C¨®mo ganar amigos e influir sobre las personas con solo seis palabras
Los periodistas Jim VandeHei, Mike Allen y Roy Schwartz han escrito ¡®Smart Brevity: The Power of Saying More with Less¡¯, un libro en el que defienden la econom¨ªa de las palabras
Los periodistas Jim VandeHei, Mike Allen y Roy Schwartz dejaron Politico en 2016 para crear lo que describieron como ¡°un h¨ªbrido de The Economist y Twitter¡±; Axios, el servicio de noticias resultante, adquiri¨® popularidad por su enfoque: los textos no exceden las 300 palabras, est¨¢n acompa?ados de res¨²menes y de giros para captar la atenci¨®n del lector y tienden a enga?ar a este con titulares del tipo clickbait. VandeHei, Allen y Schwartz consiguieron 10 millones de d¨®lares (9,3 millones de euros) para lanzarlo; siete a?os despu¨¦s, lo vendieron por 525 millones de d¨®lares (492 millones de euros).
¡°Un tercio de los correos electr¨®nicos de trabajo que requieren atenci¨®n se queda sin leer. La mayor¨ªa de las palabras de la mayor parte de las noticias no se lee. Casi todos los cap¨ªtulos de pr¨¢cticamente todos los libros no se tocan¡±, afirman los tres periodistas, no sin dramatismo, en un momento cultural en el que todo lo que adquiere visibilidad es susceptible de ser franquiciado, desde las opiniones de un youtuber hasta un eccehomo fallido. Era solo cuesti¨®n de tiempo que el m¨¦todo Axios alcanzase otros formatos y ahora sus creadores publican Smart Brevity: The Power of Saying More with Less (Brevedad inteligente: El poder de decir m¨¢s con menos), donde adoptan una aproximaci¨®n incluso m¨¢s radical: su nueva consigna es que ¡°todo lo que merece la pena decir puede ser dicho en seis palabras¡±.
El m¨¦todo Axios intenta aliviar un malestar espec¨ªfico vinculado, por una parte, con la enorme cantidad de informaci¨®n que nos vemos obligados a procesar diariamente y, por otra parte, con la consiguiente reducci¨®n de la capacidad de atenderla. ¡°Nos revolcamos en ruido y tonter¨ªas la mayor parte del tiempo que estamos despiertos. Somos prisioneros de las palabras. De escribirlas. De leerlas. De escucharlas. Luego esperamos, inquietos, persiguiendo la gratificaci¨®n instant¨¢nea o simplemente algo m¨¢s: una risa, una provocaci¨®n, una noticia, una conexi¨®n, un like, un share, retuits, snaps¡±, constatan los autores, que agregan: ¡°Escaneamos casi todo lo que aparece en nuestras pantallas, no leemos. Lo que realmente nos apetece es recibir descargas de dopamina, procedentes de mensajes de texto, tuits, b¨²squedas en Google, noticias, v¨ªdeos y mensajes. Consultamos nuestros tel¨¦fonos m¨¢s de 344 veces al d¨ªa, al menos una vez cada cuatro minutos. El nuevo y agotador fen¨®meno ha atascado nuestras bandejas de entrada, paralizado los lugares de trabajo, obstruido nuestras mentes. Todos nos enfrentamos a un reto ¨¦pico: ?c¨®mo conseguir que alguien preste atenci¨®n a algo importante en este l¨ªo?¡±. En lo que hace a la redacci¨®n de textos, no solo period¨ªsticos, su respuesta es la siguiente: ¡±Escribe eso que quieres que el lector, espectador u oyente recuerde. Escr¨ªbelo antes de hacer cualquier otra cosa. A continuaci¨®n, intenta acortarlo a menos de una docena de palabras. Debe ser una declaraci¨®n o un dato, no una pregunta. Aseg¨²rate de que es nuevo o esencial. Elimina las palabras d¨¦biles y los verbos o adjetivos sobrantes. Despu¨¦s, detente. Si no sabemos lo que queremos decir o, m¨¢s probablemente, si no entendemos lo que estamos escribiendo, lo disimulamos diciendo demasiado. Hacemos lo mismo cuando rompemos una relaci¨®n, pedimos un aumento de sueldo o confesamos un mal comportamiento. Seguimos hablando. Es la naturaleza humana. Y acaba con las relaciones y la comunicaci¨®n. As¨ª que basta¡±.
Smart Brevity est¨¢ redactado en el estilo de Axios y en el lenguaje de las redes sociales y del periodismo de peor calidad: coloquial, sentencioso, indulgente, agresivo; como si estuviera escrito todo en may¨²sculas. Es un estilo que opera por sustracci¨®n ¡ªlos autores presumen de que su motto es: ¡±brevedad es credibilidad, longitud es miedo¡±, y de que su m¨¦todo est¨¢ moldeado en los res¨²menes informativos que la CIA preparaba para Donald Trump durante su presidencia¡ª y responde al mismo deseo de simplificar las cosas que en el ¨¢mbito de las relaciones humanas y los negocios hizo rico a Dale Carnegie, el autor del best seller C¨®mo ganar amigos e influir sobre las personas, y explica el ¨¦xito del ¡±menos es m¨¢s¡± de Marie Kondo, el dise?o web minimalista y libros tan distintos como la Biograf¨ªa del silencio, del espa?ol Pablo d¡¯Ors, y Simplify your life, de los alemanes Werner Tiki K¨¹stenmacher y Lothar Seiwert; es el mismo anhelo de simplificaci¨®n que est¨¢ detr¨¢s de servicios de optimizaci¨®n de la comunicaci¨®n escrita como Grammarly, WordTune y Readable, as¨ª como del ¡°toki pona¡±, un lenguaje desarrollado por la ling¨¹ista canadiense Sonja Lang que solo consta de 120 palabras y ya est¨¢ siendo utilizado en algunos colegios espa?oles. VandeHei, Allen y Schwartz prometen que, si abrazamos su ¡±brevedad inteligente¡±, podremos obtener reconocimiento, ser recordados, escribir de forma m¨¢s ¡±cautivadora¡±, hacer ¡±que todo el mundo se mantenga alineado e inspirado¡±, ampliar la cartera de clientes, volver a ser escuchados. ¡±Decir mucho m¨¢s con mucho menos¡±, afirman, ¡±es el mayor poder¡±.
El problema del m¨¦todo Axios ¡ªy de los productos de autoayuda de una sociedad sobrepasada y en estado permanente de burn-out en general¡ª es que no vale mucho: como las de Dale Carnegie en su momento, las promesas de los autores de Smart Brevity ¡ªm¨¢s dinero, m¨¢s influencia, m¨¢s poder¡ª son de dif¨ªcil cumplimiento en la mayor parte de las vidas. Pero la simplificaci¨®n radical que proponen sus creadores tiene otros problemas, y el principal de ellos es el de que una comunicaci¨®n simplificada no solo sea poco atractiva, sino tambi¨¦n contraproducente: la complejidad de los acontecimientos pol¨ªticos y los desarrollos sociales y econ¨®micos, as¨ª como de las organizaciones p¨²blicas y privadas del capitalismo tard¨ªo, requiere una comunicaci¨®n que, desafortunadamente o no, tambi¨¦n es compleja. Darle a leer a alguien como Trump un resumen informativo con frases como ¡±El Gobierno afgano y los funcionarios de seguridad est¨¢n discutiendo planes de evacuaci¨®n, seg¨²n [informaci¨®n atribuida aqu¨ª], lo que indica que la mayor¨ªa de las ANSF en la regi¨®n no est¨¢n planeando ninguna resistencia organizada a la pr¨®xima ofensiva¡± no es especialmente eficaz, como afirman los autores, pero ofrecerle otro que se limita a decir que ¡±hay que estar preparados para dejar de cavar y empezar a luchar¡± es potencialmente catastr¨®fico, como suele serlo el hecho de que alguien que carece de informaci¨®n crea estar bien informado.
El Gobierno afgano cay¨® en unas pocas horas por esa raz¨®n e incluso la democracia m¨¢s aparentemente fuerte y estable puede verse erosionada poco a poco por una simplificaci¨®n excesiva de los asuntos comunes hasta convertirse en otra cosa, solo superficialmente democr¨¢tica. ¡±Con las viejas formas de comunicaci¨®n, casi nadie escucha¡±, dicen los autores de Smart Brevity. Pero el problema no es que esas formas de comunicaci¨®n sean ¡±viejas¡±, sino que las ¡±nuevas¡± nos est¨¢n ense?ando a dejar de escuchar al tiempo que nos habit¨²an a m¨¢s y m¨¢s violencia verbal en forma de mensajes de redes sociales, titulares de prensa y declaraciones.
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