En la Bauhaus no solo hubo h¨¦roes: la gran escuela de arte tambi¨¦n colabor¨® con el nazismo
Una exposici¨®n en Weimar revela que decenas de profesores y alumnos del centro, vivero de la vanguardia art¨ªstica en la Alemania de los a?os treinta, militaron en el partido o aceptaron encargos del Tercer Reich
Detr¨¢s de la fachada heroica de la Bauhaus, erigida con los ideales de la vanguardia art¨ªstica y la resistencia pol¨ªtica, se esconde una historia compleja y no siempre conocida: la ambigua relaci¨®n de algunos de sus miembros con el nazismo. Clausurada por el r¨¦gimen hitleriano, la escuela de artes y oficios ha pasado a la historia como un foco de resistencia e izquierdismo, como un refugio de m¨¢rtires tildados de ¡°artistas degenerados¡± por el Tercer Reich y condenados al exilio o a la inhabilitaci¨®n. Una nueva exposici¨®n en Weimar, la localidad alemana donde la Bauhaus fue fundada por Walter Gropius en 1919, narra un relato distinto, hecho de connivencia t¨¢cita pero tambi¨¦n de colaboraci¨®n expl¨ªcita.
Derivada de una investigaci¨®n de tres a?os, la muestra Bauhaus y el nacionalsocialismo, que se puede visitar hasta el 15 de septiembre, recuerda que muchos de los profesores y alumnos que pasaron por sus aulas siguieron trabajando sin problemas tras la victoria de los nazis en 1933. No dudaron en aceptar encargos del r¨¦gimen por necesidad o convicci¨®n: dise?aron carteles, muebles y enseres dom¨¦sticos, pero tambi¨¦n retratos de Hitler y alegor¨ªas de una Alemania eterna y pura. Y, en algunos casos, militaron activamente en el nazismo e incluso se convirtieron en SS. Las cifras son demoledoras: de los 1.400 integrantes de la escuela, por lo menos 900 se quedaron en Alemania bajo el Tercer Reich. Solo 130 dejaron el pa¨ªs despu¨¦s del triunfo de Hitler en las urnas, mientras que 188 decidieron alistarse en el partido nazi.
A trav¨¦s de 450 obras y objetos, la exposici¨®n recorre la relaci¨®n ambigua de la Bauhaus con los nazis, pero tambi¨¦n en el sentido contrario. Cerraron la escuela en 1933, tras un primer traslado a Dessau y otro a Berl¨ªn, y luego prohibieron que muchos artistas salidos de sus filas expusieran sus obras en p¨²blico, al considerarlas atentados a la belleza y veh¨ªculos potenciales de bolchevismo. ¡°Pero, no sin cierta esquizofrenia, los nazis tambi¨¦n utilizaron a esos artistas, dise?adores y arquitectos para proyectar una imagen de Estado sofisticado y moderno, sobre todo con vistas al extranjero¡±, matiza la comisaria de la exposici¨®n, Anke Bl¨¹mm. Tras el rechazo inicial, el Tercer Reich se apropi¨® de los postulados vanguardistas de un movimiento que, despu¨¦s de todo, se ajustaba al gusto nazi por el arte sin ornamentos.
Para la comisaria, ha transcurrido el tiempo suficiente para poder desmontar el mito de una Bauhaus inmaculada. ¡°A partir de los cincuenta, se consolid¨® una imagen de la escuela como refugio de socialistas y jud¨ªos, ignorando los relatos que no encajaran en esa leyenda. En el contexto de la posguerra, muchos alemanes quisieron creer que todos sus miembros eran h¨¦roes. Somos la tercera generaci¨®n despu¨¦s del Holocausto y tenemos la distancia necesaria para mirar esta realidad de cara¡±, opina Bl¨¹mm.
Desde sus comienzos, el nazismo prest¨® una atenci¨®n particular al arte moderno. En 1930, al acceder al Gobierno regional de Turingia, el partido prohibi¨® las obras de los popes de la escuela. Siete a?os despu¨¦s, confisc¨® varios centenares de lienzos y esculturas, reunidas en una sala de la exposici¨®n. Una acuarela floral de aspecto inofensivo, firmada por Klee y procedente del MoMA, ha regresado a Weimar, vivero de cultura y peque?a patria de Goethe y Schiller, igual que una abstracci¨®n de Kandisnky y otra composici¨®n constructivista de Moholy-Nagy. La muestra, repartida en tres sedes distintas, las contrapone al arte que privilegiaron los nazis. Wilhelm Inkamp, antiguo miembro de la Bauhaus, privilegi¨® los retratos inanes de ancianas, mientras que Heinrich Basedow, que tambi¨¦n fue maestro en la escuela, abandon¨® la abstracci¨®n para firmar cuadros kitsch sobre gaviotas y Hans Haffenrichter dise?¨® estatuillas de animales antes de atreverse con un busto de Hitler.
En total, 16 profesores y alumnos de la escuela participaron en la gran exposici¨®n de arte organizada en M¨²nich por los nazis en 1937. Entre los antiguos miembros de la Bauhaus que militaron en el partido estaban el dise?ador Karl Pieter R?hl, el arquitecto Friedrich Engemann o la artista Lili Schultz, que aparecen en distintas fotos con uniformes nazis o junto a oficiales del partido. Ernest Neufert, autor de un manual arquitect¨®nico de referencia y mano derecha de Gropius, colabor¨® con Albert Speer, arquitecto oficial del Tercer Reich. El artista Oskar Schlemmer particip¨® en un concurso p¨²blico para firmar un fresco donde aparec¨ªan personajes haciendo el saludo nazi, mientras que Fritz Ertl, arquitecto que se convirti¨® en SS durante la guerra, dise?¨® los llamados ¡°ba?os¡± de Auschwitz, crematorios en los que hac¨ªan desaparecer los cad¨¢veres. Fue juzgado en 1972, cuando dijo que no sab¨ªa para qu¨¦ serv¨ªan sus dise?os: solo hab¨ªa aplicado lo que aprendi¨® en la Bauhaus para responder a los encargos recibidos. La banalidad del mal, solo que en versi¨®n arquitect¨®nica.
Por su parte, Franz Ehrlich, detenido por sus simpat¨ªas comunistas, no dud¨® en colaborar para salvar su vida. Dise?¨® la puerta de Buchenwald, el campo de concentraci¨®n situado en las afueras de Weimar, sirvi¨¦ndose de las tipograf¨ªas usadas por la Bauhaus. Luego firm¨® la decoraci¨®n de los domicilios de varios kapos del partido e incluso lleg¨® a construir una casa de invitados para Hermann G?ring. En el otro extremo, 24 miembros de la Bauhaus fueron deportados y asesinados en los campos, como la pintora Friedl Dicker-Brendeis o la artista textil Otti Berger, para la que no fue posible escapar: era jud¨ªa, comunista y sorda.
La exposici¨®n tambi¨¦n se detiene en los nombres m¨¢s conocidos a la escuela, que tuvieron una actitud ambivalente, a veces por inter¨¦s propio, antes de escoger la v¨ªa del exilio. El propio Gropius, sobre el que pes¨® la sospecha del antisemitismo, form¨® parte de la C¨¢mara de la Cultura fundada por Goebbels y particip¨® en un concurso arquitect¨®nico organizado por los nazis.
En 1934, dise?¨® un pabell¨®n para la exposici¨®n propagand¨ªstica Pueblo alem¨¢n, trabajo alem¨¢n, igual que hizo Mies van der Rohe, director de la Bauhaus entre 1930 y 1933, antes de expatriarse en EE UU. La mayor¨ªa de los antiguos Bauh?usler prefirieron adaptarse al nuevo contexto. ¡°No todo el mundo ten¨ªa dinero para exiliarse, deb¨ªan alimentar a sus familias y, despu¨¦s de todo, esa era su tierra natal¡±, explica Bl¨¹mm. ¡°Les resultaba f¨¢cil acomodarse trabajando como dise?adores gr¨¢ficos. No era como matar a alguien, pensaban ellos. Eran j¨®venes e ingenuos¡±, opina la comisaria.
Aun as¨ª, la muestra recorre ejemplos que reflejan grandes dosis de ceguera voluntaria. Por ejemplo, est¨¢ el caso de Herbert Bayer. El gran dise?ador y tip¨®grafo de la Bauhaus, que favoreci¨® la escritura en min¨²scula y las letras de palo, no era sospechoso de tener ninguna filia nazi: estaba casado con una jud¨ªa y muchos de sus amigos tambi¨¦n lo eran.
Aun as¨ª, acept¨® dise?ar carteles para el r¨¦gimen en los que aparec¨ªa la cruz gamada, otro para un sindicato ¡°de trabajadores arios¡± y un tercero para un anuncio que defend¨ªa la esterilizaci¨®n de los Erbkranken, categor¨ªa usada por los nazis para definir a los individuos ¡°gen¨¦ticamente inferiores¡±, como las personas con discapacidad. En 1938, Bayer se exili¨® en Aspen, donde empez¨® una nueva vida haciendo publicidad para las estaciones de esqu¨ª. Cuando le recordaban ese inc¨®modo cap¨ªtulo, respond¨ªa que cometi¨® el error de pensar que el arte pod¨ªa ser apol¨ªtico.
Babelia
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