A la caza de Gorgonas en el British Museum con la escritora Natalie Haynes, reivindicadora de Medusa
Un recorrido por el museo londinense con la especialista en mundo cl¨¢sico para hablar de su nueva novela, que subvierte el mito de la mujer con cabello de serpientes
Natalie Haynes aparece en el gran vest¨ªbulo del British Museum de Londres como una de esas diosas ol¨ªmpicas que frecuentan sus libros: de repente simplemente est¨¢ ah¨ª. Es dif¨ªcil no dar un respingo como les pasaba a los h¨¦roes griegos (salvando las distancias) cuando una divinidad se les manifestaba. Va de negro hasta las zapatillas. Su mirada inteligente y escudri?adora, un punto intimidante de entrada, remite a Atenea, que es su diosa favorita, pero desde luego Haynes (Birmingham, Reino Unido, 50 a?os) es mucho m¨¢s simp¨¢tica, aparte de que no lleva yelmo, escudo ni lanza, ni un mochuelo en el hombro. Hemos quedado para hablar de su nuevo libro publicado en Espa?a, Las miradas de Medusa (Salamandra), que acaba de aparecer y es una novela (la autora las va alternado con los ensayos en su producci¨®n) centrada en la figura del ser monstruoso de la mitolog¨ªa griega caracterizado por tener serpientes en lugar de cabellos y petrificar con la mirada: la reina de las criaturas raras.
En la novela y de acuerdo con una corriente de revisi¨®n del ic¨®nico personaje recogida por el feminismo actual, Medusa es una criatura menos temible que digna de compasi¨®n. Haynes, que tiene la habilidad de Robert Graves, ah¨ª es nada, para volver a contar los mitos ¡ªcomo en Las mil naves y La jarra de Pandora, que incluye un cap¨ªtulo sobre Medusa¡ª, subvierte con sabidur¨ªa (voil¨¤ Atenea) y mucha gracia el relato cl¨¢sico para ofrecer una versi¨®n muy emotiva, acorde a la sensibilidad de hoy, y con inesperadas dosis de humor. La novela, que articula adem¨¢s un discurso sobre la monstruosidad (¡°los hombres os llaman monstruos porque no os entienden¡±), est¨¢ narrada desde diferentes puntos de vista y abarca mucho m¨¢s que la estricta historia de Medusa y su muerte a manos de Perseo, incorporando otros mitos conectados. Una delicia de lectura.
La cita en el British Museum es para, mientras hablamos, ir juntos a buscar por las salas algunas gorgonas (la categor¨ªa de monstruos que componen Medusa y sus dos hermanas mayores, Esteno y Eur¨ªale), de las que el centro londinense posee, seg¨²n su cat¨¢logo, la friolera de 673 representaciones, en diferentes objetos y soportes (varias piezas han figurado en la reciente exposici¨®n de CaixaForum Veneradas y temidas, el poder femenino en el arte y las creencias, que ten¨ªa referencias a Medusa). Haynes entra con gusto en el juego, m¨¢s a¨²n porque su abnegado entrevistador ha pasado varias horas pate¨¢ndose el museo para agilizar las cosas, incrustado en una bulliciosa visita escolar (¡°si veis una Medusa me avis¨¢is, eh¡±), y ya tenemos localizadas unas cuantas.
Recorrer las salas de la antig¨¹edad cl¨¢sica del British con Haynes es un privilegio y una gozada. De entrada, cuando pasamos junto a la sensual Venus Lely, la espectacular Afrodita agachada que te encuentras justo despu¨¦s de la secci¨®n egipcia y que, desnuda, se cubre como puede, la escritora explica que un conservador del museo le cont¨® que la estatua ha tenido que ser sometida a limpieza de tanta gente como le tocaba las bonitas y rotundas nalgas al pasar. Eso lleva a recordar aquella historia que ella recoge en otro de sus libros, el ensayo Divine might (Picador, 2023), sobre las diosas griegas: cuando la Afrodita de Cnido se exhib¨ªa p¨²blicamente en esa ciudad, un hombre se masturb¨® abrazado a la realista estatua de m¨¢rmol y que viva Prax¨ªteles, lo que le hace reflexionar a la escritora que ¡°amantes del arte los hay de todas clases¡±.
La primera parada es ante la Medusa Strozzi, un peque?ito y precioso retrato helen¨ªstico del personaje de serpenteantes rizos grabado (intaglio) sobre una calcedonia. La imagen que arroja de Medusa es extra?amente delicada y hermosa, en consonancia con la apariencia del tipo de la ¡°Gorgona bella¡± y doliente que se desarroll¨® hacia el 400 antes de Cristo (y sigue una l¨ªnea que lleva a Ovidio y de ¨¦l a Goethe, Shelley y Rossetti, hasta la Rihanna de Damien Hirst como Medusa de la portada de GQ de diciembre de 2013), y que choca con su caracterizaci¨®n anterior en la Grecia arcaica como un monstruo grotesco, toda colmillos y serpientes. Im¨¢genes de la Gorgona estrafalaria, demon¨ªaca, con un aire de Kali, las vemos en el recorrido pintadas en diversos vasos de cer¨¢mica, como uno en el que Perseo le est¨¢ cortando la cabeza mientras prudentemente mira hacia otro lado. O en otro en el que sale pitando impulsado por las sandalias aladas de Hermes con la cabeza de Medusa en su saco m¨¢gico mientras la criatura se desploma decapitada. O en una serie de monedas como un didracma ateniense del 520 a. C. y un estatero de oro que lleva en el reverso un at¨²n (?).
Ante un precioso camafeo con una esmeralda con una cabeza de Medusa montada con serpientes entrelazadas y que te petrifica de bello, Haynes recuerda que Medusa era la ¨²nica mortal de las tres hermanas Gorgonas (tres como las Furias o las Grayas, a menudo el tres significa la multiplicaci¨®n de una figura ¨²nica). En su libro hace que las otras dos la cuiden de peque?a y sientan por ella un gran amor: esa relaci¨®n fraternal, y el dolor que provoca en las hermanas la muerte de Medusa, es de los aspectos m¨¢s interesantes y conmovedores de la novela, que incide en la revisi¨®n que est¨¢ llevando a cabo Haynes de los papeles femeninos en los mitos. Probablemente la revisi¨®n de Medusa m¨¢s radical contempor¨¢nea (2023) sea la de la escultura de Luciano Garbati en la que aparece la gorgona desnuda llevando en la mano la cabeza de Perseo.
M¨¢s adelante nos encontramos la Medusa Marina (Medusa era hija de dos divinidades del mar, Forcis y Ceto, y hermanastra de las sirenas), una peque?a pero muy impresionante cabeza de bronce romana que probablemente decoraba una caja y en la que la gorgona presenta unas alas a ambos lados de la frente. ¡°Las Gorgonas ten¨ªan alas en la espalda, pero a veces se representa as¨ª la cabeza de Medusa como una referencia a esos atributos¡±, explica Haynes. Esta Medusa est¨¢ enfurecida y su mirada es de una terrible intensidad, conjugando rasgos del ser arcaico y el helen¨ªstico. Es un modelo que resuena en las c¨¦lebres Medusas de Caravaggio, Rubens (en la que por cierto aparece una preciosa salamandra) o Von Stuck.
Muchas de las medusas que pueden verse son solo cabezas cortadas, una representaci¨®n iconogr¨¢fica que tiene su propia denominaci¨®n, Gorgoneion. ¡°La cabeza de Medusa tiene identidad propia en el mito¡±, recuerda la escritora ante una copa que tiene dibujada en su fondo esa cabeza en versi¨®n muy fea (vaya susto deb¨ªa dar al apurar la bebida), ¡°pues cortada se convierte en un elemento fundamental en la historia que sigue haci¨¦ndola avanzar¡±. Haynes usa a la cabeza como personaje e incluso en varios cap¨ªtulos ?como narradora! ¡°No sali¨® as¨ª desde el principio. Cuando descubr¨ª lo poderosa que era y lo bien que funcionaba esa voz del Gorgoneion, la cabeza, volv¨ª atr¨¢s y cambi¨¦ el principio¡±. Otra voz ins¨®lita de Las miradas de Medusa es la de las serpientes de su cabeza, que act¨²an como un coro de tragedia. ¡°Pas¨¦ una semana dudando hasta decidir que hablaran ellas, y estoy muy satisfecha con el resultado¡±. ?Qu¨¦ tipo de serpientes son las de la cabeza de Medusa? ¡°He pensado en ello, decid¨ª que fueran serpientes de arena, ya que las Gorgonas viven en Libia; no deb¨ªan ser venenosas, porque Perseo muchas veces sujeta la cabeza por el cabello, o sea las serpientes, como se ve en las esculturas de Cellini o de Canova, y estas le hubieran mordido y emponzo?ado¡±.
El personaje de Perseo est¨¢ tratado de una manera muy desmitificadora que sorprende al principio: un h¨¦roe reticente, un chico simpl¨®n y nada resolutivo que a ratos resulta rid¨ªculo y necesita toda la ayuda de los dioses. Su relaci¨®n con Atenea, que se burla de ¨¦l durante la b¨²squeda de Medusa para matarla, produce varios momentos c¨®micos. ¡°Algunos de esos pasajes hicieron que se tuviera que parar la grabaci¨®n del Audiolibro a causa de las risas¡±, dice Haynes. ¡°La novela es una tragicomedia. Tengo bastante sentido del humor¡±. Reconoce que hay algo de los Monty Python. ¡°Soy muy fan, crec¨ª con ellos, y considero que en toda historia, incluida la m¨¢s terrible, siempre hay aspectos risibles, como esos choques entre Perseo y Atenea¡±. Tambi¨¦n es divertida la escena de Perseo con las Hesp¨¦rides. ¡°Me gust¨® la idea de invertir las cosas y que el que estuviera desnudo en el agua fuera ¨¦l y no las chicas, al rev¨¦s que la leyenda de Hilas y las ninfas¡±. En esa escena con las Hesp¨¦rides, hay humor y mucha sensualidad pero tambi¨¦n late lo fe¨¦rico y lo terrible, como en el cuadro de Waterhouse sobre Hilas o en el de Draper de Ulises y las sirenas. ¡°S¨ª, en el fondo estamos con criaturas que son muy hermosas, chicas guapas, pero sobrenaturales y peligrosas, terror¨ªficas¡±.
En la novela, Perseo, manifestaci¨®n clara, se?ala Haynes, de la hipermasculinidad t¨®xica, va evolucionando hasta convertirse en un verdadero criminal. El mito se subvierte: las Gorgonas son hasta adorables y el h¨¦roe un tipo bastante idiota, indigno y despreciable que asesina a una criatura que no le ha hecho nada. Choca esa interpretaci¨®n con la can¨®nica de la espantosa y cruel Medusa, tipo Ray Harryhausen, que convierte a los hombres en piedra y decora su isla con las esculturas. ¡°Esa imagen de Medusa rodeada de hombres petrificados es tard¨ªa. En las fuentes m¨¢s antiguas no se dice que matara a nadie. Me sorprendi¨® descubrir que Medusa ten¨ªa la potestad de matar pero podr¨ªa no haberlo hecho. He ido surcando ese territorio inexplorado, imaginando que hubiera tratado de proteger al mundo de su terrible mirada. En el libro Medusa s¨®lo mata, petrific¨¢ndolos, a un escorpi¨®n, un cormor¨¢n y un abejaruco, y es sin querer, y lo lamenta. Otra cosa es lo que hace su cabeza cortada cuando Perseo la extrae del saco y la usa como arma¡±.
Haynes subraya en su novela la relaci¨®n de Medusa con sus hermanas. ¡°?Qu¨¦ hacen las otras dos si Medusa es mortal y ellas no?¡±, apunta mientras contemplamos tres antefixes (decoraciones de tejado) de gorgonas de terracota en la sala 73 dedicada a los griegos en Italia y otra que presenta un curioso parecido con Alejandro Magno, mirada de delirio y anastole incluidos. ¡°Ese es el punto de tensi¨®n, que Medusa puede morir. Entiendes inmediatamente la situaci¨®n. Son criaturas inmortales que aman con ternura a su hermana que es mortal. Y en ¨²ltima instancia no pueden protegerla¡±. La novelista est¨¢ de acuerdo en que su mirada sobre la monstruosidad tiene algo similar a la de Tim Burton.
Haynes retrata a Medusa como una adolescente que sufre abusos. ¡°Sigo el mito, en el que es violada brutalmente por Poseid¨®n, en un templo de Atenea, y, en un segundo abuso, convertida en monstruo por la diosa, que, con muy poca solidaridad femenina, decide injustamente castigarla a ella como si no hubiera tenido bastante¡±. Poseid¨®n es retratado como un violador de manual. El pasaje en que Medusa sufre la desfiguradora metamorfosis es muy impactante. La descripci¨®n del miedo y el dolor de sentir que pierdes el pelo y los cabellos se te van transformando en serpientes (drakontomalloi)¡ ¡°Es muy intenso, todav¨ªa despu¨¦s de tres a?os de haber escrito la novela se me pone la piel de gallina, ?ves?¡±, dice se?alando su brazo. ¡°Y su dolor de cabeza es el m¨ªo, justo entonces sufr¨ªa yo uno terrible a causa de un problema dental. Toda la transformaci¨®n es muy violenta. Un acto tremendo de violencia. Medusa sin duda es una v¨ªctima, absolutamente¡±. La tercera violencia que se ejerce contra ella es su muerte: la descripci¨®n que hace Haynes de la decapitaci¨®n de Medusa es la de un acto de brutalidad salvaje y gratuita. Medusa duerme como una ni?a y no abre los ojos cuando Perseo le corta despiadadamente la cabeza, as¨ª que no tiene que emplear el recurso cl¨¢sico del reflejo en el escudo. ¡°La trata con absoluta inhumanidad, para obtener un trofeo, y luego usa la cabeza como un arma, sin sentir ning¨²n remordimiento por lo que ha hecho. El verdadero monstruo es Perseo, s¨ª. Va perdiendo la humanidad y haci¨¦ndose m¨¢s monstruoso, y divino, lo que no es ning¨²n cumplido visto c¨®mo act¨²an los dioses¡±.
?Ten¨ªan los antiguos griegos la impresi¨®n de que Medusa pod¨ªa haber sido una v¨ªctima? ¡°Ves cierta simpat¨ªa impl¨ªcita que sorprende hacia un monstruo, es exterminadora y v¨ªctima; ya hemos visto como toda una corriente est¨¦tica deriva desde el helenismo hacia la Gorgona bella y doliente. Y la imagen de las gorgonas se usaba como elemento protector: en los escudos de los hoplitas, donde se representaban a menudo [en el British vemos varios guerreros pintados en vasos con esa decoraci¨®n], no solo pod¨ªan inspirar pavor al enemigo sino tambi¨¦n servir de protecci¨®n¡±. Mientras estamos hablando de esto, en las salas etruscas, Natalie Haynes suelta una exclamaci¨®n y se arrodilla para examinar unas grebas que presentan a la altura de la rodilla sendas cabezas de Medusa. Luego contin¨²a: ¡°Algunas son representadas m¨¢s monstruosas, con la lengua protuberante y grandes colmillos de jabal¨ª. Como la gran Medusa del templo de Artemis en Corf¨², que fui a estudiar. Es la imagen que dibujar¨ªa un ni?o y de hecho esas caras grotescas son bastante universales, aparecen en todas las culturas, y tienen una funci¨®n apotropaica, de alejar el mal, y de guardianas. Las Gorgonas son muy ambiguas. Eso se expresaba en la idea de que del cuello de Medusa cortado brotaban dos fuentes de sangre: una era ponzo?osa y la otra sanadora¡±. Medusa, cuya otredad y dualidad persiste en todos los modelos ¡ªMary Beard se?ala su apropiaci¨®n del poder f¨¢lico a trav¨¦s de las serpientes, lo que exigir¨ªa su muerte por el patriarcado¡ª , tambi¨¦n tiene una extra?a carga er¨®tica. Algunos lectores de mitolog¨ªa recordamos a¨²n la conmoci¨®n adolescente ante representaciones voluptuosas como las de Aristide Sartorio.
En el paseo vemos muchas gorgonas, y tambi¨¦n otros personajes que aparecen en las p¨¢ginas de Las miradas de Medusa: Andr¨®meda, Perseo, los dioses, incluso pasamos ante una gigantomaquia, la batalla entre los ol¨ªmpicos y los gigantes, que Haynes describe estremecedoramente en su libro. Tambi¨¦n vemos a Atenea, a la que Perseo le entreg¨® la cabeza, que incorpor¨® a su ¨¦gida y a su escudo, un episodio que la novelista recrea en un final sorprendente. Un momento fenomenal al acabar el tour gorg¨®nico es cuando la autora, que est¨¢ trabajando ya en una nueva novela, sobre Medea, en la que es previsible que Jas¨®n recibir¨¢ de lo lindo, se acerca a una estatua sin cabeza, pero de un hombre y la saluda como si fuera un viejo amigo. Es Protesilao, el primer griego en desembarcar en la playa de Troya y muerto a manos de H¨¦ctor, episodio que Haynes relat¨® en Las mil naves. Mir¨¢ndola sonriente frente al viejo h¨¦roe descabezado que adelanta el pie para avanzar hacia su destino, uno no puede dejar de pensar que Natalie Haynes est¨¢ donde tiene que estar: entre los mitos.
Babelia
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