La bella tristeza del oto?o en 10 grandes pel¨ªculas para ver en plataformas
La estaci¨®n, con su lluvia, sus tonalidades rojizas, sus notas desgarradas y sus l¨¢grimas, suele venir asociada a g¨¦neros como el melodrama y a directores como Douglas Sirk, John M. Stahl o Marcel Carn¨¦
El oto?o, con su lluvia, sus tonalidades rojizas, sus notas desgarradas y sus l¨¢grimas, suele venir asociado en el cine a g¨¦neros, movimientos cinematogr¨¢ficos y hasta directores concretos. En su dolor y, por qu¨¦ no, tambi¨¦n en su esperanza. As¨ª, resulta imposible pensar en el melodrama, en el realismo po¨¦tico franc¨¦s o en la obra de directores como Douglas Sirk, John M. Stahl o Marcel Carn¨¦ sin vincularlos a un cierto esp¨ªritu oto?al y a su tristeza. Por eso, con independencia de estos emblemas, hemos querido proponer un recorrido por la estaci¨®n a trav¨¦s de una serie de t¨ªtulos que actualmente se puedan disfrutar en plataformas. Pasen un oto?o de cine en casa, abrazados a la melancol¨ªa de estas diez grandes obras.
Gente corriente (1980), de Robert Redford
¡°?C¨®mo te sientes?¡±. Siempre la misma pregunta, una y otra vez: ¡°?C¨®mo te sientes?¡±. El interrogado es un chico de ¨²ltimo a?o de instituto; su hermano mayor muri¨® en un accidente; y ¨¦l, cuchilla de doble hoja, l¨ªneas verticales, pues se trataba de no fallar, sale de un intento de suicidio. Ahora, fuera del hospital, comienza las clases y le espera un oto?o de hojas secas y nervios rotos bajo los acordes, desde los t¨ªtulos de cr¨¦dito y en versi¨®n coral, del Canon de Pachelbel. El debut como director de Robert Redford es una obra sentida, dolorosa, compleja y esperanzada sobre el oficio de vivir, sobre todo en especiales circunstancias. Ciertos seres humanos optan por el afecto; otros, por la culpa; y algunos m¨¢s, como la madre de la familia, en un papel que borda Mary Tyler Moore, por la insensibilidad. Gente corriente siempre ser¨¢ recordada por ganar el Oscar a la mejor pel¨ªcula el a?o de Toro salvaje y El hombre elefante, pero, cada una en su estilo, se trata de tres obras formidables. Disponible en SkyShowtime.
Solo el cielo lo sabe (1955), de Douglas Sirk
La pel¨ªcula atraviesa el oto?o y parte del invierno, para acabar llegando a una trascendental Navidad. Y con cada estaci¨®n del amor entre la madura viuda con hijos veintea?eros (Jane Wyman) y el guapo y joven jardinero que le poda los ¨¢rboles cada oto?o (Rock Hudson), y en el que apenas se hab¨ªa fijado, el ligero viento que recorre la historia se hace m¨¢s c¨¢lido en lugar de m¨¢s g¨¦lido. La culpa es de Douglas Sirk, maestro del melodrama, que compone una oda al color, en la que el rojo y el azul aparecen conjuntamente en el plano (en los vestidos, en las luces, en los objetos¡) para inocular en el espectador un sentimiento cerca de lo on¨ªrico, que es al mismo tiempo irrespirable dentro del relato y apacible para los que lo disfrutan. Los que rodean a la ins¨®lita pareja de enamorados, sociedad hip¨®crita y chismosa, creen que la tradici¨®n es el respeto a la memoria, pero, con las ense?anzas del Henry David Thoreau de Walden al fondo, no ven que lo que recorre sus mentes es clasismo en traje de c¨®ctel. La secuencia en la que Wyman se interroga frente a espejo del televisor es parte de la historia del cine. Disponible en TCM.
El bosque (2004), de M. Night Shyamalan
Una preciosa flor silvestre sale de la tierra, desafiando las normas, sin que nadie la haya plantado ni regado, y los ni?os del pueblo la cortan y la entierran para que nadie la descubra. Aqu¨ª la primavera est¨¢ prohibida. Tambi¨¦n el color de esa flor, el que ¡°atrae a los que nunca mencionamos¡±, aunque en la pel¨ªcula nunca se pronuncie la palabra ¡°rojo¡±. Para su gente, la frontera entre el bien y el mal no es solo moral; es tambi¨¦n f¨ªsica y hasta legal. Por eso en su reducto oto?al, en esa comunidad alejada de la civilizaci¨®n, encerrada en su propio miedo, no cabe la actitud de una joven ciega que ve lo que los dem¨¢s no: la libertad. Shyamalan, t¨®tem del terror, experto en finales que dejan boquiabierto, compone una met¨¢fora de tantas cosas alrededor de la pol¨ªtica, los ideales y la religi¨®n. La violencia puede engendrar monstruos m¨¢s peligrosos que la propia violencia. Como dice uno de los personajes: ¡°La congoja forma parte de la vida¡±. Disponible en Disney+.
Oto?o tard¨ªo (1960), de Yasujiro Ozu
Un hombre ha muerto y sus amigos se empe?an en casar a su hija veintea?era, primero, y a la viuda a¨²n joven, despu¨¦s. Sin que nadie se lo haya pedido. Porque s¨ª. Por la (in)cultura del matrimonio en el Jap¨®n de los a?os cincuenta y sesenta. ¡°Para m¨ª, el amor y el matrimonio no tienen por qu¨¦ ir unidos¡±, dice, contestataria, la joven. Nuevos tiempos, aire fresco en una sociedad anclada en el mando del hombre, que siempre busca ¡°que le rasquen donde le pica¡±. Ozu, genio de la quietud, del punto de vista y de la mesura, con esos maravillosos planos con la c¨¢mara casi a ras de suelo, presenta a dos mujeres autosuficientes, madre e hija, que trabajan y salen a cenar solas, divertidas, c¨®mplices, entre un grupo de moscones insoportables. Es el oto?o tard¨ªo, y feliz, de una mujer sola que decide por s¨ª misma. Disponible en Acontra+.
Cuento de oto?o (1998), de ?ric Rohmer
Como la de Ozu, otra de gente entrometida busc¨¢ndole novio a una mujer madura, sin que haya una clara predisposici¨®n por parte de ella. Y esta vez no son los hombres, sino que las casamenteras son las propias f¨¦minas: una amiga que le busca un novio para intentar tapar su propia insatisfacci¨®n matrimonial, y de paso flirtear con el hombre elegido tras un anuncio en la secci¨®n de contactos; y la joven novia del hijo de la mujer viuda, que pretende endilgarle nada menos que a su maduro examante y exprofesor. Entre vi?edos, con los primeros vientos frescos del oto?o y sus habituales conversaciones felizmente interminables, Rohmer articula el ¨²ltimo de sus Cuentos de las cuatro estaciones como una comedia ligera sobre las contradicciones del ser humano y las (tantas veces) est¨²pidas formas de la atracci¨®n, el deseo y la liberaci¨®n. Disponible en Filmin y Acontra+.
Fallen Leaves (1912), de Alice Guy
Una mujer joven, enfermedad, afecto, cuidados, quiz¨¢ muerte. Un buen pu?ado de d¨¦cadas antes de pel¨ªculas como La fuerza del cari?o y Qu¨¦date a mi lado, perfectas tambi¨¦n para el buen llanto en oto?o, Alice Guy se acerc¨® ya al poder del melodrama de padecimientos con este corto de menos de un cuarto de hora. ¡°Cuando caiga la ¨²ltima hoja, ella habr¨¢ fallecido¡±, dice a la familia un m¨¦dico con aspiraciones po¨¦ticas y cruda sinceridad. Sin embargo, la peque?a hermana de la enferma, de unos seis a?os, tiene la soluci¨®n para salvarla: salir al jard¨ªn con unas cuerdecitas, y atar las hojas a los ¨¢rboles para que no caigan nunca, en un momento de cine de aplastante ternura. Guy, mujer pionera de la direcci¨®n, rompe clich¨¦s antes de que se produzcan: cuando un personaje tose en una pel¨ªcula no siempre le tienen por qu¨¦ quedar pocas secuencias de vida. La copia, en buena calidad, viene acompa?ada por m¨²sica del pianista Ben Model, historiador del cine, presentador y m¨²sico, habitual en las proyecciones de cine mudo en las salas de Estados Unidos. Disponible en YouTube.
Herida (1978), de Louis Malle
¡°La gente herida es peligrosa. Recuerda: sabe que puede sobrevivir¡±. Binoche, gesto casi siempre inexpresivo que igual puede ser hielo que fuego, pasi¨®n que derrota, es una joven mujer de oscuro pasado. Con sus miradas silenciosas nunca se sabe si est¨¢ escrutando, juzgando, seduciendo o despreciando. A su lado, el poderoso ministro brit¨¢nico, elegante padre poco afectivo, es un juguete, un pelele, un hombre sombr¨ªo abocado a la lujuria y al destrozo. Y es el padre del novio de ella. ¡°Jam¨¢s hab¨ªa sentido nada parecido. Necesito poner mis sentimientos en orden. S¨¦ que ser¨¢ dif¨ªcil para Martin¡ Est¨¢ encari?ado¡±. ¡°Me quiere¡±. ¡°S¨ª, lo s¨¦, pero es joven y lo superar¨¢¡±. ¡°Es tu hijo¡±. La perdici¨®n. Un ¨¢spero idilio tejido por la pluma del reputado dramaturgo David Hare. La m¨²sica de Zbigniew Preisner, compositor habitual de Kieslowski, completa con sus notas fr¨ªas y desgarradas un panorama sonoro y sentimental que solo puede culminar con la ca¨ªda de las hojas. O mejor, con la ca¨ªda del ¨¢rbol. Disponible en Filmin, Acontra+ y Prime Video.
Sonata de oto?o (1978), de Ingmar Bergman
Madre e hija son, respectivamente, la fortaleza y la inseguridad. La de la segunda, causada por la de la primera, prestigiosa concertista de piano, vanidosa, inflexible, g¨¦lida. Y a pesar de todo, la mujer fr¨¢gil admira a esa persona que nunca le permiti¨® conquistar nada. ¡°En las cosas solo hay una verdad y una mentira¡±, escribi¨® Bergman para la pel¨ªcula. El director, otro padre duro, distante y agrio con sus hijos, parece reflejar su propia personalidad en el rol de Ingrid Bergman, uno m¨¢s de los intelectuales soberbios y crueles de su cine, basados en s¨ª mismo. En el rodaje saltaron chispas entre los dos Bergman y, entre otras cosas, la actriz no entend¨ªa los siete minutos en los que se filma a madre e hija tocando consecutivamente el Preludio n? 2 de Chopin. ¡°La gente se va a dormir¡±, dec¨ªa Ingrid. Se ve que no entend¨ªa lo que pod¨ªa hacer la mirada del director en esa secuencia que ella cre¨ªa inservible y que en realidad muestra el interior de dos mujeres abrasadas por la sangre. Disponible en Filmin y Acontra+.
Sunset Song (2015), de Terence Davies
Voces distantes, El largo d¨ªa acaba, The Deep Blue Sea, Historia de una pasi¨®n, Benediction. Buena parte de la filmograf¨ªa del brit¨¢nico Terence Davies, su arte, su calidez y su calma, pese a los ambientes opresivos que suele retratar, huele a oto?o. Como el de Sunset Song: una madre condenada a tener un hijo tras otro; un padre maltratador; una joven con mano para la escritura, que conmueve en cada mon¨®logo interior. La tierra escocesa todo te lo da y todo te lo quita: las ra¨ªces, la identidad, el destino, la violencia. As¨ª, la m¨²sica tradicional envuelve la tragedia y el ¨ªmpetu de una joven mujer atrapada en un tiempo que no deb¨ªa ser el suyo, en una eleg¨ªa sobre un modo de vivir y un modo de morir. La m¨¢s dram¨¢tica y desasosegante de esta pieza de 10 grandes obras oto?ales. Tambi¨¦n, una de las m¨¢s hermosas. Disponible en Filmin y Prime Video.
Calle Mayor (1956), de Juan Antonio Bardem
Una broma. Una inmensa y brutal broma de se?oritos de casino de provincias en la Espa?a gris de los a?os cincuenta. ¡°Gente que se aburre¡±, dice el intelectual de la ciudad, definiendo al cruel grupo de mamarrachos que ha decidido mentir a una de las solteronas de la ciudad para que crea que uno de ellos, el ¨²nico que no ha pasado por el altar, la pretende como novia. ¡°La quiero como el que quiere a un perrito o a un ni?o enfermo¡±, se disculpa el mentiroso cuando ya est¨¢ entre la espada y la pared, agobiado por sus compa?eros, e insultado con raz¨®n por ese otro amigo de fuera, habitual voz de la conciencia en las pel¨ªculas de Juan Antonio Bardem. Y la mujer espera y sufre tras el cristal, bajo la lluvia oto?al, el resto de una vida apagada, gris y callada, en un pa¨ªs rancio, machista y degradante. ¡°Las mujeres no podemos hacer otra cosa; solo esperar, en las esquinas, en los soportales, paseando por la calle Mayor, detr¨¢s de las ventanas¡¡±. Disponible en Flixol¨¦.
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