Marcelo Cohen, la expansi¨®n de la conciencia
El escritor y traductor argentino, que ha muerto a los 71 a?os, conceb¨ªa la existencia humana como una manifestaci¨®n natural, potencialmente da?ina, pero no exenta de belleza
¡°Me parece que si hay una eficacia a la cual uno puede aspirar en la literatura, estriba en la expansi¨®n de la conciencia, y eso est¨¢ relacionado con el vencer las mediaciones, multiplicar las maneras de pensamiento y de aproximaci¨®n a lo real¡±, le dijo Marcelo Cohen a Graciela Speranza en 1993. Cohen muri¨® el s¨¢bado 17 pasado en la ciudad de Buenos Aires. Hab¨ªa nacido en la capital argentina el 29 de septiembre de 1951 y por entonces todav¨ªa viv¨ªa en Barcelona, donde hab¨ªa llegado poco antes del Golpe de Estado de marzo de 1976. ¡°La Barcelona de esa ¨¦poca era un viaje mental considerable¡±, escribi¨® a?os m¨¢s tarde; ¡°todas las heterodoxias que se hab¨ªan incubado durante el franquismo se desplegaban en una multim¨¢quina de proyectos, no todos imposibles. [¡] Un d¨ªa me encontr¨¦ con que nadie me observaba ni me ped¨ªa explicaciones: esa independencia, que no hab¨ªa sentido nunca y me exaltaba, me ayud¨® con el tiempo a leer mejor, ver m¨¢s, descubrir qu¨¦ era lo que me importaba escribir y decidir una profesi¨®n¡±.
¡°El oficio de traductor puede ser sublime o grotesco, pero raramente aburre¡±, apunt¨®. Con los a?os, Cohen tradujo a Kathy Acker, Jane Austen, J. G. Ballard, Ray Bradbury, William Burroughs, Al Alvarez, Raymond Roussel, Edmund De Waal, Gene Wolfe, Philip K. Dick, T. S. Eliot, Wallace Stevens, Clarice Lispector y Philip Larkin, entre otros. Ya convertido en uno de los traductores al espa?ol m¨¢s importantes de la ¨¦poca, public¨® su primera novela en 1984: El pa¨ªs de la dama el¨¦ctrica era un libro sobre la p¨¦rdida de la inocencia y pon¨ªa de manifiesto el enorme inter¨¦s que su autor ten¨ªa por la m¨²sica, de la que fue un entusiasta desacomplejado y erudito.
La siguieron novelas como El sitio de Kelany (1987), El o¨ªdo absoluto (1989), El testamento de O¡¯Jaral (1995), Donde yo no estaba (2006) y Casa de Ottro (2009), diez libros de cuentos ¡ªentre ellos El fin de lo mismo (1992), Hombres amables (1998), Los acu¨¢ticos (2001) y Llanto verde (2022)¡ª y siete libros de ensayos, incluyendo Un a?o sin primavera, un bell¨ªsimo libro de 2017 en el que la p¨¦rdida de esa estaci¨®n del a?o a ra¨ªz de una estancia en el hemisferio norte y la contemplaci¨®n de una naturaleza infrecuente propiciaban en el autor una reflexi¨®n sobre las ¡°muchas ficciones que empiezan mencionando la meteorolog¨ªa¡± y un pu?ado de recorridos, los que iban de una instalaci¨®n de David Hockney a un art¨ªculo de Naomi Klein, de las voces de Anne Carson, John Berrymann y John Ashbery a las de Arturo Carrera, Tom Maver y Chris Andrews, de los diarios meteorol¨®gicos del singular Henry Darger a una obra can¨®nica de Claude L¨¦vi-Strauss, del extraordinario libro de J. A. Baker El peregrino ¡ªque Cohen tradujo en 2016¡ª a la constataci¨®n de que la destrucci¨®n del medioambiente y el cambio clim¨¢tico nos est¨¢n dejando, literalmente, sin tiempo.
Una ¨¦poca como la nuestra ¡ªhabituada a la sobreproducci¨®n editorial y a la caducidad espont¨¢nea de autores y de t¨ªtulos¡ª quiz¨¢s tenga dif¨ªcil comprender el modo en que los libros de Cohen eran, y son, le¨ªdos y atesorados por sus lectores, que esperaban ¡ªesper¨¢bamos¡ª con ansiedad la pr¨®xima novela, el siguiente texto, la nueva pieza que el autor a?adiera al puzle de su Delta Panor¨¢mico, un territorio deliberadamente opaco y situado entre la realidad y la ficci¨®n, entre cierta representaci¨®n de la oralidad argentina y la innovaci¨®n ling¨¹¨ªstica y entre el realismo narrativo y la ficci¨®n especulativa, en el que transcurren muchos de sus libros.
¡°Leer mejor¡± y ¡°ver m¨¢s¡± fueron parte del proyecto narrativo y vital de Cohen, que ampli¨® las posibilidades de la literatura contempor¨¢nea en espa?ol y es una de las influencias m¨¢s visiblemente ocultas de muchos de sus autores. ¡°Para m¨ª el riesgo y la posibilidad del fracaso, como lector y como escritor, redundan en un aumento de la plenitud¡±, le dijo a Speranza en 1993. ¡°La entrada en un mundo opaco incluye la posibilidad de una evasi¨®n m¨¢s radical. Los escritores que a m¨ª me dan las experiencias m¨¢s interesantes, los que verdaderamente me importan, me producen esa agitaci¨®n general conjunta de pensamiento, memoria, sentimiento y sentidos [que significa] la expansi¨®n de la conciencia¡±.
Marcelo Cohen produc¨ªa esa agitaci¨®n con extraordinaria eficacia, y no lo hac¨ªa s¨®lo en sus libros. Un mediod¨ªa de mayo de este a?o, sentado frente a ¨¦l en un bar de Buenos Aires, por ejemplo: sentado frente a ¨¦l, yo sent¨ªa el deseo acuciante de tomar notas, constatar lecturas, apuntar nombres y t¨ªtulos, tratar de estar a la altura de su inteligencia y de la de Graciela Speranza, su mujer desde aquella entrevista de 1993 en la que se conocieron. Cohen y Speranza dirigieron juntos, despu¨¦s, Otra Parte, la revista argentina de pensamiento y artes. All¨ª public¨® uno de sus ¨²ltimos textos, un ensayo titulado En torno a Vaca Muerta. Anotaciones sobre el fracking y el nombre de un yacimiento, que refleja el modo en que conceb¨ªa la existencia humana: como una manifestaci¨®n natural, potencialmente da?ina, pero no exenta de una belleza que es necesario preservar.
Cohen escribi¨® en una ocasi¨®n que sus padres ¡ª¨¦l, b¨²lgaro; ella, hija de ucranianos y polacos, ambos jud¨ªos¡ª le hab¨ªan transmitido ¡°una buena cantidad de miedos, titubeos y un descreimiento plagado de supersticiones, pero tambi¨¦n fuerza de voluntad, mucho cari?o y una propensi¨®n a disfrutar con peque?os placeres: un paseo con helados, una pel¨ªcula¡±. Unos a?os despu¨¦s, bajo un sol de ¨®rdago, en Buenos Aires, me regal¨® la gorra que llevaba. Por pudor, yo no quer¨ªa aceptarla, pero Marcelo me record¨® que es bueno desprenderse de las cosas, dar: quiz¨¢s haya sentido al hacerlo uno de esos ¡°peque?os placeres¡± de los que tanto disfrutaba. Yo, por mi parte, sent¨ª que hab¨ªa tenido una gran suerte al escoger a mis maestros: sigue conmigo y la uso a veces, por ejemplo cuando recuerdo las otras muchas cosas que Cohen nos dio y que van a permanecer con nosotros.
Babelia
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