Einstein, Darwin, Sagan, Hawking: los libros cient¨ªficos tambi¨¦n tienen su canon
El f¨ªsico te¨®rico y acad¨¦mico de la RAE Jos¨¦ Manuel S¨¢nchez Ron publica un monumental repaso a las 100 obras m¨¢s influyentes en la historia de la ciencia, de Hip¨®crates a Beno?t Mandelbrot
En 1994 el cr¨ªtico brit¨¢nico Harold Bloom public¨® el que tal vez sea el canon literario m¨¢s popular (y pol¨¦mico): El canon occidental (Anagrama). Las fronteras y el esp¨ªritu de ese listado han sido controvertidos, pero su tronco central es incontestable: Shakespeare, Cervantes, Montaigne, Joyce, Kafka o Proust. Los sospechosos habituales del pante¨®n literario.
Cuando se hace este tipo de compendios librescos, sin embargo, no suelen incluirse textos de car¨¢cter cient¨ªfico. Si acaso El origen de las especies de Charles Darwin, un libro de ciencia escrito con cierta belleza literaria. En tiempo de Darwin no exist¨ªan disciplinas como la gen¨¦tica moderna o la biolog¨ªa molecular, de modo que su libro, que cambi¨® la autopercepci¨®n de la especie humana y propuso el armaz¨®n de la Teor¨ªa de la Evoluci¨®n, ya ha sido superado cient¨ªficamente. Quiz¨¢s ahora apele m¨¢s a los poetas que a los investigadores.
Estos d¨ªas surge un nuevo canon que no es que incluya libros de ciencia, es que est¨¢ compuesto solo por ellos: El canon oculto (Cr¨ªtica), de Jos¨¦ Manuel S¨¢nchez Ron, f¨ªsico te¨®rico, historiador de la ciencia y acad¨¦mico de la Real Academia Espa?ola. ¡°La ciencia no solo nos permite entender qu¨¦ somos, d¨®nde estamos o qu¨¦ es el cosmos, sino que tambi¨¦n forma parte de la cultura¡±, dice el autor. ¡°As¨ª que si los c¨¢nones consisten en libros que conviene leer o, al menos, saber de su existencia, es raro que hayan estado compuestos solo por libros literarios con alguna excepci¨®n de filosof¨ªa o historia¡±, a?ade.
Este canon se compone de 100 libros que parten de los textos de Hip¨®crates sobre medicina, compilados cinco siglos antes de Cristo, para llegar a obras de finales del XX, como El quark y el jaguar (1994), de Murray Gell-Mann, sobre la ciencia de la complejidad, o La dimensi¨®n fractal de la naturaleza (1983), del matem¨¢tico Beno?t Mandelbrot.
Sorprende la convivencia de textos muy t¨¦cnicos, que aportaron ideas valios¨ªsimas al conocimiento, como las obras sobre electromagnetismo de James Clerk Maxwell, sobre matem¨¢ticas de Leonhard Euler o, sin ir m¨¢s lejos, los Principia Mathematica (1687) de Isaac Newton, con otras obras de car¨¢cter divulgativo, como Cosmos (1980), de Carl Sagan, o Breve historia del tiempo (1988), de Stephen Hawking. El propio Hawking confesaba que sus editores le hab¨ªan dicho que cada f¨®rmula matem¨¢tica espantar¨ªa a la mitad de los lectores, as¨ª que solo plasm¨® una: la c¨¦lebre equivalencia masa-energ¨ªa de Einstein (E=mc2), que, entre otras cosas, propici¨® la era at¨®mica que a¨²n nos amenaza.
Algunos libros supusieron un fuerte cambio pol¨ªtico, como Primavera silenciosa (1962), de Rachel Carson, pionero de la concienciaci¨®n ecol¨®gica, o Gorilas en la niebla (1983), en la que Dian Fossey nos hizo ver a los animales de otro modo, sobre todo a nuestros primos m¨¢s cercanos. En ocasiones, la literatura cient¨ªfica se confunde con la filosof¨ªa, cuando los saberes no estaban tan diferenciados: se ve en el caso del Timeo de Plat¨®n, del siglo. V a. C., o la obra de Arist¨®teles, del siglo IV a. C., o en las obras Voltaire o Kant. En otras ocasiones raya con la poes¨ªa, como en De rerum natura, de Lucrecio, del siglo I a. C. Hay textos de gran complejidad matem¨¢tica, como los de Joseph Fourier o Gauss. Por supuesto, Albert Einstein est¨¢ representado con Sobre las teor¨ªas especial y general de la Relatividad (1917), un libro de alta divulgaci¨®n, con todo tipo de detalles matem¨¢ticos, donde explicaba el coraz¨®n de su obra.
El canon evidencia que, aunque normalmente conozcamos la ciencia mediante fuentes secundarias como libros de texto, art¨ªculos period¨ªsticos o piezas de divulgaci¨®n, la informaci¨®n surge de otras fuentes primarias. Lo son muchos de estos libros, aunque lo m¨¢s frecuente en la actualidad es que la informaci¨®n de primera mano venga de investigaciones reflejadas en art¨ªculos cient¨ªficos, llamados coloquialmente papers, publicados en revistas especializadas (Science y Nature son las m¨¢s famosas). Tambi¨¦n evidencia que las fuentes primarias son muchas veces demasiado arduas para el lector profano... y en algunas ocasiones tambi¨¦n para el especializado.
Algunos textos, como en el caso de Darwin, ya est¨¢n superados cient¨ªficamente. Por ejemplo, la cosmolog¨ªa geoc¨¦ntrica de Ptolomeo, que se recoge en el Almagesto, del siglo II d. C. ¡°Es la cumbre de la astronom¨ªa geoc¨¦ntrica, y ya sabemos que la Tierra no est¨¢ en el centro del universo. Pero su influencia fue enorme: estuvo vigente durante muchos siglos, que se dice pronto¡±, se?ala el acad¨¦mico. Algunos hasta han sido considerados pseudocient¨ªficos, como lo que pensaba Karl Popper de Sigmund Freud. ¡°Se me ha criticado mucho el incluir a Freud como cient¨ªfico¡±, dice S¨¢nchez Ron, ¡°las explicaciones que dio a los sue?os no han sobrevivido el paso del tiempo (aunque haya quien a¨²n las crea), pero es importante porque se abr¨ªa un campo de indagaci¨®n cient¨ªfica de la realidad: el inconsciente¡±.
Las dos culturas
El punto de partida de este canon, que es la reivindicaci¨®n de la literatura cient¨ªfica en el panorama literario general puede recordar a la conferencia de C. P. Snow Las dos culturas, que pon¨ªa, a mediados del siglo XX, un debate larvado: las relaciones entre ciencias y humanidades, frecuentemente separadas por una l¨ªnea roja para muchos innecesaria. Como se?ala S¨¢nchez Ron, casi todo el mundo conoce el argumento y la importancia de El Quijote, aunque no lo haya le¨ªdo. No hacerlo es signo de incultura. Sin embargo, se ha argumentado en torno a las dos culturas, pocos conocen el significado del Segundo Principio de la Termodin¨¢mica, ley fundamental del Universo. Pero nadie ser¨¢ tachado de inculto por ello.
S¨¢nchez Ron reconoce que en los ¨²ltimos tiempos ha crecido el inter¨¦s por la ciencia, y as¨ª se ve en la prensa o en el ¨¢mbito de la divulgaci¨®n cient¨ªfica. Su exposici¨®n Cosmos, en la Biblioteca Nacional, es prueba de ello: fue la cuarta m¨¢s vista en la historia de la instituci¨®n. Pero no est¨¢ todo ganado, como se ve en el repunte de las pseudociencias, teor¨ªas de la conspiraci¨®n y negacionismos. O a pie de calle: ¡°Hay todav¨ªa mucha ignorancia sobre la ciencia, sobre asuntos que deber¨ªan pertenecer a la cultura general. Si preguntas por la calle qui¨¦n fue James Clerk Maxwell, que sent¨® las bases del electromagnetismo y cambi¨® el mundo para siempre, probablemente nadie lo sepa. Igual les suena el nombre de Galileo, ?pero qu¨¦ hizo Galileo?¡±.
Como un peque?o canon dentro de su gran canon, S¨¢nchez Ron recomienda seis obras. Las tres primeras son, a su juicio, las m¨¢s influyentes de car¨¢cter t¨¦cnico. Las tres segundas tienen un car¨¢cter m¨¢s generalista. Todas importantes en la historia de la ciencia.
¡®Elementos¡¯ (siglo IV a. C.), de Euclides
Es una obra fundamental de las matem¨¢ticas, compuesta por 13 libros, en la que, estableciendo axiomas (¡°Un punto es lo que no tiene partes¡±) y desarrollando deducciones, Euclides, del que no se conoce demasiado, sienta las bases de la geometr¨ªa euclidiana (que por eso se llama as¨ª) en dos y tres dimensiones, es decir, en el espacio y en el plano. Generaciones y generaciones, hasta tiempos recientes, utilizaron diferentes versiones de los Elementos para formarse en matem¨¢ticas y tambi¨¦n en el funcionamiento del pensamiento l¨®gico.
¡®Principia mathematica¡¯ (1687), de Isaac Newton
Por fin se entiende de una manera coherente y global c¨®mo se mueven las cosas: con esta obra se establecen los principios de la f¨ªsica cl¨¢sica (las tres Leyes de Newton) y de la gravitaci¨®n universal. Las manzanas que caen, la inercia de los cuerpos, la acci¨®n y la reacci¨®n. Se culmina la Revoluci¨®n Cient¨ªfica de los siglos XVI y XVII. Este libro cambi¨® la cosmovisi¨®n en Occidente, influy¨® en la Ilustraci¨®n, ayud¨® a socavar las autoridades mon¨¢rquicas o religiosas. Hasta la llegada de la f¨ªsica cu¨¢ntica y la relatividad, a principios del siglo XX, fue la mejor explicaci¨®n del mundo. Y no fue refutada: la nueva f¨ªsica era algo as¨ª como una ampliaci¨®n de la de Newton.
¡®El origen de las especies¡¯ (1859), de Charles Darwin
En esta obra revolucionaria, Darwin propuso la teor¨ªa de la evoluci¨®n por selecci¨®n natural. Argumentaba que las especies evolucionan gradualmente a trav¨¦s de la competencia por la supervivencia y la reproducci¨®n, ideas que hab¨ªan aflorado en su famoso viaje a bordo del Beagle. Gener¨® enorme controversia en la sociedad de la ¨¦poca: ?c¨®mo pod¨ªamos ¡°venir del mono¡±? El origen de las especies cambi¨® la autopercepci¨®n de la especie humana y su relaci¨®n con Dios: ya no ¨¦ramos el centro de la creaci¨®n, de igual manera que no ¨¦ramos el centro del universo. Hasta influy¨® en teor¨ªas pol¨ªticas contrapuestas como el darwinismo social o el marxismo. Desde entonces ya no somos los mismos.
¡®Primavera silenciosa¡¯ (1962), de Rachel Carson
Esta obra fue pionera en se?alar las amenazas que el desarrollo humano ejerce sobre el medio ambiente y ayud¨® a generar conciencia ecologista, que hoy persiste con fuerza, aunque tambi¨¦n con cierta impotencia. En particular, Primavera silenciosa trata sobre los efectos devastadores de los pesticidas, especialmente el DDT (diclorodifeniltricloroetano), en el medio ambiente: los da?os a la vida silvestre, a los ecosistemas y a la salud humana. Tuvo consecuencias palpables, al influir en la legislaci¨®n sobre control de pesticidas.
¡®Cosmos¡¯ (1980), de Carl Sagan
Con un estilo po¨¦tico y cercano, Sagan divulg¨® en este hermoso libro diferentes aspectos de la ciencia, no solo de la astronom¨ªa, sino tambi¨¦n de la biolog¨ªa celular, de los grandes n¨²meros, de la geometr¨ªa o de la historia de la ciencia, al tiempo que luchaba contra las ideas pseudocient¨ªficas, otra frente que obsesion¨® a Sagan durante toda su vida. La serie televisiva, coguionizada por su esposa Ann Druyan, convirti¨® a Sagan el amable rostro global de la ciencia, gran divulgador y inspirador de vocaciones. Combinando rigor y claridad, nos hizo sentir habitantes de una casa com¨²n, esta nave espacial llamada Tierra.
¡®La falsa medida del hombre¡¯ (1981), de Stephen Jay Gould
Esta obra examina c¨®mo la teor¨ªa de la inteligencia, medida por el cociente intelectual (CI), ha sido utilizada para promover ideas racistas y sexistas. Gould muestra c¨®mo las pruebas de inteligencia est¨¢n influenciadas por prejuicios culturales y sociales, y critica que la inteligencia pueda ser reducida a un solo n¨²mero. La mente humana es mucho m¨¢s diversa y compleja.
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