La Roma de Ner¨®n no era tan diferente del mundo actual: alquileres imposibles, gentrificaci¨®n y tr¨¢fico ca¨®tico
El historiador Dimitri Tilloi-d¡¯Ambrosi publica un ensayo sobre la vida cotidiana en la capital del Imperio, entre contaminaci¨®n ac¨²stica, mezcla de nacionalidades, barrios exclusivos y otros asociados a la plebe
En el siglo I de nuestra era, Roma fue la primera ciudad con un mill¨®n de habitantes. Hasta el XIX, con Pek¨ªn y Londres, ninguna otra urbe alcanz¨® esa poblaci¨®n. Aunque la distancia temporal y humana que nos separa de la Roma cl¨¢sica es enorme ¡ªera un mundo extremadamente violento, con esclavos y emperadores¡ª, los problemas urbanos se repiten a lo largo de los siglos. Juvenal (60-128) ya advert¨ªa en sus S¨¢tiras que el coste de una hermosa residencia en un pueblo del sur de Roma equival¨ªa al alquiler anual ¡°de un tugurio en la capital¡±. El historiador franc¨¦s Dimitri Tilloi-d¡¯Ambrosi recoge esta an¨¦cdota en su ensayo 24 horas en la Roma de Ner¨®n (Cr¨ªtica, traducci¨®n de Silvia Furi¨®) en el que describe lo que nos aleja, pero tambi¨¦n lo que nos une a un mundo a la postre no tan lejano.
¡°Algunos problemas resultan bastante similares a la actualidad¡±, explica en una conversaci¨®n por v¨ªdeoconferencia Tilloi-d¡¯Ambrosi, que da cursos de historia romana en la Universidad Par¨ªs-Nanterre y en la Sorbona y es autor de una tesis doctoral sobre la alimentaci¨®n y la medicina en la antigua Roma. ¡°Exist¨ªa una enorme presi¨®n por la falta de alojamientos y se construye cada vez con m¨¢s altura. Las insulae ¡ªbloques de viviendas¡ª llegaron a alcanzar los cinco, incluso seis pisos, 25 o 30 metros de altura¡±, prosigue.
Roma, explica este investigador, vivi¨® desde el siglo I antes de Cristo, al final de la Rep¨²blica, un intenso ¨¦xodo rural: muchos trabajadores abandonaron el campo para instalarse en la gran ciudad: se trataba de campesinos sin tierras, que viv¨ªan en condiciones muy duras, laborando para grandes terratenientes. ¡°Muchos decidieron partir hacia la ciudad y podemos ver c¨®mo Roma se hizo cada vez m¨¢s grande, fruto de una enorme presi¨®n demogr¨¢fica¡±, se?ala. Era una ciudad con barrios de aluvi¨®n, algunos muy poco recomendables, con viviendas construidas en muchos casos por propietarios sin escr¨²pulos, que no respetaban las m¨¢s m¨ªnimas normas de seguridad. Lo que m¨¢s preocupaba a los emperadores eran los incendios, que resultaban devastadores, como ocurri¨® con el fuego que arras¨® la ciudad en ¨¦poca de Ner¨®n, en el a?o 64 ¡ªse culp¨® al emperador y este a su vez, seg¨²n una tradici¨®n de la que dudan bastantes historiadores, culp¨® a los cristianos; aunque la imagen del s¨¢trapa tocando la lira mientras ard¨ªa Roma es totalmente falsa¡ª.
En su libro, lleno de an¨¦cdotas y de historias, encontramos bastantes momentos que riman con el presente. Aunque, evidentemente, no exist¨ªa el problema de las emisiones de carbono, regular el tr¨¢fico en las ciudades romanas era una aut¨¦ntica pesadilla. Lo que hoy llamar¨ªamos contaminaci¨®n ac¨²stica era un problema enorme, que se?alaban autores como S¨¦neca. De d¨ªa, se produc¨ªan atascos monumentales, as¨ª que desde los tiempos de Julio C¨¦sar se restringi¨® la circulaci¨®n de carros durante el d¨ªa para el reparto de mercanc¨ªas. ¡°Por desgracia, el estr¨¦pito de las ruedas forradas de hierro sobre el empedrado de la calzada despierta irremediablemente a los vecinos en plena noche. Las molestias sonoras constituyen uno de los motivos recurrentes de los textos sat¨ªricos o epistolares que atestiguan las vivencias en la capital durante la ¨¦poca imperial¡±, escribe el investigador.
A lo largo de la historia de Roma, tambi¨¦n se produjeron ¡°verdaderos fen¨®menos de gentrificaci¨®n anticipados¡±, escribe el historiador. Aunque la utilizaci¨®n de este t¨¦rmino puede parecer anacr¨®nica, si se aplica la definici¨®n de la RAE ¡ªproceso de renovaci¨®n de una zona urbana, generalmente popular o deteriorada, que implica el desplazamiento de su poblaci¨®n original por parte de otra de un mayor poder adquisitivo¡ª fue exactamente lo que ocurri¨® en el Aventino. ¡°Durante siglos, bajo la Rep¨²blica, el Aventino est¨¢ estrechamente asociado a la plebe romana. No obstante, en ¨¦poca imperial las clases sociales m¨¢s ricas se instalaron en esta colina y el Aventino se convierte entonces en un barrio apreciado por las ¨¦lites y en el que abundan las cosas lujosas suntuosamente decoradas¡±.
Como las grandes urbes en la actualidad, Roma era tambi¨¦n una ciudad muy cosmopolita, en la que conviv¨ªan numerosas nacionalidades, credos y lenguas. ¡°Era una urbe internacional; pero tambi¨¦n lo eran el puerto de Ostia o Lyon¡±, explica Tilloi-d¡¯Ambrosi. ¡°Hab¨ªa importantes comunidades jud¨ªas, personas que ven¨ªan de otros lugares de la pen¨ªnsula italiana, esclavos de todo el imperio, que formaban una parte muy importante de la poblaci¨®n. Y muchos mercaderes orientales. Los sirios, por ejemplo, ten¨ªan mucha fama en la antig¨¹edad de ser grandes comerciantes, en la estela de los fenicios. Lo vemos en los textos de Juvenal, aunque da una visi¨®n bastante deformada, pero tambi¨¦n la epigraf¨ªa, donde aparecen muchos nombres no latinos. Y lo sabemos tambi¨¦n por los diferentes cultos, a Serapis o a Mitra. Las religiones muestran las mezclas culturales que se producen en Roma y en todo el Imperio¡±.
Y, entre todas las religiones, la importancia de los cristianos en Roma durante el reinado de Ner¨®n sigue siendo un misterio. Los Anales de T¨¢cito ofrecen uno de los fragmentos m¨¢s conocidos de toda la literatura latina. Unos 60 a?os despu¨¦s del gran fuego de Roma, el historiador relata que el emperador responsabiliz¨® a los seguidores de este nuevo culto del incendio. ¡°Ner¨®n busc¨® r¨¢pidamente un culpable e infligi¨® las m¨¢s exquisitas torturas sobre un grupo odiado por sus abominaciones, que el populacho llama cristianos. [¡] Se arrest¨® primeramente a todos aquellos que se declararon culpables; entonces, con la informaci¨®n que dieron, una inmensa multitud fue presa, no tanto por el crimen de haber incendiado la ciudad como por su odio contra la humanidad. Todo tipo de mofas se unieron a sus ejecuciones. Cubiertos con pellejos de bestias fueron despedazados por perros y perecieron, o fueron crucificados, o condenados a la hoguera y quemados para servir de iluminaci¨®n nocturna, cuando el d¨ªa hubiera acabado¡± (traducci¨®n de Crescente L¨®pez de Juan para la edici¨®n de Alianza).
Sin embargo, para un n¨²mero importante de historiadores la cronolog¨ªa no cuadra, porque, despu¨¦s de las persecuciones de Ner¨®n, durante un siglo no se produjeron m¨¢s ataques contra los cristianos, hasta el emperador Marco Aurelio. ¡°Eran muy minoritarios en Roma en la ¨¦poca de Ner¨®n¡±, explica Tilloi-d¡¯Ambrosi. ¡°Se trata de textos que se copiaron en la Edad Media y es posible que entonces se agregasen algunos pasajes. Ocurri¨® sin duda con Flavio Josefo y la referencia a Jes¨²s en sus Antig¨¹edades jud¨ªas que deb¨ªa ser mucho m¨¢s corta en la versi¨®n original. Los monjes copistas medievales a?adieron elementos propios del pensamiento cristiano, que Josefo no pod¨ªa haber formulado. No es imposible que pasase lo mismo con T¨¢cito porque, efectivamente, esta persecuci¨®n de cristianos est¨¢ muy aislada en la cronolog¨ªa. Hasta el reinado de Marco Aurelio, en el a?o 177 en la Galia, no se producen persecuciones importantes. Y en el siglo III es un fen¨®meno que se desarrolla cada vez m¨¢s. La persecuci¨®n del a?o 64 tiende a ser puesta en duda y, en cualquier caso, se trata de una comunidad muy peque?a. Los cristianos eran m¨¢s numerosos en Oriente y muy minoritarios en Occidente¡±. Las noticias falsas y las verdades alternativas no son solo elementos del presente.
Babelia
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