Katia y Marielle Lab¨¨que siguen buscando su jard¨ªn encantado
Las hermanas pianistas francesas culminan en el Auditorio de Zaragoza una breve gira espa?ola con un atractivo recital de Ravel a Bernstein, pero con demasiado minimalismo de Glass y Dessner
Un comienzo embriagador con el leve balanceo de una pavana en modo e¨®lico. Katia y Marielle Lab¨¨que (Bayona, 73 y 71 a?os, respectivamente) comenzaron su recital en el Auditorio de Zaragoza, el pasado lunes 20, sentadas codo con codo. Tocaron la versi¨®n original a cuatro manos de Mi madre, la oca, la suite de Maurice Ravel, de 1910, basada en cuentos infantiles. Una composici¨®n que acompa?a a estas famosas hermanas pianistas francesas desde hace cinco d¨¦cadas, pero que sigue evolucionando en sus dedos.
La grabaron tanto en 1985 (Philips) como en 2006 (DG), siempre con Katia en la parte derecha del teclado y Marielle a la izquierda, y con una asombrosa compenetraci¨®n para compartir los pedales del instrumento. Pero el resultado sonoro siempre ha sido diferente. Si en su primer registro de esta Pavana de la Bella Durmiente que abre la suite resaltaron el toque perlado franc¨¦s que individualizaba cada nota, en la segunda aumentaron levemente el tempo para intensificar la l¨ªnea mel¨®dica. Ahora sus frases se elevan en el aire con una perfecta gradaci¨®n din¨¢mica entre la suavidad del piano (p) que propone Marielle y la evanescencia del pian¨ªsimo (pp) que remata Katia.
El resto de la suite raveliana fue un prodigio de fluidez narrativa y plasticidad sonora. El tono sinuoso y vacilante, en Pulgarcito, se combin¨® con los cantos de p¨¢jaros que se comen sus migas de pan. La colorista evocaci¨®n de la Ni?a fea, emperatriz de las Pagodas son¨® tan pentat¨®nica como lit¨²rgica. Y la perfecta compenetraci¨®n de cada personaje result¨® ideal en Conversaci¨®n de la Bella y la Bestia, desde la evocaci¨®n de la joven con una gymnop¨¦die hasta el gru?ido del monstruo en el registro grave. Pero lo mejor lleg¨® al final, en El jard¨ªn encantado, con una fragante sencillez inicial que desemboca en la desbordante intensidad de un frondoso vergel.
La primera parte concluy¨® con un curioso experimento: la suite para dos pianos de Orph¨¦e, de Philip Glass, una ¨®pera que precisamente se estren¨® la temporada pasada en el Teatro Real. Un arreglo de Michael Riesman m¨¢s largo y elaborado que el conocido para piano solo de Paul Barnes. Y una de las tres patas del pr¨®ximo proyecto de las hermanas pianistas que se podr¨¢ ver en marzo en la Philharmonie parisina: las suites para dos pianos de las tres ¨®peras de c¨¢mara de Glass basadas en novelas y pel¨ªculas de Jean Cocteau (Orph¨¦e, La Belle et la B¨ºte y Les Enfants Terribles) con un dise?o esc¨¦nico.
El minimalismo de Glass se amolda bien a la sonoridad de un d¨²o pian¨ªstico. Qued¨® claro, al principio, en esa evocaci¨®n del ragtime de su primera escena titulada El caf¨¦. El arreglo sigui¨® con La carretera, aunque no se indic¨® en el programa. Y con el bello gui?o neobarroco de La habitaci¨®n de Orfeo o, m¨¢s adelante, con la evocadora Orfeo y la princesa, que permite recordar la inolvidable escena de amor del filme de Cocteau con Jean Marais y Mar¨ªa Casares. Las hermanas Lab¨¨que impusieron un tempo trepidante, de principio a fin, que adquiri¨® tintes sinf¨®nicos en El viaje al inframundo. Pero la segunda mitad de la suite result¨® muy pesada y dif¨ªcil de relacionar con la trama de la ¨®pera.
Algo m¨¢s atractiva result¨®, en el inicio de la segunda parte, la composici¨®n El Chan, del m¨²sico indie rock pero tambi¨¦n compositor postminimalista Bryce Dessner. Se trata de una obra inicialmente planificada para cuarteto con piano que fue arreglada expresamente para dos pianos, en 2016, para las hermanas Lab¨¨que. Una serie de piezas dedicadas al cineasta Alejandro Gonz¨¢lez I?¨¢rritu donde evoca el jard¨ªn bot¨¢nico de San Miguel de Allende (Guanajuato) llamado El Charco del Ingenio. As¨ª se titula tambi¨¦n la primera pieza donde ofrece una visi¨®n a¨¦rea del parque desde unos tr¨¦molos que sonaron ¡°como agua¡± a ritmos que parecen evocar fen¨®menos naturales. El lenguaje musical resulta bastante ecl¨¦ctico y se debate entre Erik Satie y John Adams. Pero las pianistas francesas intensificaron cada textura con naturalidad. Elevaron especialmente la pen¨²ltima pieza, titulada El charco del Chan, que alude al lugar donde mora el esp¨ªritu del m¨ªtico guardi¨¢n del inframundo, cuyas misteriosas aguas retrataron magistralmente.
Y para terminar las Lab¨¨que optaron por un valor seguro en sus recitales: las canciones del musical West Side Story, de Leonard Bernstein, arregladas para dos pianos por Irwin Kostal. Fue el propio Bernstein quien facilit¨® este arreglo, poco antes de conocer a las pianistas, en 1987, y lleg¨® a admitir que su grabaci¨®n en Sony Classical aportaba una ¡°nueva modernidad¡± a su m¨²sica. En el programa zaragozano tan solo se indicaban cinco canciones, aunque escuchamos siete y en un orden diferente. Arrancaron con Something¡¯s Coming, siguieron con el riff de Jet Song, pero sumaron la ternura de One Hand, One Heart y la chispa de I Feel Pretty antes del imponente arreglo de Tonight. Le sigui¨® la popular Maria que elevaron hasta convertirla en lo mejor de la segunda parte con esa mezcla de ternura colorista y preciosismo t¨¦cnico. La fiesta de Bernstein termin¨® con America donde intensificaron su ritmo de petenera con un arreglo m¨¢s moderno tambi¨¦n de Kostal que han grabado para DG con percusi¨®n.
Pero el colof¨®n final fue para Philip Glass. Katia agradeci¨® al p¨²blico en espa?ol y anunci¨® como ¨²nica propina el ¨²ltimo de los Four Movements para dos pianos del compositor estadounidense. Se trata de la composici¨®n de Glass que se hab¨ªa anunciado en lugar de la suite de Orph¨¦e en esta breve gira espa?ola por el Baluarte de Pamplona y el Auditorio de Zaragoza, que tuvo una primera parada hace tres semanas, en C¨®rdoba, como inauguraci¨®n del Festival de Piano Rafael Orozco. Y fue un digno colof¨®n con una m¨²sica mucho m¨¢s interesante que la suite de la ¨®pera y donde el protagonismo de las dos pianistas francesas se entrelaza y se combina en un fren¨¦tico y obsesivo crescendo final que arranc¨® los bravos del p¨²blico.
Muchos salimos recordando ese embriagador inicio con Ravel en su jard¨ªn encantado, pero las hermanas Lab¨¨que seguir¨¢n buscando nuevos caminos y ampliando su repertorio. Lo aclara Marielle en la frase que cierra el libro de conversaciones de ambas hermanas con el cr¨ªtico Renaud Machart (Buchet-Chastel, 2016): ¡°Estoy convencida de que viviremos cien a?os y de que lo mejor est¨¢ por llegar¡±.
Katia y Marielle Lab¨¨que?
Obras de Ravel, Glass, Dessner y Bernstein.
Katia y Marielle Labèque, pianos.
XXVI Ciclo Grandes Solistas Pilar Bayona. Auditorio de Zaragoza, 20 de noviembre.
Babelia
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