La columna, protagonista
El movimiento moderno la despoj¨® de protagonismo. Incluso le cambi¨® el nombre por pilotis. El arquitecto Carmelo Rodr¨ªguez Cedillo explora en el libro ¡®Bizarre Columns¡¯ este elemento arquitect¨®nico mucho m¨¢s all¨¢ del d¨®rico, el j¨®nico y el corinto.
En los a?os sesenta del siglo pasado, arquitectos como Charles Jencks o Robert Venturi comenzaron a plantearse qu¨¦ hab¨ªa pasado con las columnas. Y, en palabras de Carmelo Rodr¨ªguez Cedillo, el arquitecto autor del libro Bizarre Columns (Ediciones Asim¨¦tricas), juzgaron la modernidad como una pseudociencia arquitect¨®nica. Era dif¨ªcil hacerlo en ese momento. Defend¨ªan que las columnas son el orden cl¨¢sico. Lo poqu¨ªsimo que todos sabemos de arquitectura: el d¨®rico, el j¨®nico el corintio. Pero tambi¨¦n son un elemento para expresar frustraciones. Para re¨ªrse de lo absurdo. Son, para Carmelo Rodr¨ªguez Cedillo, un soporte de comunicaci¨®n y liberaci¨®n frente al orden establecido.
Parad¨®jicamente, siempre ha habido ¨Dpensemos en las columnas salom¨®nicas, columnas que se retuercen¨D columnas que desaf¨ªan a la ley de la gravedad. Y m¨¢s sorprendente todav¨ªa: columnas que no sujetan y, por lo tanto, columnas que m¨¢s que soportar peso, aligeran. ?C¨®mo lo hacen? Comunicando. Rompiendo esquemas.
Un moderno puro, un arquitecto tan alejado de cualquier tentaci¨®n revisionista como el vien¨¦s Adolf Loos, propuso habitar en una columna con el famoso dise?o que present¨® al concurso para levantar el edificio de un peri¨®dico, el Chicago Tribune. La idea de una columna con vida interior la recoger¨ªan, entre otros, Kengo Kuma ¨Den su Doric Building de Tokio¨D o Ricardo Bofill ¨Den Les Espaces d¡¯ Abraxas que construy¨® en Marne-la Vall¨¦e (Francia) y que Rodr¨ªguez Cedillo califica de ¡°columnas colosales para palacios populares¡±¨D. Bofill sustituye la machine ¨¤ habiter de Le Corbusier por la idea de convertir la vivienda en palacio para el pueblo. Para ese palacio necesita columnas. Esas columnas habitadas pueden tambi¨¦n ser ocupadas. Rodr¨ªguez Cedillo las llama, en esta versi¨®n, columnas t¨¦cnicas. Y han sido utilizadas por proyectistas como Terry Farrell que, en su propio estudio londinense, ha ubicado en su interior instalaciones para la calefacci¨®n, la iluminaci¨®n o el almacenamiento. As¨ª, una columna, en lugar de sujetar un forjado, sustenta el funcionamiento t¨¦cnico de un edificio.
Serlio recomendaba usar el orden d¨®rico para iglesias consagradas a los santos m¨¢s extrovertidos: San Pablo, San Pedro o San Jorge. El j¨®nico lo consideraba adecuado para los santos y santas matronales ¨Dni demasiado duros ni demasiado tiernos¨D y el corintio para la Virgen Mar¨ªa. Los arquitectos posmodernos, sin embargo, estaban hartos de ¨®rdenes y jugaron con las columnas ¨Dalgo que ya hab¨ªan hecho en villas romanas dibujando columnas ingr¨¢vidas¨D. Venturi, Scott-Brown and Associates decidieron que las cari¨¢tides para el Museo de los Ni?os en Houston deb¨ªan ser ¡ ni?os. Y Michael Graves hizo que el enanito simp¨¢tico de Blancanieves sujetara ¨Des un decir¨D las columnas del edificio para Disney en Burbank. Fabio Novembre pens¨® que los atletas que rodeaban las columnas de su Casa Milano deb¨ªan intentar escapar de las columnas corriendo. Pero tal vez fue Alice Theodorou la que dio en el clavo: sus cari¨¢tides para el 10.000 Year Master Plan de Londres son personas agotadas por el peso del edificio que sustentan.
M¨¢s all¨¢ de columnas cl¨¢sicas, decoradas, provocadoras o habitadas hay tambi¨¦n columnas-mueble. Son, como la palabra mueble indica, m¨®viles, esto es: port¨¢tiles. As¨ª Piero Fornasetti produjo su ic¨®nica Capitelo Chair. Y Studio 65 ide¨® Il Capitello, un capitel j¨®nico ¨Dcomo el que se puede encontrar uno en la Acr¨®polis y sentarse a descansar en ¨¦l¨D en el que uno se puede acomodar. Este, producido por la empresa italiana Gufram, era, adem¨¢s, blando.
John Soane lleg¨® a inventar el orden brit¨¢nico para conmemorar la batalla de Crecy y Philippe Starck convirti¨® los 43 pilares de la planta baja de la Alh¨®ndiga de Bilbao en un festival de columnas en el que conviven todos los ¨®rdenes posibles.
Como la columna cl¨¢sica lleva impl¨ªcita la idea de ruina, las columnas triunfales podr¨ªan ser el testimonio de esa ruina: una columna solo tiene sentido si sustenta algo. ?O no? Las retorcidas del templo de Jerusal¨¦n que hizo construir el rey Salom¨®n renacieron convertidas en icono del barroco; es decir, m¨¢s all¨¢ de ser un elemento estructural, las columnas son una v¨ªa abierta de comunicaci¨®n. Y de subversi¨®n. Rodr¨ªguez Cedillo rastrea todas sus versiones con humor y erudici¨®n.
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