¡®Los indeseables¡¯: cine directo para el pueblo en una Francia que se derrumba

En la segunda secuencia de Los indeseables, a¨²n en los primeros minutos de pel¨ªcula, el alcalde de una ciudad francesa sin especificar sufre un infarto durante un acto p¨²blico: la explosi¨®n controlada de un ruinoso edificio mastodonte, repleto de familias procedentes de la inmigraci¨®n. Ataviado con una banda cruzada en el pecho con la ense?a del pa¨ªs, el cargo p¨²blico est¨¢ al borde de la muerte, y un m¨¦dico corta la insignia con unas tijeras para aliviarle la presi¨®n y poder ofrecer los cuidados que necesita. La tricolor queda rota por la mitad en un plano-detalle paradigm¨¢tico. Ya no es una simple bandera en el pecho de un hombre: es Francia misma, dividida en dos, como tantas otras naciones en el mundo. Y ese hombre agonizante es la extenuante grandeza (la ilustre y cacareada grandeur) de un pa¨ªs que se derrumba. Como el edificio de la destrucci¨®n controlada, que adem¨¢s se descontrola, y acaba manchando de polvo a los all¨ª presentes. Francia es un escombro.

Ladj Ly, franc¨¦s de familia de origen maliense, director de la exitosa Los miserables (2019), comienza de un modo simb¨®lico, pero el resto de su nueva pel¨ªcula es muy directo. Poco despu¨¦s se empiezan a verbalizar los problemas. Los chanchullos inmobiliarios del dirigente fallecido, que salpican al teniente de alcalde, y que acaban llevando al consistorio a un segund¨®n que apenas lleva tres a?os de concejal. ¡°?l tiene las manos limpias¡±, dicen los de arriba de un partido pol¨ªtico que tampoco se especifica, pero que bien podr¨ªa ser del macronismo. Un pediatra idealista que, como el Broderick Crawford de la soberbia El pol¨ªtico (Robert Rossen, 1949), representa al hombre honrado y valiente que se va a ir ensuciando con cada charco.

La segunda vertiente de Los indeseables la protagoniza una joven trabajadora social del ayuntamiento, encargada de la secci¨®n de vivienda, y que ante la progresiva dureza del nuevo alcalde, expuesta por Ly con un giro quiz¨¢ demasiado brusco, va a acabar dando un paso importante hacia la pol¨ªtica activa. As¨ª, el otrora idealista mandatario comienza a hablar en sus respuestas a los periodistas de ¡°inmigraci¨®n selectiva¡±, y los jefes del partido, los que nunca se pringan a pie de calle, criticados por Ly con severidad, le llaman la atenci¨®n por parecer ¡°un reaccionario¡±.

Con una puesta en escena m¨¢s cl¨¢sica que la de Los miserables, asentada en la agilidad y casi la rudeza de la c¨¢mara al hombro, Ly es directo en sus textos y en sus situaciones. No hace cine para burgueses europeos cin¨¦filos de izquierdas. Hace cine para que se le entienda a la primera. ¡°No podemos acoger a todos los pobres del mundo. Tenemos la mayor concentraci¨®n de extranjeros y el mayor ¨ªndice de delincuencia¡±, se dice en la pel¨ªcula. Y no lo dice un franc¨¦s de los llamados de pura cepa. Lo dice el exteniente de alcalde, negro, de origen africano, criado en los suburbios, en unos t¨¦rminos que bien podr¨ªan ser tambi¨¦n los de Jordan Bardella, el nuevo rostro amable de Reagrupamiento Nacional, el partido de Marine Le Pen, reciente triunfador en las elecciones europeas, aspirante a convertirse en primer ministro tras las pr¨®ximas elecciones legislativas, de origen italiano, y tambi¨¦n criado en el extrarradio multicultural.

A Los indeseables le falta finura. La confrontaci¨®n entre intentar vivir y trabajar con lo que se pueda y donde se pueda, y el cumplimiento de unas reglas en un pa¨ªs del primer mundo, adem¨¢s de las respuestas que se dan a esas divergencias, est¨¢n expuestas de un modo demasiado grueso. Sin embargo, al mismo tiempo, se acerca con criterio y sin subterfugios a problemas de evidente calado. Ly hace cine para el pueblo. Y a veces es capaz de resumirlo bien con una sola frase. Como cuando le preguntan a la trabajadora social de origen maliense que se mete en pol¨ªtica c¨®mo se definir¨ªa, y esta simplemente responde: ¡°Como una francesa de hoy¡±. Y ese ¡°de hoy¡± habr¨ªa que subrayarlo.