¡®Jurado N?2¡¯: todo correcto, pero es que la firma Eastwood

Alguien con sentido de la l¨®gica afirm¨® que no se puede ser sublime sin interrupci¨®n, algo irrebatible. El creador Clint Eastwood lo fue durante mucho tiempo, pariendo con milagrosa continuidad pel¨ªculas en estado de gracia. La ¨²ltima, para mi gusto, fue Gran Torino. A muchos admiradores de su cine nos hubiera gustado despedirnos de ¨¦l con la imborrable imagen de aquel viejo gru?¨®n y arrogante, enfermo y m¨¢s solito que la una aunque haya engendrado a dos hijos que son unos abortos, sosteniendo su desamparo gracias a la vecindad y el cari?o que le profesan dos hermanos orientales, dej¨¢ndose matar por una pandilla de g¨¢nsteres juveniles para salvar del acorralamiento a sus protegidos, a los que su sorna denomina como ¡°patitos laqueados¡± y ¡°rollos de primavera¡±. Todo era emotivo y ¨¦pico. Pero Eastwood, leg¨ªtimamente, no quiso resignarse a la jubilaci¨®n. Ha hecho despu¨¦s pel¨ªculas irrelevantes, algunas incluso grotescas. Se salvaba la compleja Richard Jewell.

Eastwood ha cumplido 94 a?os. Y sigue dirigiendo. Puede ser para no sentirse devastado por el aburrimiento, el aislamiento o la senectud. Se titula Jurado N?2. Es cine de abogados, un g¨¦nero que est¨¢ en decadencia, pero que alcanz¨® momentos de gloria con una obra maestra titulada Anatom¨ªa de un asesinato y con las hipn¨®ticas Testigo de cargo y Veredicto final. Y disfrut¨® de popularidad y prestigio la humanista Doce hombres sin piedad, con el admirable Henry Fonda revolucionando a un jurado que inicialmente lo ten¨ªa muy claro respecto a la culpabilidad del acusado.

Sospecho que Jonathan Abrams, el debutante guionista de Jurado N?2, debe haber visto m¨¢s de una vez aquel potente drama judicial que dirigi¨® el casi siempre oscuro Sidney Lumet. Eastwood retrata con im¨¢genes la trama de Abrams. Nunca ha firmado como guionista. Tampoco lo hac¨ªa John Ford. Ni Howard Hawks. Y creo que Hitchcock tampoco. ?Y qu¨¦ cuenta Abrams? Pues las reticencias de un hombre joven, feliz en su matrimonio, a punto de ser padre, con una vida equilibrada, con mucho que perder, formando parte de un jurado, a declarar culpable a un tipo acusado de matar a su novia despu¨¦s de que tuvieran una bronca en un bar, ambos borrachos y repitiendo un comportamiento habitual en su torturada relaci¨®n. Pero el hombre que alberga razones sobre la inocencia del presunto matador se mueve en un territorio oscuro, atormentado moralmente, debati¨¦ndose entre la duda y la escurridiza verdad. Es un t¨ªo que va de legal, pero est¨¢ amenazado por el abismo. No tiene claro lo que ocurri¨® en aquella noche tenebrosa, pero siente el intolerable peso de su responsabilidad. El caso es sabroso para la defensa y para la fiscal¨ªa.

Sientes cierta intriga sobre c¨®mo va a acabar la movida, pero el desarrollo de esta no pasa de lo correcto. Si no existieran los t¨ªtulos de cr¨¦dito nadie deducir¨ªa que el autor es el mismo que se invent¨® Bird, Mystic River, Un mundo perfecto, Million Dollar Baby, Los puentes de Madison, Sin perd¨®n y otras pel¨ªculas de complicado olvido.

Y es convincente el protagonista Nicholas Hoult. Y la dama que interpreta a su esposa. Desconoc¨ªa a ambos. O no los recuerdo en otras interpretaciones. S¨ª a la ya madura y siempre espl¨¦ndida Toni Collette. Paso un rato discreto en su compa?¨ªa. El problema es que Eastwood nos acostumbr¨® durante mucho tiempo al asombro.