Moondog, un vikingo en Nueva York
Louis Hardin se movi¨® al margen de modas y tendencias, cargado de contradicciones: los hippies le reconocieron como alma gemela y se entendi¨® con ¡®jazzmen¡¯ negros como Charlie Parker o Duke Elllington
A mediados del siglo pasado, contribuy¨® poderosamente a la mitolog¨ªa de Nueva York: era ¡°el vikingo de la Sexta Avenida¡±; cualquier taxista sab¨ªa d¨®nde localizarlo. Convendr¨ªa puntualizar que se confeccionaba su propia ropa y solo se visti¨® de vikingo en los sesenta, tras veinte a?os en las calles, harto de que le confundieran con un monje.
Tampoco ejerc¨ªa de mendigo, como cre¨ªan algunos: vend¨ªa sus panfletos y promocionaba su m¨²sica. Louis Hardin (Marysville, Kansas, 1916 - M¨¹nster, Alemania, 1999), alias Moondog, tocaba, compon¨ªa y defend¨ªa su arte: logr¨® que Alan Freed, todopoderoso difusor del rock & roll, renunciara al nombre de su programa radiof¨®nico, The Moondog Show, para que no hubiera confusiones. Confusiones improbables: Moondog hac¨ªa entonces una especie de jazz sigiloso, salpimentado con percusiones.
Tras estallarle un detonador, qued¨® ciego con 16 a?os. Y demostr¨® asombrosas capacidades de adaptaci¨®n. Ante el pasmo de los neoyorquinos, cruzaba las avenidas sin vacilaci¨®n: explicaba que distingu¨ªa el ¨ªnfimo ruido que produc¨ªa el cambio de color en los sem¨¢foros. Y luego estaba, como dec¨ªa Blanche DuBois, ¡°la amabilidad de los extra?os¡±. En los raros per¨ªodos cuando no ten¨ªa habitaci¨®n, dorm¨ªa en la calle; conserjes o vigilantes cuidaban su sue?o y se ocupaban de que pudiera desayunar por la ma?ana. Su Nueva York no era la ciudad inh¨®spita que nos vend¨ªa Lou Reed.
Los hippies le reconocieron como una alma gemela: deploraba la guerra de Vietnam, arremet¨ªa contra el complejo militar-industrial, descre¨ªa del cristianismo. Pero no encajaba plenamente en los valores de los ni?os de las flores. Formado en la Am¨¦rica profunda, manten¨ªa prejuicios contra los jud¨ªos y se manifest¨® consternado cuando descubri¨® la etnicidad de sus amigos Philip Glass y Steve Reich, compa?eros en el minimalismo. Aunque se entendi¨® con jazzmen negros como Charlie Parker o Duke Ellington, censuraba lo que denominaba ¡°cruce de razas¡±. Tambi¨¦n pod¨ªa ser, caramba, manilargo cuando ten¨ªa mujeres cerca; imposible no especular con lo que hubiera ocurrido de intimar con una criatura tan brava como Janis Joplin, que grab¨® su All Is Loneliness en 1967.
Con todo, parec¨ªa destinado a h¨¦roe contracultural, calcul¨® James William Guercio, productor de ¨¦xito (Blood Sweat & Tears, Chicago). Juntos realizaron dos elep¨¦s para CBS que le acercaron a un p¨²blico grande, aunque no suficiente para los contables de la disquera. Moondog ya se sent¨ªa cansado de la vida callejera, con las dificultades para tomar notas en braille; pasaba mucho tiempo en el campo, en una caba?a de troncos que ¡ªt¨ªpicamente¡ª se construy¨® con sus propias manos.
Hasta que, en 1974, la radio estatal alemana le ofreci¨® presentar su m¨²sica en un ciclo dedicado a compositores at¨ªpicos. Vol¨® en el llamado Hippie Express, un avi¨®n de h¨¦lices de Icelandair que hac¨ªa escala en Reikiavik. Para Moondog, que reivindicaba el paganismo n¨®rdico, era un buen augurio. Efectivamente, Europa le acogi¨® con contratos, encargos, respeto. Ilona Goebel, una estudiante de geolog¨ªa, le conoci¨® en la calle y le abri¨® las puertas de la casa familiar en Westfalia. Convertida en su representante, logr¨® que los ¨²ltimos 25 a?os de Moondog fueran comparativamente triunfales: pudo actuar y grabar con formaciones amplias. Eso s¨ª, cuando le presentaron en Estocolmo a los reyes de Suecia, debi¨® renunciar a su famoso casco: all¨ª le explicaron que los aut¨¦nticos vikingos no llevaban cuernos.
Babelia
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