Dos toros encastados y un catedr¨¢tico (El Juli)

Sin duda alguna, la mejor corrida de lo que va de feria, con dos toros, primero y quinto, mansos los dos en varas, pero encastados, vibrantes y exigentes en el tercio final. Y tres toros m¨¢s con cualidades suficientes para el triunfo, y solo el cuarto fue el menos lucido, con la cara a media altura y desfondado con prontitud.

Ya era hora, y ha sido la ganader¨ªa de Jandilla la que ha puesto al toro en su sitio en esta feria, y ha permitido un sonado triunfo (ya son 13 salidas a hombros en su larga carrera en esta plaza) de El Juli, que ha demostrado ante el quinto su magisterio en la t¨¦cnica, el poder¨ªo y la profundidad con la que ha muleteado a ese toro por ambas manos en distintas secuencias de su intensa labor. Intensa, sobre todo, por la codicia con la que el animal persegu¨ªa el enga?o, su recorrido largo, su humillaci¨®n y ritmo, no exento de la exigencia propia de los toros encastados.

El Juli, que lo hab¨ªa recibido con templados delantales, se luci¨® de verdad en un par de tandas de profundos redondos y una tercera de largos y hermosos naturales. El animal se resinti¨® por la entrega que hab¨ªa derrochado, y, aunque mantuvo su calidad, perdi¨® velocidad en su embestida. Fue entonces cuando El Juli traz¨® un molinete de rodillas y un circular para animar a los tendidos, y no contento a¨²n, continu¨® dos o tres tandas m¨¢s y unas luquesinas finales antes de cobrar una estocada de efecto fulminante.

Es decir, que El Juli es un catedr¨¢tico y hoy ha vuelto a demostrarlo ante un gran toro, pero ha alargado en exceso su labor en su af¨¢n por interesar al sol. Un borr¨®n, porque toro tan bueno no necesitaba una faena tan extensa.

En el segundo, bien, f¨¢cil, ante otro toro de calidad, pero fr¨ªo, con una labor de escasa personalidad; mat¨® con rapidez y cay¨® la oreja de turno.

Cayetano tambi¨¦n cort¨® tres orejas y lo acompa?¨® a hombros, pero lo suyo fue otra historia. Destac¨® m¨¢s por sus alardes, algunos de ellos muy apasionados, que por un toreo de altura.

Ante el ¨²ltimo, otro toro de clase, estuvo variado con el capote, con ver¨®nicas y un airoso galleo por chicuelinas. Despu¨¦s, muleta en mano, comenz¨® con ayudados por alto y varias tandas en las que sobresali¨® el bueno aire del animal en detrimento del muleteo anodino del se?or de luces.

?l asumi¨® la situaci¨®n y tir¨® por la calle de en medio: se plant¨® de rodillas en los terrenos de sol, tore¨® por alto, provoc¨® con gestos al p¨²blico, y en un descuido el toro lo enganch¨® por la faja cuando estaba de espadas a los pitones y la escena lo enrabiet¨® sobremanera. Volvi¨® de hinojos frente a su oponente, y lo ret¨® con la cara demudada mientras los tendidos entraban en trance. Despu¨¦s, es verdad, cobr¨® una buena estocada que tir¨® al toro patas arriba, y aquello ya fue el ¨¦xtasis total.

Al tercero lo recibi¨® con una larga cambiada de rodillas en el tercio; y de hinojos comenz¨® la faena de muleta (est¨¢ visto que si te pones de rodillas en esta plaza no te comes una rosca). Encastado y codicioso era el animal, y Cayetano lo mulete¨® por aqu¨ª y por all¨¢, pero con poca historia. Volvi¨® al rodillazo y al desplante en tal postura, y una estocada trasera le proporcion¨® la primera oreja.

Y Antonio Ferrera se encontr¨® en primer lugar con el ejemplar m¨¢s encastado de la corrida, ¡®Vibrante¡¯ de nombre, que no se emple¨® en varas, pero embisti¨® con fiereza, codicia y prontitud. Exig¨ªa una muleta muy avispada y poderosa, y el torero estuvo correcto, sin apreturas, pero con escaso lucimiento. Falt¨® intensidad a una labor decorosa y carente de emotividad. En su favor hay que destacar que no utiliz¨® el comod¨ªn de las rodillas en tierra, lo cual le honra.

Y el cuarto, que fue el ¨²nico bravo en el caballo, se desfond¨® en la muleta, se afligi¨®, se qued¨® muy corto en la embestida, y ofreci¨® pocas opciones.