Los poderosos mansos de Dolores

Dijo una vez la recordada ganadera bilba¨ªna Dolores Aguirre que sus toros pod¨ªan ser bravos o mansos, m¨¢s o menos complicados, de mayor o menor clase; pero que nunca pod¨ªan ser flojos. Sus pupilos pod¨ªan hacer de todo, menos caerse. Vaca que doblaba una mano en el tentadero, vaca que iba al matadero.

Esa filosof¨ªa la convirti¨® en una de las criadoras m¨¢s respetadas y seguidas por los aficionados ¡°toristas¡±, aquellos que, a contracorriente, siguen persiguiendo el protagonismo del toro ¨ªntegro y encastado.

Por eso, una de las plazas talism¨¢n para la divisa sevillana ha sido y es Vic-Fezensac (Francia). Aqu¨ª, en su Feria del Toro, los aficionados no acuden a ver toreros ni toros-artistas, sino a contemplar la lidia de animales fuertes, exigentes y encastados. Es la fiesta del toro-toro.

Toros como los que lidi¨® Dolores en la primera corrida de la feria. Astados, en su mayor¨ªa mansos, pero que vendieron cara su vida y pusieron en serios aprietos a los de luces. Un encierro serio, aunque de desigual presentaci¨®n ¡ªlos lidiados en la segunda parte del festejo tuvieron mucho m¨¢s cuajo¡ª, que por momentos empuj¨® con poder bajo el peto, pero que acab¨® cantando la gallina.

Tres y hasta cuatro puyazos tomaron, y aun as¨ª llegaron al ¨²ltimo tercio pidiendo los papeles. Fue el caso, sobre todo, de los lidiados en segundo, cuarto y quinto lugar. Agarrado, incierto y a peor fue el primero; descastado, y muy soso result¨® el tercero; y noble, y con calidad, aunque desfondado, el ¨²ltimo.

El segundo, Bilbatero, s¨ª hizo cosas de bravo en el caballo. Tras mandar volando al picador en el primer encuentro, empuj¨® con los ri?ones y la cara abajo en las dos siguientes entradas. En cambio, en la cuarta, se aburri¨®. Lo que no hizo fue afligirse. A partir de ah¨ª, se fue creciendo hasta hacerse el amo y se?or del ruedo. ?Qu¨¦ poder!, ?qu¨¦ exigencia en esas cortas, pero intens¨ªsimas embestidas!

Una dura prueba que solvent¨® como pudo Luis Gerpe, que se presentaba en esta plaza. A pesar de los dos revolcones que se llev¨®, y de los que sali¨® visiblemente dolorido, volvi¨® a la cara del toro, esquiv¨® las feroces acometidas y lo mat¨® tras varios intentos.

Tampoco pudo estirarse ni lucirse con el feo quinto, otro bicho de armas tomar. Muy suelto en los primeros tercios, se movi¨® a arreones y con la cara alta. Desafiante siempre, all¨ª por donde pasaba, barr¨ªa con todo. Gerpe, l¨®gicamente a la defensiva, tir¨® de oficio.

El otro toro con fondo encastado se lo llev¨® Alberto Lamelas en cuarto lugar. Y este s¨ª tuvo m¨¢s entrega en el ¨²ltimo tercio. Un toro noble, pero exigente, que embisti¨® con mucha transmisi¨®n y poder. Lamelas, que nunca se confi¨® con el primero, anduvo tan voluntarioso como vulgar, pero tuvo el acierto de intentar alargar los muletazos.

Como sus compa?eros, M¨¢xime Solera tampoco estuvo fino con la espada, pero, a diferencia de ellos, ¨¦l s¨ª pudo ligar una tanda de naturales limpia y templada. Lo logr¨® frente al noble sexto, de cierta calidad, pero muy venido a menos. Con el descastado y parado tercero, en cambio, poco pudo hacer m¨¢s que justificarse.

No, no se cort¨® ninguna oreja; ni tampoco hubo bellas faenas, pero lo que s¨ª hubo fue emoci¨®n. Y la sensaci¨®n de que, en la plaza, el que mandaba era el toro.

La Feria del Toro de Vic se abri¨® por la ma?ana con una novillada de Monteviejo, justa de presentaci¨®n, aunque astifina, que decepcion¨® por su blando y soso juego. Cumplidores en varas, el de mayor emoci¨®n, por su peligro, fue el tercero, frente al que destac¨® la firmeza y valor de Christian Parejo. Sus dos compa?eros de terna, Jon Lamothe y Jorge Molina, se limitaron a justificarse.