Las mentiras que dinamitaron la carrera de The Doors
El guitarrista del cuarteto, Robby Krieger, edita un libro donde desmiente historias sobre el grupo, desbroza la personalidad de Jim Morrison y detalla la historia de una banda capital del rock
El episodio m¨¢s infame de la historia de The Doors nunca ocurri¨®. Despu¨¦s de aquel recital de Miami de 1969 se cancelaron 15 de sus conciertos, dejaron de ganar un mill¨®n de d¨®lares, sus canciones se vetaron en muchas emisoras estadounidenses y Jim Morrison, su l¨ªder, fue condenado a seis meses de prisi¨®n que esquiv¨® con el pago de una fianza de 50.000 d¨®lares. Su carrera estuvo marcada desde entonces y nunca se recuperaron. ?Qu¨¦ pas¨® en Miami? Se dijo que Morrison se hab¨ªa bajado la bragueta en aquel recital y simulado una masturbaci¨®n; luego, corri¨® hacia donde estaba el guitarrista, se arrodill¨® y ejecut¨® movimientos que se interpretaron como si representase una felaci¨®n. Hoy, ese guitarrista, Robby Krieger, asegura: ¡°Sencillamente, nada de eso pas¨®¡±.
Krieger (Los ?ngeles, California, 76 a?os) acaba de publicar un revelador libro donde desbroza sin contemplaciones la personalidad de Jim Morrison, desmiente historias sobre The Doors (algunas aparecidas en la pel¨ªcula de Oliver Stone, The Doors), desvela su tard¨ªa afici¨®n a la hero¨ªna, analiza la agria pelea en los tribunales de los tres miembros del grupo por los derechos del nombre despu¨¦s de la muerte del cantante y detalla la historia de una banda imprescindible para construir la mitolog¨ªa del rock and roll. Y lo hace con continuas pinceladas de iron¨ªa. El hombre tranquilo de The Doors, el compositor de cl¨¢sicos como Light My Fire, ha titulado sus memorias as¨ª: Entre la vida y la muerte. Set the Night On Fire. Tocando la guitarra con The Doors (Alianza Editorial).
¡°Espera, que no funciona la c¨¢mara¡±, dice Krieger mientras se le escucha manipular botoncitos. La entrevista es por videollamada. Est¨¢ en su casa de Los ?ngeles. ¡°Ya, aqu¨ª estoy. Mira, me faltan dos dientes¡±. Y muestra su dentadura mellada. S¨ª, Krieger derrocha un gran sentido del humor. Dice que le hemos pillado en pleno proceso de cambiar algunas piezas de su dentadura. ¡°Pero puedo hablar bien, ?eh?¡±, remacha.
Krieger fue el ¨²ltimo que entr¨® en The Doors, meses despu¨¦s de que formaran la banda en Los ?ngeles Jim Morrison (voz) y Ray Manzarek (teclados) y de que luego se incorporase John Densmore (bater¨ªa). ¡°Al principio no me gustaron nada. Luego me di cuenta de que eran tan diferentes a cualquier otra cosa que costaba adaptarse a su estilo¡±, se?ala Krieger, que lleg¨® a tiempo para grabar y participar en la composici¨®n desde el primer disco, The Doors (1967).
No hab¨ªa nada igual en aquel Verano del Amor de 1967: una banda que explotaba la teatralidad en la puesta en escena, con un vuelo po¨¦tico en las letras de Morrison, inclinada a la improvisaci¨®n heredada del jazz y con tres grandes instrumentistas y un vocalista magn¨¦tico. Y sin bajo en sus presentaciones en concierto (en las grabaciones s¨ª contrataban a instrumentistas de las cuatro cuerdas): los sonidos graves los realizaba Manzarek con su ¨®rgano. Un grupo, tambi¨¦n, condicionado por el huracanado comportamiento de su cantante.
¡°Al principio, cuando Jim y yo compon¨ªamos canciones juntos en la casa de mis padres, fue maravilloso, una ¨¦poca inolvidable. Experiment¨¢bamos con LSD y no hab¨ªa problemas. Pero luego Jim empez¨® a beber y entramos en un ambiente de locura¡±, explica. Buena parte del tiempo, Krieger, Manzarek y Densmore deb¨ªan contener a su l¨ªder. Bajarlo a la tierra, despabilarlo, hacerle ver que era mortal. Conviv¨ªan con un artista relevante, dotado para la poes¨ªa, con una gran voz y con una potente capacidad para transmitir. ¡°Si estaba sobrio era la persona m¨¢s agradable del mundo. El problema era cuando beb¨ªa, y lo hac¨ªa mucho. Se transformaba. Era el tipo m¨¢s loco que he conocido, sin duda¡±, relata con una sonrisa.
Krieger casi siempre se posicionaba a la izquierda del cantante, tocando, sin p¨²a, con una mezcla de pureza y rebeld¨ªa rockera. Era el ¨²nico que estaba de pie en el escenario junto a Morrison. El teclista y el bater¨ªa interpretaban sentados. As¨ª que deb¨ªa estar atento al impredecible comportamiento del cantante, muchas veces violento, provocado por el efecto del alcohol. Las actuaciones de The Doors se convirtieron en un im¨¢n para las trifulcas. Los espectadores se aficionaron a arrancar las butacas y lanzarlas a la tarima, hab¨ªa invasiones del escenario promovidas por el propio Morrison y muchas veces la polic¨ªa tomaba el escenario para detener el concierto y llevarse a alguno detenido.
Pero aquel 1 de marzo de 1969 en Miami ni siquiera hubo lanzamiento de sillas porque los promotores las hab¨ªan quitado. ¡°De hecho, nos despedimos de los polic¨ªas con absoluta tranquilidad. Jim dijo alg¨²n ¡®j¨®dete¡¯ desde el escenario, como en todos los conciertos desde hac¨ªa tres a?os. Pero todo fue m¨¢s o menos normal. Y, de repente, cop¨¢bamos los titulares de los peri¨®dicos¡±, apunta Krieger. Se emiti¨® una orden de b¨²squeda contra Morrison. Se le acusaba de exhibicionismo y uso de lenguaje ofensivo en p¨²blico. El cantante se entreg¨® a la polic¨ªa. ¡°El juicio que se celebr¨® despu¨¦s nos persigui¨® durante toda nuestra carrera. Por primera vez Jim sufri¨® las consecuencias de sus actos. Y, encima, fue la ¨²nica vez en la que las consecuencias fueron completamente injustas¡±, asume el guitarrista.
El detector de mentiras de Krieger se detiene en la pel¨ªcula de Oliver Stone, The Doors, de 1991, protagonizada, ¡°brillantemente¡±, por Val Kilmer. Afirma que Stone presenta a un Morrison borracho y engre¨ªdo. ¡°No digo que no bebiera y que a veces no fuera insoportable, pero no iba todo el d¨ªa con una botella en la mano. Era una persona t¨ªmida y divertida. Y cuando se pasaba de la raya lo asum¨ªa al d¨ªa siguiente y se sent¨ªa mal. Ten¨ªa un car¨¢cter que hac¨ªa que te sintieras su mejor amigo¡±. M¨¢s cosas: el cantante aparece en el filme como un mujeriego, pero su novia, Pamela Courson, era igual de ¡°hombreriega¡±, se?ala el guitarrista. Tampoco el p¨²blico bail¨® desnudo y prendi¨® hogueras en los conciertos de The Doors, aunque el cineasta lo mostr¨® as¨ª. Resume Krieger: ¡°La pel¨ªcula logr¨® resucitar el inter¨¦s del p¨²blico por el grupo, pero tambi¨¦n alej¨® a muchos fans potenciales porque vieron a Jim como un borracho capullo y superficial. Y no era as¨ª¡±.
Fuera de la pel¨ªcula, otra historia que ha calado es que Morrison se retir¨® con su novia a Par¨ªs porque estaba desencantado con la m¨²sica y quer¨ªa dedicarse a la poes¨ªa. Tampoco le convence a Krieger: ¡°?l donde se sent¨ªa realizado era en el escenario. Hasta en Par¨ªs no pudo resistirse a participar en conciertos con un grupo local. Jim ten¨ªa sus demonios, pero los exorcizaba en el escenario¡±. Surge un momento terrible en el libro, cuando el autor asume cierta felicidad por la muerte del cantante. ¡°Bueno, felicidad no es la palabra. Yo dir¨ªa alivio. Es como si finalmente hubiera conseguido lo que quer¨ªa. Jim hablaba siempre de conocer lo que suced¨ªa despu¨¦s de la muerte. Y realmente creo que eso es lo que quer¨ªa. As¨ª que estaba aliviado por ¨¦l¡±, apunta.
A pesar de comenzar su libro por un cap¨ªtulo descacharrante titulado El peor peinado del rock (¡°siempre me las he tenido que ver con mis rizos encrespados¡±), el libro de Krieger afronta temas ¨¢speros y, en ocasiones, s¨®rdidos. Como cuando se explaya contando su ca¨ªda en la hero¨ªna en la treintena y siendo padre. ¡°Todos mis ¨ªdolos hab¨ªan consumido hero¨ªna, gente como John Coltrane, Miles Davis o Jimi Hendrix. Algunos de mis amigos tambi¨¦n empezaron. Y yo dije, est¨²pidamente: ¡®Venga, prob¨¦moslo¡¯. Nunca lo ten¨ªa que haber hecho porque no trae nada bueno¡±, asume hoy.
Morrison muri¨® el 3 de julio de 1971 en Par¨ªs a los 27 a?os mientras estaba con su novia, Pamela Courson. El informe oficial dijo que la causa fue un ataque al coraz¨®n, pero siempre existieron sospechas de que fue por una sobredosis de hero¨ªna: no se hizo la autopsia. Muchos seguidores no les perdonan a los tres haber seguido cuando desapareci¨® el l¨ªder. Editaron dos discos con las voces de Krieger y Manzarek. ¡°Hoy parece una decisi¨®n rid¨ªcula, pero entonces ten¨ªa cierta l¨®gica. No ten¨ªamos elecci¨®n: no sab¨ªamos hacer otra cosa y hab¨ªamos firmado un contrato para sacar dos discos m¨¢s. Hay algunas canciones de esos trabajos [Oher Voices, 1971, y Full Circle, 1972] de las que me siento orgulloso. Igual deber¨ªamos haber contratado a un cantante, pero tambi¨¦n se nos hubiesen echado encima: ?reemplazar a Jim Morrison, c¨®mo han podido hacer eso!¡±. A?os m¨¢s tarde ya s¨ª buscaron a un vocalista, Ian Astbury, de The Cult, pero por aquel entonces, principios de los 2000, ya no se pod¨ªan llamar The Doors porque el bater¨ªa, Densmore, no quiso participar y les llev¨® a juicio. Gan¨® y Manzarek y Krieger estuvieron girando con nombres como The Doors of the 21st Century. Pamela Courson muri¨® de una sobredosis en 1974, tambi¨¦n con 27 a?os.
Krieger es un fan¨¢tico del flamenco. ¡°Mi guitarrista favorito de flamenco es Sabicas. Le vi tocar un par de veces y me impresion¨®. Ten¨ªa unos dedos peque?os y rechonchos. No entiendo c¨®mo pod¨ªa tocar tan bien con ellos¡±. A pesar de pasar por adicciones, un c¨¢ncer y una dentadura mellada, Krieger sigue tocando en clubes casi todas las semanas. En los pr¨®ximos meses editar¨¢ dos discos con la Robby Krieger Band, uno de reggae y otro de jazz.
Krieger tiene un hijo y en la habitaci¨®n de al lado donde est¨¢ hablando con este peri¨®dico se encuentra su mujer, exnovia de Jim Morrison en los sesenta y con la que lleva nada menos que 50 a?os. Jim Morrison, siempre Jim Morrison. Manzarek nunca asumi¨® su muerte y afirm¨® que estaba vivo (no se vieron im¨¢genes del cad¨¢ver). Con su retranca innata, Krieger se despide: ¡°Bueno, la verdad es que nunca he visto a nadie que se parezca a Jim. Pero sigo pendiente por si acaso¡±.
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