¡®Oliver y Benji¡¯ cuelgan las botas tras 43 a?os de ¨¦pica, tiros combinados y campos kilom¨¦tricos
Yoichi Takahashi publica el ¨²ltimo cap¨ªtulo de su c¨¦lebre manga sobre f¨²tbol, encumbrado tambi¨¦n por la serie animada, aunque anuncia que seguir¨¢ lanzando nuevos materiales en internet
Oliver le debe su vida al bal¨®n. Por la gloria, los triunfos, los amigos. Pero, primero, en el sentido m¨¢s literal. Cuando un cami¨®n le atropell¨®, de peque?o, la esfera se puso en medio y par¨® el golpe. A lo Benji. Desde entonces, el chiquillo y el cuero se volvieron inseparables. Y el ni?o le devolvi¨® el favor trat¨¢ndole con m¨¢s cari?o que nadie. Aunque, en esas primeras p¨¢ginas del manga Capit¨¢n Tsubasa, que Yoichi Takahashi cre¨® all¨¢ por 1980, naci¨® a la vez otro idilio: el de una generaci¨®n entera con un personaje dibujado.
Tal vez por eso el centrocampista ha resistido casi 45 a?os en el terreno de juego. Hasta para ¨¦l, sin embargo, ha llegado el momento de colgar las botas. Por lo menos, en papel: hace pocas semanas la editorial japonesa Shueisha public¨® el ¨²ltimo n¨²mero de la saga. Takahashi ya hab¨ªa anunciado el final, por el excesivo esfuerzo f¨ªsico que le supone entre otras razones. El autor agreg¨®, eso s¨ª, que seguir¨¢ publicando bocetos y nuevos materiales online. No debe de ser f¨¢cil sentar a Oliver Atom para siempre en el banquillo.
Aun as¨ª, la noticia inund¨® de nostalgia a millones de aficionados. Los que descubrieron que, en la vida real, el tiro combinado provoca m¨¢s lesiones que goles; los que esperaron, pacientes, al desfile de pensamientos de todos los personajes cada vez que el bal¨®n estaba a punto de cruzar la l¨ªnea de meta; los que so?aron con emular a Oliver mientras las primeras pachangas les enviaban justo la se?al contraria; los que llegaron a calcular que los campos de la serie animada deb¨ªan de medir unos 18 kil¨®metros, a juzgar por lo que tardaban los jugadores en cruzarlos; o incluso los que prefer¨ªan a Tom, Julian o Mark Lenders frente al protagonista. Porque, al final, hasta los rivales de Oliver Atom (Tsubasa Ozora, en el original) siempre acababan siendo sus amigos.
¡°Marc¨® una ¨¦poca¡±, constata Ignasi Estap¨¦ Ferr¨¦, editor ejecutivo de Planeta, que est¨¢ relanzando al mercado los mangas originales y lleva unos 50.000 ejemplares vendidos. As¨ª, adem¨¢s de los nacidos en los ochenta, pretende enganchar a sus hijos. Un reciente videojuego y el regreso de las series animadas a plataformas como Neox o Netflix han devuelto los c¨¢nticos por el equipo Nankatsu a las gradas. Tambi¨¦n circulan camisetas, zapatillas, ¨¢lbumes de cromos o juguetes, sin citar la marea de productos no oficiales. ¡°En los ¨²ltimos a?os ha habido un resurgimiento del inter¨¦s. Es innegable¡±, se lee en Los magos del bal¨®n. Todo sobre Oliver y Benji (Diabolo), de Miguel Mart¨ªnez y N¨¦stor Rubio, una suerte de biblia homenaje que se edit¨® el a?o pasado.
Y eso que Takahashi, al principio, prefer¨ªa otros deportes, igual que casi todo Jap¨®n. ?l fantaseaba con convertirse en una estrella del b¨¦isbol. Hasta que vio el Mundial de f¨²tbol de 1978, en Argentina. Al parecer, se enamor¨® de aquel juego tan libre y del delantero local, Mario Kempes. Aunque tambi¨¦n se ha dicho que Atom est¨¢ inspirado en Kazuyoshi Miura, eterno delantero japon¨¦s. En todo caso, a partir de 1980, a trav¨¦s del manga Takahashi contagi¨® su nueva pasi¨®n a un pa¨ªs entero. ¡°Es conocido que Jap¨®n profesionaliz¨® el f¨²tbol y cre¨® su federaci¨®n gracias a la inspiraci¨®n que supuso Capit¨¢n Tsubasa para miles de j¨®venes¡±, sostiene Mart¨ªnez. Las estatuas esparcidas por el barrio tokiota de Yotsugi son otra prueba del impacto. En el mundo, se estima que el manga ha vendido m¨¢s de 90 millones de copias.
¡°La historia se cimenta sobre una premisa muy b¨¢sica, la evoluci¨®n de Oliver como futbolista y del resto de sus compa?eros manteniendo una din¨¢mica que funciona bien: un nuevo rival aparece con una mayor habilidad y hay que superarle¡±, agrega el autor. En concreto, la trama arrancaba con la mudanza de Oliver y su madre de Tokio a Shizuoka. Y segu¨ªa, a partir de ah¨ª, el sue?o del peque?o de convertirse en el mejor futbolista del planeta.
Aunque, entre chilenas, guardametas imbatibles y remontadas ¨¦picas, el f¨²tbol ofrec¨ªa a Takahashi un pase al hueco perfecto para tratar otros temas: la decepci¨®n, el esfuerzo, el amor propio, el esp¨ªritu de equipo o la superaci¨®n. E incluso dramas como la ausencia paterna, la pobreza o la dolencia cardiaca que limitaba a Julian Ross, tan talentoso y querido como Oliver por lectores y espectadores. Tama?a alineaci¨®n se gan¨® al p¨²blico enseguida. Y por goleada. Tanto que, en 1983, ya ten¨ªa su adaptaci¨®n a dibujos animados. As¨ª fue como lleg¨® a Europa, y especialmente a Espa?a, en 1990.
¡°Hasta entonces los dibujos animados ofrec¨ªan series muy similares, bastante ligeras o incluso con cap¨ªtulos autoconclusivos, que ten¨ªan un mensajito para ser mejor persona al final. Oliver y Benji supuso un enfoque m¨¢s emocionante, con personajes que iban desarrollando la trama con fluidez, lo cual enganchaba para saber que les pasar¨ªa¡±, reflexiona Rubio. Como prueba, la marea de cartas que recibi¨® Telecinco firmadas por familias que suplicaban a la cadena que cambiara el horario de emisi¨®n. A las 20.30 coincid¨ªa con el telediario, y no hab¨ªa quien venciera la insistencia de los peque?os. Campeones, como se conoci¨® la serie, contribuy¨® al boom del anime en aquellos a?os en Espa?a con varios goles decisivos. Y dej¨® la porter¨ªa abierta para la llegada de otros c¨®mics y series sobre balompi¨¦, como Supergol, Inazuma Eleven, Blue Lock o el superventas Los futbol¨ªsimos.
Estrellas como Andr¨¦s Iniesta o Fernando Torres confesaron su pasi¨®n por Oliver y Benji. Y el propio Atom demostr¨® su amor por Espa?a, ya que en la trama terminaba vistiendo la camiseta del Barcelona. Aunque la llegada de la serie en 1990 trajo consigo otras dos sorpresas: la m¨ªtica canci¨®n de introducci¨®n aprovecha las bases que en Italia serv¨ªan para los dibujos de Lupin III, cambiando la letra. Y su int¨¦rprete, Miguel Morant, nunca vio reconocido su nombre en los cr¨¦ditos. ¡°No s¨¦ en manos de qui¨¦n estar¨¢n exactamente ahora los derechos de distribuci¨®n de esta canci¨®n¡±, confiesa en Los magos del bal¨®n.
En general, la pantalla peque?a desvel¨® a Europa un universo de porteros capaces de saltar de un poste a otro gracias al karate, hermanos acr¨®batas que marcaban a golpes de ¡°catapulta infernal¡± y delanteros curtidos en la pobreza que fiaban su rescate al disparo del tigre. Y los repetidos enfrentamientos entre todos ellos a golpes de ¨¦pica y pausas teatrales: un c¨¦lebre tiro a efecto de Oliver atraves¨® todo el campo y dej¨® el bal¨®n girando un rato largo en el suelo antes de entrar. Una estudiosa italiana estim¨® que los futbolistas de la serie recorr¨ªan unos 250 kil¨®metros por partido y deb¨ªan de avanzar a unos 150 km/h.
En las m¨²ltiples secuelas de la historia original, Takahashi recogi¨® el amor que sus criaturas recib¨ªan fuera de Jap¨®n y las envi¨® a jugar a Brasil o al viejo continente. Incluida la desconocida Reggiana, donde acababa cedido Mark Lenders al no mostrar una condici¨®n id¨®nea para quedarse en la Juventus. En Mundiales juveniles y juegos ol¨ªmpicos en Madrid (?!), Oliver y compa?¨ªa derrotaban, adem¨¢s, a las mejores selecciones del planeta, del argentino Luis D¨ªaz a los franceses Pierre y Napole¨®n, del portero mexicano Ricardo Espadas al uruguayo Ram¨®n Victorino. Aunque, al menos en el manga, los personajes nunca disputaron la Copa del Mundo principal.
Ni mucho menos la serie acogi¨® un Mundial femenino. Para un ¨¢rbitro con la mirada de hoy, de hecho, el tratamiento de las mujeres en el manga merecer¨ªa al menos una tarjeta amarilla. Principalmente, animan a los jugadores o destacan como ¡°novia¡± o ¡°madre¡± de. ¡°Hay que ponerlo en contexto, la serie original se public¨® entre 1981 y 1988. Las cosas se entend¨ªan de una manera diferente¡±, evidencia Ignasi Estap¨¦ Ferr¨¦. Y el editor se?ala que, mientras que el p¨²blico nost¨¢lgico es mayoritariamente masculino, las nuevas audiencias est¨¢n m¨¢s repartidas. Un nuevo reto pendiente para Oliver Atom. Excluir a la mitad del mundo, en el siglo XXI, ser¨ªa todo un gol en propia puerta.
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