Usher, m¨¢s espect¨¢culo que m¨²sica en un intermedio del Super Bowl que homenaje¨® a la m¨²sica afroamericana: ¡°Mam¨¢, lo hemos conseguido¡±

En pocas, muy pocas, listas de apuestas de los, pongamos, 100 artistas estadounidenses m¨¢s importantes, poderosos, m¨¢s escuchados de los ¨²ltimos tiempos que podr¨ªan estar en el 58? Super Bowl sonaba el nombre de Usher. Cuando se anunci¨® su presencia el pasado septiembre, muchos desempolvaron los CDs de los 2000 para buscar la m¨²sica del de Dallas, de 45 a?os. ?l, que lleva en este negocio 30 a?os, no es tonto: nadie le esperaba y, precisamente por eso, ten¨ªa mucho que dar. Las expectativas, ya se sabe, son el enemigo de la diversi¨®n. Quiz¨¢ tras Rihanna, Lady Gaga, The Weeknd, Shakira y Jennifer Lopez o Eminem, pocos confiaban en el show que pod¨ªa presentar Usher y en si mover¨ªa a las masas. Se equivocaron. ?l se entreg¨® y su espect¨¢culo fue intenso, ¨¢gil, cargado de invitados y muy visual. Perfecto para 13 minutos de intermedio. Como ¨¦l mismo dijo nada m¨¢s arrancar: ¡°Nadie cre¨ªa que fuera a estar aqu¨ª. Mam¨¢, lo hemos conseguido¡±.

Usher empez¨® a cantar rodeado de coristas, bailarinas y saltimbanquis directamente en el campo, antes de pasar a una plataforma o un escenario. Desde el primer momento dej¨® ver que contaba con una superproducci¨®n (la liga de f¨²tbol americano, la NFL, no paga a los artistas, pero corre con todos los gastos), aunque el sonido no era tan perfecto: al principio se le ve¨ªa ejecutar pases de baile mejor que cantar, hasta que definitivamente se subi¨® al escenario y agarr¨® un micr¨®fono de mano. Ah¨ª descubri¨® a una de sus grandes invitadas: Alicia Keys. Ante un inmenso piano rojo hizo rugir a las gradas del Allegiant Stadium de Las Vegas y a los espectadores del partido en sus casas. Ella arranc¨® con un pedacito de su I Ain¡¯t Got You y luego pas¨® a My boo, su canci¨®n con Usher, para acabar ambos agarrados, a carcajadas.

Sobre el escenario, Usher cant¨® ante el micr¨®fono y sac¨® toda la maquinaria de su carrera: baile, amigos, coristas y hasta su propio cuerpo, al quitarse la camiseta y bailar a pecho descubierto. Antes de desaparecer unos segundos, dej¨® a H.E.R. tocando la guitarra, en solitario. Despu¨¦s volvi¨® a salir con nueva ropa (los cambios de look son casi obligatorios en el intermedio, aunque su antecesora, Rihanna, decidi¨® no hacerlos) y ya no solo bail¨®: patin¨®. El patinaje no es solo una afici¨®n, sino uno de sus negocios ¡ªtiene varias pistas en Estados Unidos¡ª, y en algunas entrevistas ha contado que se inspira en Gene Kelly para hacerlo, y que bailar y patinar a la vez es muy complejo, t¨¦cnica y art¨ªsticamente. Super¨® el reto sin despeinarse.

Ya hab¨ªa contado Usher que la cultura musical negra iba a estar muy presente en su espect¨¢culo y as¨ª fue. Adem¨¢s de Keys y de H.E.R., el cantante criado en Chattanooga (Tennessee) por su madre, Jonetta Patton, que gestion¨® su carrera durante a?os, siempre ha puesto en valor a su comunidad; de hecho, fue uno de los artistas que abogaron activamente por que el 19 de junio (llamado Juneteenth), d¨ªa en el que se conmemora la liberaci¨®n de la esclavitud, pasara a convertirse en fiesta nacional, como se logr¨® hace un par de a?os. De ah¨ª que sacara a algunas de las m¨¢s reconocidas figuras de la m¨²sica negra, especialmente de los 2000.

Uno de los primeros fue Jermaine Dupri, uno de los productores m¨¢s importantes de esa ¨¦poca, quien apost¨® por Usher para su cuarto y m¨¢s famoso disco, Confessions (2004, el ¨²nico de su carrera que ha estado nominado a los Grammy, ocho en total). Poco despu¨¦s lleg¨® will.i.am, cantante de The Black Eyed Peas; curiosamente ambos cantaron juntos ya en un Super Bowl, hace 13 a?os, cuando Usher fue uno de los invitados de la banda en el intermedio de 2011 en Texas para interpretar OMG. No pod¨ªan faltar en su completo plantel Lil Jon y Ludacris, con quienes logr¨® el que probablemente es su mayor ¨¦xito, Yeah! (la ¨²nica de sus canciones que supera los mil millones de reproducciones en Spotify), que interpretaron juntos. Ni Pitbull (con quien cant¨® DJ Got Us Fallin¡¯ in Love, en 2010), ni su protegido y a quien descubri¨® hace 15 a?os, Justin Bieber, que le bailaba desde las gradas, cantaron con ¨¦l.

Con Lil Jon tambi¨¦n interpret¨® un pedazo de Turn down for what, uno de los temas que, cuando suenan en un sal¨®n o un bar en EE UU, son un indicativo de: ¡°Aqu¨ª hay fiesta¡±. Eso hizo que muchos salones, bares y, en este caso, un estadio, se lanzaran a mover el esqueleto. Quiz¨¢ Usher no es el artista m¨¢s recordado, o m¨¢s reconocido, pero tiene esa media docena de temas identificables que, sobre todo en su pa¨ªs natal, mueven a la comunidad y la sacan a la pista.

En cualquier caso, m¨¢s que por la m¨²sica, Usher brill¨® por un espect¨¢culo que tir¨® mucho de gente, de ver caras, de inundarlo todo de movimiento. Como si de un carnaval se tratara, llen¨® el estadio y el escenario no de bailarines uniformados y perfectos, sino de ambiente, de plumas, brillos, volteretas, grupos de gente subiendo a hombros a Lil Jon, una banda en directo y, b¨¢sicamente, esa diversi¨®n ligera que requiere sus muchas horas de ensayo, s¨ª, pero que a veces parece olvidada entre tantos momentos perfectamente coordenados y coreografiados.

En su escenario redondo se vio el ruido de la banda, de la gente, y tambi¨¦n el muy favorable e inmenso ruido medi¨¢tico que este espect¨¢culo de la Super Bowl genera; son millones los que obviamente ven el partido como una competici¨®n deportiva, pero muchos millones tambi¨¦n lo ven por lo que no es el partido: los anuncios, los tuits cargados de iron¨ªa, la comida entre amigos y, c¨®mo no, el intermedio. Usher, que llevaba seis a?os sin lanzar un disco, sac¨® Coming home el viernes. Ha dado entrevistas, ruedas de prensa, y ha habido anuncios suyos en televisi¨®n y vallas publicitarias de todo el pa¨ªs. Para un artista que tuvo su pico de fama hace m¨¢s de una d¨¦cada (incluso dos), no es poco.

Pero, por si le faltaba algo o cre¨ªa que no iba a tener suficiente atenci¨®n medi¨¢tica, la hubo y por duplicado, esperada e inesperada. Primero ten¨ªa a la mayor estrella del momento, Taylor Swift, en las gradas, reci¨¦n aterrizada de Jap¨®n y enfocada cada poco por las c¨¢maras de la NFL mientras apoyaba a los Kansas City Chiefs, donde juega su pareja, el tight end Travis Kelce. Y despu¨¦s a una de las mayores artistas del siglo, Beyonc¨¦, que tambi¨¦n fue al Allegiant Stadium con su marido, Jay Z (cuya empresa, Rock Nation, produce el espect¨¢culo del intermedio), y sus hijos, y que aprovech¨® para lanzar no solo un anuncio (algo muy poco com¨²n en ella), sino tambi¨¦n, y por sorpresa, un disco entero, la segunda parte de Renaissance, que llegar¨¢ el 29 de marzo, y lanz¨® dos temas, Texas Hold Em y 16 Carriages. Si Usher le tem¨ªa al olvido o al menosprecio, puede estar tranquilo.