Javier Cercas entra en el Olimpo de ¡®The Paris Review¡¯ con las heridas de su literatura: ¡°El nacionalismo es una ficci¨®n¡±
El autor de ¡®Soldados de Salamina¡¯ se convierte en el quinto escritor espa?ol entrevistado en 70 a?os por la revista neoyorquina que orienta el canon contempor¨¢neo
Da igual que Javier Cercas haya accedido al Olimpo de la revista literaria neoyorquina The Paris Review en una de sus extensas y m¨ªticas entrevistas, publicada en su n¨²mero de oto?o. Poco importa que as¨ª ingrese en el canon contempor¨¢neo que ha distinguido a Faulkner, Borges, Cort¨¢zar, Oates, Carver, Didion, Kundera, DeLillo, Vargas Llosa, Banville, Auster, Eco, Mailer, Murakami, Pamuk, Carr¨¨re, Gornick, Haneke o Kert¨¦sz. Qu¨¦ m¨¢s da que se convierta en el quinto escritor espa?ol que en setenta a?os ha recibido ese honor, junto con Mar¨ªas, Cela, Sempr¨²n y Vila-Matas.
Nada de todo eso le hubiera consolado cuando a los 14 a?os se enamor¨® perdidamente de una chica en su pueblo extreme?o de la infancia, Ibahernando, y volvi¨® a casa sin ella y con el coraz¨®n roto. ¡°Estaba, como puede imaginarse, desesperado. Quer¨ªa ahorcarme en la torre de la catedral de Girona. La situaci¨®n era muy grave, as¨ª que fui a buscar el libro m¨¢s serio que encontr¨¦, que result¨® ser San Manuel Bueno, m¨¢rtir, de Miguel de Unamuno¡±, cuenta Cercas en la entrevista. Con la lectura de ese libro dej¨® de creer en Dios y empez¨® ¨Cjunto al tabaco, la cerveza y el caos mental¨C a creer en la literatura. As¨ª ha llegado a The Paris Review.
La entrevista de treinta p¨¢ginas, que firma el escritor Andr¨¦s Barba, muestra la cara m¨¢s humana, incluso vulnerable, de aquel ni?o de cuatro a?os que el d¨ªa de los Santos Inocentes de 1966 lleg¨® con maletas y familia a la estaci¨®n de Girona, a casi mil kil¨®metros del pueblo donde naci¨®. Empezaba una nueva vida. No fue f¨¢cil. ¡°Sospecho que en todo escritor hay un desarraigo inicial, un desequilibro, y para m¨ª ese sentimiento se convirti¨® en permanente¡±, afirma Cercas. Ser o no ser catal¨¢n, por ejemplo. Pertenecer a d¨®nde, por ejemplo. En esas encrucijadas, la literatura fue un asidero. Siempre estuvo ah¨ª. Aunque a veces el asidero ardiera.
De peque?o llenaba cuadernos sin tener ni idea de lo que escrib¨ªa, como aguijoneado por un impulso f¨ªsico. Poco a poco recurri¨® a la literatura para encontrar fuerzas. Los referentes se fueron sucediendo: Borges, Kafka, Calvino, Cort¨¢zar, Dostoievski, Kundera, John Barth, Donald Barthelme, Robert Coover, Irving, John Hawkes, William Gaddis. La literatura tambi¨¦n le dio un empleo y una vida que parec¨ªan definitivos: profesor universitario de Literatura espa?ola.
Pero la misma literatura que lo salv¨® lo devolvi¨® al desequilibrio.
Fue con Soldados de Salamina. Sus tres libros anteriores hab¨ªan vendido unos 500 ejemplares. Del siguiente, Soldados de Salamina, pronto se vendieron m¨¢s de un mill¨®n; ya lleva casi dos millones. Un boom. Lo tradujeron a una veintena de idiomas y David Trueba lo hizo volar en el cine. Y la vida le cambi¨®.
¡ªPas¨¦ de ser un completo an¨®nimo a sentirme vigilado todo el tiempo. Nunca hab¨ªa tenido enemigos y, de repente, empec¨¦ a hacerme enemigos por todas partes. Gente que actuaba como si me hubiera vendido. Llegu¨¦ a sentir que no pod¨ªa confiar en nadie, que ese mundo era m¨¢s bien falso, y por desgracia sigo sinti¨¦ndome as¨ª. El infierno, para m¨ª, es una fiesta literaria. Enti¨¦ndeme: me gusta hablar cara a cara con la gente, pero si voy a una velada literaria salgo sucio y borracho. De hecho, me hice alcoh¨®lico para lidiar con ese malestar m¨ªo; ahora ya no bebo.
Catalizador de un movimiento
Hay dos cuestiones en torno a su gran libro que Cercas subraya en las p¨¢ginas de The Paris Review. Una es que ¡°sirvi¨® de catalizador para todo un movimiento¡± ¨Cel de la memoria y la guerra civil¨C. De hecho, la revista subraya en su entradilla que ¡°Soldados de Salamina tuvo el m¨¦rito indirecto de proporcionar la base para la Ley de Memoria Hist¨®rica de Espa?a, que ha llevado al cambio de nombre de calles y plazas espa?olas, la exhumaci¨®n de las fosas comunes de las v¨ªctimas de la represi¨®n franquista y la restauraci¨®n de la ciudadan¨ªa para los descendientes de quienes fueron exiliados bajo la dictadura¡±. La otra cuesti¨®n que puso de relieve la novela, y esto lo reivindica el propio Cercas en la entrevista, es que ¡°los muertos no mueren del todo mientras alguien los recuerde, y que la memoria es el cielo para aquellos que no creen en el cielo¡±. Algo as¨ª como el reino de la vida eterna.
Cercas tampoco cree en para¨ªsos ni en cuentos felices. Por ejemplo, el cuento de la Historia espa?ola.
¡ªHabr¨ªa sido fant¨¢stico que hubi¨¦ramos llevado a juicio a Franco, como hicieron con Videla en Argentina, pero en Espa?a el r¨¦gimen cay¨® con un pacto, llamado el Pacto del Olvido, que en realidad fue un acuerdo para archivar el legado de Franco y dejarlo de lado. La pregunta es, entonces, ?qu¨¦ co?o hacemos con nuestra historia? ?Intentamos ocultarla, como hemos hecho tantas veces? ?Inventamos una historia alternativa, como hizo Enric Marco, y como de facto ha hecho Espa?a en los ¨²ltimos a?os al sostener que todos ¨¦ramos antifranquistas desde el principio, que todos los republicanos eran buenos, que aqu¨ª no hab¨ªa asesinos en la retaguardia republicana, y que cualquiera que diga lo contrario es un fascista? ?O miramos a nuestro pasado de frente? Quiero con ello decir que nuestro pa¨ªs toler¨® la dictadura y que la oposici¨®n era casi inexistente. Es horrible aceptarlo, pero eso es lo que dir¨¢ la historia, indiscutiblemente.
En esa frecuencia inc¨®moda de lo complejo sit¨²a Cercas las bases de Anatom¨ªa de un instante, su retrato personal del 23-F y de aquellos ¡°h¨¦roes de la traici¨®n¡± ¨Ccomo ¨¦l llama a Su¨¢rez, Carrillo y Guti¨¦rrez Mellado¨C ¡°que fueron capaces de traicionar un pasado plagado de errores, un pasado dictatorial, para construir un futuro democr¨¢tico¡±. Al abordar la cocina de aquel libro, Cercas se confiesa y dice que su crisis m¨¢s grave coincidi¨® con la escritura de Anatom¨ªa de un instante. ¡°Baste decir que tuve que tomar medicaci¨®n¡±, concede el autor. Cuenta que en aquel momento ten¨ªa un hijo peque?o, un padre que se mor¨ªa y cien borradores de una novela que no funcionaba porque ¨¦l se empe?aba en explorar la senda de la ficci¨®n.
De nuevo, la literatura lo agit¨®. Y lo salv¨®.
Todo cambi¨® cuando hall¨® la f¨®rmula narrativa para desovillar el embrollo del 23-F. Consisti¨® en ¡°buscar el sentido dentro del caos y, sin ir m¨¢s all¨¢ de la realidad ni inventar nada, encontrar una forma, una estructura dentro de ¨¦l¡±. Luego opt¨® por que el andamiaje reposara en un ¡°buf¨¦ libre¡± de g¨¦neros donde caben la ficci¨®n, el ensayo, la cr¨®nica, la historia, la biograf¨ªa o la autobiograf¨ªa. El sello Cercas.
Placer y conocimiento, como el sexo
Esta larga conversaci¨®n con la revista fundada en 1953 deja c¨¢psulas reflexivas. Por ejemplo esta: ¡°El nacionalismo es una ficci¨®n. La ficci¨®n viene primero, luego los creyentes¡±. O esta otra: ¡°No hay un solo pa¨ªs que no est¨¦ construido sobre sangre y basura¡±. Una m¨¢s: ¡°La literatura es placer y conocimiento, como el sexo. Solo es ¨²til mientras uno no se proponga hacerla ¨²til¡±. A ese respecto, Javier Cercas reflexiona sobre su doble faceta de columnista en EL PA?S y escritor. Dice: ¡°El ciudadano y el novelista que hay en m¨ª est¨¢n siempre en guerra, y eso puede ser enormemente productivo siempre que ninguno de los dos gane. Si el ciudadano vence al novelista, el novelista se convierte en propagandista. Y si el novelista gana, el ciudadano puede convertirse en c¨®mplice de la barbarie, del horror¡±.
Sorprende ver a un escritor para quien la literatura ha sido, al mismo tiempo, espada y pared. La literatura como ¡°¨²nica terapia¡±, dice. La literatura como ¡°deporte sangriento¡±, advierte. El shock de Soldados de Salamina. La crisis con Anatom¨ªa de un instante. Los problemas judiciales con El impostor. El recelo cr¨ªtico e ideol¨®gico con la trilog¨ªa de Terra Alta. La literatura como refugio al desamor a los catorce. Y la literatura, revela Cercas, como arma para cortejar a otra chica, una actriz de teatro. Al d¨ªa siguiente de su primer encuentro, Cercas le dej¨® algunos de sus cuentos en la puerta de casa y se march¨®. La chica se llamaba Merc¨¨ Mas. No hizo falta Unamuno. Con ella se cas¨®.
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