¡°La guerra tambi¨¦n puede tener algo bueno¡±: la literatura que surge de los escombros de los conflictos balc¨¢nicos
Los autores croatas, serbios, bosnios, macedonios o b¨²lgaros encuentran en la mirada desde la ni?ez y la adolescencia una v¨ªa para contar las profundas heridas de su pasado
En 1969, el escritor yugoslavo Bora ?osi? public¨® El papel de?mi familia en la revoluci¨®n mundial. Obtuvo el prestigioso premio NIN cuando el tito¨ªsmo afrontaba un par¨¦ntesis entre las protestas estudiantiles de 1968 en Belgrado y la Primavera croata de 1971. La descripci¨®n de una familia burguesa venida a menos, a trav¨¦s de la mirada de un ni?o, durante los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, era un retrato inocente y chancero, pero dejaba un regusto a cr¨ªtica ¨¢cida sobre el absurdo de los totalitarismos y el ajuste acomodadizo a la nueva ideolog¨ªa. El r¨¦gimen no prohibi¨® el libro, pero s¨ª la versi¨®n cinematogr¨¢fica de Bahrudin Bato ?engi?. Los censores tardaron un par de a?os en entender el mensaje burlesco y sat¨ªrico que inspiraba el relato.
El recurso a la infancia, a la adolescencia, al conflicto generacional ha sido frecuente en la literatura balc¨¢nica para cuestionar y desmontar, desde la inocencia, las perversiones y desarreglos del mundo adulto. Al autor Ivica ?iki? le lleg¨® la popularidad con Cirkus Columbia, donde la jovialidad de un tiovivo representaba el antagonismo tr¨¢gico ante el descenso a los infiernos de las guerras de secesi¨®n yugoslavas (¡±Recordar¨¦ ese a?o de 1992 como el ¨²nico a?o de instituto en el que no tuve que recuperar las matem¨¢ticas. Partiendo de eso podr¨ªamos llegar a la conclusi¨®n de que la guerra tambi¨¦n puede aportar algo bueno¡±, escribi¨®). Las grandes crisis locales, la econ¨®mica y la moral principalmente, han sido procesadas desde la ¨®ptica infantil, bien sea en la biograf¨ªa, pero tambi¨¦n en la literatura. Una calle sin nombre (La Caja Book, 2020), de Kapka Kassabova, es una genealog¨ªa desde la infancia acerca del largo proceso de reconciliaci¨®n con la patria b¨²lgara, y F¨ªsica de la tristeza (Fulgencio Pimentel, 2018), de Gueorgui Gospod¨ªnov, nos ayuda a entender el tedio y la falta de est¨ªmulos para un ni?o en la Bulgaria comunista: la nader¨ªa como sugesti¨®n creativa.
Vladimir Arsenijevi? tambi¨¦n logr¨® el premio NIN en 1994 con la novela Entre l¨ªneas (Edhasa,1988), primera parte de la tetralog¨ªa Cloaca M¨¢xima (un itinerario vital por la post Yugoslavia hasta la actualidad). El protagonismo en la obra lo acaparan las drogas, el sexo, la deserci¨®n, el libertinaje y la insurrecci¨®n frente a los designios inescrutables del autoritarismo paternal, las convenciones sociales, el conflicto ¨¦tnico y el militarismo. Preguntado sobre el conflicto generacional, Arsenijevi? tiene claro que ¡°el estilo literario realista durante los a?os noventa fue sin duda la mejor manera de lidiar con la turbulenta y la realidad a menudo tr¨¢gica de un pa¨ªs que se estaba desmoronando¡±.
La mirada pulcra y desnuda de un ni?o o la subversi¨®n de un adolescente encajaban en un paisaje social absurdo, ininteligible, cambiante e incierto, y permit¨ªa a los autores exponer la incredulidad social. Contin¨²a abundando en ello Arsenijevi?: ¡°Hoy en d¨ªa, los escritores y escritoras no tienen una necesidad tan aguda de esa simultaneidad y credibilidad casi period¨ªsticas, por lo que pueden probar otras t¨¦cnicas literarias, aunque algo m¨¢s estratificadas. Tambi¨¦n se nota que las autoras dominan la literatura regional, lo que no ocurr¨ªa en la generaci¨®n a la que pertenezco¡±.
Rumena Bu?arovska, Ivana Sajko, Olja Savi?evi? Ivan?evi?, Milena Markovi?, pasando por Lejla Kalamuji?, Tanja Stupar Trifunovi?, Senka Mari?, Tea Tuli? o Dora ?usti? han sacudido el ¨¢rbol de la literatura regional los ¨²ltimos a?os. Ivana Simi? Bodro?i?, autora de Hotel Tito (Menoscuarto ediciones, 2023), no solo retrata el perfil de una ni?a victimizada por el conflicto, sino que disecciona c¨®mo la pubertad persigue por s¨ª misma disociarse de la condici¨®n de refugiada. La protagonista no deja de explorarse a s¨ª misma y de avanzar sorteando obst¨¢culos con la adolescencia y las hormonas acuestas en un escenario delirante.
Lana Basta?i?, autora de Dientes de leche (Sexto piso, 2022), preguntada al respecto, sostiene que entre ambas generaciones no ¡°hay dos mundos diferentes, es el mismo para todos¡±. En su colecci¨®n de relatos protagonizados por ni?os, uno de los objetivos es ¡°preguntarnos de d¨®nde vienen los monstruos y cu¨¢l es nuestra responsabilidad al crearlos¡±. La autora sit¨²a ante el espejo el conflicto generacional y los lectores solo tenemos que encontrarnos de frente con la ¡°negligencia¡± y el ¡°abuso¡± sin que la guerra o el conflicto inter¨¦tnico lo mediaticen necesariamente todo. El foco puesto en los menores nos concede a los lectores una mirada perif¨¦rica que encuadra patrones corrosivos que se repiten y heredan desde el mundo adulto, como si fu¨¦ramos trabajadores sociales, psic¨®logos infantiles o meros espectadores escandalizados. En verdad, como reconoce Basta?i?, la nueva generaci¨®n ¡°quiere que se le identifique con algo m¨¢s que la ruptura de Yugoslavia [¡] cuando se hayan eliminado todos los escombros¡±.
Se trata de un proceso de introversi¨®n social, donde la demolici¨®n yugoslava ha generado un desorden por fuera, pero tambi¨¦n por dentro, que hay que dilucidar y abrazar. La literatura por s¨ª misma no consigue la purificaci¨®n colectiva, pero s¨ª sirve para calibrar la naturaleza y la dimensi¨®n de las fallas sociales. Dino Pe?ut, que acaba de estar en Espa?a para promocionar su novela Hijo de pap¨¢ (Deleste, 2024), opina que ¡°la nueva escritura de la regi¨®n trata menos del conflicto que del deseo de entendimiento¡±. ¡±Creo que desde la empat¨ªa se intenta desbloquear los puntos dolorosos y neur¨¢lgicos ocultos de la historia ¨ªntima y pol¨ªtica¡±, dice. En su obra se revela la desconexi¨®n emocional entre ambas generaciones, la ausencia de intimidad entre un padre corriente y su hijo homosexual en una ciudad como Zagreb, que nos resulta cercana y transitable, pero donde el cinismo y el fatalismo, el miedo a desnudar el alma, las desigualdades de clase y su impacto en la autoestima quedan como patolog¨ªas ocultas frente a los grandes idealismos y maximalismos que la ¨¦lite pol¨ªtica aliment¨® durante la transici¨®n.
Educados en la contenci¨®n sentimental y aturdidos por la crisis socioecon¨®mica, los afectos fueron sacrificados y ahora es el tiempo de la recomposici¨®n y de encontrar nuevas f¨®rmulas de sanaci¨®n colectiva. La literatura local aporta una nueva sensibilidad y una actitud alentadora sobre como una sociedad se recompone desde el dolor y desde las carencias no estrictamente materiales.
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