Alemania conmemora con sentido y sensibilidad el bicentenario del estreno de la ¡®Novena sinfon¨ªa¡¯ de Beethoven
La Beethoven-Haus de Bonn se erige en la gran catalizadora de una ambiciosa celebraci¨®n te¨®rica y pr¨¢ctica que culmina con una cuidada reconstrucci¨®n de la primera interpretaci¨®n vienesa de la obra en la Historische Stadthalle de Wuppertal
Desde que decidi¨® trasladarse a estudiar y vivir a Viena en 1792, Beethoven no regres¨® nunca a su siempre a?orada Bonn, donde vivi¨® los primeros 21 a?os de su vida. La casa en que naci¨® en la otrora capital de la Rep¨²blica Federal Alemana es un centro de peregrinaje visitado a diario por personas llegadas de todo el mundo, pero, adem¨¢s de un museo, la Beethoven-Haus es asimismo depositaria de la mayor colecci¨®n de memorabilia relacionada con el compositor (cartas, borradores, manuscritos, cuadernos de conversaci¨®n, objetos personales, instrumentos, retratos, primeras ediciones¡), adem¨¢s de un centro de investigaci¨®n puntero y un activo impulsor de iniciativas editoriales, con el aliciente a?adido de acoger en el edificio contiguo de la Bonngasse una peque?a sala de conciertos con una oferta constante de m¨²sica en vivo. Nada relacionado con Beethoven le es ajeno, como demostr¨® en 2020, el a?o en que se conmemoraba el 250? aniversario del nacimiento del hijo m¨¢s ilustre de la ciudad, cuando ofreci¨® la integral de su m¨²sica de c¨¢mara en 16 conciertos, organiz¨® a rengl¨®n seguido un gran congreso internacional y colabor¨® decisivamente en la mayor exposici¨®n dedicada jam¨¢s al autor de Fidelio, inaugurada en la Bundeskunsthalle, el ¨²nico museo estatal de Alemania, el d¨ªa de su cumplea?os en 2019 y visitada masivamente hasta la llegada del confinamiento generalizado a mediados de marzo de aquel annus horribilis.
Por eso ahora no pod¨ªa tampoco dar la espalda a otra gran efem¨¦ride de naturaleza muy diferente: el estreno hace justo dos siglos de la ¨²ltima sinfon¨ªa de Beethoven, la Novena, un ordinal que, si no se dan m¨¢s detalles, parece patrimonio exclusivo del m¨²sico alem¨¢n. Aquella primera interpretaci¨®n tuvo como escenario el K?rntnertortheater (Teatro de la Puerta Carintia) de Viena, por lo que la capital austr¨ªaca, su ciudad adoptiva, est¨¢ tambi¨¦n recordando estos d¨ªas aquella hist¨®rica Akademie celebrada el 7 de mayo de 1824. Pero frente a las celebraciones un tanto convencionales de las que acaba de dar cuenta Pablo L. Rodr¨ªguez desde Viena, la Beethoven-Haus ha querido ir m¨¢s all¨¢ y lo que ha decidido impulsar es una fiel reproducci¨®n (si es que es posible, por decirlo a la manera proustiana, recobrar o recuperar un tiempo inevitablemente pasado o perdido) de aquella academia vienesa: el mismo programa, id¨¦ntico n¨²mero de instrumentistas y cantantes, instrumentos y criterios interpretativos similares, pareja ubicaci¨®n sobre el escenario. Y hacerlo, incluso, con una formaci¨®n vienesa, si bien con el compositor presente esta vez tan solo en esp¨ªritu, por supuesto.
La Beethoven-Haus empez¨® a calentar motores desde varios d¨ªas antes, tanto de puertas afuera como de puertas adentro. As¨ª, y al igual que hizo en 2020, ha vuelto a convocar a partir del s¨¢bado a varias de las luminarias de la mejor investigaci¨®n beethoveniana actual en un congreso de tres d¨ªas de duraci¨®n que ha girado tanto en torno a la propia Novena Sinfon¨ªa como al programa en que se dio a conocer por primera vez, en el que se interpretaron previamente la obertura La consagraci¨®n del hogar y tres de las cinco secciones (Kyrie, Credo y Agnus Dei) de la Missa solemnis, es decir, las obras publicadas consecutivamente como opp. 123, 124 y 125, con profundas interconexiones de todo tipo entre ellas, en la antesala misma de los cinco ¨²ltimos cuartetos de cuerda de Beethoven y de la muerte del compositor en 1827.
Antes a¨²n, el pasado jueves, se inaugur¨®, con la presencia de su hija Jamie, una exposici¨®n temporal en uno de los espacios expositivos del museo titulada El Beethoven de Bernstein: la contemplaci¨®n de una sola de las vitrinas, de uno solo de sus objetos, o la lectura de cualquiera de los manuscritos, resultaba m¨¢s interesante y significativa que el metraje completo de la tediosa pel¨ªcula Maestro: las imitaciones de los grandes genios suelen acabar en parodia, y si son tan excesivos como Bernstein, en una burda caricatura. Desde los guiones de los Conciertos para J¨®venes dedicados a Beethoven por Bernstein en los a?os sesenta hasta las hist¨®ricas interpretaciones de la Novena que ofreci¨® al frente de una orquesta internacional en la Philharmonie (Berl¨ªn Oeste) y la Konzerthaus (entonces Schauspielhaus, Berl¨ªn Este) pocas semanas despu¨¦s de la ca¨ªda del Muro, en los que la palabra Freude (alegr¨ªa) se sustituy¨® por Freiheit (libertad) el 23 y el 25 de diciembre de 1989, la exposici¨®n constata la omnipresencia del m¨²sico alem¨¢n en su larga carrera como director, pianista e, incluso, como compositor, ya que la segunda Meditaci¨®n de su Misa cita la m¨²sica que imagin¨® Beethoven para el ¨²ltimo verso de la oda de Schiller que utiliz¨® en el ¨²ltimo movimiento de su Novena Sinfon¨ªa.
Bernstein visit¨® Bonn pocas semanas antes, en septiembre de ese mismo a?o, con motivo de la Beethovenfest, para dirigir varias sinfon¨ªas del m¨²sico de Bonn y asisti¨® en la Beethovenhalle a una exposici¨®n de cuadros de Andy Warhol realizados a partir del famoso retrato de Beethoven de Joseph Karl Stieler que se conserva en la Beethoven-Haus. Y en el cartel anunciador, debajo de una reproducci¨®n de la firma manuscrita de Ludwig van Beethoven, Bernstein escribi¨®: ¡°Leonard van Bernstein¡±. En la parte de atr¨¢s de un sobre que tambi¨¦n se exhibe, el autor de West Side Story anot¨® en un pentagrama manuscrito, sin embargo, en esas mismas fechas (¡±principios de oto?o ¡®89¡å, puede leerse) un peque?o fragmento de su propia m¨²sica que firm¨® simplemente como ¡°LB¡±, a?adiendo debajo entre par¨¦ntesis ¡°(leider nicht van)¡±, es decir, ¡°(sin van, desgraciadamente)¡±. Tambi¨¦n se exponen numerosas fotograf¨ªas y documentos relacionados con sus interpretaciones de Beethoven, un poema manuscrito firmado el 24 de diciembre de 1989 (¡°se permite besar lo que antes se tem¨ªa¡±; ¡°y aquello que separaba un muro es todo y uno¡±, concluye), as¨ª como un peque?o trozo del Muro de Berl¨ªn firmado en rojo con su nombre en may¨²sculas (¡°LENNY¡±), junto con la piqueta y el cortafr¨ªo con que ¨¦l mismo lo desgaj¨®.
Se los prest¨® entonces un ni?o, Franz Kranke, que se afanaba, provisto de unas grandes gafas para protegerle los ojos de los cascotes, por arrancar, golpe a golpe, un pedazo de aquel muro interminable. Y, 35 a?os despu¨¦s, Kranke ha venido a Bonn para rememorar aquel encuentro casual con el genio y estuvo presente asimismo en otra primicia ofrecida el pasado viernes: la primera proyecci¨®n europea del documental Beethoven¡¯s Nine ¨C Ode to Humanity, del cineasta canadiense Larry Weinstein, que, muy emocionado, convers¨® despu¨¦s en p¨²blico con Malte Boecker, el actual director de la Beethoven-Haus y una persona muy cercana a Bernstein a finales de los a?os ochenta (varios objetos expuestos en la muestra pertenecen, de hecho, a su colecci¨®n personal). Weinstein monta un curioso rompecabezas a partir de elementos en apariencia totalmente heterog¨¦neos: un concierto en Varsovia de la llamada Orquesta de la Libertad Ucraniana en el que tocan la Novena de Beethoven con el texto del ¨²ltimo movimiento cantado en su lengua y sustituyendo esta vez Freude (alegr¨ªa) por Slava (gloria); declaraciones del psic¨®logo cognitivo Steven Pinker y de su mujer, la fil¨®sofa Rebecca Goldstein, en su casa de Cape Cod; observaciones y reacciones espont¨¢neas de Monika Brodka, una c¨¦lebre cantante pop polaca; fragmentos de la vida cotidiana de Gabriela Lena Frank, una compositora y pianista sorda estadounidense; una visita al museo del historietista, y beethoveniano confeso, Charles M. Schulz, el creador de Snoopy y Charlie Brown, en Santa Rosa (California); escenas del ataque terrorista perpetrado por Ham¨¢s en territorio israel¨ª el pasado 7 de octubre, en el que acabr¨ªa perdiendo la vida Judih Weinstein, hermana del director; e incluso una breve secuencia del famoso flashmob de la Orquestra Simf¨°nica del Vall¨¦s en el que un pu?ado de instrumentistas y cantantes interpretan un fragmento del ¨²ltimo movimiento de la Novena en la pla?a de Sant Roc de Sabadell.
Tambi¨¦n hay im¨¢genes, claro, del hist¨®rico segundo concierto que dirigi¨® Leonard Bernstein en Berl¨ªn el d¨ªa de Navidad de 1989, que recuerda in situ su entonces asistente, Craig Urquhart, y de su visita al muro, que es cuando el peque?o y sonriente Franz Kranke prest¨® al m¨²sico su martillo y su cortafr¨ªo. Tantos a?os despu¨¦s, uno y otro estaban presentes en la sala de conciertos de la Beethoven-Haus, al igual que Jamie Bernstein, y el documental, cuya intensidad no cesa de aumentar hasta que termina confirm¨¢ndose el tr¨¢gico sino de la hermana del director y su marido, desat¨® una extra?a corriente de emoci¨®n colectiva entre todos los asistentes. Weinstein no acusa a nadie y deplora todas las guerras por igual. El r¨®tulo final del documental, dedicado ¡°a todas las personas asesinadas por la guerra y el odio¡±, expresa su deseo de que a¨²n podamos llegar a vivir ¡°una nueva Edad de la Ilustraci¨®n¡±, la ¨¦poca que vio nacer a Beethoven, glosada en muchas de sus declaraciones por Rebecca Goldstein. Tras esta primicia europea, el documental de Larry Weinstein puede verse ya, con subt¨ªtulos en espa?ol, en la emisora francoalemana ARTE.
En la llamada c¨¢mara del tesoro de la Beethoven-Haus (que lleva el nombre de su principal donante de documentos, Hans Conrad Bodmer, cuyo legado le hizo triplicar sus fondos tras su muerte en 1956), un peque?o espacio expositivo subterr¨¢neo y en penumbra, acaba de inaugurarse tambi¨¦n otra exposici¨®n temporal con manuscritos beethovenianos e impresos hist¨®ricos relacionados con las tres obras estrenadas en la Akademie del 7 de mayo de 1824, objeto a su vez de escrutinio desde casi todos los puntos de vista imaginables en el congreso internacional que se ha celebrado en la Beethoven-Haus desde el s¨¢bado haste el lunes y titulado con una frase extra¨ªda de una rese?a de aquella hist¨®rica velada publicada en la Allgemeine musikalische Zeitung de Leipzig el 1 de julio de 1824: ¡°Secretos milagrosos jam¨¢s o¨ªdos, jam¨¢s presagiados, del sagrado arte¡±.
Dos siglos despu¨¦s, siguen vigentes varios misterios, probablemente irresolubles, pero es tambi¨¦n much¨ªsimo lo que se ha avanzado, tanto en relaci¨®n con los preparativos de la academia en que se estren¨® la Novena (que pueden documentarse casi paso a paso durante las semanas previas en los cuadernos de conversaci¨®n que el compositor utilizaba para comunicarse con sus visitas) como con el propio proceso de composici¨®n. Por Bonn han pasado estos d¨ªas muchos de los grandes nombres de la investigaci¨®n beethoveniana, como su bi¨®grafo William Kinderman, que centr¨® su ponencia en la ¡°mirada hacia lo alto¡± del ¨²ltimo movimiento de la Novena, recordando la anotaci¨®n de Beethoven en uno de esos cuadernos de conversaci¨®n (a comienzos de 1820, en plena composici¨®n del Gloria de la Missa solemnis): ¡°La ley moral dentro de nosotros y el cielo estrellado encima de nosotros. ???Kant!!!¡±. Curiosamente, es m¨¢s que probable que Beethoven no tomara la cita directamente del fil¨®sofo, sino de un art¨ªculo coet¨¢neo del astr¨®nomo Joseph Littrow sobre ¡°observaciones cosmol¨®gicas¡± en el que citaba a Kant, en cuya Cr¨ªtica de la raz¨®n pr¨¢ctica aparec¨ªan los t¨¦rminos invertidos y en singular: ¡°El cielo estrellado encima de m¨ª y la ley moral dentro de m¨ª¡± y que eran para ¨¦l ¡°dos cosas que llenan la mente con una admiraci¨®n y un sobrecogimiento cada vez mayores con cuanta m¨¢s frecuencia y persistencia pienso en ellos¡±. Las conexiones con el texto de Friedrich Schiller que eligi¨® Beethoven para el final de la Novena son evidentes.
Otro grande de la musicolog¨ªa actual, Hans-Joachim Hinrichsen, habl¨® sobre el uso de los timbales en las tres obras que se tocaron en la academia vienesa, una manera de aproximarse a las partituras, como ¨¦l afirma, ¡°sub specie tympanorum¡±. Otro nombre de referencia, Birgit Lodes (coorganizadora del congreso), sac¨® todo el partido posible de una medalla, una litograf¨ªa y un poema impreso del italiano Calisto Bassi, los tres relacionados con el estreno de la Novena. El veterano David Wyn Jones, una autoridad en el Clasicismo musical, apunt¨® la posibilidad de que la academia pudiera llegar a concebirse en alg¨²n momento como un concert spirituel, a la manera de los que se hab¨ªan celebrado en Viena dedicados a Haydn, Mozart y Beethoven en los meses de marzo y abril de 1824. Daniel Chua, uno de esos pocos estudiosos que es capaz de bucear en las cuestiones m¨¢s profundas derrochando humor e iron¨ªa, tan ausentes normalmente en estos foros acad¨¦micos, profundiz¨® con un absoluto dominio de la oratoria en el concepto de ¡°alegr¨ªa¡±, el tema central de la oda de Schiller, y defendi¨® que obertura, misa y sinfon¨ªa formaban en realidad ¡°una serie de consagraciones¡±, mientras que Christine Siegert, la otra coorganizadora, profundiz¨® en el programa de la segunda academia celebrada en aquel mes de mayo (el d¨ªa 23), en la que se incluyeron varias arias italianas y s¨®lo se interpret¨® el Kyrie de la Missa solemnis como obras previas a la segunda interpretaci¨®n de la Novena. L¨¢stima que no pudiera viajar a Bonn, como estaba anunciado, Theodore Albrecht, autor de una recient¨ªsima monograf¨ªa sobre aquel estreno y un escrutador y traductor minucioso de todas las fuentes primarias desde hace a?os. Su repaso de los instrumentistas en activo en Viena en mayo de 1824 dio paso al debate m¨¢s encendido de estos d¨ªas: ?cu¨¢ntos instrumentistas integraron exactamente la orquesta del estreno? Cabe apuntar conjeturas muy diversas, pero es imposible demostrar documentalmente una cifra exacta. En la ¨²ltima jornada del lunes por la tarde se abordaron cuestiones interesant¨ªsimas sobre la recepci¨®n de la Novena en ¨Cliteralmente¨C los cinco continentes.
Especialmente interesante y esclarecedora ha sido la proyecci¨®n de un documental de la WDR, titulado La Novena de Beethoven y el K?rntnertortheater, en el que observamos c¨®mo el arquitecto y experto en ac¨²stica teatral Stefan Weinzierl reconstruye virtualmente con su equipo paso a paso no solo el espacio, sino tambi¨¦n las condiciones ac¨²sticas, simulando incluso sus materiales originales, de aquel Teatro de la Puerta Carintia, ya desaparecido, que ocupaba el mismo solar en el que se levanta actualmente el Hotel Sacher. Al final del congreso se proyect¨® un tercer documental, Siguiendo la Novena, auspiciado por la asociaci¨®n c¨ªvica B¨¹rger f¨¹r Beethoven (Ciudadanos por Beethoven), responsable asimismo de un festivo D¨ªa Beethoven con multitud de actuaciones y entrevistas en directo el s¨¢bado por la tarde en un escenario levantado en la Marktplatz, junto al antiguo ayuntamiento. En este caso, el realizador es el estadounidense Kerry Candaele y es la primera entrega de una trilog¨ªa titulada H¨¦roe Beethoven. La segunda, Amor y justicia, est¨¢ dedicada a la ¨®pera Fidelio y la tercera, a punto de ver la luz, se centra en los cuartetos de cuerda opp. 127-135 y lleva por t¨ªtulo ?ltima voluntad y testamento.
El documental, que se proyect¨® el lunes por la tarde como colof¨®n del congreso, est¨¢ dividido en los mismos cuatro movimientos de la sinfon¨ªa y sigue la suerte de la Novena en el Chile anterior y posterior al golpe de Pinochet, en la China de las manifestaciones estudiantiles finalmente aplastadas en la plaza de Tiananm¨¦n, en el Jap¨®n que todos los meses de diciembre se llena de interpretaciones mastod¨®nticas de la Novena (y en el que padeci¨® el terrible terremoto del 11 de marzo de 2011) y en una antigua habitante de Berl¨ªn Este, Lene Ford, que nos cuenta en primera persona su vida en la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana y en la para ella inconcebible repentina ca¨ªda del muro, donde tantos hab¨ªan muerto al intentar cruzarlo, con un nuevo recuerdo obligado para Leonard Bernstein y sus hist¨®ricos conciertos libertarios berlineses. Candaele tambi¨¦n estuvo presente en la sala y protagoniz¨® un interesant¨ªsimo debate despu¨¦s de la proyecci¨®n. Para ¨¦l, la Novena ha sido hist¨®ricamente una herramienta para luchar por la libertad, la supervivencia y la sanaci¨®n. No posee quiz¨¢ la potencia emocional y la inmediatez del documental de Larry Weinstein, pero es, tambi¨¦n, absolutamente recomendable y, gracias a su excepcional uso de la m¨²sica y a su excelente montaje, da una muy buena medida la capacidad de la Novena de Beethoven para provocar catarsis colectivas y generar solidaridades entre seres humanos en cualesquiera pa¨ªses y culturas.
A falta de K?rntnetortheater, la Beethoven-Haus decidi¨® trasladar su reconstrucci¨®n real ©¤que no virtual©¤ de la legendaria academia del 7 de mayo de 1824 a la Historische Stadthalle de Wuppertal, construida en 1900, de planta rectangular y con una ac¨²stica perfecta para esta m¨²sica. Adem¨¢s, Wuppertal, la ciudad que Pina Bausch puso en el mapa cultural internacional (con el refuerzo invaluable del extraordinario Museo Von der Heydt), se encuentra a una hora escasa de viaje desde Bonn. Tampoco pueden ponerse peros a la elecci¨®n de orquesta (la Wiener Akademie) y al director (Martin Haselb?ck), que llevan ya cuatro d¨¦cadas tocando el repertorio cl¨¢sico con instrumentos y criterios interpretativos de ¨¦poca. Nada m¨¢s comenzar el ensayo general el martes por la ma?ana, flotaba en el ambiente la sensaci¨®n de estar haci¨¦ndose historia, ya que era la primera vez que se reconstru¨ªa el programa exacto del estreno (?qui¨¦n se atrever¨ªa hoy a ofrecer la Missa solemnis despojada de dos de sus secciones, Gloria y Sanctus/Benedictus?) con una perspectiva estil¨ªstica globalizadora, que ha incluido la ubicaci¨®n del coro delante de la orquesta, no detr¨¢s, como se hizo en su d¨ªa. No se trata, por supuesto, de reproducir una interpretaci¨®n que tuvo, sin duda, numeros¨ªsimas lacras (si las obras plantean inmensas dificultades a¨²n hoy, imaginemos lo que deb¨ªa de comportar tocarlas y cantarlas hace dos siglos: un Everest). Tampoco cabe esgrimir maximalismos, presentando esta emulaci¨®n, hasta donde resulta humanamente posible, como un ideal al que aspirar. Lo que se ha visto y o¨ªdo en Wuppertal es m¨¢s bien un acto de audacia, una reparaci¨®n hist¨®rica, un triunfo de la musicolog¨ªa, un experimento sustentado en muy s¨®lidos fundamentos, una revelaci¨®n.
La edici¨®n de la Novena utilizada ha sido la de Beate Angelika Kraus para Henle Verlag (2020), si bien despoj¨¢ndola de todos los cambios que introdujo Beethoven con posterioridad al estreno y antes de la primera edici¨®n de Schott. Con una secci¨®n de cuerda conjeturalmente muy cercana a la original (12/12/8/6/6), instrumentos de viento hist¨®ricos (sin llaves ni v¨¢lvulas, con flautas de madera y parches de piel en los timbales) y un coro relativamente reducido (44 voces, en este caso el Coro de la WDR, dirigido desde la primera fila del patio de butacas por Nicolas Fink, del mismo modo que Michael Umlauf dirigi¨® el del estreno de 1824, mientras que Ignaz Schuppanzigh se encarg¨® de conducir a la orquesta; Beethoven miraba, sin o¨ªr nada, imagin¨¢ndolo), cualesquiera parecidos con las versiones habituales en las salas de concierto de la obertura de La consagraci¨®n del hogar, la Missa Solemnis o la Novena Sinfon¨ªa eran puramente coyunturales, al tiempo que todo encajaba mucho mejor que en las t¨ªpicas versiones con orquestas modernas. Sin maneras ni gestos de gran maestro, Haselb?ck concierta lo justo (sin batuta, por supuesto), se decanta por los tempi vivos (viv¨ªsimos en el famoso recitativo de violonchelos y contrabajos del ¨²ltimo movimiento de la Novena) que se corresponden con las indicaciones metron¨®micas de Beethoven, deja tocar y parece primar la sobriedad y la claridad (y las tres obras contienen vastas y grandiosas fugas que exigen transparencia) por encima de la emoci¨®n: ni una sola concesi¨®n a los habituales desmanes y excesos rom¨¢nticos, pero s¨ª una cuidad¨ªsima y permanente atenci¨®n a timbres, din¨¢micas y articulaciones. Entre los solistas vocales, dos veteranos (Michael Schade y Florian Boesch) y dos cantantes m¨¢s j¨®venes (Chen Reiss y Sara Fulgoni), todos implicad¨ªsimos y con perfecta sinton¨ªa con la filosof¨ªa interpretativa del proyecto. Lo ¨²nico que rechin¨® fueron las intervenciones del presentador, Nicolas Tribes, que podr¨ªa haberse reservado ¨²nicamente para la transmisi¨®n radiof¨®nica y el streaming, sin una presencia f¨ªsica sobre el escenario que desluci¨® la trascendencia que llevaba aparejada el concierto, concebido desde un principio con el nombre de Resound Beethoven 9, esto es, una recreaci¨®n de aquello que debi¨® de sonar hace 200 a?os. Pero las maneras demasiado contempor¨¢neas de Tribes rechinaron m¨¢s de la cuenta y se condijeron mal con el fabuloso programa de mano, un aut¨¦ntico libro de m¨¢s de un centenar de p¨¢ginas, admirable y muy seriamente concebido, redactado e ilustrado.
Quienes hayan entendido la ambiciosa propuesta de la Beethoven-Haus (que transmiti¨® en directo en streaming la WDR y cuya grabaci¨®n podr¨¢ verse de nuevo por televisi¨®n el 12 de mayo) habr¨¢n comprendido que la ocasi¨®n ©¤la efem¨¦ride, el experimento, el homenaje, la celebraci¨®n, el desaf¨ªo: ponga cada uno el sustantivo que mejor le cuadre©¤ requer¨ªa o¨ªr el concierto con un o¨ªdo real en Wuppertal en 2024 y otro imaginario en Viena exactamente dos siglos antes. Y, a tenor del ¨¦xito conseguido el martes por la noche en una propuesta larga y exigent¨ªsima para todos, debieron de ser muchos quienes lograron operar el milagro de saber abrirse con naturalidad y sin prejuicios a esta suerte de bilocaci¨®n espaciotemporal de los sentidos. Beethoven puede con todo.
Babelia
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