Los apuntes de Manolo Gallego
El arquitecto ha pasado a limpio sus notas. Y ha ordenado sus fotos. El resultado es el libro ¡®De lo local en un mundo global¡¯, una visi¨®n del planeta y un legado
El arquitecto Manolo Gallego Jorreto (Carballino, 86 a?os) se ha preocupado siempre por que la cultura no sea algo alejado de la vida. Por eso ha recorrido el mundo fotografi¨¢ndolo para poder explicar arquitectura a sus alumnos. El libro De lo local en un mundo global, escritos en torno a la arquitectura recoge ahora esas im¨¢genes. Y esos apuntes.
Para poder nombrar el mundo Manolo Gallego necesita hablar de lo local. Entendiendo lo rural puede explicar Nueva York. Y recordando a Alejandro de la Sota consigue hablar de aprendizaje, de sentido, de las ideas, la memoria y la ense?anza de arquitectura. Eso con palabras. Antes de firmar sus edificios, Gallego hab¨ªa dibujado para comprender, y fotografiado para explicar un mundo: el suyo propio de edificios y el de los caminos rurales, cubiertas de pizarra, h¨®rreos y bosques por donde uno aprende a mirar.
El libro De lo local en un mundo global re¨²ne ahora todas esas miradas. 400 p¨¢ginas de un legado sensato y reposado. Justo lo que Gallego le pide a la arquitectura. As¨ª, sobre el medio rural, se ha preguntado siempre qu¨¦ hacer con nuestra arquitectura. Y se contesta que no tiene sentido conservarla tal como es porque ser¨ªa condenarla a unos sistemas de vida mejorables. Por eso advierte que la arquitectura popular no puede alimentarse de pastiches y que la tradici¨®n se actualiza con creatividad. La respuesta creativa es la respuesta: ¡°?Acaso no son los esp¨ªritus creadores aquellos capaces de ver las posibilidades de las cosas?¡±.
Recordando que, como las familias felices, todas las casas se parecen pero no hay dos iguales, Gallego Jorreto habla de una diversidad de mundos rurales en un mismo medio. Para ¨¦l la obra de arte, incluida la arquitectura, debe ¡ªescribi¨® en 1987¡ª ¡°transformarse en una obra de resistencia capaz de mejorar la vida de hombres y mujeres¡±.
De la misma manera que el mundo rural le parece necesitado de cuidado y cambio, tambi¨¦n ve Nueva York como una ciudad en construcci¨®n. ¡°M¨¢s haci¨¦ndose que acabada¡±. Es verdad que corre el a?o 1988, pero tambi¨¦n que ¨¦l lee impresi¨®n geogr¨¢fica en las propias construcciones. Rascacielos como el Chrysler, el Empire State o el Seagram le parecen accidentes geogr¨¢ficos abrumadores de una naturaleza nueva.
Gallego tambi¨¦n vivi¨® en Par¨ªs. Y le cont¨® a Manuel Gausa, cuando este dirig¨ªa la revista Quaderns, que sali¨® de un ambiente profesional muy pobre para encontrar alma. Y regres¨® para lidiar con las limitaciones ¡°necesarias para crear¡±.
Este Premio Nacional de la Arquitectura defiende que dibujar es contar el mundo. Y mostrarse. En los dibujos del que fuera su maestro, Alejandro de la Sota, ¨¦l detecta el deseo de ausentarse: ¡°Retratan la idea, se saltan lo accesorio¡±. ¡°Con el tiempo he comprendido que la formaci¨®n del arquitecto debe capacitarte para entender lo que te rodea y as¨ª poder dar una respuesta con la arquitectura a las necesidades y deseos de cada ¨¦poca¡±. Habla de aprender a ver. Y, visto as¨ª, entiende que para el arquitecto proyectar no es un problema de estilo, de escoger el que m¨¢s le guste, sino que es necesario que tenga ¡°un conocimiento profundo de la realidad para identificarse, comprometerse y poder evolucionar¡±.
Gallego defiende que un arquitecto, pero una persona cualquiera tambi¨¦n, va construyendo su actitud y su mirada durante el aprendizaje. Por eso cambia. ¡°Cualquier cambio es est¨ªmulo¡±, apunta. Pero advierte que ¡°una cosa es su apariencia, es decir la especulaci¨®n sobre el cambio, y otra muy distinta este¡±. Matiza esa informaci¨®n porque confiesa haberse sentido perturbado por la incesante sucesi¨®n de apelativos y clasificaciones que ha definido, por escrito, la arquitectura. Esas clasificaciones le parecen ¡°un intento de esclarecer la confusi¨®n y de ordenar la arquitectura¡± ante el que ¨¦l, m¨¢s que buscar diferencias y rupturas, anima a buscar continuidades, conexiones, puentes, elementos que solapan los cambios y construyen las permanencias. ¡°Los cambios producen desgarros, rupturas en el pensamiento de nuestro modelo de entender el mundo¡±.
Como profesor, pas¨® de fotografiar la vida en la calle para ense?ar a construir a sus alumnos a aconsejar dejar libertad y abrirse a las b¨²squedas de los propios alumnos, a sus balbuceos, a su desorientaci¨®n incluso. Acercarse a las nuevas generaciones estimulando es hacerlo dialogando. Eso es lo que cuenta en este compendio de art¨ªculos. En sus propias palabras: ¡°Ense?ando, se aprende¡±.
Babelia
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