A Churchill le hubiera gustado ver m¨¢s tropas brit¨¢nicas en ¡®Salvar al soldado Ryan¡¯
El general retirado Richard Dannatt y el experto archivista Allen Packwood analizan en un nuevo libro el desembarco de Normand¨ªa en su 80? aniversario, desde la perspectiva de la contribuci¨®n del primer ministro al ¡®D¨ªa m¨¢s largo¡¯
La sombra del puro y el perfil de bulldog sobre el d¨ªa m¨¢s largo: el libro El D¨ªa D de Churchill, del general retirado brit¨¢nico Lord Richard Dannatt y su compatriota el experto archivista Allen Packwood (Cr¨ªtica, 2024), analiza el desembarco aliado en Normand¨ªa, del que el jueves se cumplen 80 a?os, a trav¨¦s del papel que jug¨® en ese momento clave de la II Guerra Mundial el entonces primer ministro del Reino Unido. En un relato apasionante (en el que no faltan el dolor de la poblaci¨®n civil y grandes aventuras individuales) y lleno de informaci¨®n interesant¨ªsima extra¨ªda de los archivos personales de Winston Churchill, el libro resigue el antes, el durante y el despu¨¦s de la invasi¨®n de Francia. Lo hace con especial atenci¨®n a las dudas y las decisiones del l¨ªder brit¨¢nico, al que se hab¨ªa hecho responsable del fracaso de la campa?a anfibia en los Dardanelos y los desastrosos desembarcos en Gal¨ªpoli en la I Guerra Mundial (y luego del descalabro de Narvik, a inicios de la segunda contienda). La gran pesadilla de Churchill era que las tropas de invasi¨®n quedaran atrapadas en las playas y fueran diezmadas. ¡°?Te das cuenta de que, cuando te despiertes por la ma?ana, es posible que hayan muerto 20.000 hombres?¡±, le dijo angustiado a su mujer Clementine la v¨ªspera del D¨ªa D (finalmente murieron alrededor de 4.000 de los soldados que desembarcaron el 6 de junio, una lista de bajas muy por debajo de lo esperable).
Preguntados en una entrevista con este diario acerca de qu¨¦ opinan de la ic¨®nica Salvar al soldado Ryan y su impacto en la imaginaci¨®n popular sobre lo que fue el D¨ªa m¨¢s largo, ambos autores opinan que la secuencia de apertura de la pel¨ªcula describe de manera ¡°muy v¨ªvida y precisa¡± los horrores del desembarco de los estadounidenses en la playa Omaha. Pero matizan que la pel¨ªcula es ¡°un poco fant¨¢stica¡± y escamotea el esfuerzo brit¨¢nico. ¡°Pretender que Tom Hanks y su band of brothers es toda la visi¨®n del D¨ªa D es muy restrictivo. No fue as¨ª¡±. En realidad, las tropas brit¨¢nicas desembarcadas en Gold aliviaron la presi¨®n en Omaha, se?alan, e impidieron un contrataque alem¨¢n en esa playa que hubiera devuelto al mar a los estadounidenses. Tambi¨¦n recuerdan que el desembarco de estos en Utah fue m¨¢s f¨¢cil (las cifras de bajas en Omaha decuplicaron las de la otra playa confiada a EE UU). Sobre todo, recalcan, ¡°sin que Churchill hubiera conseguido aplazarlo hasta que se dieran las condiciones adecuadas en 1944, el desembarco no hubiera tenido ¨¦xito¡±. Dannatt subraya: ¡°A Churchill le gustaba mucho el cine, y habr¨ªa disfrutado con el filme de Spielberg, pero le hubiera gustado ver m¨¢s tropas brit¨¢nicas en la pel¨ªcula¡±.
Dannatt y Packwood reivindican al Churchill de 1944, cuyo papel, se?alan, es mucho menos conocido y valorado que el que desarroll¨® en 1940, la ¡°hora m¨¢s gloriosa¡± del ¡°sangre, sudor y l¨¢grimas¡± y el ¡°nunca nos rendiremos¡±. Finalmente, desde luego, los brit¨¢nicos lucharon en las playas, pero de otra manera a la que imaginaban entonces. A la opini¨®n bastante extendida de que Churchill era reacio a abrir un segundo frente en Francia y titube¨® con la invasi¨®n, los autores oponen su criterio de que el primer ministro obr¨® con la necesaria cautela antes de apoyar una operaci¨®n que sin la preparaci¨®n adecuada podr¨ªa haber supuesto un rev¨¦s catastr¨®fico. En todo caso, destacan, la aportaci¨®n de Churchill ¡°fue fundamental para la programaci¨®n temporal y la naturaleza de la Operaci¨®n Overlord¡±.
Dannatt y Packwood rastrean las primeras semillas del D¨ªa D ya en la evacuaci¨®n de Dunkerque (por su excelente planificaci¨®n) y resiguen el largo camino lleno de obst¨¢culos hacia la invasi¨®n que incluir¨ªa la dif¨ªcil negociaci¨®n con los aliados Roosevelt, Stalin y De Gaulle, tanteos (el desastre de Dieppe en agosto del 42, el poco conocido simulacro Tigre en abril de 1944, cuando las torpederas alemanas causaron enormes bajas a una fuerza de prueba), un rodeo que llevar¨ªa a desembarcar antes en el norte de ?frica y en Italia, elaborados enga?os a los alemanes y una planificaci¨®n colosal. Entre los requisitos indispensables para lanzar la invasi¨®n y de los que Churchill era muy consciente, detallan los autores, estaba controlar el mar y ganar la batalla del Atl¨¢ntico ¡ªespecialmente conjurar la amenaza de los submarinos alemanes¡ª, dominar el aire, acumular suficientes hombres y material (como las naves de desembarco), y dotar de experiencia y moral a las tropas.
Richard Dannatt y Allen Packwood explican que ambos sienten una implicaci¨®n especial este aniversario. El primero porque ha sido coronel de los Green Howards, el mismo regimiento al que pertenec¨ªa el sargento mayor Stan Hollis, uno de los protagonistas del libro y el ¨²nico ganador de una Cruz Victoria el D¨ªa D ¡ªcargando dos veces contra posiciones alemanas¡ª, y por su implicaci¨®n con la creaci¨®n del Centro Educativo Winston Churchill sobre la playa de Gold, donde combati¨® Hollis y donde se encuentra el Memorial brit¨¢nico de Normand¨ªa. El centro Churchill, explica, lo inaugurar¨¢ el rey Carlos III el jueves y tiene como prop¨®sito hacer entender a las futuras generaciones lo que fue el D¨ªa D ¡°y el papel de los brit¨¢nicos en el restablecimiento de la libertad en Europa¡±. En cuanto a Packwood, cuya labor en el libro culmina una larga experiencia de 30 a?os trabajando con los documentos personales de Churchill, recuerda que el 80 aniversario del D¨ªa D coincide este a?o con el 150 del nacimiento de Churchill (1874-1965). ¡°De forma que es muy pertinente poner el foco en el papel del primer ministro en las decisiones en torno al desembarco¡±, apunta.
Los autores de El D¨ªa D de Churchill subrayan que las obligaciones hacia los variados intereses del imperio brit¨¢nico ¡ªuna visi¨®n a mayor escala de las prioridades¡ª se sumaron a la prudencia para que Churchill retrasara hasta 1944 el desembarco pese a la insistencia de sus aliados. ¡°Churchill ten¨ªa la visi¨®n de conjunto de los distintos teatros y sab¨ªa que la invasi¨®n deb¨ªa realizarse en el momento adecuado y que 1942 y 1943 eran demasiado pronto¡±, se?ala Dannatt, al que cuesta verlo de civil despu¨¦s de contemplar sus fotos de uniforme. ¡°Hoy, sabiendo lo que pas¨®, es f¨¢cil infravalorar el nivel de incertidumbre y riesgo que presentaba la invasi¨®n de Francia. No estaba nada claro que fuera a salir bien, y si hubiera fracasado el precio habr¨ªa sido alt¨ªsimo, incluido el fin pol¨ªtico de Churchill, y tambi¨¦n graves problemas para Roosevelt¡±. El general retirado recalca que el fracaso era una posibilidad muy real, incluso en junio de 1944. Un factor incontrolable era el clima, que solo ofreci¨® una ventana de oportunidad el 6 de junio (bien aprovechada). Pero adem¨¢s pod¨ªa haber habido una brecha en la seguridad que revelara toda la operaci¨®n a los alemanes, algo que obsesionaba a los brit¨¢nicos (que le pregunten a La Aguja, el esp¨ªa nazi de Ken Follet). O Hitler pod¨ªa no haber maniatado a sus divisiones Panzer. ¡°Hab¨ªa much¨ªsimas maneras de que las cosas fueran mal¡±. El resultado habr¨ªa sido, aparte del coste humano y material (y la elevaci¨®n de la moral de los alemanes), no poder volver a lanzar una operaci¨®n parecida hasta puede que tres a?os despu¨¦s. El propio Eisenhower dej¨® una elocuente carta asumiendo la responsabilidad del fracaso en la consideraci¨®n de que todo pod¨ªa ir muy, pero que muy mal.
Packwood destaca que la riqueza de los archivos de Churchill permite ver la complejidad de la historia. Subraya que era imposible para Churchill llevar a cabo la operaci¨®n antes de 1944, ni tom¨¢rsela a la ligera. ¡°Sin duda ten¨ªa en mente el desastre sin paliativos de Gal¨ªpoli y sinti¨® la presi¨®n de los fracasos anteriores, que alimentaron un miedo en ¨¦l¡±, a?ade Dannatt. Al mismo tiempo, era consciente del tremendo esfuerzo que estaba haciendo la URSS y de la necesidad no solo militar sino moral de abrir el segundo frente. Tambi¨¦n hab¨ªa una consideraci¨®n pr¨¢ctica: dejar que ganaran la guerra los sovi¨¦ticos ten¨ªa enormes implicaciones pol¨ªticas.
?Hubieran ganado la guerra los Aliados sin el desembarco? ¡°S¨ª¡±, coinciden los dos autores, aunque hubiera requerido m¨¢s tiempo, y hubiera dejado a la URSS en una posici¨®n m¨¢s fuerte. ¡°Churchill y Roosevelt sab¨ªan que no hab¨ªa solo que vencer a los alemanes sino poner freno a la posible expansi¨®n sovi¨¦tica en Europa y ello requer¨ªa la invasi¨®n de Francia, algo que el primer ministro adem¨¢s hab¨ªa prometido¡±, dice Dannatt, Churchill fue muy sensible a las dudas de Stalin sobre el valor de los brit¨¢nicos. Hay otro elemento, a?ade: ¡°El retraso en acabar la guerra significaba que Hitler pod¨ªa seguir con el Holocausto, el exterminio de los jud¨ªos, que los Aliados conoc¨ªan. Era imperativo acortar los plazos hasta llegar a la rendici¨®n sin condiciones de la Alemania nazi¡±.
Churchill no solo estaba preocupado por las bajas militares, tambi¨¦n le obsesionaban los muertos civiles de los bombardeos aliados y que la poblaci¨®n francesa pudiera ponerse en contra de los invasores.
Con respecto a la importancia de la moral del soldado y su coraje en relaci¨®n con lo que fue desembarcar en las playas normandas el D¨ªa D, Dannatt, que ha mandado tropas en combate, apunta que el valor personal y la voluntad de cumplir con el deber son esenciales y lo fueron aquel largo d¨ªa. Recuerda al respecto que Napole¨®n dijo que, en comparaci¨®n, la moral del soldado vale por 3 y la fuerza f¨ªsica por 1. ¡°Pero sin un buen plan operativo, armamento y recursos, la valent¨ªa no basta¡±, sentencia.
En su libro, los autores, que recuerdan que el desembarco fue solo el principio de unos d¨ªas y semanas claves en los que hubo momentos de mucha incertidumbre y enormes batallas, prestan atenci¨®n no solo a los infantes, pilotos de planeadores y paracaidistas en la invasi¨®n, sino al papel de las mujeres en el D¨ªa D. Fueron clave en muchos ¨¢mbitos, dicen. Ah¨ª est¨¢ el caso de Christan Oldham, una wren (servicio femenino de la Royal Navy), reclutada para analizar los mapas de Normand¨ªa y que estaba al tanto de uno de los secretos mejor guardados de la guerra, las playas del desembarco. O el de Joan Bright, empleada en una unidad clandestina de la Inteligencia Secreta Brit¨¢nica, encargada de planear actos de sabotaje y luego directora de un centro de informaci¨®n especial para los mandos. O las corresponsales de guerra como Virginia Cowles. Una de las hijas de Churchill, Sarah, trabajaba en la unidad de interpretaci¨®n fotogr¨¢fica de la RAF y analiz¨® las fotos de las rampas de lanzamiento de las V-1. Hitler segu¨ªa amenazando como el ojo de Saur¨®n en el cielo en aquel principio del fin que aun costar¨ªa mucha sangre, sudor y l¨¢grimas.
Babelia
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