La gran eclosi¨®n del folk en Espa?a: la m¨²sica de los abuelos es lo m¨¢s moderno
Artistas j¨®venes como Tanxugueiras, Guitarricadelafuente, Baiuca o Rozal¨¦n empujan los sonidos tradicionales a sus m¨¢s altas cotas de popularidad en tiempos de democracia
La an¨¦cdota resulta pintoresca, pero tambi¨¦n elocuente. Noche del 24 de julio de 2021 en Paredes de Nava, un pueblito de la Tierra de Campos palentina. El tel¨¦fono del cantante, guitarrista y voz principal del grupo de m¨²sica tradicional castellana El Na¨¢n suena escasos minutos antes de iniciar un recital de m¨²sica y poes¨ªa ante apenas un centenar de espectadores. En la pantalla parpadea un n¨²mero de tel¨¦fono desconocido, pero la curiosidad le impulsa en el ¨²ltimo suspiro a responder la llamada.
¨C?Carlos Herrero? Disculpa las molestias. Soy Juanma Latorre, no s¨¦ si te suena el nombre.
¨CPues ahora mismo no caigo, la verdad.
¨CNo te preocupes. Soy guitarrista y compositor de un grupo llamado Vetusta Morla.
¨CAh, s¨ª. Eso ya me quiere sonar un poco m¨¢s.
Latorre quer¨ªa ofrecer a los autores de Panaderas de pan duro la posibilidad de colaborar con ellos en la primera interpretaci¨®n en directo de Finisterre, el adelanto del que ser¨ªa, a finales de ese mismo 2021, el quinto disco de su ilustre banda: Cable a tierra. Solo dos d¨ªas m¨¢s tarde de aquella conversaci¨®n perpleja y a trompicones, los integrantes de El Na¨¢n estaban compartiendo escenario con Vetusta Morla en el mism¨ªsimo Teatro Real. Culminaban as¨ª el viaje desde Tabanera de Cerrato, la humilde aldea de Palencia donde residen en casas de adobe, a la arquitectura neocl¨¢sica de uno de los escenarios con mayor ringorrango del continente.
El episodio, tan ins¨®lito como ver¨ªdico, avala el renovado inter¨¦s que m¨²sicos espa?oles de todo origen y filiaci¨®n vienen mostrando por las m¨²sicas de origen o inspiraci¨®n tradicional, tantas otras veces despreciadas o minusvaloradas como expresiones ¡°antiguas¡± y ¡°anacr¨®nicas¡±, o incluso asimiladas emocionalmente con el franquismo, un disparate conceptual que hoy ya parece superado para siempre. ¡°En nuestro caso¡±, anota Latorre, ¡°el par¨®n del confinamiento y la pandemia tuvo mucho que ver en esa recapacitaci¨®n, en el proceso de mirar hacia los or¨ªgenes y de tender ese cable a tierra, esa conexi¨®n con la ra¨ªz¡±.
David El Indio Garc¨ªa, bater¨ªa de los vetustos, fue el primero al que le vol¨® la cabeza la sonoridad de los panderos cuadrados castellanos y el que se hizo habitual de los conciertos del cantante, gaitero y pandereteiro coru?¨¦s Xabier D¨ªaz en la sala Galileo Galilei para interesarse por todos los pormenores de t¨¦cnica instrumental y hasta de sonorizaci¨®n. Y precisamente una formaci¨®n gallega de pandereteiras y cantareiras, Aliboria, termin¨® integr¨¢ndose en el armaz¨®n art¨ªstico de Vetusta Morla para estrenar Cable a tierra en grandes escenarios, una aventura cuyo colof¨®n lo representa ahora la publicaci¨®n del doble disco en directo Bailando hasta el apag¨®n. Los madrile?os ya ten¨ªan cierto bagaje con las grandes citas, pero el salto, en el caso de Aliboria y de El Na¨¢n, ha sido hiperb¨®lico: de salas y teatrillos con aforo para unas pocas docenas de asistentes a la grabaci¨®n de un disco en vivo ante los 35.000 espectadores que fueron testigos de ese concierto del pasado 24 de junio en el estadio Wanda Metropolitano.
La conclusi¨®n parece clara. Al p¨²blico roquero o juvenil ya no se le tuerce el gesto cuando se encuentra con instrumentos tradicionales en liza. Puede dar fe de ello ?lex Guill¨¢n, el pontevedr¨¦s de 32 a?os que opera art¨ªsticamente bajo el ep¨ªgrafe de Baiuca. Su muy bailable m¨²sica electr¨®nica de profundas ra¨ªces tradicionales ya ha sonado en clubes de medio mundo y festivales por cuatro continentes, pero no siempre fue as¨ª. ¡°De adolescente¡±, rememora, ¡°yo era el friqui de la clase al que le hab¨ªa dado por la gaita. Los aficionados a la m¨²sica tradicional no ser¨ªamos ni tres de entre los m¨¢s de 500 chavales del instituto. Tuve que acostumbrarme a que me vieran como un bicho raro, pero todo ahora es distinto¡±.
Ahora, los prejuicios at¨¢vicos ya solo perduran en las mentes m¨¢s obtusas. No, desde luego, en la de ?lvaro Lafuente, Guitarricadelafuente de nombre art¨ªstico, el castellonense con ra¨ªces en el Maestrazgo de Teruel que ha deslumbrado este curso con su primer trabajo de larga duraci¨®n, La cantera. Lo suyo es canci¨®n sin fronteras, con revestimientos electr¨®nicos pero mucho, much¨ªsimo poso del folk tanto peninsular como latinoamericano. Es m¨¢s, acaba de afianzar ese discurso con un EP de cuatro canciones para Amazon, Caramullo, en el que reformula originales de La Ni?a de la Puebla, los venezolanos Quinteto Contrapunto o el argentino Jorge Cafrune. Por resumir: un ilustre representante de la generaci¨®n Z enganchad¨ªsimo a la m¨²sica con la que quiz¨¢ se enamorasen sus yayos. ¡°Es un proceso natural¡±, enfatiza. ¡°El pop de hoy ser¨¢ el folk del futuro. Puedes escribir una canci¨®n sobre c¨®mo conociste a alguien en el metro y te morreaste en la parada del bus, pero no deja de ser una versi¨®n actualizada de ¡®nos encontramos junto a la fuente y nos besamos bajo el olivo¡±.
Guitarricadelafuente es la demostraci¨®n palmaria de que se puede ser folcl¨®rico y moderno. El de Benic¨¤ssim tiene 25 a?os, maneja con desparpajo los ingredientes electr¨®nicos, encomienda la producci¨®n al siempre heterodoxo Refree y es abrazado como un ¨ªdolo por los j¨®venes LGTBI, pero todo su ideario gira en torno a los sonidos de los ancestros. ¡°Mis abuelos o bisabuelos tuvieron que abandonar la vida rural y dejarlo atr¨¢s todo, incluida la m¨²sica con la que crecieron¡±, reflexiona. ¡°Modernizarse, para ellos, implicaba huir de sus or¨ªgenes. Yo pertenezco a una generaci¨®n en la que no relacionamos lo tradicional con lo arcaico ni con las penurias. Al contrario: lo recibimos con sumo amor¡±.
¨C?Pero sus amigos de siempre no le ven un poco como el perro verde de la pandilla?
¨CNo, para nada. A lo mejor no han o¨ªdo hablar de Jorge Cafrune, pero lo apreciar¨ªan en cuanto lo escucharan. Ese es el valor a?adido de las canciones antiguas: han sobrevivido y han perdurado, han traspasado todas las barreras del tiempo.
Le escucha con sumo orgullo el folclorista vallisoletano Eliseo Parra, de 73 a?os, el gran patriarca y referente ¡ªjunto al zamorano Joaqu¨ªn D¨ªaz, dos a?os mayor que ¨¦l¡ª para todos los nuevos enamorados de esa m¨²sica que bebe de los ancestros. Parra, siempre pionero, transgresor y elocuente en la defensa de los valores folcl¨®ricos, acaba de publicar junto a todos sus m¨²sicos de confianza Diacr¨®nico, un ¨¢lbum con aroma a gran obra de madurez en la que las guitarras el¨¦ctricas atruenan en Corrido nuevo, su tema inaugural, en torno a unos ritmos propios de la Maragater¨ªa leonesa. ¡°La eclosi¨®n actual del folk¡±, argumenta, ¡°es el fruto de que unos y otros llevemos ya medio siglo recreando la m¨²sica de traici¨®n oral, incluso en los tiempos m¨¢s adversos¡±. A partir de ese caldo de cultivo, seg¨²n su diagn¨®stico, la irrupci¨®n de los m¨¢s j¨®venes est¨¢ resultando decisiva. ¡°Ahora mismo hay miles de chavales que han encontrado en estas m¨²sicas unos ingredientes diferentes que les tocan la fibra interior. Y, adem¨¢s, las est¨¢n dando a conocer a trav¨¦s de la televisi¨®n y las redes sociales¡±.
Un ejemplo de libro, a este respecto, es el que aportan las gallegas Tanxugueiras, tres veintea?eras que se erigieron en las favoritas del p¨²blico en la controvertida primera edici¨®n del Benidorm Fest. Su gesta se fragu¨® con la ya celeb¨¦rrima Terra, una pieza que se ajusta milim¨¦tricamente al canon de los alal¨¢s, los c¨¢nticos tradicionales de las agrupaciones femeninas en el noroeste peninsular. Las tres provienen de grupos comarcales de recollidas, viajes de etn¨®grafos y dem¨¢s estudiosos por aldeas y lugares rec¨®nditos para recabar entre los m¨¢s viejos del lugar esas melod¨ªas que guardan en la memoria y que, como es propio de la tradici¨®n oral, est¨¢n en peligro de perderse para siempre. Olaia Maneiro, una de las gemelas del tr¨ªo, anota: ¡°Esas melod¨ªas transportan a otras ¨¦pocas y hacen que te sientas acompa?ada por todas aquellas mujeres de tantas y tantas generaciones que nos antecedieron. Una vez que participas de ese proceso de transmisi¨®n, es un tesoro que pasas a sentir como propio y luchas para que no desaparezca nunca¡±.
Despu¨¦s de una gira en la que han superado los 30.000 kil¨®metros de recorrido, parece evidente que el fen¨®meno de Tanxugueiras va mucho m¨¢s all¨¢ de una irrupci¨®n televisiva puntual. Un ejemplo: a principios de agosto, su participaci¨®n en el Festival Noroeste se sald¨® con la presencia de m¨¢s de 80.000 espectadores en torno a la playa coru?esa de Riazor. Jugaban en casa y se trataba de un evento gratuito, de acuerdo, pero estamos hablando de congregar al equivalente a una tercera parte de los habitantes de la ciudad. ¡°La m¨²sica gallega ha vivido momentos de popularidad y esplendor¡±, anota su percusionista, Isaac Palac¨ªn, con m¨¢s de tres d¨¦cadas de experiencia en el sector, ¡°pero no existen antecedentes de nada parecido. Ellas tres son brillantes, tienen ¨¢ngel y han llegado en el momento oportuno¡±.
Entre sus nuevas amigas ilustres, la cantautora albacete?a Mar¨ªa Rozal¨¦n, con la que comparten largas sesiones de manta, palomitas y cine de terror, tambi¨¦n se ha significado como encendida defensora de lo folcl¨®rico. Es m¨¢s: aprovech¨® el d¨¦cimo aniversario de su primer disco para plantearle a su discogr¨¢fica, la todopoderosa Sony Music, que deseaba grabar un ¨¢lbum enteramente tradicional y convocar para ello a c¨®mplices como el asturiano Rodrigo Cuevas ¡ªotro folclorista milenial de ascenso mete¨®rico¡ª, la gerundense S¨ªlvia P¨¦rez Cruz, el mencionado Eliseo Parra o las propias Tanxugueiras. En el cuartel general de su disquera admiten que ese Matriz no era su ¡°mayor predilecci¨®n¡± ni ¡°el disco so?ado¡±, pero que Rozal¨¦n se hab¨ªa ganado todo el derecho a salirse del guion despu¨¦s de cuatro ¨¢lbumes de ¨¦xito creciente, de un Goya a la mejor canci¨®n con Que no, que no, o del Premio Nacional de M¨²sicas Actuales en la edici¨®n de 2021.
¡°Tampoco hab¨ªa opci¨®n¡±, arguye la autora de La puerta violeta o Comi¨¦ndote a besos. ¡°Era el disco que necesitaba y sent¨ªa, la m¨²sica que hago y de la que mamo desde los siete a?os. Y, de paso, una manera de profundizar de forma respetuosa en la cultura de este pa¨ªs¡±. Esto ¨²ltimo lo comprendi¨® mejor cuando el actor Juan Diego Botto escuch¨® Matriz en casa de la cantante, semanas antes de que saliese a la luz, y le confes¨®: ¡°Esta es la Espa?a en la que quiero vivir¡±. Ella misma cree que, de alguna manera, el respeto al folclore supone un ejercicio de ¡°patriotismo leg¨ªtimo y genuino¡±, por mucho que les moleste a los suspicaces. ¡°S¨ª, me han preguntado varias veces por qu¨¦ en este disco canto una canci¨®n en euskera y otra en catal¨¢n¡±, suspira, ¡°como si ese fuera un ejercicio de separatismo. A veces seguimos sin enorgullecernos de nuestra propia riqueza¡±.
Otros colaboradores de Rozal¨¦n en Matriz, el d¨²o Fet¨¦n Fet¨¦n, han completado un a?o intens¨ªsimo incorpor¨¢ndose desde hace unas semanas a la formaci¨®n en directo de Fito & Fitipaldis, la banda de rock con audiencias m¨¢s multitudinarias por tierras ib¨¦ricas. ¡°Vivimos un gran momento para el folk¡±, diagnostica Diego Galaz, el violinista burgal¨¦s del t¨¢ndem. ¡°Esos ingredientes m¨¢s tradicionales tambi¨¦n son muy bien recibidos en un espect¨¢culo para p¨²blicos mayoritarios. Es un fen¨®meno antropol¨®gico. Sus elementos de alguna manera est¨¢n presentes en nuestros genes, y eso hace que nadie se quede indiferente al escucharlos, aunque con anterioridad no les hubiera prestado atenci¨®n¡±. Sus amigos de La Maravillosa Orquesta del Alcohol (o La M.O.D.A., en acr¨®nimo) ya saben lo que es completar en cuatro ocasiones el aforo del WiZink madrile?o; la ¨²ltima, en noviembre de este 2022, con el reclamo de un disco titulado Nuevo cancionero burgal¨¦s, que utiliza coplas populares con m¨¢s de un siglo de existencia.
Es definitivo: los mileniales hacen buenas migas con sus ancestros. Y a mucha honra.
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