¡®Babylon¡¯, un canto de amor al Hollywood desaforado que muri¨® con la llegada del sonido
Damien Chazelle estrena un drama sobre el final de los a?os veinte en el cine, un tiempo de libertinaje, arte y negocios, cuando estrellas como John Gilbert o Clara Bow desaparecieron de la noche a la ma?ana
Fue el momento m¨¢s feliz del siglo XX, el de mayor diversi¨®n y libertinaje. Europa viv¨ªa el periodo de entreguerras, con estallidos culturales en Par¨ªs y sus locos a?os veinte, en Nueva York, Chicago, Berl¨ªn o Buenos Aires. Y en Los ?ngeles. Hasta all¨ª hab¨ªan llegado los pioneros del cine, huyendo de las reclamaciones de patentes de Thomas A. Edison y a la b¨²squeda de un lugar con tantas horas de sol como fuera posible para rodar pel¨ªculas en exteriores. Aquella trituradora de carne, que multiplicaba el dinero, requer¨ªa cuerpos j¨®venes, rostros bellos, gente con talento y energ¨ªa para trabajar sin descanso. A cambio, enormes ganancias, la fama y la gloria. En la monta?a que acota Los ?ngeles se pod¨ªa leer el inmenso cartel de Hollywoodland, la publicidad de una urbanizaci¨®n. A sus pies hab¨ªan florecido los estudios: en los a?os veinte el cine ya era la quinta industria de Estados Unidos, pero en aquel barrio de Los ?ngeles a¨²n hab¨ªa solares vac¨ªos, cultivos y animales. Al otro lado de la monta?a, en el valle, se suced¨ªan los campos de naranjos y las inmensas fincas de terratenientes. En aquel ecosistema, depravaci¨®n, arte y negocios se coaligaron. Y a aquella amalgama le han rendido homenaje diversos directores, descendientes de los cineastas primigenios que arribaron a California. El ¨²ltimo es Damien Chazelle, que el pr¨®ximo viernes estrena en Espa?a Babylon.
En Babylon, que no ha sido bien recibida por las cr¨ªticas en Estados Unidos, el director de La La Land no usa casi ning¨²n nombre real, pero las referencias son tan obvias que desenmascararlas deviene en divertido juego de arqueolog¨ªa cinematogr¨¢fica. Los protagonistas son un inmigrante mexicano con ansias de prosperar; una actriz capaz de todo por triunfar y a la que le malea su lado salvaje; y un gal¨¢n que ve acercarse el final de su carrera. Y, por supuesto, Hollywood a finales de los a?os veinte, cuando la llegada del sonido arras¨® con el paradigma establecido.
Chazelle mismo ha contado que al inicio de la preproducci¨®n vio mucho cine cl¨¢sico y contempor¨¢neo en una sala con proyector anal¨®gico y rodeado de sus colaboradores. T¨ªtulos como Intolerancia, de D. W. Griffith; La caja de Pandora, de G. W. Pabts, o Alas, de William Wellman, la primera pel¨ªcula que gan¨® el Oscar. Curiosamente, no menciona referencias m¨¢s obvias: Good Morning, Babilonia (1987), de los hermanos Taviani, o, metidos en libros inspiradores, las tablas sagradas del chismorreo cin¨¦filo, Hollywood Babilonia (Tusquets), los dos gloriosos vol¨²menes de sombras y esc¨¢ndalos en la meca del cine que convirtieron a su autor, el cineasta experimental Kenneth Anger, en la portera mayor del imperio. Con ellos no solo comparte data b¨ªblica, Babilonia, la ciudad de las mil lenguas y en la que todo pod¨ªa pasar gracias a la ambici¨®n y al hambre del ser humano, sino tambi¨¦n el dibujo de una ¨¦poca apasionante y libidinosa. Incluso hay destellos de Su ¨¦xito (1930), de Mervyn LeRoy, donde la protagonista cantaba: ¡°Hay una l¨¢grima por cada sonrisa en Hollywood¡±.
A ese drama se circunscribe Babylon, aunque en lo hist¨®rico resulta tan poco rigurosa como Hollywood, la serie para Netflix de Ryan Murphy. Algunos personajes juegan con la ventaja de buenos int¨¦rpretes tras ellos. Jack Conrad, el gal¨¢n al que da vida Brad Pitt, bebe de Rodolfo Valentino, asegura Chazelle, pero sobre todo de Douglas Fairbanks, que muri¨® en 1939 a los 56 a?os sin lograr triunfar en el cine sonoro, y de John Gilbert, que rivaliz¨® con Valentino como el gran amante, y que falleci¨® con 38 a?os en 1936. El Conrad de Pitt y Gilbert comparten varias caracter¨ªsticas: un matrimonio con una actriz teatral que menosprecia el cine, el bigotito ¡ªaccesorio obligado en aquellos galanes que solo sobrevivi¨® en Hollywood un par de d¨¦cadas m¨¢s con Clark Gable y Errol Flynn¡ª, el alcoholismo y las carcajadas provocadas en las sesiones de su primer drama rom¨¢ntico sonoro, rebosante de di¨¢logos hilarantes. Aquel fracaso fulmin¨® su carrera.
La actriz emergente Nelly LaRoy era un trasunto de Clara Bow, la primera it girl de la historia, cuando iba a interpretarla Emma Stone. Por el retraso causado por la covid, Stone march¨® y en su lugar entr¨® Margot Robbie, que ha animalizado a¨²n m¨¢s el personaje, sin olvidar la esencia de Bow, la f¨¦rrea determinaci¨®n de aquella mujer por dejar atr¨¢s la pobreza de su familia y su extra?a experiencia con el sonido (Chazelle roba una an¨¦cdota de Bow reventando el sistema de grabaci¨®n en el rodaje de La loca org¨ªa). Su puesta en escena, col¨¢ndose en una fiesta y arrasando al d¨ªa siguiente con su mirada en su primer d¨ªa de rodaje, recuerda m¨¢s a los inicios de Joan Crawford. Eso s¨ª, el coraz¨®n salvaje, dice Chazelle, nace de ¡°Lya De Putti, actriz h¨²ngara que batall¨® contra la estandarizaci¨®n de Hollywood¡±. Perdi¨®. El tercero en discordia, el mexicano Manny Torres, encarnado brillantemente por Diego Calva, est¨¢ inspirado, seg¨²n ha contado Chazelle en la promoci¨®n, ¡°en inmigrantes como Ren¨¦ Cardona, un cubano que en los a?os veinte se convirti¨® en el ejecutivo m¨¢s joven de Hollywood, antes de mudarse a triunfar en M¨¦xico¡±, o Enrique Vallejo, mexicano que empez¨® en el cine como c¨¢mara de Chaplin y acab¨® siendo director y jefe de producci¨®n. Max Minghella da vida al ¨²nico personaje que aparece con su nombre real, Irving G. Thalberg, el m¨ªtico responsable de Metro-Goldwyn-Mayer, el innovador productor de inmenso talento, el ¡°chico maravilla¡±, que muri¨® a los 37 a?os en la c¨²spide de su carrera en 1936, ya que a su mala salud sum¨® un descomunal ritmo de trabajo.
Otros alter egos aparecen camuflados. Jean Smart (de moda por la serie Hacks) interpreta a una periodista de columnas de cotilleos con poder para destruir carreras como lo tuvieron en aquella ¨¦poca Hedda Hopper y, m¨¢s tarde, a finales de los treinta, Louella Parsons. Chazelle apunta otra referencia: el personaje de Addison De Witt en Eva al desnudo. La directora que lanza a la fama a la joven actriz, la cineasta que descubre el fuego en la mirada de LaRoy, es un homenaje a Dorothy Arzner (y le da vida Olivia Hamilton, la esposa de Chazelle). Dos m¨¢s: Spike Jonze, que no aparece acreditado, encarna a Otto, un director desaforado de acento alem¨¢n, que intenta alcanzar una monstruosa perfecci¨®n f¨ªlmica y que claramente se basa en Erich von Stroheim. Y en Babylon, la singular actriz Lady Fay Zhu, que baila con esmoquin coqueteando por igual con hombres y mujeres, refleja la legendaria figura de Anna May Wong, la primera estrella de origen chino en Hollywood, muy reivindicada estos ¨²ltimos a?os por los int¨¦rpretes asi¨¢tico-estadounidenses. Como ella, es bisexual, vive en la lavander¨ªa familiar, y las dos saben que no encajan en su ¨¦poca.
Como algunos de los mencionados, en ese salto convulso al sonoro, la mitad de los integrantes de la industria cinematogr¨¢fica se despe?aron: estrellas que no vocalizaban o de acento insufrible, que hab¨ªan triunfado solo por su magnetismo en la gran pantalla, creadores que se hundieron en el engorroso proceso t¨¦cnico de grabaci¨®n del sonido... Por no hablar de que los a?os veinte, como bien describe Babylon, fueron tiempos para el libertinaje. Del que algunos salieron mal parados: no hab¨ªa c¨®mico m¨¢s famoso que Roscoe Fatty Arbuckle, y en 1922 fue acusado en tres juicios medi¨¢ticos de violaci¨®n y asesinato de la actriz Virginia Rappe. Sali¨® absuelto, no hab¨ªa ninguna prueba contra ¨¦l, pero nunca m¨¢s volvi¨® a trabajar.
Arbuckle fue el descubridor de Harold Lloyd y mentor de Charles Chaplin, y curiosamente, en una ciudad, Los ?ngeles, que no se ha preocupado en conservar su patrimonio hasta el siglo XXI (las mansiones y los estudios se derribaban y reconstru¨ªan), los interiores de la primera secuencia de Babylon, cuando en un gran sal¨®n se desarrolla un baile orgi¨¢stico, se han filmado en el teatro Ace, en el downtown de la ciudad, un local que crearon Charlie Chaplin, Mary Pickford, D. W. Griffith y Douglas Fairbanks para lanzar su compa?¨ªa, United Artists. El exterior de esa mansi¨®n, alejado de todos y de todo, a salvo de miradas escrutadoras, se rod¨® en el Shea¡¯s Castle, en las lomas de Palmdale, a 100 kil¨®metros de Los ?ngeles. El castillo se erigi¨® en los a?os veinte, como encargo de un empresario llamado Tommy Lee, que, consciente de que sus invitados tardaban dos horas en llegar en coche, construy¨® cerca una pista de aterrizaje para vuelos desde Los ?ngeles. Babylon tambi¨¦n incluye secuencias en la mansi¨®n de Busby Berkeley, el cineasta de los grandes musicales caleidosc¨®picos, cuya vivienda lindaba con la de Arbuckle.
De todo aquello, poco queda. El 90% del cine mudo estadounidense ha desaparecido. Al final de Babylon, uno de los personajes se cuela en una proyecci¨®n de Cantando bajo la lluvia, obra maestra sobre aquel dram¨¢tico cambio industrial, y ejemplifica la balada de Su ¨¦xito: ¡°Hay una l¨¢grima por cada sonrisa en Hollywood¡±.
Babelia
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