Por qu¨¦ se debe educar en la est¨¦tica y no en el lujo, seg¨²n Bruno Munari
Cuando el dise?ador, artista e inventor italiano regres¨® de un largo viaje en Jap¨®n anot¨® las razones pr¨¢cticas que convert¨ªan la vivienda japonesa de madera y papel en un lugar de bienestar. A partir de ah¨ª reflexion¨® sobre c¨®mo vivimos en Occidente
Cuando Bruno Munari (Mil¨¢n, 1907-1998) visit¨® Tokio y Kioto pidi¨® dormir en una casa tradicional japonesa. No le cost¨® encontrarla, eso son los ryokanes, los albergues tradicionales del archipi¨¦lago. Aloj¨¢ndose all¨ª, observ¨® y anot¨®: materiales, colores, grosores y olores. Fue as¨ª, desde la observaci¨®n, como aprendi¨® su lecci¨®n sobre la casa tradicional japonesa. La que Shinohara actualiz¨® con su Casa-Paraguas ¡ªla anterior entrada de este blog¡ª. Este blog ha querido juntar los saberes de dos grandes. Esta es la visi¨®n de Munari.
Como en el Jap¨®n moderno que visit¨® Munari, en el actual, hay miles de casas de hormig¨®n y grandes edificios en los que se trabaja, pero casi siempre la estancia en la que se duerme sigue siendo la tradicional de madera, paja y papel. Aunque est¨¦ en un edificio de hormig¨®n o hierro y acero. ?Por qu¨¦?
La casa tradicional japonesa es casi lo contrario a buena parte de nuestras viviendas. La entrada no se anuncia. Est¨¢ oculta, no se deja ver, se recoge. La palabra discreci¨®n es clave para el bienestar dom¨¦stico. Por eso el vest¨ªbulo es min¨²sculo. All¨ª no se espera a nadie. Y quien entra, puede llegar hasta el coraz¨®n de la vivienda. No hay hipocres¨ªa: o dentro o fuera. Munari describi¨® ese espacio de cuatro metros cuadrados como ¡°m¨¢s psicol¨®gico que f¨ªsico¡±.
En el exterior, Munari anot¨® que, con frecuencia: ¡°Un arbolito m¨¢s alto que la pared de bamb¨² forma un motivo de sombras de hojas sobre la pared revocada. La puerta de entrada est¨¢ escondida por un estrecho seto de ramas secas. Se abre la puerta y uno se encuentra en casa. La entrada tiene el suelo de piedra gris natural donde se dejan los zapatos, y despu¨¦s, sobre un pelda?o de madera se encuentran las zapatillas limpias. Si vais a Jap¨®n, no llev¨¦is zapatillas: las encontrar¨¦is en todas partes, siempre a vuestra disposici¨®n¡±. Este consejo es Munari en estado puro. Hoy, cuando mucha m¨¢s gente ha visitado Jap¨®n, nadie se sorprender¨ªa. ?l lo hace y convierte la sorpresa en conocimiento y el conocimiento en lo que disfruta compartiendo. Le fascin¨® ese ejercicio de limpieza ¡ªno pisar con las mismas suelas fuera que dentro¡ª que mucha gente ha adoptado.
El interior de la casa guarda varias lecciones. La primera es de proporci¨®n y orden: el m¨®dulo que se repite est¨¢ determinado por el tatami en sentido horizontal y por otros elementos modulados en sentido vertical. ¡°El m¨®dulo, la prefabricaci¨®n, la producci¨®n en serie y todas las dem¨¢s innovaciones que predicamos como novedad est¨¢n ya aplicadas desde hace siglos en la casa tradicional japonesa¡±, anot¨® Munari. Que pas¨® a explicar lo que era el tatami ¡ªuna estera de paja trenzada muy prietamente, rematada en los bordes con tela oscura, que mide unos 1 ¡Á 2 metros: la medida de una persona acostada¡ª. Los tatamis forran el pavimento, por lo tanto, la casa tiene la medida de determinados tatamis. ¡°El espacio habitable se expresa en tatamis¡±.
Otras conquistas japonesas que adelantaron la modernidad fueron los tabiques m¨®viles y la ventana continua. ¡°La casa japonesa tiene todas las paredes interiores m¨®viles, salvo donde hay paredes-armario, y todas las exteriores correderas, ¡ªexcepto en pocas zonas cerradas para los servicios¡ª. Son casas transformables. ¡°Tienen pr¨¢cticamente las paredes y las ventanas donde se quieren. Seg¨²n el sol, el viento, el fr¨ªo o el calor, la casa puede organizarse de distintas maneras¡±, anot¨® Munari fascinado. ¡°Las puertas correderas y las hojas tambi¨¦n correderas de los armarios de pared son de papel montado sobre ligeros bastidores de madera que se deslizan por un canal rehundido en la madera, de apenas 2 mil¨ªmetros, entre un tatami y otro. Las puertas correderas son liger¨ªsimas y se deslizan empuj¨¢ndolas con solo un dedo, sin necesidad de manillas ni cerraduras¡±. ¡°En nuestros pa¨ªses tenemos fuertes puertas con manillas?y cerraduras, con bisagras y cerrojos, y al cerrarlas, se oye un gran ?pum! Los pasos sobre el tatami pisando en calcetines son tambi¨¦n suaves.¡±
El siguiente motivo de fascinaci¨®n fue la falta de muebles: todo se guarda en los armarios. Se duerme en los tatamis. ¡°El pavimento no es ni fr¨ªo ni duro¡±. ¡°La circulaci¨®n del aire se regula de un modo natural: entra por unas ranuras regulables abiertas en la zona fresca de la casa y sale por otras situadas en la parte de la casa expuesta al sol; entra el aire fresco y sale el caliente¡±. Sostenibilidad, sin nombrarla: ¡°Puertas y ventanas son lo mismo en estas casas¡±. ¡°Las maderas y los materiales se utilizan al natural y nunca, salvo casos excepcionales y para ciertos usos, se pintan o se barnizan. Un material natural envejece bien. Un material recubierto de pintura o barniz se altera, no respira. Es falso¡±. Como el acceso, la casa no se impone. Por eso: ¡°En estos entornos tan neutros, una persona destaca y domina¡±.
Para terminar, ?cu¨¢l es la relaci¨®n de la vivienda con la historia? ?Cu¨¢l su memoria? Un nicho cuadrado con el suelo m¨¢s elevado se llama tokonoma, y es una esquina de la casa construida con los viejos materiales de la casa anterior, un nexo con el pasado; ¡°basta una vieja pilastra de madera que todav¨ªa est¨¦ en buen estado, para acompa?arnos en la nueva casa¡±. Explica Munari y, atenci¨®n: En el tokonoma se cuelga el ¨²nico cuadro de la casa (no siempre el mismo, pues hay otros enrollados que se guardan en los armarios de pared) y se colocan flores en un jarr¨®n preparado con arte. Munari describe as¨ª la relaci¨®n entre vivienda tradicional japonesa y arte: selecci¨®n ¡ªsolo se expone uno a la vez¡ª, variaci¨®n ¡ªse cambia¡ª y cuidado ¡ªlas flores tambi¨¦n se tratan con ambici¨®n art¨ªstica (Ikebana)¡ª.
¡°Desde la ventanita del cuarto de ba?o se ve una rama de ¨¢rbol, un pedazo de cielo, un murete y un seto de bamb¨²; la tina del ba?o es de madera, material muy agradable al tacto¡±. Munari admiti¨® que para vivir en una casa de madera y papel es cierto que es necesario haber recibido una educaci¨®n especial: ¡°uno no puede apoyarse en las paredes, no se pueden tirar las colillas al suelo, no se pueden dar golpes con las puertas ni se puede derramar nada por el suelo. Si se ensucia una puerta, se cambia el papel con poco gasto y vuelve a estar como nueva¡±. Por eso se preguntaba si nuestra idea de bienestar era esa: tirar las colillas al suelo; dar portazos, apoyar las manos por todas partes y hacer decoraciones en los z¨®calos de las paredes con la suela de los zapatos. Como si todo esto no bastara, intentamos utilizar materiales donde no se vea la suciedad; no eliminamos la suciedad, no intentamos ser m¨¢s educados, basta con que no se vea¡±.
Conocer la vivienda tradicional japonesa llev¨® a Munari a describir la ¡°sensaci¨®n de miseria en ciertas casas de lujo donde una descomunal pobreza cultural ha hecho que se construya con los materiales m¨¢s caros (la habitual confusi¨®n entre precio, valor y funci¨®n)¡±. ¡°Podemos encontrar casas con los grifos de oro pero sin un solo libro de poes¨ªa o, incluso, sin libros. Es el caso t¨ªpico de individuos que se enriquecen de manera repentina, y han sido educados desde la infancia en envidiar y desear el lujo en lugar de la est¨¦tica¡±.
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