Arco evita los golpes de efecto y apuesta por descolonizar el mercado del arte (o lo intenta)
Escudada en la sobriedad, la feria de arte contempor¨¢neo abre sus puertas en Madrid, agitando los grandes debates del presente, como el legado colonial, las cuestiones de g¨¦nero o la urgencia de la crisis clim¨¢tica
Quien busque la foto de la feria no la encontrar¨¢. No est¨¢ la capilla ardiente de Picasso, ni Franco criogenizado, ni Pedro S¨¢nchez comparado con Stalin, Fidel Castro y Pol Pot, entre otros golpes de efecto. Arco, la gran feria internacional de arte contempor¨¢neo, abri¨® sus puertas este mi¨¦rcoles en Madrid sin las pol¨¦micas de sal¨®n que han marcado su historia reciente, confirmando una tendencia a la sensatez y la sobriedad, al fondo por encima de la forma, que tal vez empezase con la pandemia. Es como si los pasillos de Ifema, el recinto ferial que acoge esta cita may¨²scula para el mundo del arte, nunca se hubieran recuperado de los meses en que se convirtieron en hospital de campa?a, aunque ya nadie hable de eso, ni tampoco piense en eso.
Tal vez lo espectacular ya pertenezca a otro tiempo. Hasta los experimentos con la inteligencia artificial o los NFT que hab¨ªan despuntado en ediciones anteriores brillaron por su ausencia, con la excepci¨®n de las pr¨¢cticas, siempre interesantes, de Joan Fontcuberta (?ngels Barcelona) o Daniel Canogar (Max Estrella). ¡°En pasadas ediciones, a veces me tensaba que se hablase de esas obras y no de todo el resto. Para las galer¨ªas tampoco es tan bueno, porque a veces se resume a una chispa sin efecto¡±, afirmaba la directora de Arco, Maribel L¨®pez, que confirmaba una voluntad de recoger los debates del presente. ¡°La feria no se posiciona, pero s¨ª recoge lo que sucede en el mundo del arte. En nuestro trabajo subyace una pregunta, aunque nunca se verbalice: ?c¨®mo de relevante para el futuro puede ser este proyecto?¡±.
Lo demuestra la presencia creciente de mujeres expuestas (un 43%, el mejor porcentaje de su historia), incluyendo la reivindicaci¨®n de nombres como Esther Boix (Marc Dom¨¨nech) o Eul¨¤lia Grau (Mayoral). Y tambi¨¦n un valiente intento de genealog¨ªa del arte LGTBI en Espa?a, con el estand de Jos¨¦ de la Mano dedicado a la escultura queer de Rodrigo Mu?oz y al arte homoer¨®tico de Juan Hidalgo, Costus o Forns Bada, a la que se suma la recuperaci¨®n de la obra de Nazario en Bombon Projects. El subtexto es que quedan otras historias (del arte) por contar.
De todas esas cuestiones, la principal parec¨ªa la descolonizaci¨®n, palabra fetiche en el sector desde que el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, anunci¨® un ¡°proceso de revisi¨®n¡± de las colecciones p¨²blicas con la misi¨®n de ¡°superar el marco colonial¡±. Entre las 205 galer¨ªas seleccionadas en esta edici¨®n, un 65% de las cuales no son espa?olas (y 38 de ellas son latinoamericanas), abundan las que recogen puntos de vista cr¨ªticos con el colonialismo y con su espinoso legado. ?Por convicci¨®n pol¨ªtica o por oportunismo? ¡°Siempre es una mezcla de las dos cosas¡±, admit¨ªa la ecuatoriana Manuela Moscoso, comisaria de la secci¨®n Nunca lo mismo, consagrada a los grandes debates en el arte latinoamericano, empezando por este. ¡°No se trata de un tema nuevo, pero las instituciones del arte, incluida esta feria, se han abierto a ¨¦l en los ¨²ltimos a?os. Queremos ser un espacio de cruces y conversaciones¡±.
Por ejemplo, la galer¨ªa argentina Pasto realza la obra de artistas como Iosu Aramburu o Ariel Cusmil, que pintan vi?etas sobre un pasado te?ido de opresi¨®n, pero tambi¨¦n de resistencia indigenista. A su lado, la peruana Crisis expone las obras de Santiago Yahuarcani, Raul Silva o Gala Berger, que reinterpretan el sincretismo de los tiempos virreinales o el lenguaje de las protestas pol¨ªticas de hoy. Por su parte, la brasile?a Almeida & Dale recupera a Rubem Valentim, que combin¨® la herencia del arte concreto con la iconograf¨ªa de la tradici¨®n candombl¨¦, y la madrile?a Fern¨¢ndez-Braso expone un ¨®leo del cubano Wifredo Lam, uno de los primeros latinos que se integr¨® en el canon occidental que dictaba el MoMA durante la posguerra.
Parec¨ªan antepasados ilustres de los artistas de hoy, tanto en los expositores de las galer¨ªas m¨¢s j¨®venes como en la secci¨®n comisariada dedicada a la regi¨®n invitada: el Caribe. La peruana Violeta Quispe (Vigil Gonzales) usa las tablas de cedro propias de su cultura de origen para ridiculizar los mensajes con los que la Iglesia cat¨®lica hizo proselitismo en la regi¨®n andina, mientras que el guatemalteco Mois¨¦s Barrios (Extra Galer¨ªa) refleja la insaciable explotaci¨®n estadounidense de la industria platanera en su pa¨ªs. Por su parte, Nohem¨ª P¨¦rez expone sus pinturas sobre el Dari¨¦n, la jungla entre Panam¨¢ y Colombia convertida en peligrosa traves¨ªa para los migrantes que quieren alcanzar EE UU. ¡°El paisaje es el primer testigo de todas nuestras crisis. Casi siempre es una v¨ªctima sin voz, pero hay artistas que quieren darle la palabra¡±, afirmaba su galerista, Omayra Alvarado, en el estand de la colombiana Instituto de Visi¨®n.
Su obra concentra tres tendencias observadas en este Arco: la cuesti¨®n colonial, el formato textil y un rotundo regreso del paisajismo y el arte sobre la naturaleza, omnipresente en esta edici¨®n, tal vez por el sentimiento de urgencia que impone la crisis clim¨¢tica. Ah¨ª est¨¢n los bodegones hist¨¦ricos de Niki Maloof (Perrotin), las telas transformadas de Bianca Bondi (Mor Charpentier), las hojas intervenidas por Javier Ort¨®n (Ana Mas Projects) o una inquietante fotograf¨ªa de Roe Etheridge (Mai 36): una decr¨¦pita l¨¢mpara de papel cubierta de hojas oto?ales, met¨¢fora perfecta de un planeta que entra en su fase terminal.
El arte espa?ol refleja esta misma inquietud a trav¨¦s de los paisajes adulterados de Santiago Giralda (Mois¨¦s P¨¦rez de Alb¨¦niz), las cris¨¢lidas mutantes de Teresa Solar, los paneles de lana de oveja de Asunci¨®n Molinos Gordo o la naturaleza artificial de ?lvaro Urbano (los tres ¨²ltimos, en Traves¨ªa Cuatro). Mientras tanto, en el expositor de Chantal Crousel, que ocupa el espacio que deja libre Juana de Aizpuru con su reciente retirada, Allora y Calzadilla exponen paisajes ominosos de la jungla puertorrique?a ¡ªlas palmeras fueron plantadas por el ej¨¦rcito estadounidense para ocultar sus bases militares¡ª y varios pu?ados de p¨¦talos de jazm¨ªn hiperrealistas que, vistos de cerca, resultan ser de pl¨¢stico.
Algo parecido sucede al recorrer la feria: es inevitable preguntarse si es oro todo lo que reluce. ¡°Que Arco acoja el debate de la descolonizaci¨®n y refleje este cambio de paradigma es positivo, porque se trata de un asunto fundamental en el arte y en toda la sociedad¡±, respond¨ªa Manuel Borja-Villel, exdirector del Museo Reina Sof¨ªa, que este mi¨¦rcoles particip¨® en un debate. ¡°Aun as¨ª, una feria de arte, que prioriza la obra por su valor econ¨®mico, tiene unas limitaciones extremas, a no ser que plantee otras formas de coleccionar. No basta con cuestionar los contenidos, sino tambi¨¦n las estructuras¡±. Recordaba una frase c¨¦lebre de Katherine Dunham, la gran core¨®grafa afroamericana, quien tras un espect¨¢culo en el que fue ovacionada asegur¨® ante su audiencia que nada cambiar¨ªa hasta que los blancos no se subieran al escenario y los negros les aplaudieran desde las butacas. En Arco predomina el mismo color que en aquella platea.
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