¡°?Que viene Manili!¡±, un fastidioso grito de guerra
El valiente torero de Cantillana, ¨ªdolo de Madrid, repasa, a sus 71 a?os, su heroica y muy dura trayectoria

El grito de guerra ¡°?Que viene Manili!¡± es historia de la tauromaquia. El protagonista, Manuel Ruiz (Cantillana, Sevilla, 1952); el escenario, la plaza de Las Ventas, y la fecha, el 17 de mayo de 1988, en plena Feria de San Isidro. Esa tarde hizo el pase¨ªllo un torero curtido tras doce a?os de alternativa, con el oficio aprendido, pero con m¨¢s sinsabores que alegr¨ªas a sus espaldas; y se enfrent¨® a Choricito y Londrito, dos torazos de Miura que le cambiaron la vida.
Manili sali¨® al ruedo como un torero modesto y enfil¨® a hombros la calle de Alcal¨¢ como una figura consagrada; la gesta la repiti¨® d¨ªas m¨¢s tarde, el 5 de junio, y fue tal su determinaci¨®n, su entrega y poder¨ªo que la afici¨®n de Madrid lo acogi¨® e hizo suyo ese grito de respeto y admiraci¨®n, ¡°?Qu¨¦ viene Manili!¡±, como un serio aviso para el escalaf¨®n entero de que aquel torero era temible delante del toro. Hoy, a sus 71 a?os, esboza una p¨ªcara sonrisa cuando recuerda aquellas gestas, repasa con nostalgia y cierta melancol¨ªa su larga carrera, y asegura que es un hombre feliz, que se siente satisfecho por lo conseguido, y que no envidia a nadie.
¡°No se lo va a creer, pero me fastidiaba escuchar aquel grito en una plaza¡±, afirma Manili. Y a?ade: ¡°Molestaba a los dem¨¢s toreros y mis compa?eros me miraban con mala cara. La frase me perjudic¨®, e impidi¨® que entrara en algunos buenos carteles porque algunos toreros me vetaron. Y lo curioso es que yo no ten¨ªa culpa alguna. Es verdad que daba la cara, que no me quedaba dormido, y que era querido por el p¨²blico, pero, f¨ªjese lo que me dijo un conocido apoderado: ¡®Bueno, Manuel, hasta que nos veamos en una cacer¨ªa¡¯, se?al de que no quer¨ªa verme m¨¢s en una puerta de cuadrillas¡±.
¡°No me gustaba escuchar ese grito en una plaza; molestaba a los dem¨¢s toreros y mis compa?eros mi miraban con mala cara¡±
Pregunta. Pero Madrid¡
Respuesta. La plaza de Las Ventas ha sido important¨ªsima para m¨ª; me levant¨® y me dio dinero.
Despu¨¦s de aquellas dos apote¨®sicas salidas a hombros por la Puerta Grande, volvi¨® a Madrid el 3 de julio en un cartel de aut¨¦ntico lujo, junto a Anto?ete y Curro Romero, y cort¨® otra oreja. Y cuando su carrera enfilaba la definitiva senda del triunfo, un toro del Marqu¨¦s del Albayda le par¨® los pies en la feria de Almer¨ªa, le meti¨® el pit¨®n en el abdomen y le rompi¨® la temporada y el futuro. Manili recuerda con pelos y se?ales todos los avatares de su larga etapa taurina, y recalca una y otra vez la extrema dureza de la profesi¨®n de torero; al menos, las muchas y graves dificultades a las que debi¨® enfrentarse para seguir adelante.
Manuel Ruiz naci¨® en el seno de una humilde familia campesina, su paso por el colegio fue fugaz (¡°nada¡±, aclara ¨¦l, ¡°porque entraba por una puerta y sal¨ªa por otra¡±), y con ocho a?os comenz¨® a trabajar en las faenas agr¨ªcolas. Y en ellas estaba cuando una ma?ana del verano de 1973 lo llamaron para que debutara esa misma tarde en un festejo sin caballos. ¡°Yo fui un autodidacta taurino¡±, comenta el torero. ¡°No acud¨ª a ninguna escuela y nadie me ense?¨® nada. Todo lo aprend¨ª por mi cuenta en la ganader¨ªa de Mart¨ªn Berrocal, donde trabajaba, y quiz¨¢ por eso me llamaron para esa primera novillada¡±.

Muy pronto se anunci¨® con picadores y comenz¨® una larga y exitosa carrera como novillero que hoy evoca con orgullo. ¡°Tore¨¦ mucho, es verdad. Quiz¨¢ porque daba la cara y los aficionados conoc¨ªan mi esfuerzo y sab¨ªan que no era un ni?o de pap¨¢. Lla vida entonces era muy dura, y no como hoy, para la juventud humilde y trabajadora a la que yo pertenec¨ªa¡±.
Recuerda Manili su debut en La Maestranza, el 18 de julio de 1974, una tarde de calor¡ ¡°Casi se llena la plaza¡ ?Sabe qu¨¦ pasa? Antes est¨¢bamos m¨¢s acostumbrados al calor que ahora; hoy nos gusta m¨¢s el aire acondicionado que los toros. Nos hemos vuelto muy c¨®modos¡±. Y el 24 de abril de 1976, una alternativa de lujo, en Sevilla, con Curro Romero de padrino y Palomo Linares como testigo. La casualidad quiso que la corrida fuera de Mart¨ªn Berrocal, con quien Manili hab¨ªa trabajado, y que a su primer toro lo hubiera herrado el propio torero.
¡°No conoc¨ªa personalmente al maestro¡±, comenta Manili, ¡°pero yo tambi¨¦n llevaba gente a la plaza, y me dijeron que ¨¦l coment¨®: ¡®Adem¨¢s, me cae bien¡±. Y recuerdo sus palabras en el intercambio de los trastos: ¡®Esto es muy duro, suerte¡±. Y tanto¡ ¡°Me cost¨® mucho levantar el vuelo como matador de toros¡±, recuerda el torero; ¡°si llega uno que molesta a los dem¨¢s, no encaja, y, adem¨¢s, yo no estaba avalado por nadie¡±.
¡°Antes est¨¢bamos m¨¢s acostumbrados al calor que ahora; hoy nos gusta m¨¢s el aire acondicionado que los toros. Nos hemos vuelto muy c¨®modos¡±
A pesar de las dificultades iniciales, Manili consigui¨® abrirse camino, siempre con corridas duras, ganaba poco dinero y carg¨® con abultadas deudas a causa de la dudosa gesti¨®n de alg¨²n representante de aquella ¨¦poca. ¡°Toreaba 30 o 40 corridas y no ganaba m¨¢s que para pasar el invierno, y me vine abajo; la moral se va cuando te juegas la vida y no ves el fruto de tu esfuerzo¡±, asevera.
Mediada la d¨¦cada de los 80, conoci¨® a Manolo Lozano en Colombia, quien se hizo cargo de su carrera, lo puso en contacto con Manuel Chopera, empresario de Las Ventas. ¡°Era el verano del a?o 1987, lidi¨¦ dos corridas en Madrid, la primera de Murteira Grave, en la que entr¨¦ por una sustituci¨®n, y otra de Roc¨ªo de la C¨¢mara, y en ambas estuve bien. Chopera me dio ocho corridas en sus plazas y comenc¨¦ a respirar econ¨®micamente¡±.
A ra¨ªz de esos triunfos se vio anunciado dos tardes en San Isidro de 1988, el 17 de mayo ¡ªtoros de Miura¡ª y el 5 de junio ¡ªcon reses de Puerto de San Lorenzo¡ª y en ambas sali¨® a hombros, fue proclamado triunfador de la feria, y entr¨® en la historia ese grito de admiraci¨®n: ¡°?Que viene Manili!¡±. ¡°Fue el mejor a?o de mi carrera [tambi¨¦n sali¨® en hombros esa temporada en los Sanfermines, gesta que repiti¨® en 1990] que no pude culminar a causa de la muy grave cogida de Almer¨ªa, que me hizo perder 35 corridas¡±, afirma el torero.
¡°Estoy contento con lo que he realizado; tengo buenos amigos y no siento envidia de nadie¡±
A¨²n le esperaba la Puerta del Pr¨ªncipe de La Maestranza, que abri¨® el 12 de octubre de 1990 al encerrarse en solitario con seis toros de El Torero. ¡°Pero no encontr¨¦ la recompensa que yo esperaba; otra vez escuch¨¦ la cantinela de que ¡®no hay dinero para ti¡±. Y esa frase la escuch¨® Manili cuando pretendieron contratarlo el a?o siguiente en Linares. ¡°?Despu¨¦s de triunfar en Sevilla no hay dinero para m¨ª?¡±, contest¨® el torero. ¡°Pues no voy¡±. ¡°Mira que te va a pesar¡±, le advirtieron. ¡°Y vaya si me pes¨®¡±, continua Manili. ¡°Matilla, que era el empresario, no me contrat¨® m¨¢s y me sent¨ª vetado en otras plazas¡±.
El 15 de agosto de 1995 sufri¨® en Sevilla una muy fuerte cornada en la axila derecha que lo dej¨® sin fuerza en el brazo, y al a?o siguiente, el 29 de abril, en la tradicional corrida de resaca de la Feria de Abril, con toros de Guardiola, hizo el ¨²ltimo pase¨ªllo en La Maestranza.
Manili insiste en que nunca se despidi¨® de los ruedos, pero cuando apart¨® el traje de luces volvi¨® al campo, ya a tierras de su propiedad, y, durante un tiempo, dirigi¨® tentaderos en distintas ganader¨ªas. Ahora, dedica el tiempo a sus naranjos, y a la crianza de ganado bravo y manso con el que su hijo ha hecho pr¨¢cticas como veterinario.
¡°Estoy contento con lo que he realizado; tengo buenos amigos y no siento envidia de nadie¡±, concluye. En la despedida reconoce con una t¨ªmida sonrisa que aquel grito fastidioso le ha permitido gozar de un puesto de privilegio en la historia: ¡°?Uf, uf, que viene Manili!¡±.
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