Poner la oreja en La Gomera
La ling¨¹ista Carlota de Benito, miembro del equipo de In¨¦s Fern¨¢ndez Ord¨®?ez que viaja por los pueblos en busca de palabras dialectales y modismos, cuenta en primera persona su experiencia en la isla canaria
La primera fila del Pejeverde, el avi¨®n de h¨¦lices que nos lleva de Las Palmas a La Gomera, mira hacia la cola del aparato. All¨ª sentadas, mi compa?era Ana Estrada y yo podemos ver a los veintitantos estudiantes zuriqueses que nos acompa?an a hacer encuestas ling¨¹¨ªsticas y antropol¨®gicas en la peque?a isla canaria. Vamos a pasar all¨ª una semana llevando a cabo el proyecto socioling¨¹¨ªstico Rurican: documentamos las hablas y las costumbres de la zona para luego estudiarlas. Este trabajo es hijo del proyecto Coser (Corpus Oral y Sonoro del Espa?ol Rural) del que sali¨® nuestro libro Como dicen en mi pueblo, publicado hace unos meses. Desde fuera somos un extra?o equipo, pienso. Un pu?ado de profesores (cuatro espa?olas, un venezolano y una belga: parece un chiste), una treintena de j¨®venes que estudian el equivalente a Filolog¨ªa Hisp¨¢nica en Suiza o Alemania, nueve coches de alquiler, sendas grabadoras y c¨¢maras de v¨ªdeo y un mont¨®n de preguntas.
Poco sab¨ªan los gomeros de San Sebasti¨¢n, Hermigua, Agulo, Vallehermoso y Alojera que en una semana iban a encontrarnos hasta en la sopa, tratando de entrevistarlos a todos. Y poco sab¨ªan nuestros alumnos de lo que les esperaba, habiendo como hab¨ªa muchos que jam¨¢s hab¨ªan puesto un pie en las Islas Afortunadas. El plan es sencillo: cada d¨ªa nos repartimos en grupos de tres o cuatro y cada coche pone rumbo a uno de estos pueblos, en busca de personas que acepten participar en el estudio. En La Gomera es especialmente f¨¢cil encontrar informantes (as¨ª llamamos a nuestras presas): raro es aquel que no tiene ganas de ayudar y charlar un ratito sobre su isla.
La pausa de la comida es el momento ideal para intercambiar impresiones de las entrevistas de la ma?ana. Mientras untamos almogrote en el pan ¡ªlas Canarias son el para¨ªso oficial de los amantes del queso de cabra¡ª, repaso mis notas sobre esa vocal que se a?ade a algunas palabras que acaban en -r: a veces es simplemente una /e/ (el sure por el sur), pero otras veces la vocal repite la ¨²ltima de la palabra: a lo mejoro. ¡°S¨ª, Carlota, las vocales parag¨®gicas son fascinantes, ?pero pedimos tambi¨¦n queso asado con miel de palma?¡±. Mientras yo me quedo embobada con las peculiaridades ling¨¹¨ªsticas, la mayor¨ªa de los alumnos est¨¢n m¨¢s interesados en las cuestiones antropol¨®gicas. Ya hemos aprendido c¨®mo se extrae el guarapo o miel de palma: se descogolla la palmera y se recoge su savia, dej¨¢ndola gotear toda la noche. A falta de clase pr¨¢ctica, merece la pena probar el resultado.
Si algo nos fascina a todos por igual es el silbo. En mis clases en Z¨²rich ya les hab¨ªa explicado que el silbo es un c¨®digo, no una lengua. Es decir, el silbo es como la escritura: una forma de trasladar nuestro lenguaje hablado a otro soporte diferente, que en este caso es el silbido. Como la escritura, puede codificar cualquier lengua (aunque haya que hacer ajustes). Aqu¨ª s¨ª tuvimos suerte con la clase pr¨¢ctica: escuchar silbo en alem¨¢n en vivo y en directo. Nuestra entrevistada era hija de alemana (de al ladito de la frontera suiza) y de gomero y hab¨ªa aprendido el silbo en la escuela. Tengo todav¨ªa la cadencia en los o¨ªdos del ¡°Weisst ihr Deutsch reden?¡± silbado, con el que nos preguntaba si sab¨ªamos hablar alem¨¢n. (Alem¨¢n s¨ª, pero silbo, ni papa.)
Existen c¨®digos silbados en muchas partes del mundo, que suelen tener una orograf¨ªa complicada: como el silbido alcanza m¨¢s potencia que la voz, sirve para trasladar mensajes m¨¢s r¨¢pidamente que a grito pelado. La Gomera cumple de sobra con ese requisito orogr¨¢fico: los pastores recorr¨ªan los barrancos con un palo largu¨ªsimo, llamado astia, por los que se deslizaban. Esta t¨¦cnica ha quedado reducida a un deporte tradicional, como ocurre con muchas de las antiguas costumbres que la modernidad ha desplazado. Tambi¨¦n el silbo, claro. Antes, silbar serv¨ªa para comunicar noticias r¨¢pidamente a trav¨¦s de distancias largas: una muerte acaecida en Vallehermoso pod¨ªa llegar a Hermigua a trav¨¦s de varios silbidos, pasando por Tamargada y Agulo. No hace tanto de esto: nos lo cont¨® un silbador de unos cuarenta o cincuenta a?os que aprendi¨® a silbar de peque?o en esa cadena de comunicaci¨®n. Los tel¨¦fonos m¨®viles han arrinconado al silbo, pero no est¨¢ olvidado del todo: es perfectamente normal escucharlo por la calle para ¡°llamar por¡± Mar¨ªa, Chemi, Pepa¡ (mucho m¨¢s c¨®modo y bonito que pegar un grito). Ahora se ense?a en las escuelas y, aunque no todo el mundo logra aprender a silbar, tienen m¨¢s pr¨¢ctica para entenderlo.
El misterio del ¡®vosotros¡¯
Pero el misterio del que m¨¢s hemos hablado en nuestras comidas y nuestras subidas y bajadas por las curvas gomeras es, definitivamente, el frecuente uso de la forma vosotros y los pronombres y formas verbales asociados a esta. ?Qu¨¦ tiene de raro usar vosotros?, se preguntar¨¢ usted, lector peninsular. En la Pen¨ªnsula, desde luego, nada. Pero en Canarias, igual que en toda Hispanoam¨¦rica, se usa exclusivamente la forma ustedes para referirse a los interlocutores en plural, sin diferenciar entre un trato de cercan¨ªa o uno deferencial. Salvo¡ en La Gomera y en el norte de La Palma, siendo en la primera donde las formas de vosotros tienen m¨¢s vitalidad. Sabemos que estos usos son tradicionales porque no suelen ir acompa?ados de os, sino de vos. ¡°Ya vos lo indican ah¨ª¡±, nos explic¨® un hermig¨¹ense al recomendarnos un restaurante (hacer trabajo de campo da mucha hambre, efectivamente). Este vos (que no es el de los argentinos, que significa t¨²) dio paso a os a finales de la Edad Media, pero pervivi¨® en las variedades del castellano occidental, que baja de Asturias a Huelva y tiene una fuerte influencia leonesa. El espa?ol de Canarias tiene muchos de estos rasgos occidentales (reforzados, adem¨¢s, por la cantidad de portugueses que se asentaron en las islas tras la conquista). Aqu¨ª incluimos los imperativos gomeros: un amable agulense se despidi¨® de nosotros con un ¡°?Cuidaivos!¡±, que perfectamente podr¨ªamos o¨ªr en Asturias.
La influencia del est¨¢ndar peninsular se deja ver en que algunos hablantes abandonan vos y adoptan el os acad¨¦mico. Pero el espa?ol tiene varias normas y la que m¨¢s afecta a c¨®mo los gomeros se refieren a una pluralidad de interlocutores es la canaria, esa que tiene una ¨²nica forma: ustedes. Este uso va penetrando en La Gomera poco a poco, pues es un rasgo identitariamente fuerte del habla canaria: ¡°Cuando un canario usa hicisteis, se muere un baifo¡±, nos explicaron (es decir, un cabrito o un chivo). Por eso los gomeros tienden a mezclar los dos paradigmas en su habla y nosotros a preguntarnos constantemente, ante nuestra mousse de gofio, por qu¨¦ la misma joven nos ha dicho ¡°Si ustedes saben¡± y ¡°?Hab¨¦is ido a las Ch¨¢caras?¡±.
A la hora de la siesta es dif¨ªcil encontrar a alguien por la calle (¡±hay mucho calor¡±), as¨ª que es un buen momento para darse un chapuz¨®n. En Hermigua puede uno bajar al pescante: estructuras de piedra, mortero y hierro donde fondeaban los barcos. Ya no est¨¢n en uso, pero son un testimonio paisaj¨ªstico de lo dif¨ªcil que fueron las comunicaciones en La Gomera. A d¨ªa de hoy sigue siendo un lugar remoto para nuestros est¨¢ndares de vuelos baratos, pero much¨ªsimo menos, porque ya nada es tan remoto como lo fue en tiempos. Ese mayor aislamiento molde¨® en parte sus formas de hablar, igual que su apertura lo hace ahora.
La emoci¨®n ante el descubrimiento, ante el hallazgo, solo es posible para aquel que sabe que hay algo que descubrir y hallar. Quiz¨¢ nunca se hab¨ªa planteado, estival lector, que las distintas formas de hablar que le rodean son, adem¨¢s de un indicio de diversidad, un objeto de estudio cient¨ªfico, con razones hist¨®ricas y cognitivas por identificar. Este verano, ponga la oreja, no por el cotilleo social (o no solo), sino por el cotilleo ling¨¹¨ªstico y convi¨¦rtase en un coleccionista de palabras como otros lo son de mariposas (¡ªas¨ª ve¨ªa Mart¨ªn Gaite a los fil¨®logos¡ª). El disfrute est¨¢ asegurado.
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