Lole, la jefa de todas las artistas flamencas
Referente de figuras como Estrella Morente o Rosal¨ªa, la cantante que revent¨® las costuras de la ortodoxia en los setenta junto al guitarrista Manuel Molina mantiene activa su influencia
Pasa la vida, pero la voz de Lole permanece. Casi medio siglo despu¨¦s de la publicaci¨®n de Nuevo d¨ªa (1975, Gong), el disco-portento de Lole y Manuel que revent¨® las costuras del viejo flamenco e ilumin¨® por buler¨ªas bares, coches y habitaciones de todos los rincones del pa¨ªs, la estela del d¨²o formado por Dolores Montoya y Manuel Molina (fallecido en 2015) sigue presente. Ambos formaron pareja art¨ªstica y sentimental hasta los a?os noventa, tuvieron una hija y luego cada uno sigui¨® su carrera en solitario.
Es sabido que Lole es maestra de conocidas cantaoras como Estrella Morente, Ni?a Pastori o Mayte Mart¨ªn. Pero su impronta trasciende ortodoxias y marca a artistas planetarias como Rosal¨ªa, que ha explicado en Twitter que Lole y Manuel es su grupo favorito ¡°de siempre¡±, que canta en Instagram Tu mir¨¢ ¡ªuno de los grandes ¨¦xitos del d¨²o, que forma parte de la banda sonora de Kill Bill. Volumen 2, la pel¨ªcula de Tarantino¡ª o que reconoce que Sakura, el ¨²ltimo corte de su disco Motomami, est¨¢ inspirado en los trabajos de la pareja. Y m¨¢s all¨¢ del fen¨®meno rosaliano, a Lole la adoran cantantes como Mar¨ªa Terremoto, Marina Herlop, S¨ªlvia P¨¦rez Cruz o Maria Arnal. Es jefa de todas.
Lole sabe de su influencia antes y ahora. No solo por su m¨²sica. Tambi¨¦n por su libertad y su fuerza, por c¨®mo se comportaba o c¨®mo se vest¨ªa. Al hablar con ella por tel¨¦fono, poco antes del concierto que ofreci¨® el pasado 3 de diciembre en el teatro Los Remedios de Sevilla junto a Juan Carmona, Paco Vega, Josu¨¦ Rodr¨ªguez y Alba Molina, su hija, la artista lo confirma: ¡°Yo s¨¦ qui¨¦n soy. Lo que he hecho. Y soy consciente de que nosotros fuimos un regalo. Creamos el Nuevo Flamenco, y si Camar¨®n estuviera aqu¨ª te dir¨ªa lo mismo¡±.
La nana de Carla Sim¨®n
Su presencia serena, ese cante a los misterios de la tierra y a la belleza cotidiana de la calle, la casa o el campo ¡ªfruto de la poes¨ªa del letrista Juan Manuel Flores, tercera pieza clave en el d¨²o¡ª, trasciende lo musical. En el Festival de Venecia de este a?o, en la secci¨®n Cuentos de mujeres Miu Miu, la directora de cine Carla Sim¨®n present¨® Carta de mi madre para mi hijo, un cortometraje cuyo hilo conductor es Un cuento para mi ni?o, esa canci¨®n del d¨²o sevillano que dice: ¡°?rase una vez una mariposa blanca que susurraba historias al clavel y a la violeta¡±.
¡°Para m¨ª, Lole y Manuel tienen una importancia muy personal, casi m¨ªstica, porque me conectan con mi madre biol¨®gica, que muri¨® cuando yo era peque?a¡±, explica Sim¨®n. Buscando recuerdos sobre su progenitora encontr¨® una carta en la que hablaba de la pareja. As¨ª, siguiendo una pista escrita en un papel, descubri¨® canciones como Todo es de color, Dime o Anta Oumri, un regalo que, como una madeja invisible, ella transmite ahora a su beb¨¦. En conversaci¨®n telef¨®nica, Sim¨®n reivindica a la pareja que ¡°transform¨® y reinvent¨® el flamenco¡±, y opina que a su m¨²sica, tan contempor¨¢nea, ¡°no se le acaba de dar todo el valor que tiene¡±.
Iba para bailaora
Con prudencia al principio, con m¨¢s ganas despu¨¦s, Lole se aviene a explicar retazos de su historia mientras anda cuid¨¢ndose un poco la voz para el concierto en Sevilla, esa voz que cuando era joven y fue con su pareja a visitar un d¨ªa a un otorrinolaring¨®logo, este dijo a Manuel: ¡°?Mira qu¨¦ color tienen las cuerdas vocales! Esto solo puede ser obra de Dios¡±, explica ella.
De ni?a, Lole bailaba fandangos de Huelva en el patio de su casa con su vecina Isabel Pantoja, y de adolescente obtuvo el carnet profesional para bailar en tablaos como Los Gallos y Las Brujas, en Sevilla y en Madrid. A veces cantaba en ¨¢rabe acompa?ando a su madre, Antonia Rodr¨ªguez, La Negra, gitana cantaora nacida en Or¨¢n (Argelia). En esa ¨¦poca la escuchaba ya Manuel, amigo de la familia, guitarrista, miembro del grupo de rock psicod¨¦lico andaluz Smash, cantaor y poeta. Entonces ¨¦l ya sab¨ªa, como ella misma, que ten¨ªa mucho m¨¢s que dar.
Ambos empezaron a actuar juntos hacia 1973. Eran flamencos que tambi¨¦n escuchaban a Miles Davis, a Ella Fitzgerald, a The Beatles o a Janis Joplin. De eso tambi¨¦n bebi¨® su primer disco, Nuevo d¨ªa, que se convertir¨ªa en cl¨¢sico instant¨¢neo, un fen¨®meno musical, cultural y social de primer orden. A los conciertos de la pareja en caf¨¦s, tablaos o festivales como el de Canet Rock iban lo mismo un hippy, una arquitecta que un oficinista, seg¨²n el documental Nuevo d¨ªa, dirigido por Alejandro Gonz¨¢lez Salgado.
¡°Fueron miembros de familias flamencas de peso y tambi¨¦n fueron pieza clave en cierto ambiente contracultural y underground que ilumin¨® Sevilla en la d¨¦cada de los setenta¡å, explica Gonzalo Garc¨ªa Pelayo, polifac¨¦tico artista, editor del sello Gong y uno de los art¨ªfices del primer disco de Lole y Manuel junto con el productor Ricardo Pach¨®n.
En esa Espa?a in¨¦dita de los primeros pasos de la Transici¨®n, la joven pareja ejemplific¨® ese camino flamante que estaba por venir. Su triunfo fue fulminante y ¡°fueron envidiados porque ten¨ªan arte, eran guapos y j¨®venes e hicieron mucho dinero¡±, apunta en el documental el guitarrista Raimundo Amador. Pero tambi¨¦n eran respetados. ¡°A Camar¨®n le gustaban mucho y hac¨ªa versiones de ellos, de la misma manera que Jimi Hendrix hac¨ªa la versi¨®n de All Along the Watchtower, de Bob Dylan¡±, razona Amador.
Como dice alguien de su entorno, ¡°a Lole no le hace falta escuchar flamenco, porque el flamenco es ella¡±. La voz de la artista, al otro lado del tel¨¦fono, concede: ¡°La verdad es que escucho sobre todo g¨®spel. Es lo que me nutre el alma, como escuchar el mar¡±. Pero m¨¢s all¨¢ de la m¨²sica, el cante transita por m¨¢s caminos: ¡°A la hora de cantar todo influye. Lo que hablamos, lo que sentimos... El cuerpo es una maquinita muy bien hecha. Es el estuche de lo que llevamos dentro, y eso lo transmitimos afuera¡±.
De Lorca al sonido Canterbury
Muchas cosas tuvieron que suceder simult¨¢neamente para que surgiera un grupo as¨ª: una voz sobrenatural que tra¨ªa locos a los t¨¦cnicos de grabaci¨®n por su intensidad ¨Dseg¨²n la leyenda¡ª, una guitarra poderosa, unas letras frescas y un sonido como de cristal. ¡°Fue un momento especial en el que se sumaron muchas capas¡±, reflexiona Pedro G. Romero, artista, cr¨ªtico cultural y experto en flamenco. Sentado en una terraza del barrio del Guinard¨®, en Barcelona, Romero revela: ¡°La m¨²sica es como una superestructura. Las canciones nos construyen, modulan nuestra biograf¨ªa mucho m¨¢s de lo que pensamos¡±, y las de Lole y Manuel alimentaron y acompa?aron a muchos, ya fuera en sus vicisitudes diarias o en la ambici¨®n de intentar hacer, tambi¨¦n, arte.
Con Nuevo d¨ªa, y con discos posteriores como Pasaje del Agua, Romero verde o Al alba con alegr¨ªa (publicados en CBS), Lole y Manuel tuvieron un impacto que desbord¨® todas las previsiones. Fue una conmoci¨®n que se nutri¨® de ¡°tensiones dial¨¦cticas muy interesantes¡± entre el canon considerado purista y el empuje de lo impensable en el flamenco hasta entonces: guitarras el¨¦ctricas, bater¨ªas, chelos y violines.
Hijos de su tiempo, la tesis de Romero es que el d¨²o uni¨® los caminos del flamenco primigenio con el folk, el blues y lo que se llam¨® el sonido Canterbury (la escena de psicodelia progresiva surgida en esa ciudad inglesa a finales de los 60 y principios de los 70). Pero insiste: no todo fue inspiraci¨®n. Hubo mucho trabajo, mucha t¨¦cnica y muchas otras influencias planeando en el estudio. Eran artistas deudores de Lorca o Antonio Machado, tambi¨¦n de ese mundo l¨ªrico latinoamericano personificado en los argentinos Atahualpa Yupanqui o Jorge Cafrune. A su vez, estaban ¡°superconectados a lo nuevo¡±, a bandas como Traffic o a personas como Celestino Coronado, el director de cine y de teatro extreme?o ligado al grupo del escen¨®grafo y core¨®grafo brit¨¢nico Lindsay Kemp.
Lole recuerda las ilusiones del principio, lo mucho que les gustaba ensayar, las reacciones a su primer disco. ¡°Mi intuici¨®n me dec¨ªa que est¨¢bamos creando algo importante, algo diferente¡±, y prosigue: ¡°Al escuchar lo que hac¨ªamos, Antonio Mairena (una de las figuras m¨¢s relevantes en la historia del flamenco) nos dijo: ¡®Es que me volv¨¦is loco!¡¯; pero le gustaba lo nuestro. No pod¨ªa negar que era flamenco¡±, r¨ªe tranquila.
Definitivamente, ¡°Lole es un mito y no est¨¢ valorada como que deber¨ªa¡±, afirma Romero. Pero su reflexi¨®n a?ade una paradoja: cree que en la cantaora hay cierta resistencia a no dejarse apabullar por la gran industria musical. ¡°Es esa idea de Guy Debord, que dec¨ªa que muchos de la comunidad gitana no opon¨ªan resistencia al capitalismo porque este los atravesaba sin hacer mella en una forma de vida¡±, dice. Para Romero, en esas resistencias es clave la comunidad, ese refugio que a veces es el barrio, la familia o el culto evangelista.
Parece cierto que Lole tiene sentimientos poco cari?osos con la industria musical. ¡°Ahora solo queda el yo y el dinero / pero t¨² y yo, ni?a, tenemos los sue?os¡±, tararea recordando los versos del poeta Flores al preguntarle por el negocio. Asegura que para el disco Nuevo d¨ªa no firmaron ning¨²n contrato, y en su entorno confirman que est¨¢n luchando por conseguir los derechos editoriales de sus canciones, que se escuchan en Spotify miles de veces al mes.
Veremos qu¨¦ pasa. ¡°La vida es siempre igual ¨Ddura, dif¨ªcil, tambi¨¦n con sus alegr¨ªas y bendiciones¨D, pero, no s¨¦, tengo la sensaci¨®n de que antes hab¨ªa m¨¢s esperanza¡±, concluye Lole.
Babelia
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