Green Day en Madrid: buen concierto, deficiente organizaci¨®n
El grupo californiano ofrece un vigoroso repaso por sus dos discos m¨¢s emblem¨¢ticos (¡®Dookie¡¯ y ¡®American Idiot¡¯), pero la masificaci¨®n imposibilita a parte del p¨²blico disfrutar plenamente
?Qu¨¦ tal estuvo el concierto de Green Day? Bien, dir¨¢n algo m¨¢s de la mitad de los asistentes. Sensacional, incluso. Nos dej¨® exhaustos, para el arrastre. C¨®mo nos lo pasamos, qu¨¦ ¨ªmpetu contagioso transmiti¨® el tr¨ªo californiano y c¨®mo se disfrutan los decibelios bien metiditos en canciones infecciosas.
Con el resto del p¨²blico, qu¨¦ pas¨®. Eso ya fue otra historia. El concierto se celebr¨® en el aparcamiento de la madrile?a Caja M¨¢gica, en una zona asfaltada, sin gradas: largu¨ªsima y estrecha comparado con lo prolongado del terreno. Qu¨¦ significa esto. Que conviene ser muy cuidadoso con el aforo. Entra mucha gente, claro, pero la visibilidad de los de atr¨¢s es muy reducida. Consciente de ello, la organizaci¨®n instal¨® una pantalla en mitad del recinto, cuando ya apenas se divisaba el escenario, que proyectaba im¨¢genes de lo que suced¨ªa en la tarima. Una pantalla que si te pon¨ªas enfrente tapaba completamente el escenario. Conclusi¨®n: miles de personas se colocaron frente a esta pantalla sin ver a los m¨²sicos reales. Cantaban a la pantalla, agitaban el pu?o hacia la pantalla. Vamos, que pod¨ªan haber visto un v¨ªdeo del recital en su casa con un potente equipo de sonido y se habr¨ªan ahorrado los 100 euros de la entrada. El sonido, adem¨¢s, no llegaba con la potencia deseada a este tramo de cero visibilidad.
Una reflexi¨®n, as¨ª, sin darle muchas vueltas: qu¨¦ tal si en lugar de vender 35.000 entradas (dato ofrecido por el organizador) se despachan 15.000. Con esta idea de caj¨®n todo el mundo que efectu¨® una inversi¨®n importante para pagar el acceso habr¨ªa presenciado el recital m¨¢s cerca de la tarima, para vivirlo con intensidad. Pero (ay) los ingresos se habr¨ªan quedado en la mitad.
El recital se vendi¨® como un festival, llamado Road To R¨ªo Babel. Es posible que las 35.000 personas distribuidas en cuatro escenarios (como ocurri¨® hace una semana en el festival ¡ªeste s¨ª¡ª Tomavistas) hubiera sido otra cosa. Pero m¨¢s bien fue un concierto de Green Day al que se le a?adieron otras seis bandas (The Hives, The Interrupters, Lagwagon...). Pero all¨ª todo el mundo acudi¨® a la llamada del tr¨ªo californiano. La gente, eso s¨ª, se comport¨® como una bendita, porque en lugar de amotinarse se coloc¨® en modo festivo e intent¨® disfrutar. ¡°Qu¨¦ le vas a hacer. Es lo que hay¡±, dec¨ªa alguno. Otros, sin embargo, pregonaban su indignaci¨®n: ¡°Si lo s¨¦ me qued¨® en mi casa viendo la final de la Champions¡±. Eran madridistas. Un p¨²blico de amplio abanico de edades. Estaba el cincuenta?ero que vibr¨® a los veintipocos con Dookie, la gente joven rendida al br¨ªo del grupo y los cuarenta?eros con sus hijos de siete, ocho o nueve a?os.
Musicalmente el espect¨¢culo de Green Day result¨® una furibunda descarga de energ¨ªa. El tr¨ªo interpret¨® al completo sus dos trabajos m¨¢s emblem¨¢ticos: Dookie, que cumple este 2024 tres d¨¦cadas, y American Idiot, que celebra 20 a?os.
Pelambrera rubia encrespada, complexi¨®n delgada, voz lozana. As¨ª asom¨® anoche el l¨ªder de Green Day, Billie Joe, en la Caja M¨¢gica: luciendo un admirable aspecto juvenil a sus 52 a?os. Comenzaron con The American Dream Is Killing Me, canci¨®n de 2024, y luego ya se dedicaron a dar gusto al p¨²blico interpretando el emblem¨¢tico Dookie de principio a fin. ?Qu¨¦ es Dookie? Pues el disco con el que pod¨ªas decir que eras punk (cosa que siempre confiere cierta transgresi¨®n), pero desde la confortabilidad de una familia de clase media. M¨²sica virulenta con armaz¨®n pop. Tambi¨¦n fue el ¨¢lbum al que se agarraron los veintea?eros despu¨¦s del mazazo por el suicidio de Kurt Cobain (ese mismo 1994): Dookie proporcionaba fiesta en contraste con el desesperanzado mensaje del grunge.
Es verdad que al interpretar el disco en orden se pierde el factor sorpresa, ya que el aficionado sabe la que viene a continuaci¨®n. Pero es que Welcome to Paradise o Basket Case poseen tanta fuerza que da un poco igual si se conoce justo cu¨¢ndo se van a tocar. El bater¨ªa, Tr¨¦ Cool, que exhibi¨® un te?ido de pelo azul, estuvo preciso y divertido; y el bajista, Mike Dirnt, que entreg¨® un recital de gestos malencarados al estilo Sid Vicious, accion¨® su estilo bombardero con su instrumento. Acompa?aron a la terna oficial otros tres m¨²sicos: dos guitarristas y un teclista, que entraban y sal¨ªan de escena seg¨²n los requerimientos de la canci¨®n.
Cae inevitablemente bien Billie Joe, que ejerce de comandante durante las dos horas y cuarto de concierto. Casi siempre con su guitarra azul repleta de pegatinas, le pega a su instrumento una paliza importante, con ese caracter¨ªstico movimiento de serrucho. Y exhibe una amplia gama de efectistas gestos: alienta al p¨²blico a repetir ¡°oeees¡±, toca la guitarra desde la nuca, saca del p¨²blico a una chica a cantar con ¨¦l Know Your Enemy, improvisa los acordes de Iron Man de Black Sabbath, lo mismo pone cara de paranoico con los ojos a punto de emigrar de sus cuencas que dibuja una sonrisa de gamberro de buen coraz¨®n¡ Tras los 45 minutos de Dookie y tres temas de transici¨®n, apareci¨® en el escenario una enorme mano con una granada en forma de coraz¨®n sangrante, id¨¦ntica a la portada de American Idiot, y atacaron el ¨¢lbum de 2004. Y vuelta a la fiesta con su disco m¨¢s pol¨ªtico, donde el tr¨ªo proclam¨® su hast¨ªo con las pol¨ªticas conservadoras de su pa¨ªs representadas por la administraci¨®n Bush. Fue un recital de no parar de botar, dise?ado para agotar f¨ªsicamente a la gente.
Pero acab¨® de forma relajada. Se qued¨® solo Billie Joe, que con una guitarra ac¨²stica interpret¨® Good Riddance (Time of Your Life). Al final del tema estall¨® una lluvia de confeti y se unieron al l¨ªder Tr¨¦ Cool y Mike Dirnt, solo para despedirse juntos del p¨²blico. Un final extra?o, pero bonito.
Desde hac¨ªa 30 minutos hab¨ªa empezado a desfilar la gente. Entre lo fresca que se puso la noche y las dificultades para vivir el concierto desde cerca, algunos optaron por emprender prematuramente el camino de vuelta a casa.
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