici¨®n. Tambi¨¦n rompe con el modelo sovi¨¦tico, como en su rechazo a la invasi¨®n de la URSS en la Primavera de Praga, un proceso ¡°que le cuesta tres escisiones¡±, seg¨²n Hern¨¢ndez. El llamado eurocomunismo rechazar¨ªa el modelo sovi¨¦tico y participar¨ªa de las democracias parlamentarias. El 9 de abril de 1977, S¨¢bado Santo, el entonces presidente Adolfo Su¨¢rez permitir¨ªa la legalizaci¨®n del PCE, clave para que todas las corrientes ideol¨®gicas pudieran estar representadas y posibilitando una democracia completa.
¡°Durante el franquismo, muchos militantes vieron en el PCE la fuerza m¨¢s activa de la oposici¨®n antifranquista, la forma de mantener llama de la democracia¡ mantener al PCE fuera del juego democr¨¢tico era el dise?o inicial de los reformistas del r¨¦gimen, pero habr¨ªa da?ado seriamente la legitimidad de la Transici¨®n¡±, opina el historiador Xos¨¦ M. N¨²?ez Seixas, autor de libros como Suspiros de Espa?a, el nacionalismo espa?ol 1908-2018 (Cr¨ªtica), que adem¨¢s tiene un lejano pasado como aficionado a la filatelia.
En el terreno social, y no solo en el meramente pol¨ªtico, los comunistas espa?oles de finales del siglo XX tuvieron influencia en el progreso de la sociedad, en temas que han seguido muy en boga, y tambi¨¦n en disputa, durante los ¨²ltimos a?os. ¡°El PCE no solo estuvo en la vanguardia de las grandes movilizaciones obreras de los a?os 80 y 90, sino que tambi¨¦n fue pionero en la defensa de los derechos de gais y lesbianas o en favor del aborto¡±, se?ala el historiador Diego D¨ªaz, autor de Pasionaria: la vida inopinada de Dolores Ib¨¢rruri (Hoja de Lata). Por ejemplo, en 1986 el partido celebra las Primeras Jornadas sobre la Cuesti¨®n Homosexual, en las que hace campa?a a favor de la ¡°liberalizaci¨®n sexual¡± (que dentro del PCE hab¨ªa disminuido durante el estalinismo). En 1980 los comunistas ya redactaron una proposici¨®n de ley sobre el aborto basado en los plazos temporales.
Una ola anticomunista sin comunismo
El rechazo de las fuerzas de derecha al sello conmemorativo del PCE se enmarca en lo que podr¨ªa describirse como una ola de anticomunismo sin comunismo: hay quien agita el espantajo del comunismo, como tratando recuperar posiciones de la Guerra Fr¨ªa, cuando el comunismo no vive precisamente su mejor momento frente a un capitalismo fuertemente global y desregulado. ¡°Se hace abrig¨¢ndose en la ignorancia general que existe en torno a lo que es el comunismo¡±, dice N¨²?ez Seixa, ¡°se ha trumpizado o bolsonarizado el vocablo. En Am¨¦rica Latina todo lo que es reivindicar una sanidad o una educaci¨®n p¨²blica se tacha de comunista. Se trata de invocar un fantasma que est¨¢ de capa ca¨ªda para estigmatizar cualquier cosa que se oponga del neoliberalismo¡±.
¡°La historia del Partido Comunista de Espa?a es la historia de un partido que hay que conocer, sin dejar de mostrar las partes m¨¢s ocultas, menos positivas y heroicas. Pero reducirla a Paracuellos y a los cr¨ªmenes del comunismo, como si todo se hubiera congelado en el estalinismo, es un uso pol¨ªtico que le interesa mucho a la ultraderecha y que es menos comprensible desde el PP y Ciudadanos, salvo por el hecho de que la historia de la Guerra Civil y del franquismo les resulta muy inc¨®moda¡±, concluye Casanova.
Babelia
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