¡®Lim¨®nov¡¯: el apasionante y complejo personaje real de Carr¨¨re muta en peligroso imb¨¦cil

Parafraseando uno de los mejores t¨ªtulos de la historia de la literatura, aquel Calderero, sastre, soldado, esp¨ªa de John Le Carr¨¦, las andanzas reales de Eduard Lim¨®nov, escritas y descritas por Emmanuel Carr¨¨re en su libro del a?o 2011, ahora adaptado por Kiril Ser¨¦brennikov en una pel¨ªcula, se podr¨ªan haber titulado Poeta, periodista, atracador, guerrillero; o incluso Chapero, mujeriego, vagabundo, pol¨ªtico; y a¨²n m¨¢s, Bolchevique, filonazi, punki, golpista. La estramb¨®tica existencia de un tipo imposible de inventar, por inveros¨ªmil, que, sin embargo, existi¨®. Y de qu¨¦ modo. ¡°Estoy en un nivel inalcanzable¡±, lleg¨® a decir de s¨ª mismo. Aunque lo m¨¢s raro de todo esto es c¨®mo una vida tan apasionante puede dar lugar a una pel¨ªcula, pese a la potencia visual de un par de pasajes, tan poco atractiva.

Descubierto aquel extravagante devenir en el libro de Carr¨¨re por parte de quien esto escribe, la primera impresi¨®n tras culminar sus casi 400 p¨¢ginas fue la de haberse zambullido en la vida de un perturbador farsante. Una biograf¨ªa compleja sobre un personaje complejo en tiempos complejos. La segunda impresi¨®n, despu¨¦s de ver la versi¨®n cinematogr¨¢fica de Ser¨¦brennikov, es la de haber seguido el zigzagueo mental, pol¨ªtico y social de un peligroso imb¨¦cil. Una pel¨ªcula sin apenas complejidad, mucho m¨¢s exhibicionista que profunda, que deambula por una biograf¨ªa de pel¨ªcula en una pel¨ªcula demasiado formalista.

As¨ª, lo compuesto por Ser¨¦brennikov, abierto tanto a la contracultura de su pa¨ªs en la sobrevalorada Leto (2018) como tambi¨¦n a la alta cultura a trav¨¦s de la abstracci¨®n y la destrucci¨®n del mito oficial en la formidable y dif¨ªcil La mujer de Tchaikovsky (2022), pocas veces alcanza la hondura que requiere un personaje como Lim¨®nov, qued¨¢ndose en una suma de rabiosos videoclips con los que, claro, al ponerles de fondo canciones de The Velvet Underground, puede brotar una cierta sugesti¨®n. Pero solo es una f¨¢brica de colores que se desdibuja en la memoria en cuanto acaba.

Lo de conformar las pel¨ªculas a trav¨¦s de formatos cambiantes, dig¨¢moslo ya de una vez, empieza a ser un poco cansino. M¨¢s cuando, como en esta, y de forma caprichosa, no solo se pasa del panor¨¢mico al estrecho, sino que tambi¨¦n hay pasajes en los que el tama?o de lo filmado se empeque?ece con enormes bandas negras por arriba y por abajo, y a derecha e izquierda, dejando para el encuadre ¨²nicamente un peque?o rect¨¢ngulo en el centro. Las motivaciones art¨ªsticas, m¨¢s all¨¢ de la pura est¨¦tica, resultan discutibles, sumadas a los cambios del color al blanco y negro, y a un montaje r¨¢pido pero monocorde que nunca detiene la acci¨®n para poder vislumbrar en calma a un personaje del que se busca su interior y solo se encuentra su fachada de majadero.

El casi demente recorrido de Lim¨®nov a lo largo de la segunda mitad del siglo XX por Mosc¨², Nueva York, Par¨ªs, la antigua Yugoslavia y hasta Siberia podr¨ªa haber entroncado con la desconcertante historia de su pa¨ªs y de parte de Europa y Estados Unidos en esos a?os. Pero a Serebrennikov lo que m¨¢s le interesa es otra faceta del personaje, importante, pero bastante menos interesante y singular: la de fornicador.

Nos quedamos con las ganas de saber c¨®mo hubiera sido la mirada del director inicial: el polaco Pawel Pawlikowski, director de Ida y Cold War, que aqu¨ª aparece como coguionista, junto al propio director y a Ben Hopkins, y que al parecer se desencant¨® con el personaje. Un hombre que, como cuenta Carr¨¨re en su libro, se cruz¨® con Lim¨®nov en la vida real y film¨® algunos de sus desmanes en la guerra de los Balcanes. En Serbian Epics (1992), mediometraje documental del entonces joven Pawlikowski, aparec¨ªa disparando con una ametralladora en el cerco de Sarajevo, y en las filas del criminal de guerra Radovan Karadzic. Un pasaje del que no hay ni rastro en la pel¨ªcula de Serebrennikov.