Cuando Shakespeare hace la guerra y no el amor: una exposici¨®n en Londres muestra la influencia de las obras del dramaturgo en el ¨¢mbito b¨¦lico y militar
El National Army Museum explora la dimensi¨®n castrense del Bardo y su ¡®movilizaci¨®n¡¯ en tiempos de conflicto
Ya es curioso que alguien que ha expresado el amor como nadie tambi¨¦n haya hablado como ning¨²n otro de la guerra. Claro que resulta menos sorprendente si ese alguien es William Shakespeare. Es dif¨ªcil decir cu¨¢l es la l¨ªnea m¨¢s hermosa del Bardo sobre el amor. Probablemente alguna de Romeo y Julieta (¡°dadme mi Romeo, y cuando yo muera/ tomadlo y divididlo en peque?as estrellas:/ el rostro del cielo se tornar¨¢ tan bello/ que todo el mundo se enamorar¨¢ de la noche/ y ya no rendir¨¢ adoraci¨®n al estridente sol¡±), aunque algunos preferimos la tan arrebatadora del maduro amor de Cleopatra y Marco Antonio: ¡°La eternidad estaba en nuestros labios y nuestros ojos, la felicidad en nuestras frentes, y no hab¨ªa nada en nosotros, por pobre que fuera, que no envidiaran los dioses¡±. Es asimismo complicado escoger una de sus grandes frases sobre la guerra, desde las c¨¦lebres de Enrique V en la inflamada arenga a su peque?o ej¨¦rcito en Azincourt, el d¨ªa de San Crisp¨ªn, ¡°We few, we happy few, we band of brothers¡±, ¡°nosotros pocos, felices pocos, hermanos de sangre¡±, hasta la no menos ic¨®nica del propio Marco Antonio en Julio C¨¦sar: ¡°Cry ?havoc! and let splip the dogs of war¡±, ¡°grita ¡®?devastaci¨®n!¡¯ y suelta a los perros de la guerra¡±.
Pensaba en eso el mi¨¦rcoles en Londres mientras me dirig¨ªa no al teatro Globe sino al National Army Museum (NAM), el museo militar en Chelsea donde puede visitarse (hasta el 1 de septiembre) la exposici¨®n Shakespeare and War, Shakespeare y la guerra. En el otro gran museo militar de la ciudad, el Imperial War Museum (IWM) hay, por cierto, tambi¨¦n una exposici¨®n a no perderse, Esp¨ªas, mentiras y enga?o (hasta el 14 de octubre), sobre el espionaje y las operaciones clandestinas desde la Primera Guerra Mundial. No todo ha de ser la Royal Academy, la National Gallery, la Tate, Turner, Liotard o Pesellino.
El NAM, en el que vuelve a exhibirse el maniqu¨ª con ropa de Lawrence de Arabia que ha estado un tiempo de baja (y que viva Lawrence), es el ¨²nico museo que conozco en el que puedes tomar el t¨¦ con un helic¨®ptero de combate Westland Lynx al alcance de la mano y sumergirte en las guerras victorianas como si estuvieras en Las cuatro plumas, La ¨²ltima carga o Zul¨² (por no hablar del despliegue de memorabilia napole¨®nica, que es de a¨²pa). Tal y como est¨¢ hoy el mundo, un museo militar ¡ªcon un tanque Challenger 2 en la puerta y una decena de Cruces Victoria aut¨¦nticas en las vitrinas¡ª parecer¨ªa no tener mucho gancho, pero pensar eso es no conocer a los brit¨¢nicos, que adem¨¢s tratan de actualizar el NAM poniendo un mayor ¨¦nfasis en las mujeres, en mostrar la verdadera (desoladora) naturaleza de la guerra y en buscar miradas innovadoras, como lo de Shakespeare, que, desde luego, da pedigr¨ª cultural.
La exposici¨®n, en una de las dos salas de exhibiciones temporales de la segunda planta, es peque?a pero muy sugerente. Consagrada a explorar algunas de las maneras en que Shakespeare ¡°ha marcado lo que pensamos sobre los soldados y el ej¨¦rcito, y c¨®mo imaginamos hoy la guerra y sus consecuencias¡±, la muestra est¨¢ comisariada por dos especialistas, Amy Lidster, de la Universidad de Oxford, autora de Wartime Shakespeare (Cambridge University Press, 2023), y Sonia Massai, del King¡¯s College de Londres, editora con Lidster del volumen colectivo Shakespeare at war (misma editorial y mismo a?o). Se destaca de entrada que Shakespeare estaba avezado en las cuestiones militares hasta el punto de que no se descarta que pudiera haber sido soldado. El c¨¦lebre historiador militar y excomando Peter Young incluso dedic¨® un libro al asunto: Will Shakespeare, top military expert (1968). Shakespeare es m¨¢s antiguo que el propio Ej¨¦rcito Brit¨¢nico, fundado en 1660 ¡ªWilly (1564-1616) es m¨¢s viejo que Tommy, por decirlo as¨ª¡ª. En 26 de las 38 obras de Shakespeare la guerra aparece en primer plano o como referencia. El escritor describi¨® campa?as y batallas, desde la guerra de Troya a la de las Dos Rosas (seis obras), pasando por las guerras civiles de la Antigua Roma y la de los Cien A?os. Entre sus personajes se cuentan guerreros y militares reales y ficticios como Aquiles, Coriolano, Julio C¨¦sar, Marco Antonio, Tito Andr¨®nico, Macbeth, Hotspur, Enrique V, Juana de Arco, Ricardo III, Hamlet (padre) y Otelo; hizo hablar en el escenario tanto a l¨ªderes como a simples soldados de a pie como el abanderado Pistol y sus bregados camaradas.
Desde que se estrenaron, las obras de Shakespeare, recalca la exposici¨®n, han cobrado incluso mayor significado cuando Gran Breta?a ha ido a la guerra, sirviendo de inspiraci¨®n, ejemplo y consuelo a soldados y civiles. Se han usado las palabras del Bardo para ¡°unir a la naci¨®n en tiempos de crisis y para reflexionar sobre el coste humano del conflicto¡±; tambi¨¦n para ¡°criticar la guerra y para considerar los m¨¢s complejos aspectos de la experiencia militar¡±.
Durante la Guerra Civil inglesa (1642-1651), se?ala la exposici¨®n, a Shakespeare se le asoci¨® con la monarqu¨ªa, en parte porque el rey Carlos I era muy fan (de Shakespeare y de la monarqu¨ªa), y mientras esperaba su juicio y su ejecuci¨®n lo le¨ªa apasionadamente en su ejemplar de las obras completas, que se conserva con las notas del monarca. La consagraci¨®n de Shakespeare como icono nacional ligado a la monarqu¨ªa alcanz¨® uno de sus puntos culminantes con la Guerra de los Siete a?os. El famoso actor David Garrick perge?¨® un pr¨®logo patri¨®tico a su representaci¨®n de La tempestad. Durante la guerra de independencia de EE UU, Shakespeare fue utilizado por ambos bandos: los americanos, las obras sobre la Roma republicana para justificar la rebeli¨®n por la libertad, y los brit¨¢nicos las obras sobre reyes ingleses para criticar la deslealtad hacia la corona. Vamos que el Benjamin Martin de Mel Gibson, de El patriota, podr¨ªa declamar unas l¨ªneas de Bruto mientras usaba el tomahawk y el coronel Tavington de Jason Isaacs otras de Ricardo II mientras escabechaba civiles con su espada de drag¨®n. La exposici¨®n documenta c¨®mo los oficiales brit¨¢nicos montaron un Enrique IV en Filadelfia para entretenerse, antes de que los continentales les dieran para el pelo en Saratoga.
Las guerras napole¨®nicas vieron una abundante utilizaci¨®n de Shakespeare. La exposici¨®n muestra una ilustraci¨®n en la que se celebra la victoria de Nelson en la Batalla del Nilo, mostrando al rey Jorge III como el mago Pr¨®spero de La tempestad, protegiendo Albi¨®n de la flota francesa mandada por el Calib¨¢n corso. Un cartel de la ¨¦poca presenta una proclama de ¡°el fantasma de Shakespeare¡± en la que, con extractos de Enrique V y El rey Juan, se llama a la resistencia contra Napole¨®n conjurando a ¡°nuestro inmortal bardo¡± y su ¡°dauntless spirit of resolution¡±. Otro cartel muestra a Bonaparte en Calais dudando ¡°to go, or not to go¡± sobre la invasi¨®n de la isla.
Shakespeare fue muy utilizado en la ¨¦poca victoriana para exaltar el orgullo de la naci¨®n durante su expansi¨®n imperial, poniendo ¨¦nfasis en el papel de sus tropas (Kipling fue muy shakespeariano). Un grabado muestra a soldados brit¨¢nicos forrajeando y cargando ramas para las hogueras del campamento en la campa?a contra los Xhosa como el ej¨¦rcito de Macduff marchando de Birnam a Dunsinane en Macbeth. El Bardo acompa?¨® tambi¨¦n a las exploraciones militares, como las de John Franklin, en cuyos barcos no faltaban las obras de Shakespeare. La exposici¨®n muestra un cartel de una ins¨®lita representaci¨®n a cargo del ¡°Royal Artic Theatre¡± de La fierecilla domada, el 23 de noviembre de 1853 a bordo del Resolute, uno de los nav¨ªos enviados en busca de la expedici¨®n de Franklin. Desde luego una elecci¨®n curiosa esa comedia visto el contexto.
En la Primera Guerra Mundial, lord Kitchener, gran lector de Shakespeare se revisti¨® ret¨®ricamente de Enrique V para su famosa llamada de reclutamiento, ¡°your country needs you¡±, mientras que otro cartel utilizaba una frase de Macbeth: ¡°No esperes la orden de marchar, ve de inmediato¡±. Entre los entretenimientos para los soldados heridos hab¨ªa producciones de las obras del Bardo: puede verse una filmaci¨®n de El sue?o de una noche de verano en Regents Park.
Durante la Segunda Guerra Mundial, m¨¢s all¨¢ de su eco evidente en los discursos de Churchill, Shakespeare se convirti¨® en un s¨ªmbolo de la resistencia de la cultura y los valores amenazados por los nazis. ¡°Once more unto the breach, dear friends, once more¡±, ¡°una vez m¨¢s a la brecha, queridos amigos, una vez m¨¢s¡±, recitaban por la BBC en pleno Blitz, como Harry frente a Harfleur. En la l¨ªnea del esfuerzo para movilizar a la sociedad, el Gobierno subvencion¨® el teatro por primera vez. Y como parte de la propaganda de guerra hay que ver la musculosa y patri¨®tica adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica de Enrique V por Laurence Olivier (1944), ¡°posiblemente la m¨¢s ic¨®nica interpretaci¨®n de Shakespeare en tiempo de guerra¡±. Por cierto, corre la especie de que los nazis infiltraron un esp¨ªa en el rodaje para matar a Olivier, odiado por Goebbels (un tema digno de la exposici¨®n del Imperial War Museum). Una curiosa extensi¨®n militar del Bardo fueron las frecuentes representaciones de sus obras en los campos de prisioneros brit¨¢nicos en Alemania, como la que documenta la exposici¨®n de El mercader de Venecia en el Stalag 383, con cientos de espectadores, no sabemos si cautivados pero sin duda cautivos. Una buena distracci¨®n mientras se constru¨ªan t¨²neles y se planificaban fugas.
La exposici¨®n tiene uno de sus m¨¢s interesantes apartados en el de los conflictos recientes y como han influido en adaptaciones teatrales de Shakespeare, a menudo menos complacientes con lo militar y m¨¢s cr¨ªticas. El p¨®ster del Enrique V de Adrian Noble con la Royal Shakespeare Company, de 1984, evoca la guerra de las Malvinas. Pueden verse escenas videogr¨¢ficas de otro Enrique V de 2003 en el que la cuesti¨®n de la legitimidad de la guerra medieval contra Francia se aplica a la invasi¨®n de Irak y las mentiras de Tony Blair sobre las armas de destrucci¨®n masiva de Sadam. O las escenas de un Otelo de 2015 en las que se ve a soldados del moro de Venecia torturando a prisioneros de guerra en puro estilo Abu Ghraib. Tambi¨¦n se recuerda el Hamlet representado en Kiev en marzo de 2022 durante la invasi¨®n rusa de Ucrania y el cruento ser o no ser del pa¨ªs.
Particularmente significativa es la referencia a la famosa arenga, inspirada por la de Enrique V, del teniente coronel Tim Collins el 19 de marzo de 2003 a sus tropas del primer batall¨®n de del Royal Irish Regiment al inicio de la invasi¨®n de Irak (¡°Wipe them out if that is what they choose. But if you are ferocious in battle remember to be magnanimous in victory¡±, ¡°aniquilarlos si eso es lo que eligen. Pero si sois feroces en la batalla acordaos de ser magn¨¢nimos en la victoria¡±). El sorprendente eve-of-battle speech de Collins fue recreado luego por Kenneth Branagh en un curioso caso de referencias shakespearianas de ida y vuelta.
En la exposici¨®n, por poner una pega, se echa a faltar a Falstaff, el antih¨¦roe shakespeariano en el que el Bardo represent¨® el contrapunto a la ¨¦pica y el valor de Enrique. Falstaff, el hombre del gran discurso de la sana cobard¨ªa y que proclama su esc¨¦ptico catecismo sobre la guerra en el campo de batalla de Shrewsbury antes de recular y escapar por piernas: ¡°?Qu¨¦ necesidad tengo de meterme donde no me llaman? ?Qu¨¦ es el honor? Una palabra. Aire. Un adorno costoso. ?Qui¨¦n lo posee? El que muri¨® el mi¨¦rcoles¡±. Unas palabras muy convenientes para rebajar el entusiasmo cuando paseas por el National Army Museum entre redobles de tambores, valientes h¨²sares y lanceros de Bengala.
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