¡®Ant-Man y la Avispa: Quantuman¨ªa¡¯: m¨¢s s¨ªntomas de agotamiento en la pomposa Marvel
La percepci¨®n de ser un producto menor le hab¨ªa funcionado al director en las dos primeras pel¨ªculas. Ahora se ha puesto ampuloso sin mejorar el estilo visual o ganar profundidad en la historia
De la frescura, la espontaneidad y la vocaci¨®n de humildad a la solemnidad, la impostura de gravedad y las ¨ªnfulas de importancia. Ese ha sido el camino de la variante Ant-Man en el universo cinematogr¨¢fico de Marvel. Y es una desgracia porque ni el personaje ni probablemente sus fan¨¢ticos merec¨ªan la abierta pomposidad y los excesos de dificultad de buena parte del relato de Ant-Man y la Avispa: Quantuman¨ªa, tercera entrega en solitario de las aventuras del hombre hormiga, continuaci¨®n de las modestamente efervescentes Ant-Man (2015) y Ant-Man y la Avispa, olvidables, de ef¨ªmero placer, pero simp¨¢ticas, todas dirigidas por Peyton Reed.
La sensata percepci¨®n de ser un producto menor le hab¨ªa funcionado bien a Reed en las dos primeras pel¨ªculas. Sin embargo, ya en la segunda entrega una de las tramas se pon¨ªa demasiado afectada, como s¨ªntoma de estos tiempos hiperb¨®licos para cualquier chorrada, algo que se acrecienta de forma exponencial en Quantuman¨ªa. Si esa ampulosidad viniera de la mano del estilo visual, de la profundidad en la aventura o en el retrato de personajes, o incluso de las posibilidades metaf¨ªsicas de la historia, al menos tendr¨ªamos sustancia que llevarnos a la mirada, al o¨ªdo o a la psique. Pero no es as¨ª. De nuevo con vueltas y m¨¢s revueltas al cansino tema del multiverso, la pel¨ªcula, con ciertas l¨ªneas de comedia en medio del barullo existencial, y un par de secuencias a pie de calle, con el superh¨¦roe lidiando con su propio ego con el tono de gracia ir¨®nica que no deber¨ªa haber abandonado la serie, parece abotargada por la ambici¨®n.
Visualmente solo tiene un momento de cierta expresividad, el pr¨®logo, con el personaje de Michelle Pfeiffer caminando por texturas y colores que parecen extra¨ªdos de Noche estrellada, de Vincent van Gogh. Aunque, como contrapartida del hallazgo, se lleva la palma el risible dise?o del rol de Corey Stoll, el supervillano M.O.D.O.K., que simplemente parece un rostro con la relaci¨®n de aspecto err¨®nea en el televisor o el ordenador. Mientras, si en las gotas de humor espor¨¢dico del guion lo mejor que se les ha ocurrido es organizar un chiste recurrente sobre el n¨²mero de agujeros que tiene el cuerpo humano es que hay una carencia evidente de esa socarroner¨ªa juguetona y familiar de las dos primeras entregas.
Quantuman¨ªa, ambientada casi exclusivamente en el mundo cu¨¢ntico, ese ¡°lugar sin espacio ni tiempo que est¨¢ debajo del nuestro¡±, lo que ya es definitorio, tiene que estar explic¨¢ndose a s¨ª misma todo el rato. Sobre aspectos del pasado de los personajes, sobre el funcionamiento de ese universo alternativo y sobre sus saltos temporales. Y la pel¨ªcula nunca es compleja, ¨²nicamente complicada, que es muy diferente. El nuevo villano, Kang el Conquistador, adicto al mon¨®logo altisonante, al que pone rostro de eterna tristeza Jonathan Majors, y que regresar¨¢ en la nueva apuesta de Los vengadores, prevista para 2025, es aqu¨ª m¨²ltiple porque as¨ª es su naturaleza. Ahora bien, esa capacidad para multiplicarse est¨¢ exenta de carisma. Una personalidad que s¨ª tienen fuera de este desprop¨®sito algunas de sus estrellas, Pfeiffer, Michael Douglas, Bill Murray (gan¨¢ndose un past¨®n poniendo su cara de siempre y lanzando un pu?ado de frases), al servicio de un veh¨ªculo al que le sentaba mucho mejor la insignificancia familiar que la desmesura cargante.
Marvel, cada vez con m¨¢s s¨ªntomas de agotamiento: narrativo, visual y conceptual. Y van 31 pel¨ªculas. Dentro de tres meses, la siguiente.
Ant-man y la Avispa: Quantuman¨ªa
Dirección: Peyton Reed.
Intérpretes: Paul Rudd, Evangeline Lily, Michelle Pfeiffer, Jonathan Majors.
Género: aventuras. EE UU, 2023.
Duración: 125 minutos.
Estreno: 17 de febrero.
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