Cuando el mundo real da m¨¢s miedo que cualquier ficci¨®n: por qu¨¦ se han disparado las ventas de c¨®mics de terror
Las vi?etas de exitosas series como ¡®Hay algo matando ni?os¡¯, ¡®The Nice House on the Lake¡¯ o ¡®Killadelphia¡¯ sofistican su narrativa para competir en impacto con horrores cotidianos como el estr¨¦s pospand¨¦mico, la incertidumbre generacional o el apocalipsis capitalista
Ya lo proclam¨® Stephen King: lo suyo era a la literatura el equivalente a un Big Mac con patatas fritas en la gastronom¨ªa. El tiempo ha probado que la narrativa de terror puede servir aut¨¦nticas hamburguesas gourmet. A veces bien sangrantes. Es lo que est¨¢ pasando con el c¨®mic de este g¨¦nero, que en los a?os recientes ha servido algunas obras maestras incontestables. De la cocina de autores como Jeff Lemire o James Tynion IV han salido aplaudidas series gr¨¢ficas como Sweet Tooth o Gideon Falls, en el caso del primero, y Hay algo matando ni?os o The Nice House on the Lake, en el segundo. Forman parte de esa generaci¨®n bregada en las vi?etas de superh¨¦roes que ha tomado distancia de Marvel o DC para crear colecciones propias desde las que narrar los horrores que asolan este descarrilado mundo.
No es casualidad que este repunte del terror en la ficci¨®n se produzca justo despu¨¦s de un trauma colectivo como la pandemia. Lo confirman a su paso por Madrid la guionista Marjorie Liu y la dibujante Sana Takeda, ganadoras de varios premios Eisner por su saga Monstress, una fantas¨ªa ¨¦pica en la que el monstruo habita en el interior de la protagonista. Su actual trilog¨ªa, The Night Eaters (Devoradores de noches), parte de un momento muy concreto, cuando todos and¨¢bamos con mascarilla, con unos padres emigrados de China que someten a sus hijos nacidos en EE UU al influjo de una casa plagada de demonios. ¡°Es incre¨ªble lo r¨¢pido que parecemos haber olvidado los estragos de la covid, sin embargo ese miedo permanece en nuestro inconsciente. Escrib¨ª el primer tomo en cuatro d¨ªas, tras pasar el verano de 2020 viendo pel¨ªculas de terror todos los d¨ªas. El mundo exterior resultaba tan escalofriante que, en vez de quitarme el sue?o, el terror me ayudaba a cogerlo. Probablemente los horrores cotidianos no hayan variado tanto en los ¨²ltimos ochenta a?os: guerras, cambio clim¨¢tico¡ La diferencia es que con las redes sociales no hay escapatoria, vivimos asediados por el clickbait desde que amanecemos hasta que nos acostamos¡±, explica Liu. ¡°Nuestro d¨ªa a d¨ªa se ha convertido en un combate contra la ansiedad. Y algo tan sencillo como una novela gr¨¢fica sirve para encararla y contenerla. Estamos todos tan insensibilizados por el terror real que el de ficci¨®n ya no nos afecta igual. Por eso nos hemos visto obligados a generar narrativas m¨¢s sofisticadas, para competir con el impacto de la realidad¡±, completa Takeda.
El ¨¦xito de las series de James Tynion IV, la estrella comiquera del momento, responde a esa misma catarsis. La apuntan tres de sus m¨¢s estrechos colaboradores, todos espa?oles: ?lvaro Mart¨ªnez Bueno, dibujante y cocreador de The Nice House on the Lake; Fernando Blanco, dibujante y cocreador de la reciente w0rltr33, y Miquel Muerto, colorista de Hay algo matando ni?os. Todos ellos transitan por la senda del c¨®mic estadounidense pavimentada en los noventa por artistas espa?oles como el a?orado Carlos Pacheco, Salvador Larroca o Pasqual Ferry.
The Nice House on the Lake, lo m¨¢s parecido a un superventas de este nicho en Espa?a, es un paradigma: 10 personajes son invitados de vacaciones por un amigo com¨²n a una opulenta casa en el lago para descubrir que son los ¨²ltimos habitantes de un planeta reducido a cenizas, y que esa burbuja llena de comodidades es su ¨²ltimo destino posible. Mart¨ªnez Bueno traduce su triunfo: ¡°La empezamos a desarrollar en octubre de 2019, justo antes del estallido de la pandemia, algo que result¨® premonitorio y nos anim¨® a cargar las tintas en determinadas emociones. M¨¢s que de sustos, es una serie de pura angustia donde planteamos un apocalipsis capitalista: se acaba el mundo y unos pocos elegidos tienen acceso a todo lo material, pero nadie est¨¢ contento ni es libre. Muchas de las fantas¨ªas posapocal¨ªpticas que triunfan ahora, como la serie de Prime Fallout [basada en el videojuego del mismo nombre], juegan con esos elementos de aislamiento y decadencia de la cultura consumista¡±. Su buena acogida traer¨¢ a partir de verano un segundo ciclo (que no secuela) titulado The Nice House by the Sea. ¡°Lo estoy haciendo para asustar a mi terapeuta¡±, adelantaba Tynion a The Hollywood Reporter. Mientras el c¨®mic de terror japon¨¦s mantiene su obsesi¨®n por la amenaza nuclear y las mutaciones f¨ªsicas (con autores como Junji Ito o Shintaro Kago), el norteamericano ha entrado en una dimensi¨®n m¨¢s existencialista.
En esta radiograf¨ªa de los miedos colectivos, w0rldtr33, tambi¨¦n de James Tynion IV, cuyo primer volumen acaba de ver la luz en Espa?a, ampl¨ªa el debate hacia las secuelas de los avances tecnol¨®gicos. As¨ª lo razona su dibujante, Fernando Blanco: ¡°La serie bebe del terror y el ciberpunk. Arranca a finales de los noventa, cuando pens¨¢bamos que la irrupci¨®n de internet nos iba a hacer m¨¢s libres y no a convertirnos en adictos a los likes, cuando los hackers eran modernos Robin Hoods y no vulgares ciberdelincuentes, cuando las IA no eran instrumentos del turbocapitalismo. Y nos lleva a nuestro presente cuasidist¨®pico, posmoderno, nihilista y aterradoramente real; y apunta a ese futuro cercano donde nuestros personajes luchar¨¢n por salvar los ¨²ltimos resquicios de humanidad que nos quedan. El terror funciona como retrato de los miedos que habitan en el subconsciente de la sociedad. Es normal que ese boom del g¨¦nero que vemos en cine y teleseries se haya instalado tambi¨¦n en los c¨®mics¡±.
Desde el mismo germen de la novela g¨®tica, con todo el p¨¢nico que trajo consigo la Revoluci¨®n Industrial, el terror se ha convertido en el perfecto refugio en tiempos de incertidumbre. Con los c¨®mics no pod¨ªa ser de otra forma. El estr¨¦s postraum¨¢tico tras la II Guerra Mundial y el baby boom que trajo consigo ciment¨® unas audiencias sin precedentes para este producto de escapismo en EE UU. Las vi?etas de terror comieron terreno a las de detectives y superh¨¦roes. Hasta que el psiquiatra infantil Fredric Wertham, autor del ensayo Seduction of the innocent, se plant¨® en 1954 ante el Senado para denunciar que solo tra¨ªan consigo la corrupci¨®n moral y un aumento en la criminalidad juvenil. William Gaines, por entonces el m¨¢s exitoso editor de tebeos terror¨ªficos al frente de Entertaining Comics (m¨¢s conocida como EC), tuvo que comparecer ante un subcomit¨¦ para testificar que ¡°el problema no es lo que los chavales leen, sino lo que ven en el mundo real¡±. El asunto se sald¨® con el nacimiento de la Comics Code Authority (la autoridad del c¨®digo de c¨®mics), un comit¨¦ regulador censor de contenidos. Gaines acabar¨ªa cerrando EC para centrarse en su publicaci¨®n humor¨ªstica MAD.
Todas estas restricciones no lograron dinamitar la imaginaci¨®n de los chavales lectores que vendr¨ªan despu¨¦s a lidiar con los traumas b¨¦licos de la Guerra Fr¨ªa y Vietnam, como Stephen King, Ramsey Campbell o Clive Barker. Los a?os ochenta, los de la Doctrina Reagan contra el monstruo comunista sovi¨¦tico, se tradujeron en una explosi¨®n salvaje del cine de terror, desde el m¨¢s autoral (John Carpenter, David Cronenberg) hasta el orgullosamente serie B. La transformaci¨®n en los c¨®mics fue menos palpable. Con los superh¨¦roes viviendo su segunda era dorada, el terror encontr¨® una trinchera en la filial de DC Vertigo a principios de los a?os noventa, casa de Hellblazer, de Alan Moore, o The Sandman, de Neil Gaiman. Estas fueron las lecturas con las que se forjar¨ªan como autores Scott Snyder (American Vampire) o el hijo de Stephen King, Joe Hill (Locke & Key). El equivalente editorial hoy es Image Comics, casa independiente que acoge a influyentes autores como el canadiense Jeff Lemire, que acaba de publicar en espa?ol la prometedora Carretera fantasma, nominada al premio Eisner 2024 a mejor serie nueva.
El g¨¦nero vivi¨® su en¨¦sima vuelta de tuerca tras el 11-S. De repente, ya nadie estaba a salvo. Un par de a?os despu¨¦s vino a constatarlo Robert Kirkman, hoy mandam¨¢s de Image, con la salida del primer n¨²mero de The Walking Dead (aqu¨ª traducido como Los muertos vivientes). Su propio art¨ªfice la presentaba as¨ª: ¡°En cuesti¨®n de meses la sociedad se ha desmoronado, sin gobierno, sin supermercados, sin correo, sin televisi¨®n por cable. En un mundo gobernado por los muertos, por fin nos vemos obligados a vivir¡±. O, m¨¢s claramente, en palabras de su protagonista, el polic¨ªa Rick Grimes: ¡°?Nosotros somos los muertos vivientes!¡±. En The Walking Dead importaban m¨¢s los dramas humanos que los cuerpos necr¨®ticos. Los zombis eran, como dijo el cineasta Frank Darabont cuando decidi¨® adaptarla a teleserie en 2010, ¡°el glaseado de la tarta¡±. El primer episodio se convirti¨® en el m¨¢s visto de la historia en AMC, con 5,3 millones de espectadores.
La saga impresa de Kirkman termin¨® abruptamente en 2019, sin previo aviso a los lectores. Su autor lo justific¨® as¨ª: ¡°El final ten¨ªa que llegar como cualquier muerte en una historia de zombis: por sorpresa¡±. Hay algo matando ni?os, de James Tynion IV, vino a tomar el relevo entre esos lectores hu¨¦rfanos con su oportuno lanzamiento un par de meses despu¨¦s. Bati¨® r¨¦cords: 175.000 copias vendidas del primer n¨²mero en EE UU (la mitad de lo que puede colocar un n¨²mero exitoso de Batman). Por supuesto, Netflix ya est¨¢ preparando la serie, con los creadores de Dark al mando.
La premisa de este thriller sobrenatural es sencilla: hay algo matando ni?os, literalmente, por los pueblos de EE UU, y una antihero¨ªna fugada de una organizaci¨®n secreta quiere frenarlo. Aqu¨ª asoma sutilmente otro gran miedo contempor¨¢neo: ?c¨®mo acabar con el monstruo que hemos creado y que se est¨¢ cargando a las nuevas generaciones? Miquel Muerto, colorista en esta serie responsable de a?adir expresividad al ya de por s¨ª expresivo dibujo de Werther Dell¡¯Edera, se r¨ªe solo de escucharlo. Este barcelon¨¦s de 31 a?os apunta a una ansiedad generacional. ¡°Vivimos una distop¨ªa invisible, como la rana en una olla a fuego lento que no se da cuenta de que est¨¢ hirviendo hasta que revienta. Hemos normalizado la precariedad y visto que no hay ning¨²n futuro; que vamos a encadenar una crisis tras otra hasta que ya no quede nada. ?De qu¨¦ vamos a hablar sino del terror los que estamos haciendo c¨®mics con 30 o 40 a?os? Para recuperar nuestra identidad, no nos queda otra que buscar un relato propio¡±.
En paralelo a los temores contempor¨¢neos, ha habido un repunte de los monstruos cl¨¢sicos. Muerto el zombi (valga la expresi¨®n), el vampiro ha vuelto a un primer plano. Autores como Cullen Bunn, con The Midnite show, el propio Tynion IV, con Universal monsters: Dracula, o Henry Zebrowski y Marcus Parksdan con Operaci¨®n amanecer, dan una vuelta al estereotipo. Tambi¨¦n asoma un chupasangres m¨¢s sofisticado, que aborda problemas sociales arraigados en el presente. El mejor ejemplo es Killadelphia, de Rodney Barnes (guionista en teleseries como American gods). Esta serie gr¨¢fica, aplaudida por el humorista Chris Rock, el cineasta Jordan Peele o el rapero Snoop Dogg, salda cuentas con el racismo hist¨®rico de EE UU convirtiendo la ciudad de Filadelfia en un nido de vampiros negros dispuestos a esclavizar a la poblaci¨®n humana. Barnes confiesa: ¡°Es como The Wire pero con m¨¢s salpicaduras de sangre. Utilizo lo vamp¨ªrico para explorar los pecados de la pol¨ªtica estadounidense y el abandono de los barrios del centro de la ciudad. Eso es lo bueno que tiene el terror: que sirve para hacer comentarios sociales sobre el esp¨ªritu de la ¨¦poca sin necesidad de ir sermoneando a nadie¡±. A veces un buen susto vale m¨¢s que mil palabras.
Babelia
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