¡®Los hijos de otros¡¯: ¨¦xtasis e incertidumbre de la moderna madrastra

En algunos reducidos ¨¢mbitos se empieza a definir como madre vicaria. Aunque siempre se la llam¨® madrastra, t¨¦rmino con connotaciones negativas procedentes de los cuentos infantiles hoy pr¨¢cticamente en desuso. As¨ª que no hay un vocablo com¨²n y coloquial que describa a la perfecci¨®n la figura de la mujer que, de buenas a primeras gracias a una pasi¨®n tard¨ªa, pero sincera, en muchos casos el verdadero amor de una vida por parte de ambos, debe iniciar tambi¨¦n una relaci¨®n con unos hijos m¨¢s o menos peque?os que no son suyos sino del hombre, hacer frente a unos lazos afectivos forjados durante a?os con el sabor de la dulzura y el resquemor de la derrota, lidiar con el recuerdo y la presencia de una primera esposa que, para cuestiones pr¨¢cticas y emocionales con los cr¨ªos, va a seguir estando ah¨ª y, quiz¨¢ en muchos casos, manejar el deseo de una maternidad propia que por culpa de los tiempos biol¨®gicos de la mujer puede tener la contrariedad de la prisa frente al est¨ªmulo del deseo.

Conste que hemos definido esta situaci¨®n alrededor de la figura de la mujer y no de la del hombre por dos motivos concretos: porque en el caso de esta pel¨ªcula la protagonista es ella, y porque en la vertiente masculina no se da la b¨¢sica circunstancia de la posible decisi¨®n de la maternidad y su plazo con l¨ªneas que pueden empezar a ser rojas a causa de la edad. La excelente pel¨ªcula francesa Los hijos de otros, quinto trabajo como directora y guionista de Rebecca Zlotowski, se acerca a una de esas mujeres con la rotundidad del amor, la dulzura y la lujuria verdaderos entre los dos miembros de la nueva pareja; con el cari?o espont¨¢neo de ella por una ni?a de cuatro a?os con la que a¨²n resulta dif¨ªcil (o imposible) razonar ciertos asuntos, y con unas dificultades afectivas que en ning¨²n momento est¨¢n basadas en el lado oscuro de los personajes y s¨ª en la delicadeza. Completamente alejada de manique¨ªsmos y trazados groseros de los personajes o sus actitudes, cada rol encuentra sus razones para actuar como lo hace, a veces equivocadamente, pero todas son tan irreprochables e indudables como la dificultad de la vida.

Rodada con elegancia por Zlotowski, que ya se hab¨ªa acercado a la figura de otro tri¨¢ngulo amoroso en Grand Central (2013), Los hijos de otros est¨¢ articulada como un romance contempor¨¢neo que, por par¨¢metros gen¨¦ricos, podr¨ªa ser conceptuado como un melodrama, pues la m¨²sica ¡ªa veces, canciones; otras, piezas de m¨²sica cl¨¢sica¡ª enfatiza siempre las alteraciones de la piel, del coraz¨®n y del sexo: las de los personajes y las de los espectadores. Una banda sonora, adem¨¢s, muy ecl¨¦ctica: Vivaldi, Thelonius Monk, Shostak¨®vich, Dave Van Ronk, Yves Simon, The Mellomen¡­

La directora posa su mirada en las miradas. La c¨¢mara suele estar en el lugar justo para captar con naturalidad la qu¨ªmica entre Roschdy Zem y la formidable Virginie Efira de un modo que no necesite subrayados de texto. As¨ª, el amor que se tienen y lo perfectos que parecen el uno para el otro no precisan m¨¢s explicaciones, a pesar de que el relato exponga las sucesivas fases de ese romance, desde la ilusi¨®n anterior al primer beso hasta la resoluci¨®n final, pasando por el ¨¦xtasis, las consabidas dudas, las ca¨ªdas a las que lleva la complejidad de la situaci¨®n y las tentaciones en el periodo de derrumbe. Adem¨¢s, en la escritura, el eje central va acompa?ado de algunas tramas paralelas que ayudan a conformar un estado de comunidad en el que todo afecta, porque as¨ª es la existencia. Y el problema, como tantas veces, suele estar en los otros.

Con una ¨²nica secuencia no demasiado bien descrita (la del f¨²tbol), y un bonito detalle de puesta en escena, a lo Fran?ois Truffaut en Las dos inglesas y el amor, con la lectura de los mensajes entre la exesposa y la protagonista, Los hijos de otros describe un conflicto tan actual como los tiempos que corren. D¨ªas de acomodo afectivo o de atrevimiento emocional.